se estrenó originalmente hace
200 años, cuando su autor tenía unos 54 años y, probablemente,
empezó a tomar forma en su propia mente 30 años antes de eso, quizá
en la época en que empezaba a quedarse sordo.
Para llegar a
semejante concepción y ejecución se tuvo que subir a hombros de
gigantes que le precedieron (Mozart y Bach). Y, desde allí, creó lo
suyo, algo sublime. No hizo refritos de sus antecesores. No sacó de
una partitura allá o de acá o de más allá. No solo recorrió,
otra vez, los mismos peldaños de la escalera de sus predecesores,
sino que creó y agregó su propio peldaño.
El secreto de los
genios es que pueden re experimentar en su propia mente el proceso
mental de los descubridores que les precedieron que no es lo mismo
que jugar a deducir a partir de la apropiación de los resultados que se obtuvieron como
su consecuencia.
En la política (y
en la ciencia también) pasa parecido. Las grandes transformaciones
que mejoran la vida de los pueblos son el efecto, en última
instancia, de líderes creativos que, montados a hombros de los
gigantes que les precedieron, logran plasmar en la concepción y en
la ejecución su proceso mental único y original.
La reconstrucción
futura de nuestra querida patria va a necesitar ineludiblemente un o
una líder de conducción creativo/a. Y, de nuevo y como siempre, él
o ella tendrá que montarse sobre los hombros de los gigantes que le precedieron para plasmar su propia y original concepción y
ejecución, resolviendo lo que las doctrinas e ideologías anteriores
no pudieron resolver.
La única manera
de mantener viva la llama de la inspiración que dio lugar a un
Rosas, a un Yrigoyen o a un Perón o a una Evita es que surja una
nueva inspiración que dé lugar al futuro líder de conducción.
Yo estoy muy de
acuerdo con la confrontación y la lucha contra las injusticias, pero
eso lo hacen las masas. Para recorrer el camino de la felicidad del
pueblo y la grandeza de la Nación necesitamos al pueblo. Y para
tenerlo a éste, necesitamos al líder o la líder de conducción.
1) “Rusia
invadió a Ucrania, ergo, es el agresor y el que inició la guerra”.
Si a Ud. viene
alguien y lo ataca, primero trata de esquivar y luego reacciona para
tratar de neutralizar al atacante, en esa tarea va a tener que tirar
alguna trompada. Supóngase que su atacante tiene un cómplice que es
periodista que está a unos metros de donde se desarrolla la escena,
y ese periodista le saca una foto justo cuando Ud. tira la trompada
y, al día siguiente, la publica diciendo que Ud. es un agresor. Le
dicen a 2.000 millones de personas que Ud. es un agresor cuando se
estaba defendiendo de un ataque.
Luego, imagínese
que Ud. es Rusia.
Pero la realidad
es mucho peor que el escenario de la suposición precedente. Porque
Rusia sabía que se estaba organizando el ataque a los territorios de
población rusa en el Sudeste de Ucrania desde el 2014, año del
golpe de Estado en Ucrania patrocinado por EE.UU. e Inglaterra. Rusia
estuvo 8 años tratando de atajar los innumerables ataques a los
pueblos de esas regiones que no acataron el golpe de Estado, y trató
de llegar a una situación estable por medio de los acuerdos de
Minsk. Merkel, una de las garantes de los acuerdos hace poco confesaría que se estuvo engañando a Rusia para ganar tiempo para
que la OTAN pueda armar a Ucrania.
La táctica
geopolítica es que la provocación quede más o menos encubierta y
en la penumbra. Esto lo garantizan los medios de información que
durante 8 años estuvieron escondiendo las masacres de civiles en el
Donbas. Por su parte, la reacción a la provocación es publicada en
todas partes en una campaña de acción psicológica. Esa táctica es
parte de una estrategia geopolítica que es el “cambio de régimen”
en los países díscolos que tienen liderazgos que intentan liberarse
de lo que JDP llamaba “férula imperialista”.
2) “Hay que
respetar el principio de integridad territorial de Ucrania”.
Un principio tal
es para un pueblo, no es un fin en sí mismo. Los principios se
respetan para garantizar el bienestar de un pueblo. Si la “integridad
territorial” se convierte en una forma de encubrir y garantizar el
genocidio y la represión física y cultural de una porción
significativa de un pueblo, deja de servir al principio superior del
bienestar del pueblo, es decir, deja de ser un principio para
convertirse en un medio de sojuzgamiento y arbitrariedad.
Por eso, es una
tontería sofista hablar de la “contradicción entre el principio
de integridad territorial y autodeterminación del pueblo”, no hay
ninguna contradicción porque no se vuelve uno contra el otro, sino
que se usa uno como pretexto contra el otro. Al usarse así, el
principio deja de ser tal, porque un principio no puede violarse a sí
mismo, no puede ser un fin en sí mismo, ignorando al principio
superior al que responde.
Esto me hace
acordar cuando le discutían a Perón el “principio de neutralidad”
histórico de Argentina. Perón les decía a los impugnadores de la
decisión de declarar la guerra a Alemania, un mes antes del suicidio
de Hitler (declaración sin repercusión práctica militar alguna),
que el principio de neutralidad se hizo para salvaguardar los
intereses de la Nación, no era un fin en sí mismo.
También me hace recordar cuando en 1955 los oficiales leales a Perón
le aconsejaron a él que hiciera aplicar la justicia militar, con
ejecuciones y fusilamiento de los sublevados. Perón les dijo que la
Constitución y las leyes se hicieron para la Nación, ésta no es
para la Constitución y las leyes. Que el valor superior que había
que defender es la Nación misma, o sea al pueblo, evitándoles
perjuicios y sufrimientos materiales y espirituales.
Como puede
apreciarse, JDP siempre estaba pensando en el bienestar del pueblo,
en evitarle perjuicios y sufrimientos. Todo lo demás está
subordinado a eso.
3) “La última
expansión de la OTAN responde a los temores que tienen los países
al poderío militar ruso”.
El supuesto aquí
es que esos “temores” son de países soberanos que “solicitan”
la incorporación a la OTAN libres de todo condicionamiento y
presión.
Suecia y
Finlandia, por ej., son países que sucumbieron a las presiones
tremendas de los personeros de las estructuras de la OTAN y del
sistema angloamericano. Es una ingenuidad lindando con el ridículo
pensar que se trató de acuerdos de caballeros de países soberanos
con otros caballeros de países soberanos de la OTAN.
Es obvio que ese
trasfondo en el que la “férula imperialista” doblega 2 siglos de
tradición neutral de gobiernos en un determinado país, no puede
presentarse a la opinión pública así. Sería una indecencia.
Tienen que armar el espectáculo de la sofistería. Entonces dicen: “Suecia solicitó ...”; “Finlandia preocupada por su seguridad
pidió ...”; etc.; etc. Lo que me cuesta entender es cómo hay gente que se
autopercibe como peronista, se cree esta superchería. Perón se pasó
toda la vida desenmascarando las supercherías.
Ese supuesto
“temor” de esos países, a partir de ahora, se va a ir haciendo
realidad porque Rusia, ante la situación creada en el Norte de
Europa con la OTAN, va a crear nuevas divisiones de su ejército y
colocará infraestructura con misiles que apuntarán a Suecia y
Finlandia. Cosas que nunca se les hubiera ocurrido a los rusos hacer
antes de que esos países “se preocuparan por su propia seguridad”.
El problema que
tienen demasiados analistas e intelectuales es que, por las
costumbres y hábitos de su formación intelectual, componen la
realidad como un “collage”, tratando de compaginar lo que leyeron
allí, allá, acá, más allá, etc.
La imagen que
resulta solo parece coherente si se parte de axiomas y postulados
arbitrarios, sino no. Si uno por medio de ideas-hipótesis va
profundizando se va dando cuenta que no hay tal collage, que eso es
una apariencia, que no resiste a la indagación más profunda.
Pero como esa
indagación requiere mucha más concentración, energía y un grado
de aceptación de la propia subjetividad que arriesga ideas e
hipótesis, se desiste rápidamente y se recurre enseguida al
collage, tomar de allí, de acá, etc., dándole a todo una pátina
según el axioma y postulado de predilección.
No se puede
defender lo colectivo, lo popular, lo nacional, si negamos nuestra
propia subjetividad al disolvernos o confundirnos con discursos de
otros, sean dominantes, contrahegemónicos, o los que sean.
Las soluciones
residen en las mentes y los corazones de las personas, de los
individuos. Sin esas soluciones el colectivo no se puede formar más
que en modo reactivo, de “masas”, no de pueblo.
La transformación
de la masa en pueblo, como pensaba JDP, necesita de individuos que
pongan en juego su propio criterio, su creatividad educada y
cultivada.
El origen de las
mejores doctrinas e ideologías y teorías científicas reside en
eso, no es más que una proyección más o menos organizada y
objetivada de ese factor subjetivo.
Pero ese factor
subjetivo no debe desaparecer nunca, ni puede ser reemplazado nunca
por doctrina, teoría o ideología alguna.
En todos los
“marcos teóricos” tarde o temprano se presentan problemas,
porque son finitos y la realidad parece que no, es infinita y
dinámica. Cuando esos problemas se presenten no existirá un marco
teórico previo que los resolverán. Habrá que crear otro y, para
eso, volver a hacer funcionar la “usina” de nuestra mente.
Así como no
existe una comida de un día que nos ahorre usar la boca todos los
días, sino que debemos usar la boca para comer todos los días, lo
mismo ocurre con la mente, debemos usarla todos los días, no hay una
doctrina fija que nos ahorre el trabajo de pensar, o, a lo sumo, si
la hay, es por un tiempo bastante transitorio.
hice
un comentario en dicho blog que me parece oportuno publicarlo aquí.
Aquí
va.
Artemio
querido, estos análisis son incompetentes para entender casi nada de
lo que pasa en el mundo.
El
mundo no es una amalgama de países en compartimentos estancos
cruzados por coordenadas nativas “derecha”, “izquierda”,
“ultraderecha”, etc. Eso es el juego de las apariencias, nada
más.
El
problema en EE.UU. como en Argentina y muchos otros lados es cómo se
liberan sus pueblos con los líderes que tengan de estructuras
imperiales que los sojuzgan. Esas estructuras, cuyos soportes son
oligarcas y toda la servidumbre que está a su servicio, usan a la
izquierda y la derecha como mejor les conviene.
No
hay que mirar el árbol que nos tapa el bosque. Hay que alejarse un
poquito y ver el panorama donde está el bosque. El árbol que se
estaba viendo era un elemento más de ese bosque.
