lunes, 30 de agosto de 2021

Afganistán y otra esperanza.

Deberíamos meditar qué significaban las fórmulas de los revolucionarios americanos: todos los seres humanos tienen derecho a la “búsqueda de la felicidad”; todos somos iguales en esto y merecemos las mismas oportunidades. Y no solamente los de hoy, los del futuro también.

¿Queremos o no que todos los seres humanos (los que ya existen y los que están por venir) en este planeta vivan mejor, con salud, educación y con oportunidades de desarrollar sus potencialidades? Los líderes actuales o futuros de cada nación saben qué necesitan sus poblaciones para vivir mejor. Aquí reside el fundamento de la soberanía. Porque solo podemos acceder a lo universal desde lo local o nacional. Las diversas culturas como las diversas religiones son los distintos caminos para llegar a lo mismo. Por eso los sabios tanto en la ciencia como en la religión siempre fueron universales aunque fuertemente imbuidos de su propia cultura local donde nacieron.

¿Quiénes se oponen a que el mundo y su población mejore?. Los oligarcas globalistas que ni siquiera tienen una nacionalidad real (solo nominal) porque forman parte de un imperio. El bienestar de cada pueblo de cada nación no puede ni debe estar supeditado a los dictados y preceptos globales de las oligarquías y sus auxiliares. ¿Vamos a dejar que los oligarcas nos digan cómo tenemos que vivir en cada nación?. ¿Que el planeta es chico y la población es demasiada y no hay recursos para todos?. ¿Que si los hubiera arruinaríamos el medio ambiente?.

Por favor macanas no. No seamos crédulos. Los que dicen eso tienen intereses ocultos, no confesables públicamente. ¿Cómo se puede confiar en gente así?.

Lo que en realidad pasa es que ellos temen que en un mundo dedicado a mejorar las condiciones de vida de toda la humanidad, ellos van a perder influencia, porque ese no es su negocio. Temen perder su poder, privilegios e impunidad.

Toda la población mundial cabe en la Provincia de Buenos Aires sin tocarse. El planeta es chico?. “Te toman por boludo” parafraseando a un conocido periodista.

¿Qué los recursos se acaban? Sí sin duda, se acaban unos y se aprovechan otros cuando se hace un descubrimiento científico del cual se deriva un invento y otra tecnología que aprovecha nuevos recursos o hace más eficientes los viejos. Todo ser humano nace con boca para alimentarse pero también con cerebro para pensar, no es así?.

Ese cerebro para pensar es como un fórmula 1 de carrera. La sociedad, libre de las influencias oligárquicas, debería organizarse para que haya infraestructura adecuada para que ese fórmula 1 pueda correr. Si lo usamos en la calle de empedrado a 20 km x h lo fundimos.

¿Quién dice que hay un límite al crecimiento?. R.: Los oligarcas, privilegiados e impunes que temen que alguna nación (posiblemente China) utilice su conocimiento científico, tecnológico y técnico al servicio de mejorar a la humanidad entera, siendo que los chinos son una porción significativa de la humanidad.

Todos los integrantes de la humanidad pueden vivir mejor con los recursos que hay hoy. Eso no significa que no haya que seguir apostando a mejorar el conocimiento científico y artístico y a producir nuevo conocimiento porque esa es la verdadera fuente de la riqueza. No la “cantidad de trabajo” ni el dinero.

En este sentido, tanto el neoliberalismo capitalista como el marxismo son absolutamente infantiles desde el punto de vista teórico o conceptual. Es obvio que los “rendimientos decrecientes” o la disminución del valor se relacionan con el desgaste de los procesos físicos que dependen de recursos y tecnología fija. No se relacionan ni con la disminución del “apetito subjetivo” ni con la disminución “objetiva” de horas de trabajo.

Por ejemplo, si la humanidad, haciendo caso al “consenso de la comunidad científica” -en rigor eso es efecto de la intervención oligárquica en la práctica científica-, se embarcara en la inversión creciente en paneles solares, baterías y molinos de viento, eso los ideólogos del capitalismo lo verían como gran avance y crecimiento respetando el medio ambiente y los del marxismo lo verían como desarrollo de las fuerzas productivas y aumento del capital constante y del valor en general.

Pero, lo que realmente ocurriría es que la cantidad total de población humana disminuiría porque la energía obtenida por esos medios no es lo suficientemente densa para mantener actividades productivas necesarias (tanto industriales como agropecuarias). Por lo tanto, la misma lógica imperante en ese camino, definirá lo que es necesario y lo que no lo es, sin importar el efecto que produzca en términos de disminución de la población mundial.

Y esto es independiente de los ideólogos tanto de un lado como de otro, porque se trata de leyes y principios físicos.