Pasan
muchas cosas todos los días en todos lados, mucho más de lo que
logra percibir el “pensamiento axiomático” basado en axiomas y
postulados y su retícula de teoremas asociado. Ese pensamiento
axiomático es absolutamente empobrecedor. Es como mirar un iceberg y
creer que es de telgopor y flota íntegramente sobre el agua. Es
peligroso eso. Mirá si a alguien, creyendo eso, se le ocurre
zambullirse y nadar por debajo del Iceberg. Se va a romper la cabeza.
Ya
estamos en un punto de la evolución y situación mundial que hacen
obsoletos los ideologismos axiomáticos, sean de derecha o de
izquierda, progresistas o conservadores, marxistas, etc., etc.
No
puedo comprender por qué no se le hace caso a Cristina que dijo y
escribió que esas categorías no sirven para entender el mundo
actual. No lo dijo ni escribió una sola vez, sino dos, tres o cuatro
veces.
Esto
que sigue es una de las tantas perlas que se pueden encontrar en JDP.
“Para
apreciar con cierta profundidad la situación particular de un país
cualquiera en la actualidad [imaginar ahora, esto lo dijo días antes
del Cordobazo, hace 55 años], es imprescindible penetrar en los
aparentes misterios de la situación general del mundo de nuestros
días, de su evolución acelerada, de su futuro inmediato y mediato,
de las fuerzas potenciales que actúan y sus objetivos probables …
Pretender resolver los problemas que intrínsecamente corresponden a
un país aislado puede ser un salto en el vacío.”
“Nadie
puede defenderse de lo desconocido. Por eso se hace necesario
desentrañar entre el fárrago de sucesos y circunstancias la
verdadera intención oculta y generadora de futuros acontecimientos”.
(textual).
El
pensamiento axiomático basado en el ideologismo “derecha/izquierda”
lo que hace en la práctica es eliminar la incertidumbre que
significa el lidiar con lo desconocido. Porque el lidiar con eso
implica sostener una concentración y una disposición a generar un
pensamiento que hasta ese momento no existía. Esa es la única
manera de hacer conocido lo desconocido.
El
efecto que causa el pensamiento axiomático “izquierda/derecha”
es recurrir automáticamente a la retícula de teoremas asociados a
ese pensamiento y sobreponerlos a los problemas o enigmas que habría
que resolver. Es decir, en esa actitud no hay disposición a admitir
problema o enigma alguno al que haya que prestar atención y dedicar
energías para resolverlo con un proceso de pensamiento creativo.
Solo hay reconocimieto de lo ya conocido y su aplicación automática.
Mi
hipótesis es que la resistencia a rescatar la innumerable cantidad
de perlitas que nos dejó JDP tiene que ver con esa actitud de no
querer lidiar con lo desconocido. Esto es producto de factores
netamente emocionales
que tienen
consecuencias en el tipo de racionalizaciones que se hacen,
manteniendo
estancadas las posibilidades de evolución ideológica y doctrinaria.
El 25 de agosto de
2022, una semana antes del intento de asesinato de CFK, pronosticaba
en un post de este mismo blog la posibilidad y probabilidad de dicho
suceso y establecía el parangón existente entre la persecución a
ella y la del ex presidente estadounidense que se les hacía a través
del lawfare.
Evalué que el
cumplimiento de los pronósticos realizados con mucha anticipación
eran un indicio de que las proposiciones teóricas que había
formulado aquí, al final de este post, eran fundamentalmente
correctas.
Como dichas
proposiciones no dependen para su validez de la fuerza de algún
“sistema argumentativo” en base a axiomas y postulados
preestablecidos o de cualquier clase de principios de autoridad o
ideología alguna, sino simplemente del hecho que los pronósticos
realizados se cumplieron y yo nada tuve que ver en el hecho de que se
cumplieran, no necesito argumentar nada o añadir nada a las
proposiciones teóricas planteadas.
Pero, dicho eso,
sí quiero señalar cuál es la razón de porqué los “ideologismos”,
sean cuales fueran (centro, izquierda o derecha) no pueden acceder a
la comprensión profunda de la realidad, sea local o sea mundial, que
son dos facetas de la misma cosa, cometiendo casi siempre los mismos
errores de apreciación en sus análisis.
Tomemos el caso de
“ser de izquierda”, porque está más familiarizado con la
ideología progresista cercana a un importante sector de la sociedad
y de muchos politizados.
Las ideologías no
tienen nada de malo, el problema es cuando los ideologizados sesgan
la realidad para que quepa dentro de una ideología, lo cual puede
generar una “satisfacción personal” pero nada aporta a lo
colectivo, lo disfracemos como lo disfracemos.
Ser de izquierda
no es una garantía ni moral ni política porque el conocimiento de
la realidad no depende de lo que Aristóteles llamaba “suposición
o principio autoevidente”, es decir, no depende de axiomas, sino de
ideas-hipótesis que deben producirse y justificarse, no con teoremas
deducidos que dependen de axiomas.
Por ej., las
fórmulas “dictadura del proletariado”; “colectivización de
los medios de producción”; “independencia de clase”; etc., no
son ideas-hipótesis, son formulaciones basadas en sistemas
argumentativos (Marx, Lenin, Trotsky, etc.).
Desentrañar la
realidad económica, política o social, implica un trabajo de
desciframiento a partir de anomalías, problemas o paradojas con
vistas a generar ideas-hipótesis que las resuelvan.
Por lo general,
resolver esas anomalías, problemas o paradojas, implica poder
discernir los principios subyacentes que están operando en la
realidad. Esto es muy distinto a deducir de axiomas preestablecidos y
hacer malabarismos para que encajen. Los axiomas generan esclavos, o
sea los fanáticos de esos axiomas.
Con esclavos
mentales no nos podemos liberar de nada, ni de los axiomas que
creemos que son los correctos a los que nos limitamos a adherir o no,
ni de la realidad que nos oprime y que no podemos transformar o
cambiar o reformar.
El proceso mental
que me llevó a producir las proposiciones teóricas formuladas en el
post del 20 de agosto de 2020. me permiten apreciar que los soportes
oligarcas del imperialismo están entrando en una fase en la que
intentarán crear plataformas a mediano y largo plazo desde las que,
en varias localidades del mundo de todos los continentes, les permita
continuar y escalar la guerra contra China y Rusia.
Eso supone una
profundización y una escalada de la guerra actual para llevarla a
otro nivel y una intensificación de la interferencia dentro de una
multitud de países y escenarios a nivel mundial. Echarán mano de
toda clase de recursos antes de sucumbir. Asesinatos, golpes de
Estado (incluso dentro de EE.UU.), etc., etc.
El núcleo duro de
las oligarquías del partido de la guerra no quiere desistir y va a
intentar forzar la realidad en cualquier escenario que consideren
conveniente, deshaciéndose de políticos potencialmente peligrosos
para sus intereses y planes (Fico de Eslovaquia, a quien ya quisieron
matar, Orban de Hungría, Lula de Brasil, etc.).
Esperemos que no
ocurra lo de fines de los años ‘60 y principios de los ‘70
cuando lograron encontrar una salida a la decadencia de entonces que
les dio medio siglo más de hegemonía. Esta vez, en el lado de los
pueblos hay líderes (Xi y Putin) bastante mejores que los de aquel
tiempo, que están organizando una salida a nivel mundial, haciendo
cooperar a los países e incentivándolos a aumentar sus grados de
soberanía y autonomía, en torno a ideas de desarrollo en base a la
construcción de infraestructura a gran escala, la ciencia y la
tecnología.
Esta vez, la
“férula imperialista” la tiene más complicada porque la
economía real no es hoy lo que era hace medio siglo cuando tenía
mucha más fortaleza y la crisis monetaria y financiera noroccidental
es tremenda luego de 50 y pico de años de montar burbujas
especulativas de todas clases.
El mayor peligro
es que, si se ven perdidos, en su propia desesperación apuesten a la
destrucción nuclear de la humanidad.
Luego del debate de hace pocos días en EE.UU. entre Trump
y Biden, en algunos círculos se planteó la cuestión de quién gobierna verdaderamente
a ese país.
Obviamente, del lado del establishment oligárquico y los voceros de la camarilla hegemónica (Washington Post, The New York Times, Financial Times, etc.,) la preocupación es que, con un soldado en las condiciones en que está Biden, no se va a poder impedir que Trump llegue a la presidencia.
Pero, para algunos de los que están enfrente de ese lado, se preguntan, no desde el punto de vista abstracto o teórico, sino de modo bien
concreto: ¿qué persona está tomando las decisiones de todos los días y que el Presidente
no puede tomar dado su precario estado de salud mental el que, en la medida en que está "obligado" a desempeñar su papel, continúa agravándose cada vez más?
Hay un interesante artículo de un periodista galardonado
que se llama Seymour Hersh, aquí:
Ahora se entiende lo concreto del enunciado "colonización oligárquica del Estado y gobierno estadounidense"?
Que un país sea grande o una potencia económica o militar no significa que sea soberano, que tenga independencia. No tiene nada que ver el tamaño e importancia relativa de un país con su estatus en lo relativo a la soberanía real.
Como dijo Cristina más de una vez -y no se le da bola y no se sacan las conclusiones correctas- el poder real es superior a la presidencia y no se expone, no está sometido al desgaste que supone la exposición a la opinión pública.
Este tipo de colonización oligárquica no se da solo en el sistema político, sino también en el económico, cultural, monetario, financiero, ni hablar en los medios de comunicación masivos.
Como dije en alguna ocasión al usar la metáfora del iceberg, que tiene la mayor parte oculta, sumergida, y una mucha menor parte visible, la realidad política, social y económica suele ser así.
Por eso el exceso de información centrada solo en la parte visible lo que termina generando es más desconocimiento porque la realidad no obedece solo a lo que está visible.
Se me dirá: "y si no se puede ver estamos en las tinieblas, no vamos a poder saber".
En los asuntos importantes de la vida tanto individual como colectiva, lo esencial nunca se ve a simple vista ("lo esencial es invisible a los ojos" decía el poeta). Hay que tomarse el trabajo de hacer un desciframiento de lo subyacente y, para eso, hay que arriesgar hipótesis, hacer teoría bien entendida ésta, no al modo de "sistemas argumentativos". Los argumentos son una parte de la ciencia pero no son ciencia por sí mismos. Hay millones de proposiciones falsas que pasan por verdaderas porque tienen muchos argumentos. Los sofistas están llenos de argumentos.
Hasta en las ciencias físicas pasa esto. Por ejemplo la teoría del Big Bang sobre el origen y expansión del Universo estaba llena de argumentos que se agregaban cada vez más a lo largo de décadas. Sin embargo, el telescopio de nueva generación J. Webb está observando fenómenos que tornan absurdos un montón de argumentos de dicha teoría.
En política y ciencias sociales pasa igual, con la desventaja que no se descarta nunca lo que es falso y siempre se gira sobre lo mismo una y otra vez.
El problema que observo en muchos politizados, militantes y analistas es que no prestan la debida atención a cosas significativas que dicen los que ellos mismos consideran sus líderes. Esto no es un problema solo de Argentina, sucede en casi todos lados.
Si el gobierno de EE.UU. está colonizado por intereses oligárquicos, el gobierno argentino también. Los que están expuestos al desgaste no son los enemigos. Ni Milei ni Biden son los enemigos. Los enemigos son los que los colocaron allí.
Que debamos lidiar todo el tiempo con los personeros de los verdaderos enemigos no nos tiene que llevar a creer que los personeros son el único problema. Debemos tener siempre en claro que hay que operar contra la maquinaria que produce a los personeros. Hay que neutralizar allí en la fuente de la que brotan.
Esto es lo más difícil de todo. Pero si queremos salvar a la Argentina, o sea a su pueblo, deberemos hacer lo más difícil.
Durante la década del ’60 en el exilio, Perón subrayaba que
la situación en Argentina estaba concatenada a la mundial y que no se podía separar una cosa de la otra porque se cometerían errores de apreciación
enormes. Se pueden separar en el orden de exposición pero no
conceptualmente por la profunda imbricación de ambas.
Perón sostenía que, a nivel mundial, había una gran contradicción entre las
necesidades de evolución de los seres humanos (económica, tecnológica,
cultural, social, etc.) y las pretensiones de los imperialismos, los que reaccionan
mal contra esa evolución.
Él decía que no se podía detener la evolución y que había
que adaptarse a ella por medio de reformas y cambios racionales e incruentos. Y
que ello debía hacerse con participación del pueblo y la actividad del Estado.
También decía que para que el pueblo participe se necesitaba un “gobierno
humano” y que, para lograr eso, era necesaria la conducción, el liderazgo de
conducción. Decía que la tecnocracia no servía para nada sin el gobierno humano.
Perón decía que la situación del mundo estaba caracterizada por
esa contradicción o tensión generada por pretensiones imperialistas que no asumen
como es debido la necesidad de los cambios para dar cabida a una evolución que
satisfaga las necesidades y aspiraciones humanas de una sociedad moderna.
Es decir, el imperialismo, para Perón reacciona contra los
pueblos que sí asumen esa necesidad, provocando toda clase de interferencias a
nivel interno de cada país.
Es sugestivo que Perón, cuando se refiere al cipayismo
interno, que es el soporte dentro del país de la acción imperialista, usa
reiteradamente la frase “bajo la férula del imperialismo” o variantes casi
iguales. El significado de “férula” en una de sus acepciones es “estar
bajo la autoridad o poder despótico”. Esto no es casualidad. Perón consideraba
concientemente que los cipayos están bajo la autoridad o poder despótico del
imperialismo.
Esto último rara vez se entiende. Diría que casi nunca.
Tanto la izquierda marxista o el progresismo ignoran absolutamente esa relación
de vasallaje, creyendo que la “cúpula del empresariado local”, los “capitalistas
argentinos”, los “grupos concentrados”, los políticos o los militares, etc., etc., son una suerte de “socios” de los “capitalistas extranjeros”.
Este tipo de errores de análisis surgen por quedarse en lo
descriptivo, en lo que se ve, en las apariencias de una realidad parcelada,
escapándose lo que subyace como movimiento unificador. Hay que proceder, si se quiere comprender bien, como enseñó
Perón con su ejemplo y con su docencia. Tengo que hacer aquí una pequeña digresión.
La realidad suele estar compuesta por partes pero para la
visión simple. Lo que suele encontrarse, si se profundiza, es que la realidad
no es una suma o amalgama de partes. El capitalismo no es una suma o amalgama
de capitales, del tipo “sección argentina”, “sección EE.UU.”, etc. y sus
personificaciones.
Cuando uno analiza “separa” en forma abstracta algo que está
compuesto constitutivamente. Solo separa a los fines de describir y comunicar,
pero eso no significa asumir que estamos en presencia de partes y parcialidades
por todos lados y que, de algún modo, se unen.
La actitud mental más productiva es asumir que en el todo se
pueden distinguir partes, a condición de que no se caiga en la superstición de
que las partes amalgamadas constituyen el todo. Esto causa estragos en el
conocimiento no solo de la política sino en la ciencia también.
Marx se aproximó a esta cuestión cuando usaba la frase “síntesis
de múltiples determinaciones” (lo “concreto”), pero, era coherente con eso en
algunos casos y en otros no, tal es así que no detectó al imperialismo por ningún lado, aún después de sus investigaciones históricas para redactar los capítulos sobre la "acumulación originaria" o "precapitalista".
Volviendo al tema, Perón intentaba captar el movimiento general,
a nivel mundial, luego iba a los casos singulares locales, sin desconectarlos
de aquél. En muchas ocasiones para ilustrar este punto, usé la
metáfora de las olas del mar para evocar algo que emerge, distinguiéndose, de
un todo, sin escindirse.
Perón creía ya a mediados de los años ’60 que los imperialismos
estaban en decadencia porque surgía el tercermundismo por todas partes, tanto
en los pueblos bajo el comunismo como bajo el capitalismo, con sus demandas de mejoras sociales, económicas, culturales, etc. Perón mismo fue el
autor, digamos “ideológico” del tercer mundo, al ser el primero que habló de la “tercera
posición” como concepción distante de uno (occidental capitalista) como de otro
imperialismo (soviético comunista).
Perón no vivió lo suficiente para ver la puerta de salida
que encontró el imperialismo de su tiempo para subsistir por medio siglo más.
En efecto, la secuencia formada por la devaluación de la
libra esterlina hacia fines de los ’60, la desconexión del dólar del oro en
1971 y la convalidación de los tipos de cambio flotantes, en conferencias
monetarias ya posteriores al fallecimiento de Perón, todavía eran muy recientes
como para evaluar las consecuencias a nivel global.
Hoy podemos decir que esa secuencia puso los cimientos del
sistema globalista basado en la especulación financiera y la deslocalización de
la producción, que en el presente agoniza.
Perón esperaba que el tercer mundo de entonces, bajo
diversas ideologías, era la puerta de salida, de liberación de la decadencia
imperialista. Sin embargo, el imperialismo capitalista occidental logró neutralizarlos a todos: al
otro imperialismo (el soviético) y al tercer mundo.
Pero la decadencia no se detuvo, solo encontraron un "engañapichanga histórico" que los hizo durar más, hasta un punto insostenible y
que tiene al mundo al borde de una guerra mundial desatada, incluso nuclear.
Como decía Perón “no se entregan sin pelear”.
Hoy tenemos un 75% del mundo, otra vez, pero ahora orientado y organizado
por China y Rusia a través de sus respectivos líderes, con el objetivo de dar
cabida a una evolución de la humanidad que satisfaga las necesidades de todos
los pueblos del mundo.
La ideología geopolítica occidental al servicio del sistema oligárquico imperialista nos quiere presentar eso como un intento imperialista (!?) basado en la "autocracia". Pero eso es para consumo de los tontos e ignorantes o los demasiado ilustrados que creen que hay que saber de todo, pero lo que hay que saber son cosas buenas. "Es mejor que aprender mucho/el aprender cosas buenas".
El desafío (no a Occidente, sino ante la humanidad misma) de
Xi y Putin es enorme porque se trata de poner la ciencia y la tecnología como
motor de la economía al servicio de todos los seres humanos, sin necesidad de reproducir
los métodos de saqueo y colonialismo y neocolonialismo del imperialismo
occidental. Esto implica que la humanidad se conduzca por un cause que nada tiene que ver con las concepciones y métodos del sistema oligárquico occidental.
Dichos líderes tienen una concepción profundamente optimista
del ser humano, aunque no son estúpidos, saben con los bueyes que aran.
Estamos en el mismo punto que Perón captaba a mediados de
los años ’60, un imperialismo (ahora único, ya no dos), que, luego de ensayar
en los últimos 50 y pico de años un experimento de salida a los síntomas de
decadencia que ya tenía en aquellos tiempos, cayó en una decadencia aún peor y,
sus soportes (las combinaciones oligárquicas), se rehúsan, hasta ahora, a
desistir de sus empeños en imponer su dominio a pesar de todo, cueste lo que
cueste.
Si los que aspiran a ser dirigentes de la Argentina, para el caso de que nuestro país sobreviva, no entienden estas cosas, no las estudian profundamente, no para usar ese conocimiento para satisfacer ambiciones personales, sino para enseñar y avivar a la gente, entonces el peronismo sí va a desaparecer finalmente, luego de tantos pronósticos fallidos en este sentido. Y, si desaparece el peronismo desaparece nuestro querida patria, tal como la conocimos desde que nacimos nosotros o como la conocieron anteriores generaciones a la nuestra.
Resulta notable cómo el
destino de los seres humanos depende de algunos (muy pocos) seres humanos.
Desde que no está más JDP
las condiciones de vida de una gran parte de los argentinos se deterioraron
muchísimo, salvo los períodos de recuperación de NK y de mejora neta del último
período de CFK.
Sin embargo, en los últimos
50 años, la pobreza estructural se fue agregando por capas sedimentarias como
resultado de cada crisis. Las recuperaciones subsiguientes en los distintos gobiernos
no lograban ni siquiera igualar el nivel de pobreza existente previo a las
crisis del gobierno precedente.
Las generaciones que se
fueron agregando desde que murió JDP, en muchos estratos sociales, vivieron
cada vez peor. Se empobrecieron las clases medias, los asalariados y la pobreza
estructural se agrandó cada vez más a medida que se profundizaba la inserción
del país a la globalización.
Lo mismo ocurrió después de
que lo derrocaron en 1955. Pero, mientras él vivió en el exilio no pudieron –ni
por dictaduras ni por gobiernos pseudoconstitucionales- hacer el cambio de
régimen que hubieran deseado. Pero luego de su muerte en 1974, sí pudieron
hacerlo porque se aprovechó la desaparición de su liderazgo para realizar un
cambio de régimen a gran escala, usando la represión, la dictadura y los
cambios económicos a través de la liberalización de las finanzas, el comercio y
la circulación de capitales.
La sola existencia del liderazgo de JDP, mientras vivió,
estaba impidiendo la consumación de ese proceso de empobrecimiento social y
endeudamiento y descapitalización de la economía que ocurrió, finalmente, a
partir de 1975/76 en adelante.
Mientras él, fiel a su método de encuadrar la problemática
argentina dentro de la evolución de la mundial, veía mejor que nadie los
peligros que representaba para nuestro país y su pueblo, la reacción del “capitalismo
internacional” con sus soportes al interior del país, la mayoría de los dirigentes
de los sectores internos del movimiento estaban enfrascados en disputas y contradicciones
menores aunque sus protagonistas las sintieran como cosas de vida o muerte.