Así como no podemos ahorrarnos esfuerzo y trabajo cortando un bife con un palo para comerlo –porque necesitamos un instrumento filoso como el cuchillo- no vamos a poder vivir con energías tan poco densas, como la solar o eólica. En el instrumento del cuchillo la densidad está en el filo y la fuerza está en la mano que lo agarra. Sin ese filo, la fuerza se desperdicia porque no corta. Cuanto más filo, más se concentra la fuerza y más se ahorra.

Con la mejora de las condiciones de vida de la humanidad sucede cosa parecida. Necesitamos cada vez más “intensidad” para que la fuerza sea eficaz y los trabajos que hay que hacer se puedan hacer con menos esfuerzo, lo que no significa que haya más desocupación, puesto que el ahorro en el trabajo manual se compensa con el intelectual y calificado. Para ello hay que aumentar hasta los 35 años el período de educación de las personas e ir orientando los contenidos en la perspectiva antedicha.

EE.UU. tiene una gran responsabilidad. El día que puedan recuperar su soberanía deben reconvertir el complejo militar industrial que, en lugar de estar al servicio de la geopolítica oligárquica occidental (a predominio angloamericana), debería orientarse al mejoramiento de las capacidades productivas al servicio de los seres humanos.

Los cientos de miles de millones de dólares que se consumen en la geopolítica de guerra se deben convertir en crédito para la investigación científica, la producción de maquinaria y la construcción de nueva infraestructura sanitaria, educativa, de transporte y comunicaciones y de energía. De esta manera se podrán construir y diseñar ciudades nuevas con nuevos materiales y se podrá aumentar la exploración espacial (uso de la Luna y Marte, por ej.).

Ese sería un mundo pensado para los próximos 100 años y para albergar con mejor bienestar a unos 15.000 o 20.000 millones de personas. Obvio que con paneles solares y molinos de viento eso no lo vamos a lograr, más bien lo que vamos a lograr es que la población se reduzca de 8.000 millones a  4.000 millones o menos.

Los oligarcas y sus secuaces en los Estados y gobiernos colonizados por ellos prefieren malgastar los recursos en la geopolítica de guerra. Fíjense los lamentos de los ingleses por la retirada de las tropas de EE.UU. de Afganistán. 20 años de desastre continuo allí, protegiendo la producción de opio, manteniendo latente al islamismo fundamentalista creado por ellos mismos. Miles de millones de dólares a la basura en nombre de la “alta” geopolítica y sus juegos.

Se vuelve a verificar por enésima vez (como sostenía Sócrates) que el mal es estúpido porque se vuelve contra sí mismo. Los desastres que produce contribuyen a su propia desaparición. Obvio que las personas que dirigen (formal e informalmente) el complejo militar industrial estadounidense buscarán otros escenarios para sus juegos geopolíticos, condicionando a esos fines el uso de los recursos. Esto no es difícil de prever porque la fábrica de geopolíticos, aunque amparada por los oligarcas, funciona solita.

Pero en EE.UU. está jugando otro factor que no tiene buena prensa: la presión que ejercen (de modo subyacente) más de 75 millones de personas que votaron la reelección de un candidato que consideran fue sacado del cargo por medio del fraude y que está muy pero muy enojados con las “políticas neoliberales globalistas conservadoras y/o progresistas”, tanto de Bush, como de Obama y su continuador actual Biden.

Es en este marco que hay que entender la decisión de Biden de retirarse de Afganistán que no es nada más que ejecutar lo que había decidido su predecesor en el cargo Trump pero al que no le habían hecho caso. De algún modo la presión interna debe ser aliviada, de lo contrario el gobierno de Biden terminaría en una catástrofe política y electoral.

Sin embargo, las fuerzas que impulsan la geopolítica de guerra (complejo militar industrial y servicios de inteligencia geopolítica), la burbuja financiera y economía verde (oligarcas a predominio financiero) siguen vigentes y buscarán encausar las cosas de nuevo, presionando a todos los gobiernos que puedan para que adopten la descarbonización (la que es resistida en India y China más allá de lo discursivo) a cambio de dinero (lo que significa renunciar al desarrollo por dinero oportunista) y buscando escenarios viejos o nuevos para trastornar en función de sus objetivos geopolíticos. Esto lo podremos apreciar en breve.

No olvidemos nunca que el mundo siempre es una singularidad en el que podemos caer de un lado o del otro, lo que no está determinado de antemano.

Es hora de reflexionar e interrogarse. ¿Queremos seguir vivos sobre este planeta?. ¿Para qué?. ¿Cuál es la misión?. ¿Para qué estamos?.

Si la vida nos fue dada por una razón, averigüémosla. Seguramente es una buena razón, mucho mejor, infinitamente mejor que las que estamos acostumbrados a recibir del pensamiento oligárquico y su innumerable cantidad de auxiliares concientes o inconcientes.