JDP, en todas las ocasiones que podía, señalaba la
importancia que tenía hacer el análisis desde la situación general que
presentaba el panorama mundial hacia la situación particular al interior de la
Argentina. Él desplegaba ese análisis con toda naturalidad. Lástima que los
peronistas que siguieron protagonizando después de su fallecimiento, con el
retorno de la “democracia”, ignoraron casi absolutamente esa metodología. Y, en
el caso de que no la ignoraban, era para justificar la alineación con el imperialismo
anglonorteamericano (?!).
En la actualidad, CFK es la única dirigente que puede
aplicar ese método de análisis (aunque no con la profundidad y originalidad con
la que solía hacerlo JDP) de manera mucho más inteligente de lo que lo hacen
los pocos que se animan a lo mismo.
Comprender los lineamientos básicos del movimiento mundial
es uno de los atributos que debe poseer cualquier líder sea de conjunto o de
conducción. Esto, a pesar de las creencias de algunos compañeros, nada tiene
que ver con la doctrina geopolítica inventada por ideólogos de las oligarquías
que sostienen al imperio.
Perón era absolutamente conciente de que la lucha era de los
pueblos contra los imperialismos en todas las épocas de la historia. Y que la
condición para el éxito en esa lucha era la capacidad del liderazgo de
conducción para aglutinar en una dirección -la soberanía política, la
independencia económica y la justicia social- a la mayor cantidad de voluntades
posibles, respetando sus creencias parciales. Para Perón no hacía falta
uniformidad ideológica o que todos piensen lo mismo o que todos obedezcan sin
pensar.
Perón pensaba, con razón, que, si se podían articular bien
las partes (derecha, izquierda, centro, dialoguistas, confrontacionistas, “apresurados”,
“retardatarios”, etc.) la heterogeneidad, aunque elevada, resultaba muy eficaz
a la hora de “pegar donde duele y cuando duele”.
Los pros y contras de esa heterogeneidad, si era bien
conducida, resultaban preferibles a una uniformidad con menor peso cuantitativo
aunque con más coherencia ideológica.
El liderazgo de Perón no creaba ningún “espacio de confort” permanente
que se identificase con su figura. Nunca necesitó eso. Su tarea permanente era
articular y potenciar los espacios en función de la misión colectiva. En esto,
tenía muy poca comprensión de la mayoría de los dirigentes, sean de la rama
política, sindical o la juventud.
Hasta donde yo sé, Perón fue la primera persona en el mundo
que reflexionó y produjo un cuerpo de conocimiento cuya finalidad era aplicar
por analogía, pero haciendo modificaciones indispensables, los principios de la
conducción militar a la política, señalando similitudes y diferencias.
Eso no lo hizo porque le gustaba teorizar o por “academicismo”,
lo hizo por necesidad, por la misión que se había autoimpuesto: la de conducir
políticamente a las masas de la Argentina como un medio imprescindible para conseguir
el objetivo de liberar al país del imperialismo.
Para él era indispensable crear los auxiliares de la conducción
y transformar a la “masa” en “pueblo”. Sin eso no podía conducir o no podía
tener éxito. Él definía a la “masa” como un colectivo reactivo, que se rebela
ante la injusticia, pero sin dirección y objetivos positivos. El “pueblo” era
ya el colectivo con liderazgo de conducción hacia objetivos positivos.
La cantidad
de perlas más o menos escondidas en las cosas que dijo Perón es increíble. Me
resulta curioso que casi nadie las pueda rescatar y articular con nuestra
situación presente.
Hay una
incomprensión profunda sobre el pensamiento de Perón y/o hay una ignorancia o profunda
falta de interés, quizá porque ese pensamiento no sirve para validar las
ambiciones de personas con pocas virtudes.
Para el que
quiera aprender, Perón nos enseñó que aquello que resuelve los problemas es la
subjetividad creativa de las personas, cuyas virtudes permiten la aplicación
inteligente de las ideas.
No existe
doctrina ni ideología en el mundo que pueda reemplazar a las facultades potencialmente
creativas de los seres humanos ni sus virtudes.
Ni el
marxismo, ni el cristianismo, ni el “libertarismo”, ni el peronismo, sirven para
nada si son profesadas por personas que no ponen en juego sus capacidades y que
tienen muchos vicios personales y pocas virtudes morales e intelectuales.
Mi homenaje,
desde este humilde Blog, a quien más hizo por el bienestar moral y material del
pueblo argentino, porque logró poner en juego sus altas dosis de creatividad y
originalidad personal y su capacidad organizativa al servicio de esa causa nacional.
JDP fue un “fuera
de serie” pero, al mismo tiempo, un producto de la Argentina.
Ganarse la
lealtad y el corazón del pueblo no es algo que se consiga con marketing o “coach”.
P: ¿Cómo interpreta Ud. el momento argentino, la situación
de la República?
JDP: “Comenzaré por decirle que la situación argentina no es
absolutamente intrínseca de la República Argentina. Es una situación que está
viviendo el mundo entero como consecuencia de una evolución general, contenida
por los sectores reaccionarios …”
“… para encuadrar el problema argentino –ya que la República
Argentina no vive en la estratósfera sino que vive en esta Tierra que se ha
empequeñecido como consecuencia del progreso …-, hay que tratar el problema
mundial”. “… ése es el orden de exposición que se puede hacer”.
“… los países están, todos, agitados interiormente por un
proceso evolutivo … Y, en el orden internacional, el segundo factor que
gravita, es la decadencia de los imperialismos.”
“Si el primer factor de alteración interno son los cambios
estructurales en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural,
etc., están también los países interferidos por la acción de los imperialismos
que, en cierta medida, gravita también en lo interno”.
“La decadencia imperialista es su propia descomposición.
Ellos no se entregan sin pelear. Por eso estamos amenazados por una tercera
guerra mundial.”
“La política interna ha pasado a ser una cosas casi “provinciana”.
Hoy la política es internacional. Que juega dentro o fuera de los países”
“Pero esa política internacional está obligada a que la
manejen. ¿Cuáles son sus instrumentos? Las grandes internacionales.”
“La historia del mundo ha sido la historia de los pueblos
contra los imperialismos. Desde los fenicios hasta nuestros días, el mundo no
se ha librado nunca de la férula de los imperialistas.”
“Así, en el Sur, los líderes populares encabezamos la lucha
contra el poder imperialista que nos está sojuzgando …”
“… pero no nos imaginemos que Estados Unidos va a hacer el
despliegue de fuerzas y el gasto inmenso que está realizando –que lo pagamos
nosotros, entre paréntesis, todos los tontos que le damos la plata a Estados
Unidos y nos dejamos descapitalizar- por luchar contra el Vietcong.”
“Esa lucha que se viene,
ha sido la lucha de la humanidad de todos los tiempos. Si eso sucedió con los
fenicios; si eso sucedió con los egipcios; … con los griegos; … con los
romanos; … con los españoles; … con los ingleses, ¿por qué no va a suceder con
los norteamericanos …?
“… juntamos esos dos
fenómenos. Esa evolución que agita interiormente a los países y esa evolución
internacional con la decadencia imperialista, y tendremos la levadura que ha
preparado todo este fermento que estamos viviendo. Dentro de eso la República
Argentina juega un papel infinitesimalmente pequeño con sus problemas
internacionales y con sus problemas internos”.
“Encuadrada así la
República Argentina, recién podremos considerar el problema de nuestro país.
Establecido este panorama general, creamos una situación general y, dentro de
esa situación general vamos, ahora, a esbozar la situación particular de
Argentina”.
“Siempre esto conviene
hacerlo porque la vida de relación, hoy, es tan intensa que nada puede
considerarse, en los problemas internos de Argentina, que no esté ligado al
problema, al gran problema del panorama mundial”.
“… nadie puede gobernar
en el mundo sin el concurso popular. Sin la gente del pueblo. Por eso los gobiernos
constituyen dos acciones que son fundamentales: primero, un gobierno
administrativo y segundo un gobierno humano que se llama conducción”.
“Lo primero se consigue fácilmente
con un equipo de tecnócratas más o menos capaces y una dirección experimentada.
Pero, a su vez, eso no se puede realizar si no hay un gobierno humano que
conduzca al pueblo y que lo lleve a participar en la tarea. Sin ese concurso
(conducción) no se puede realizar nada útil.”
“En política hay que
considerar ese factor tan fundamental o más fundamental que el político
administrativo”.
“… Cómo no va a estar arruinado el país …? Si lo están
explotando de todos lados. Lo asaltan desde el exterior y lo saquean desde el
interior”. … el pueblo argentino tampoco ha hecho lo posible … ¿Por qué? Porque
no está preparado. Yo traté de politizar al país, de elevar la cultura social.
Para elevar la cultura social de un pueblo hay que comenzar por politizarlo. …
lo que nos está haciendo falta es elevar la cultura social y política”.
“Es muy fácil criticar, pero no es tan fácil decir cómo se
resuelven los problemas”.
“Es indudable que, como van las cosas en Argentina, su
incierto destino no puede desembocar sino en el caos más absoluto. Aunque falta
establecer si la
causa de semejante amenaza se debe atribuir a las instituciones o a los hombres
que las manejan. Yo personalmente creo que no hay instituciones malas con
hombres buenos y capaces, como tampoco hay buenas con hombres malos y
mentirosos”.
“La institución es solo un instrumento para realizar un
trabajo. … No existen organizaciones que sirvan para todo”.
“…el problema argentino, como el de casi todos los pueblos
iberoamericanos, no es simplemente económico … esos pueblos forman parte de un
mundo que se encuentra empeñado … en dilucidar un problema ideológico alrededor
del cual se mueven los poderes más formidables que ha conocido la humanidad de
todos los tiempos. … saben también que su decisión no depende tanto de ellos
como de la que ha de producirse pronto, quizá, a miles de millas de distancia y
luchan en la medida de sus fuerzas cada uno en el bando de su preferencia
ideológica o en el que las circunstancias fortuitas terminan por arrojarlos”.
“Si existe en el mundo una dictadura efectiva y sangrienta
es precisamente la ejercida por el capitalismo en sus formas internas e
internacionales ... Cuando se habla de ‘mundo libre’ no se va más allá de una
hipócrita falsedad porque no se puede hablar de hombres libres en países
esclavos, como tampoco se puede hablar de países libres si se trata de naciones
bajo el dominio extranjero, la presión de la fuerza o el soborno a los ‘cipayos’
que lo sirven”.
“Sin embargo, todas las enormidades conocidas se disimulan
con un cinismo enervante, porque se vive en un mundo en que la realidad no
interesa tanto como las apariencias que mal disimulan el estado sofístico en
que vivimos”.
“… ambiciones desproporcionadas de los hombres pequeños que
las circunstancias anormales ponen al alcance de los cargos importantes”.
“… cada uno de los que se han encaramado en el poder no se
interesa por la suerte de la Nación sino por su propia suerte … Este egoísta
sentimiento de la propia salvación …”
“Un movimiento gregario como el nuestro puede prescindir de
su jefe solo en el caso de que pueda ser reemplazado por otro. Quién es el que
me va a reemplazar actualmente? … los tránsfugas no solo carecen de principios
sino que a menudo tampoco tienen largo entendimiento”.
“Nunca los que se aglutinan políticamente detrás de
objetivos oportunistas podrán comprender la fuerza y la solidaridad de un
movimiento doctrinario como el nuestro”.
“… el ‘problema argentino’ es político, económico y social,
ha sido provocado en parte por el sistema y el resto por los hombres cuya
concupiscencia ha sido inaudita, no estando ausente tampoco la perversidad ni
la irresponsabilidad”.
“Todo es consecuencia de entregar la cosa pública a hombre
pequeños, sin prestigio ni representatividad, manejados desde detrás del trono
por personas que defienden sus intereses o los de sus círculos …”
“… detrás de esta lucha casi anecdótica se está librando la
verdadera lucha que caracteriza a nuestro tiempo … En manos de la reacción,
manejados desde los centros plutocráticos, sirviendo intereses que no son los
de la patria …”
“Yo no alcanzo a comprender los designios de algunos hombres
que, ofuscados por lo anecdótico, olvidan que ante todo está el país:”
“Al revés de lo que muchos creen, el éxito no está solo
formado por aciertos: es un conjuntos de aciertos y errores, donde los primeros
son más”.
“No pierdo el tiempo contemplando los árboles que no dejan
ver el bosque. … La política interna a pasado a ser provinciana: solo hay
política internacional que se juega dentro o fuera de todos los países. …
influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva.”
“… nada de lo que hoy se desarrolla en el mundo se produce
en compartimentos estancos”.
“De la crisis moral … se llega también imperceptiblemente a
la carencia de patriotismo en la que cada uno piensa en sí mismo o en sus intereses
personales o de círculo sin percatarse que en una comunidad que no se realiza
nadie podrá realizarse. … ya no podrá pensarse en defender solo lo propio ni en
desgastarse y desgastar al país en una lucha sin grandeza porque lo que está en
juego es el patrimonio moral y material de todos los argentinos”.
“Nuestro temor reside más en la conducta de nuestros
enemigos que en la propia conducta, porque los hechos demuestran con elocuencia
una incomprensión y una pasión que los enceguece precisamente cuando más
necesitan ver”.
“El país ha venido hundiéndose en el desequilibrio y el caos
a través de una lucha insensata de intereses y pasiones que le están llevando
al abismo. … del caos no se saldrá por medio de la lucha sino por el camino de
la comprensión y colaboración de todos los interesados en superarlo. … no por
la violencia inconsulta, la terquedad o la lucha.”
“La mayor crisis está pues representada por la falta de
visión y patriotismo de la pretendida clase dirigente y los llamados factores
de poder, que no han sabido comprender a tiempo la necesidad de anteponer las
conveniencias nacionales a los apetitos personales o de círculo, ejercitando
las virtudes que los que dirigen tienen la obligación de poseer …”
“El tiempo no ha pasado en vano. Los plazos se han ido
cumpliendo y las circunstancias son cada día más perentorias. Sin embargo, con
el empeño y sacrificio de todos, aún podemos salir delante de la grave
encrucijada en que nos encontramos, pero todas las soluciones comienzan en la
unidad de todos los argentinos, seriamente ocupados y comprometidos en una
colaboración y cooperación que debe estar por sobre toda pasión o interés
mezquino. Hasta tanto no comprendamos y practiquemos esa necesidad sin egoísmo
ni malas artes, no habremos comenzado a dar solución a nuestros males. Y no
estamos en situación de seguir discutiendo ni menos peleando por cuestiones
secundarias cuando está en juego el patrimonio moral y material de todos los
argentinos. O entendemos esto, o sucumbiremos irremisiblemente, porque nadie
podrá realizarse en una comunidad que no se realiza.”
“El equilibrio económico del régimen capitalista …
había establecido un encadenamiento entre los diversos países por sus
movimientos de intercambio financiero y económico. Con ello se había
posibilitado que desde un país central se pudiera succionar la riqueza de los
demás … Ello semejaba un sistema de vasos comunicantes que unía a numerosos
tanques de un sistema encadenado, de modo que succionando de un tanque, uno
podría ir paulatinamente vaciando los otros tanques a él ligados como vasos
comunicantes. Ello había permitido y segúia permitiendo que la riqueza de un
país pudiera ser explotada a larga distancia, siempre que se pudiera mantener
en secreto la existencia de los tubos que unían los tanques … Nosotros previmos
que terminada la guerra … los tanques de la mayor parte de los países quedarían
en un mínimo nivel y era lógico que, por el principio de que los líquidos
buscan su nivel, la riqueza nuestra bajaría también paulatinamente a ocupar el
nivel de los demás tanques. La medida tendiente a evitar este fenómeno era
colocar una llave que regulase la salida o entrada a nuestro propio tanque, de
modo que el nivel de riqueza, de economía y de finanzas del país pudiera estar
controlado contra el drenaje permanente y extraordinario que debía producirse”.
(21/10/46, en el Congreso Nacional en ocasión de exponer el primer plan quinquenal)
"¿Y cómo íbamos a
arreglar el problema si no teníamos en nuestras manos la palanca que podía
mover la economía de la Nación? Observen cuáles son esas palancas: los
transportes terrestres, mediante los cuales se fija toda la política económica
interna; la importación y la exportación, dos palancas que mueven la política
internacional; los transportes de ultramar, que son, en último análisis, los
que fijan los precios; y un sistema financiero que permite al gobierno accionar
sobre todos los valores financieros del Estado. Los transportes terrestres
estaban en manos de consorcios ingleses… La importación era de tres consorcios
internacionales, lo mismo que la exportación. La marina mercante correspondía a
dos grandes consorcios: uno, americano, y otro, inglés. El Banco Central estaba
formado por 2 directores nombrados por el gobierno y 6 por los bancos
extranjeros. En su directorio había tres directores que no sabían hablar
castellano. Y ellos eran los que manejaban toda la emisión fiduciaria,
controlaban los valores de plaza, establecían todo el régimen del crédito y
custodiaban el oro de la Nación Argentina. Y nosotros, teniendo más de 100.000
hombres sobre las armas, debíamos tener a 4 extranjeros para que cuidaran la
riqueza de la Nación. ¡Y decíamos que la economía argentina era floreciente y
magnífica! Señores: de cualquier país del mundo, por poderoso que sea, Uds. me
dan esas cinco palancas y yo les regalo todo lo demás, porque a ese país lo
manejo yo. Eso era lo que sucedía en la Argentina”.
(23/10/1951, en el Ministerio de Guerra).
Ambos discursos, citados en el libro de Galasso,
T. I (2006).
La camarilla oligárquica son personificaciones de
plataformas de poder “globales” o supranacionales: Wall Street y la City de
Londres, cuyos controladores son, a su vez, controladores de empresas dedicadas
a la producción de materiales de guerra (Rayteon por ej., etc.).
Esas empresas están profundamente imbricadas con el sistema
militar de la OTAN, Inglaterra y EE.UU., principalmente. A su vez, están
imbricadas con la dirección política en el Estado porque muchos funcionarios en
áreas claves salen de las filas de esas empresas (secretarios de Estado,
ministros, etc.).
De manera que, los estamentos militares, políticos,
económicos y financieros, más no pocos medios de comunicación, conforman un
bloque bastante homogéneo a nivel global con multitud de ramificaciones en
escenarios locales.
Ese bloque, cuyo control lo ejerce una camarilla muy
reducida de personas, sean éstas militares, oligarcas financieros, servicios de
inteligencia geopolítica, magnates de medios de comunicación, etc., domina la
orientación en la mayoría de los Estados de Europa Oriental y Occidental y algunos
países de Asia y Oceanía y América Latina.
Las poblaciones de los países sujetados por esta camarilla
oligárquica (entre ellos el nuestro), medida como porcentaje de la población
mundial debe ser como el 20 o 25% como mucho del total de la población mundial.
Son una minoría a nivel mundial pero, esa camarilla, por los resortes y
recursos que controla, es todavía muy poderosa y peligrosa por el grado de
desesperación en que se encuentra.
Insisten una y otra vez en torcer las tendencias actuales de
la inmensa mayoría de los países (el 75% u 80%) en cuanto a la afinidad por el
desarrollo económico a favor de las mayorías de los pueblos y el cultivo de las
buenas relaciones y cooperación con China y Rusia.
Insisten con la agenda del “cambio climático”, el “orden
basado en reglas”, la “democracia (occidental) vs. la autocracia (Oriental)” y
cosas por el estilo, como modo de obstaculizar y neutralizar las tendencias
mencionadas en el párrafo precedente.
En los últimos meses encararon una campaña explícita por la
remilitarización en Europa y la economía al servicio de la guerra. Obviamente,
esa guerra será la misma que es ahora, contra Rusia y China, pero a una escala
mucho mayor y con más actores involucrados.
Lo único que evita el desmadre definitivo, por ahora y a
duras penas, es la existencia de un liderazgo político personal de cualidades
superiores: Xi y Putin, cuya alianza, entendimiento y cooperación permanente,
están ofreciendo una alternativa y una salida digna a las élites occidentales
las que, éstas, por ahora, no han tomado.
La camarilla oligárquica prefiere un mundo destruido a un
mundo que encare los desafíos que tiene la humanidad con racionalidad y
ecuanimidad.
La razón de esta preferencia es que esa racionalidad y
ecuanimidad requiere actores de naturaleza soberana y cooperando entre todos.
Si eso se produce y la economía mundial sigue otros derroteros, la influencia
oligárquica va a menguar puesto que las naciones soberanas y en cooperación
tras objetivos de transformación de las economías reales al servicio de los
pueblos van a adquirir una influencia y protagonismo mucho mayor.
El sistema oligárquico es como una etapa infantil de la
historia de la humanidad. Edificado para hacer “gestionable” y más o menos previsible
un mundo que depende de los descubrimientos científicos y artísticos por parte
de los individuos para generar los recursos materiales y espirituales que la
humanidad necesita para vivir y perpetuarse hacia el futuro.
El hegemonismo oligárquico occidental no solo se convirtió
en un fin en sí mismo que subordinaba todo lo demás al querer controlar todo y
a todos, sino que, también, obturó la creación de las condiciones necesarias
para que dichos descubrimientos puedan prosperar y ponerse al servicio de la
humanidad. Solo permiten aquello que se pueda controlar y poner al servicio del
hegemonismo oligárquico supranacional.
Por la naturaleza del “ser” humano, no se puede a los seres
humanos regimentar ni anular su creatividad potencial. No se los puede hacer
vivir conforme a reglas fijas inventadas por una minoría solo interesada en
reproducir su propia hegemonía.
El último medio siglo o más se intentó eso con resultados
terribles en lo económico, lo cultural, lo científico y lo espiritual.
Por eso la humanidad, al llegar a sus propios límites, creó
una posible salida a través de los liderazgos sobresalientes de Putin y Xi,
quienes impulsan continuamente el desarrollo de la infraestructura en sus
propios países y en muchísimos otros países en la inteligencia de que
reproducir los métodos coloniales occidentales de predominio y saqueo lo único
que va a hacer es empeorar todos los problemas y hacer más inseguro al mundo.
Esa salida que dichos líderes ofrecen con grandeza, es
rechazada por la camarilla oligárquica porque la sienten como una amenaza y un
desafío a lo que creen son sus propios intereses y lo que creen que representan
en este mundo. No solo es rechazada, sino que es combatida con ardor.
Ucrania, Taiwán o Palestina son escenarios geopolíticos de
la camarilla oligárquica a predominio angloamericana, con alguna pata subordinada
de elementos de origen francés y alemán y siervos en Japón, Australia, Corea
del Sur y Argentina.
El objetivo que tienen en esos escenarios es la guerra
contra Rusia, China e Irán. Quieren poner a esos países en una situación
estratégica subordinada sin remedio.
Tratan continuamente de crear bloques de países contra otros
países. Crean como clubes selectos que se dedican a confrontar a otros países
con diversos y ridículos pretextos, incluso contrariando los intereses
naturales propios.
Pero esa política mediocre se topó, esta vez, con líderes de
la talla de Xi y Putin cuyos intelectos están muy por encima del promedio occidental.
Esa política y su continuación por medio de la guerra están siendo derrotadas
no tanto por la fuerza que encuentran en sus adversarios sino por las propias
limitaciones, negligencias y estupidez de quienes las concibieron y ejecutaron.
Actualmente, la camarilla a predominio angloamericana está
jugando el “juego de la gallina” con armas nucleares. Recientemente
bombardearon el sistema de alerta temprana en el Sur de Rusia (SAT) que le
sirve a los rusos para detectar lanzamientos de misiles intercontinentales.
El objetivo de esos ataques es limitar la capacidad de
respuesta de Rusia ante un “ataque nuclear de decapitación” por parte de
Occidente que impida a Rusia aprovechar la ventana de oportunidad que tiene de
responder, que es una ventana de tiempo muy corta.
Estas cosas son las “genialidades” de los estrategas que
predominan en Occidente, principalmente en la esfera angloamericana.
Muchas personalidades destacadas, tanto militares en retiro,
analistas internacionales, etc., han advertido de la locura casi clínica que
está al mando tanto en Inglaterra como en EE.UU.
Se llega a un punto en el desarrollo de la dinámica de este
juego en el que los encargados de ejecutar pasan a tener autonomía relativa y,
es allí, donde se pierde el control de los acontecimientos. Y no sirve de nada
el consuelo de creer que en el fondo son todos actores racionales que evitarán
la destrucción de todo, en una guerra que nadie puede ganar. Cuando se pierda
el control, las cosas marchan solas, en un juego de acción y reacción que se
despliega en forma ininterrumpida.
En Argentina todavía estamos a tiempo de desengancharnos de
esta cadena que nos ata a un destino pavoroso.
Si el enfrentamiento todavía no ocurrió aquí es porque los
actores de ambos bandos decidieron, tácitamente, posponerlo. Pero no queda
mucho tiempo antes de entrar en una dinámica funesta de la que va a ser muy
difícil salir.
Mi esperanza es que la debacle de la camarilla
angloamericana a nivel global deje sin mayores soportes en Argentina y no pueda
constituirse el polo represivo de las clases populares, evitándose así, un
camino sin retorno.
La gran mayoría de la militancia y de los politizados, sean
de la profesión que sean, incluso del periodismo, creen tener un conocimiento
superior al resto de la sociedad porque están más informados sobre algunos o
varios aspectos de la realidad social, política o económica.
Creen tener más elementos racionales para evaluar los
acontecimientos que el resto de los mortales, o sea, la inmensa mayoría de los
que votan.
El problema es que estar informado o politizado, lejos de
ser una ventaja, puede contribuir a mayor confusión, incoherencia e ignorancia.
El exceso de información puede ser tan perjudicial como su falta porque lo
esencial o realmente importante puede esconderse y pasar desapercibido entre la
hojarasca de información y los excesos de análisis. Con lo cual se desemboca en
una ignorancia peor que la derivada de la falta de información ya que, en medio
de su abundancia, se es proclive a creer que se lo sabe todo, cuando, en
realidad, no se sabe casi nada.
JDP insistía en que la sociedad argentina era bastante
politizada pero carente de “cultura política”. Él usaba la expresión “índice de
cultura política” para significar que esto era un nivel superior a la mera
politización. Por eso, hacia fines de su primer mandato, se empezó a preocupar
por organizar escuelas de “formación” o capacitación política, bajo la
orientación del concepto decisivo de “conducción política”.
Volviendo a la cuestión de la militancia y de los
politizados, a ellos les caben las generales de la ley como al resto de la
población en cuanto al papel que desempeñan los factores emocionales y
motivacionales dentro del marco de la actividad política sea mucha o muy poca
(la de solo votar, por ejemplo).
En efecto, son todos seres humanos, no se trata de dos
especies diferentes, y, en cuanto tales, están todos sujetados por las mismas
cadenas.
Por ej., la “bronca” que siente un militante o politizado
del propio espacio por el voto popular que recibiera el año pasado el actual
presidente, no se diferencia en nada (en cuanto tal) de la “bronca” de mucha gente que “nada
sabe de política” y que se sintió defraudada por un gobierno que habían votado
4 años antes. La sensación de “gratificación” que da el “desquitarse” es
exactamente la misma que la que da hablar mal e insultar a los que votaron mal.
O la sensación de certeza que da una “x” creencia, sea
política o del orden de la esfera de la vida privada, es exactamente igual, ya
sea se crea que la doctrina peronista o Cristina es lo máximo de la existencia
o se crea que el esfuerzo privado y el progreso individual o la libertad
personal es lo máximo de la existencia. Si la base de esa creencia es una
sensación de certeza, es exactamente lo mismo.
Se puede estar embobado con Cristina o estar descontento o
fastidiado con ella y, al mismo tiempo, sentir que un compañero es un rival o
una amenaza para las propias ambiciones o aspiraciones. Es exactamente lo
mismo, no hace diferencia.
Se puede escuchar a Cristina como identificándose con el
personaje bueno de una telenovela o escuchar a Milei identificándose como el
malo. Otra vez es exactamente lo mismo. Lo importante aquí es la sensación momentánea
de deleite.
Se puede militar en política muchas horas por día o ninguna
(trabajar muchas horas por día en el ámbito privado) bajo la motivación
subyacente del progreso económico y laboral, es decir bajo una ambición
individual. Es exactamente lo mismo, no hay diferencia. La carrera política o
profesional y privada.
Así podemos seguir y seguir con las cosas que no diferencian
en nada a los militantes y politizados de la inmensa mayoría de las masas que
no lo son.
Sin embargo, hay una suerte de “consenso espontáneo” entre
dirigentes de todas las líneas respecto a la “nobleza” y los valores
intrínsecos de ser militante que lucha por un ideal, por sus convicciones,
etc.. Como si la envoltura o la etiqueta fuera el contenido.
Ser militante o politizado de cualquier orientación o
convicción ideológica no es una garantía contra los defectos y vicios de los
seres humanos. No importa cuánto se zambullan en una dirección ideológica
determinada. La actividad política no es un terreno que per se mejora a las
personas, sino que, todo lo que son las personas con sus defectos, vicios y
virtudes, se lleva a ese terreno.
Esto es así en cualquier profesión. Es la calidad de las
personas la que dignifica a la profesión, sea la política o la medicina, la
albañilería o lo que sea. Con la política ocurre igual.
Las virtudes de Cristina no son por ser militante, sino que
en la militancia, desde el llano o desde el Estado, las puso en juego. Su obstinación estratégica, firmeza,
voluntad, valentía y sus valores intelectuales y morales, son los que
dignifican la política. Con Perón y Evita sucedió lo mismo incluso en un grado
mayor que con Cristina.
Para elevar sustancialmente el “índice de cultura política”
como quería JDP las personas que intervienen en política deberán mejorar mucho
sus capacidades, cultivar y desarrollar mucho sus virtudes y “educar los
sentimientos”. Sin estas cualidades la transformación de la realidad que tanto
se declama es imposible.
La formación política de cuadros no es solo estudiar y
aprender teorías, ideologías o doctrinas. No es creer en lo que produjeron,
elaboraron o crearon otras personas. Esto Perón se cansó de advertirlo.
Se trata de estudiar y cultivar las capacidades para que el
individuo sea capaz de concebir y ejecutar, de crear, de conducir. Las cosas
que se estudian de la historia o de otras disciplinas solo constituyen un
contexto en el que se desarrolla una suerte de “gimnasia” intelectual, pero el sólo hecho de estudiar, estar informado o realizar análisis, no sustituye
aquello que es imprescindible para la transformación de la realidad: la
creatividad individual que está en potencia en todas las personas.
JDP esto lo indicó con sus propias palabras y de muchas
maneras, pero, como dije en otra ocasión, nunca fue comprendido y/o se lo
soslayó sin más. Cuando Perón dice que “no hay recetas para conducir pueblos” (no
sé si alguien se percató de que esto incluye a la doctrina peronista), también
dice que el poner en juego la creatividad individual y el criterio propio es la
clave. Las recetas son como una ayuda memoria,pero no se pueden aplicar mecánicamente porque son necesarias las
capacidades subjetivas del potencial conductor.
Estas consideraciones no significan disminuir la importancia
de la doctrina sino que se trata de ponerla en la perspectiva y ubicación
correcta que es la de ser un “elemento de la conducción”. No se la puede
escindir de la conducción ni del sistema que crea el conductor para conducir.
Dije muchas veces que Cristina no es líder de conducción,
nunca lo fue. Pero sí es líder de conjunto porque demostró virtudes que ningún
otro dirigente tiene, hasta ahora.
Esto no significa que Cristina sea un factor que se pueda
soslayar, porque no es una “dirigente más”. Su centralidad no depende de lo que
hagan o no hagan los demás sino que depende de su propia capacidad para seguir
impulsando a la política.
No existen garantías contra los vicios teóricos y prácticos
de los seres humanos, sean militantes, politizados o masas marginadas y
absorbidas por la necesidad de supervivencia económica.
No importa qué ideología adoptemos o cuál nos parezca de
nuestra predilección. Eso no garantiza estar en el camino correcto. Todo
depende de lo que seamos no de lo que consigamos. Y para ser mejores hay que
corregir los errores con aciertos y los vicios con virtudes, para lo cual hay
que ser mucho más conciente no solo en lo ideológico sino en lo humano.
Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús cuándo era la venida del reino de Dios, Jesús les dijo que ya había venido pero no lo ven. Lo que les estaba diciendo es que el Reino de Dios lo lleva cada uno en su propio corazón y el desafío es sacarlo afuera, compartirlo.
De igual modo, el reino de un gobierno nacional y popular exitoso no va a venir de afuera o esperando algo, cada uno lo lleva en sí mismo, el desafío es descubrirlo y compartirlo con los demás.
Como sostenía JDP la política está hecha de seres humanos
con todos sus defectos e imperfecciones; a lo que se puede aspirar es a
alcanzar la máxima perfección orgánica posible porque la humana es imposible.
La perfección orgánica contribuye a que los defectos de los individuos puedan
ser gestionados y el lidiar con ellos no destruya la organización.
No existe en la realidad la disociación entre lo racional y
lo emocional. Solo por medio de un autoengaño los individuos pueden creer que
mantienen separadas ambas dimensiones.
En toda postura racional existe una base emocional, aunque
no se note, aunque no sea percibida o autopercibida. El desafío consiste en
lograr lo que casi nadie logra, esto es la unión armónica provechosa de las
dos; que de la “fusión” de una y de la otra surja un orden superior de
pensamiento y afectos.
Uno de los graves problemas de los dirigentes desde la
desaparición física de JDP hace casi medio siglo es que no pueden hacer
balances de los resultados de sus propias acciones. También puede ocurrir que,
algunos, los hagan en la intimidad de su pensamiento, pero si no logran
compartir la experiencia y transmitirla a las siguientes generaciones, de nada
sirve.
En los últimos 50 años las nuevas generaciones de nuestra
sociedad dieron lugar a políticos que se las pasan batallando a ciegas,
aceptando las imposiciones del destino. Difícilmente tengan la suficiente
claridad y humildad como para darse cuenta de cuáles son las razones de sus
éxitos y sus fracasos.
Todo está sometido a discusión todo el tiempo, lo bueno, lo
malo y lo regular. Es como la “mesa contra el hambre” del ex presidente Alberto
Fernández. Como si el “consenso” entre partes pudiera formar un todo que valga
la pena. Lo cual no significa que el antagonismo entre partes pudiera formar un
todo. Lo falso de una no implica necesariamente lo verdadero de la otra.
Es difícil aguantar la incertidumbre en condiciones tan
adversas. La tentación de encontrar a un culpable de lo que nos pasa es
bastante irresistible porque no se pueden dominar las expectativas.
La posición de Navarro es formalmente parecida a la de los
jóvenes de la primera mitad de los ’70 que le echaban la culpa a Perón del
fracaso de 1973/76. En aquel tiempo era que Perón “tomó partido por la derecha
del movimiento”. Ahora es “capricho” de la jefa, etc., etc.
Las personas que así creen tienen enormes dificultades para
distinguir entre procesos y acontecimientos, procesos de otros procesos y
acontecimientos de otros acontecimientos. Ven continuidades donde hay rupturas, rupturas donde hay continuidades, simetrías donde hay asimetrías y asimetrías donde hay simetrías. La realidad los sobrepasa todo el
tiempo, aunque ellos crean que la entienden perfectamente. En definitiva, se
dejan llevar por las emociones lo que conduce a malos análisis.
1) CFK eligió a AF en 2019 no porque creyera que iba a ser
un excelente presidente sino porque pensaba que era la mejor figura para evitar
que Macri reelija. Macri 2019-2023 hubiera sido peor que Milei hoy (no solo
peor que AF). La crítica es que se equivocó al elegir a alguien que gobernaba
mal.
2) Cuando eligió a alguien que perdió, como Scioli, la
crítica es que se equivocó porque eligió a alguien que perdió (en la primera
vuelta ganó). Pero los que hacen esta crítica se olvidan de elogiar que en 2019
eligió a alguien que ganó.
Es decir que, en un caso critican que elige a alguien que
pierde (Scioli). Y, cuando elije a alguien que gana (AF), está también mal
porque no supo gobernar.
Este tipo de cuestionamientos se presentan como
incuestionables. Idéntico a los cuestionamientos a Perón por los jóvenes en los
’70.
3) Cuando CFK elige a Massa en 2023, se la critica porque
era el ministro de economía, no pudo bajar la inflación y perdió las elecciones
(no en la primera vuelta). Junto con esto se critica el internismo que llevó a
la caída del ministro Guzmán.
Este último punto es curioso. Por un lado, se descontextualiza
absolutamente la situación de mediados de 2022 y, retrospectivamente, se lo
recontextualiza atribuyendo exclusivamente al internismo el curso de colisión
del experimento AF-Guzmán-Kulfas.
La pésima situación económica y financiera a mediados de 2022 nada
tuvo que ver con la interna sino con la concepción y ejecución económica de ese
trío. Y esto no es un análisis exclusivamente K. No es que se sobrestimó la peligrosidad de esa situación por razones del internismo, sino que se tomó al internismo como pretexto para no admitir las razones del profundo fracaso económico.
CFK y Massa salvaron al gobierno de AF que hubiera terminado
(incluso formalmente) a mediados de ese año si aquellos no hubieran intervenido. Y, en el hipotético caso de que el trío hubiera seguido, la derrota en las elecciones hubiera sido escalofriante. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta.
Ocurre como con el argumento de los antivacunas. “Fulano fue
vacunado y murió por la vacuna”. Pero lo que en realidad ocurrió es que a fulano
quisieron salvarlo del COVID con la vacuna, pero ya era demasiado tarde porque
había contraído la enfermedad con anterioridad.
Si no hubieran intervenido Cristina y Massa, cuánto estaría
el dólar, la inflación y cuánto hubiera sacado el candidato de Alberto o
Alberto mismo? Alguien pensó en eso? Milei le ganaba no por 10 % sino por 30 %
o más.
Los problemas no lo resuelven las partes (del problema).
El pasado se puede cambiar descubriendo cosas en el presente
y cambiando el futuro. Cuando se descubre algo, cambia la perspectiva y la
visión que se tenía, no solo para el presente y el futuro sino para el pasado
también.
Las diferentes partes, expresiones y organizaciones de la
sociedad son un reflejo de los problemas existentes, no es que surgieron para
resolver los problemas existentes, surgieron ante los problemas existentes.
Esto es análogo a la cuestión de la lucha de clases del
marxismo. La lucha de clases no es una solución a los problemas del modo de producción
capitalista, al contrario de lo que decían Marx y Engels en el Manifiesto
Comunista. La lucha de clases es un síntoma (reactivo) de la ausencia de
solución a los problemas de la estructura.
Las partes difícilmente sean portadoras de la solución ni
desde el punto de vista de la concepción ni de la ejecución. Esto es
independiente de lo que crean los individuos que son soportes de las distintas
organizaciones. Nunca hay que juzgar ni evaluar una realidad según lo que crean
los que viven en esa realidad.
Esto ya da una pista de un posicionamiento más fecundo.
En efecto, las soluciones más profundas no provienen de las
creencias de las partes, que suelen ser reactivas. Esto significa que las cosas
conocidas no nos dan una solución.
Por más convicción que tengan los integrantes de cualquier
organización y que quieran imponerla a como dé lugar, eso no garantiza la
solución al problema. Porque el problema nunca es de la parte, es del todo.
Para solucionar el problema que supone el todo, es decir, el
proceso más o menos complejo, se necesita una práctica y concepción creativa de
un sujeto, el líder de conducción en potencia.
Necesariamente, ese potencial líder no expresará a las
partes más que en las apariencias, porque la ejecución y concepción del líder
va a resignificar a las partes, las cuales no van a ser las mismas.
El empeño de las partes, de cada organización, de
profundizar en su propio juego, en la creencia de que la solución de conjunto
ocurrirá por hegemonía de una de las partes, solo profundizará la crisis.
Esto significa que empeñarse en salirse con la de uno va a
profundizar la crisis. Empeñarse en querer imponer lo que uno quiere va a
profundizar la crisis. Porque la estructura de la crisis no responde a lo que
quieren las partes o las creencias parciales, éstas alimentan la crisis, aunque
no se lo reconozca.
No importa lo que crea uno. Por más que crea que tiene la
verdad absoluta. O que crea que sus creencias son las mejores que las de los
demás. Eso es parte del problema independientemente de la intensidad de las
convicciones.
Lo que tienen que hacer los dirigentes y analistas más
lúcidos es “dejar que fluya el agua”, pero vigilarla, sin desentenderse. Hay
que dejarle espacio a que los mejores puedan desenvolverse, hay que ayudarlos,
sin importar a que eso conduzca a que si prosperan puedan eclipsar al que lo
ayudó o a los de la rosca que ya estaba preconcebida.
Lo que tienen que entender la mayoría de los individuos que
son referentes y dirigentes, sea en el nivel que sea, es que a los que sienten
o perciben como una “amenaza” para sus propios intereses y ambiciones
inmediatas, pueden resultar en una bendición para todos en el mediano plazo.
Hay que educar los propios sentimientos, como decía Perón.
Si no desarrollamos virtudes personales, los vicios se extienden por todas los
niveles de las organizaciones, no importa la bondad y nobleza de sus causas.
Para resolver el problema de todos hay que ser muy virtuoso
tanto en lo intelectual, como en lo moral y afectivo.
Sin esas condiciones el problema de fondo no se resuelve,
por más buenas que se crean las causas en pos de las cuales van las
organizaciones.
Perón pensaba que la doctrina justicialista era un esbozo,
una suerte de borrador sobre el cual había que trabajar y desarrollar mucho.
Esto tanto en los aspectos doctrinarios como teóricos.
Otra cosa que Perón decía es que si no se desarrollan las
“virtudes peronistas” el movimiento peronista iba a ser “lindo al principio,
bueno en la mitad y malo al final” (!).
Para Perón el valor de la doctrina depende de las
condiciones espirituales de quienes la practican, sin esas condiciones, la
doctrina no tiene valor.
Decía Perón que todas las doctrinas sufren deformaciones y,
con eso, se diversifican los grupos que las practican. La causa de eso es la
falta de unidad de doctrina. Decía que por falta de unidad de doctrina y por
malas interpretaciones de la doctrina, nuestro movimiento puede ser disociado y
destruido (!),
Como decíamos en el post precedente, Perón concebía a la unidad
de concepción no como una imposición sino como producto de una enseñanza que
lleve a apreciar y percibir de manera similar y que por intuición los
individuos estén inclinados a resolver de la misma manera.
Es decir que Perón está diciendo que: 1) si no se desarrollan
virtudes el movimiento se va degradando; 2) si no se enseña y los individuos no
aprenden a percibir y a tener esa intuición que los lleve a resolver bien, la
unidad de doctrina no ocurre y se abre la puerta a las deformaciones y la autodestrucción
del peronismo.
Las deformaciones de la conducción, de los cuadros
intermedios y de las masas ocurren porque los vicios no se corrigieron con
virtudes.
Dichas virtudes se relacionan con valores intelectuales y
espirituales y la educación de los propios sentimientos.
Eso es lo que lleva a comprender que no se debe hacer lo que
conviene a uno sino lo que conviene a todos, que no se puede usar una causa
noble y subordinarla a ambiciones personales y que el progreso individual es
una añadidura del progreso general de todos.
Los que desarrollan esa clase de virtudes se dan cuenta que “organizar
no es colocar gente en casilleros sino dar un sentido y un sentimiento similar.
De nada sirve la organziación material sin lo espiritual”. La doctrina sirve
para hacer la organización espiritual.
Perón define al verbo “predicar” no como sinónimo de decir
sino de saber inculcar, hacer comprender y sentir la doctrina.
En estas cosas es donde radica la fundamentación del sistema
clasificatorio más o menos explícito que señalé en algunas ocasiones en
relación a las diferencias entre liderazgo de conducción, liderazgo de conjunto
y dirigencia.
El liderazgo de conducción (JDP) posee una gran cantidad de
virtudes personales que permiten el despliegue eficaz de la inteligencia, la
creatividad y los afectos. La eficacia se refleja en la capacidad de aglutinar
grandes conjuntos heterogéneos.
El liderazgo de conjunto (CFK) posee algunas virtudes
personales que consigue eficacia en menor grado, consiguiendo aglutinar
conjuntos menos grandes y menos heterogéneos en comparación con el caso
anterior.
Y la dirigencia (la inmensa mayoría de los políticos) carece
de la mayoría de tales virtudes y, por lo tanto, no consigue mandar sobre el
corazón de la gente como en los casos anteriores.
Lograr ser peronista es tan difícil como ser cristiano. Se
puede haber leído la doctrina, el catecismo, seguir los rituales e ir a la
iglesia o a la unidad básica sin poder ser peronista o cristiano. Aquí la
autopercepción no cuenta, porque de lo que se trata no es de lo que creamos
acerca de sí mismos y los demás ni de nuestras prácticas en base a eso.
Si no se desarrollan virtudes personales no es posible ni
ser peronista ni ser cristiano y esto es independiente de cuánto creamos que
sepamos acerca de la doctrina o el catecismo.
Como decía JDP un error se subsana con un acierto, pero un
vicio no. Para subsanar un vicio las personas necesitan desarrollar virtudes.
Se puede ser experto en peronismo o cristianismo pero, si no cultivamos
virtudes que puedan contrarrestar nuestros vicios, no haremos ni peronismo ni
cristianismo por más que se los declame con ardor.
Cómo leer a JDP.
Para comprender el pensamiento de JDP no es suficiente con
leerlo. Tampoco es suficiente con memorizarlo e interpretarlo. Estos son
caminos sin salida que, en el pasado, condujeron al fanatismo, al dogmatismo,
sean de derecha o izquierda.
A JDP hay que leerlo teniendo en mente, siempre, que se
trata de una persona con grandes dosis de creatividad tanto en la concepción
como en la ejecución.
No es cierto que hubo un Perón para todos los gustos. Esto
piensan aquellos que se acercaron al peronismo a partir de sus propios
preconceptos y les resultaba más fácil reivindicar aquellas partes del discurso
de Perón que creían que fundamentaban sus propios prejuicios.
Si se estudia en profundidad el pensamiento de Perón, de
modo inherente -no en diagonal académica ni dogmática o buscando una finalidad
externa sea una ambición, sea utilizar algunas de sus ideas para cualquier otra
finalidad- se puede encontrar el núcleo lógico congruente pero también el afectivo
y creativo.
JDP tenía una mentalidad transformadora y percibía la
realidad no desde afuera o en forma ajena a la misma, como separada de su
propia práctica, sino que la veía viéndose a sí mismo con su propia capacidad
para transformarla. Es decir, su propia influencia era una variable de esa
realidad. Perón era absolutamente conciente de esto, por lo menos desde los
inicios de los años ’40 del siglo pasado, aún antes de acceder a la Secretaría
de Trabajo luego del golpe de Estado de 1943.
Así como Jesús no tenía un “Nuevo Testamento” a mano para
enseñar a sus discípulos, JDP no tenía la doctrina ni las “20 verdades” cuando
inició su travesía en ese año. De igual modo, salvando las distancias, Lenin no
tenía un libro ¿Qué hacer? que le diga ¿”Qué hacer?”. Todos estos personajes
tuvieron que crear la concepción que querían poner en práctica. Incluso durante
la práctica misma la tuvieron que crear. Rigurosamente, crearon una “ejecución-concepción”,
en ese orden.
Es obvio que había antecedentes o un contexto previo, en
todos esos casos. Pero aquí sucede como en la ciencia, cuando se trata de
resolver un problema o enigma: los antecedentes, la base empírica previa o las
teorías previas sirven hasta cierto punto, porque no proveen las claves para
resolver los problemas o enigmas que el conocimiento previo no pudo resolver.
Por ej., las soluciones que generó Einstein produciendo sus
teorías de la Relatividad Especial y General no las encontró en algún libro que
haya leído. En los libros se encontró con los conocimientos que llevaron a lo
que él quería resolver y que no se resolvía.
Perón, como buena personalidad creativa, se dio cuenta de
que los problemas que presenta la realidad no se resuelven de manera formal o
con el conocimiento adquirido, sino real y que, para esto, se necesita poner en
juego la creatividad subjetiva de las personas, creando nuevo conocimiento.
Esta idea Perón la trató de expresar de mil maneras
distintas en sus conferencias sobre Conducción Política, más nunca fue
comprendido. Esta es mi opinión teniendo en cuenta los dirigentes que vinieron
después de su desaparición física.
Lo digo a los cuatro vientos: no se puede ser peronista si
no se comprende esto. No solo comprenderlo sino sentirlo. El que no siendo
peronista de formación comprende esto, es peronista aunque no lo sepa. Y el que
es peronista de formación y no lo comprende, no es peronista aunque crea serlo.
Para Perón, la tan mentada “unidad de concepción” no
significa que “todos tienen que pensar igual o tener la misma ideología”. Esto
es imposible. Por esa vía solo se puede lograr uniformidad “externa”, en las
apariencias.
Para JDP significa que, para llegar a la unidad de
concepción, es necesario recorrer un camino desde un punto de partida que
cultive la formación política, intelectual y moral de las personas para que,
así, se sientan “intuitivamente inclinadas
a resolver de manera parecida” en distintas circunstancias de tiempo y
lugar.
Es decir que Perón está pensando en que la unidad de
concepción no se puede imponer desde afuera ni desde arriba (aunque para él la
doctrina la baja, en principio, el liderazgo de conducción), sino que tiene que
salir de manera natural desde el interior del individuo. Pero como eso no puede
quedar librado a la espontaneidad individual, debe haber un proceso de
enriquecimiento cultural, moral, espiritual y político que lleve a eso. Perón
usa la frase “proceso de dignificación de
cada una de las concepciones…”.
La función de la doctrina, la teoría y la ideología.
Perón dice que la doctrina sirve para la organización
espiritual de las masas –la que es más importante que la material-, para que
tengan un sentido de orientación, una mística, una fuerza motriz que facilite
la realización y la transformación de la realidad.
Por medio de la doctrina, el liderazgo de conducción enuncia
grandes principios que le dicen a las masas “hay que ir por acá, si quieren
transformar la realidad y vivir mejor (bienestar general, justicia social)”.
Las doctrinas no son solo pensamiento y concepción son movimiento y acción.
La teoría es el análisis pormenorizado de la doctrina misma.
En la teoría se explicitan los problemas implícitos en la doctrina y se trata
de resolverlos.
En Conducción Política hay unas págs. notables de Perón
referidas a su capacidad analítica y teórica respecto a las consecuencias del
principio doctrinario peronista en lo económico que establece que el capital
está al servicio de la economía y del ser humano y no al revés.
Perón dice que haber invertido así el principio capitalista
según el cual la economía está al servicio del capital lleva a resignificar y
dar otro contenido a varios conceptos económicos de la teoría económica
capitalista. Esto de Perón es de una lucidez y lógica realmente impresionante (una
suerte de clase de “epistemología económica”, se podría decir) de la que ningún
economista peronista, hasta donde conozco, se hizo cargo.
En este sentido, los economistas del peronismo pueden ser
peronistas en lo doctrinario pero no lo son en lo teórico porque se siguen
manejando con las mismas categorías que responden al principio capitalista y
nunca hicieron caso a la recomendación de Perón en el sentido de que hay que
modificar todos los conceptos pertinentes para que respondan al principio
doctrinario de que es el capital el que está al servicio de la economía y, por
ende, del ser humano.
No hay que perder de vista nunca que, para Perón, la
doctrina y la teoría son ELEMENTOS DE LA CONDUCCIÓN. Yo agrego, no de cualquier
conducción sino del liderazgo de conducción.
Es decir, el sujeto no es la doctrina ni la teoría sino el
liderazgo de conducción que las usa, en tanto elementos, porque le facilita la
tarea que tiene que desempeñar el liderazgo, que es orientar al pueblo hacia
los objetivos deseados.
Esto significa que, en condiciones de ausencia de liderazgo
de conducción o de que agarren la manija dirigentes que no son líderes, por más
que quieran aplicar “la doctrina”, harán desastres, porque la doctrina es un
elemento del liderazgo de conducción no de un dirigente que no está capacitado
para ejercer el arte de liderar y/o conducir. Dirigente no es sinónimo de
líder. Es otra categoría.
El hecho de que la doctrina pueda estar escrita (como la
biblia del Nuevo Testamento), no significa que la podamos escindir del proceso viviente
que la creó, en este caso, el liderazgo de conducción de JDP. En ausencia de
esto, “la doctrina” es solo papel muerto, susceptible para múltiples usos
personales o de facción.
La única manera de resucitar y/o recrear la doctrina es que vuelva
a ocurrir el nacimiento de un proceso de liderazgo de conducción de similares -aunque
no iguales- características a los anteriores que hubo en la historia.
Esa es la única manera que existe para que las masas se
transformen en pueblo nuevamente y puedan ser orientadas por una doctrina.