martes, 14 de diciembre de 2021

Una metáfora acerca de la naturaleza de la situación geopolítica mundial.

Ilustro las tácticas de la geopolítica oligárquica seguidas por el tándem EE.UU. e Inglaterra con la siguiente metáfora.

Supóngase que en la casa de la flía. de su vecino uno de los hijos incendió la habitación de sus padres, echándolos de la casa y subyuga a sus hermanos con quienes Ud. tiene lazos de parentesco político. Pareciéndole una locura lo que ocurrió se pregunta por qué sucedió eso.

Ud. empieza a indagar y descubre que el loco responsable del descalabro no actuó solo sino que tenía apoyo de cierta gente extranjera que vive lejísimos del vecindario y que fue la que lo instigó e incentivó para que hiciera ese desastre. No solo eso sino que les dio justificación, armas y entrenamiento para consolidar la nueva situación.

El loco, al mando aparente de la casa, ante la resistencia de varios de sus propios hnos. y hnas., se prepara (entrenado y armado por la gente extranjera de fuera del vecindario) para incendiar las habitaciones de los hnos. rebeldes con los cuales Ud. tiene lazos de parentesco.

Pero la insidia de la gente de fuera del vecindario que solivianta al loco no se detiene aquí. Aprovechando el control que ejercen sobre un considerable repertorio de recursos humanos y materiales, hacen una campaña de mentiras en todo el barrio, la ciudad, el país y el mundo, diciendo que Ud. es un autoritario y agresivo que quiere invadir la casa de al lado y que eso no se va a tolerar y que van no solo a defender la casa sino a atacar la suya si osa mover un pelo (incluso si lo hace dentro de su propia casa) ante la situación que se desarrolla frente a sus ojos.

Fin de la metáfora.

No sé si se capta que ya la guerra la tienen decidida y solo están buscando el pretexto para justificarla, como fue siempre en la historia. Cuando se escribe la historia oficial se cambia el orden cronológico, poniendo la decisión como consecuencia del pretexto, cuando en realidad fue al revés, el pretexto fue consecuencia de la decisión.

Ya encontraron el escenario y los actores (muchos de los cuales de tradición nazi). Les falta afinar más el pretexto y que Rusia pise el palito en Ucrania.

Estas tácticas de la geopolítica oligárquica se aplicaron en Irak, Siria, Libia, etc. Taiwán ahora mismo, etc. Solo con algunas variantes en los actores y en el libreto. Pero en esencia es siempre lo mismo. Primero la decisión geopolítica (que se reduce a la confrontación con Rusia y China) y, luego, la búsqueda del pretexto que la justifique.

 

sábado, 4 de diciembre de 2021

La política no es lo que pasa sino lo que se hace para que pase (JFK).

 

Es frecuente escuchar en boca de diversos actores del espacio oficialista frases como éstas:

“El principal problema de la Argentina es la escasez de dólares”.

 “Sólo se puede ser audaz cuando hay reservas en el Banco Central”.

 “Hay que aumentar las exportaciones para tener dólares”.

“No da la correlación de fuerzas”.

Etc., etc.

Muchos analistas, militantes, funcionarios o candidatos incorporan estas cosas como frases hechas o axiomas a partir de los cuales elaboran razonamientos o racionalizan.

Como en la política común y corriente influyen mucho las ambiciones personales por los cargos y la figuración, necesitando para eso la validación de los demás (no solo de los electores en épocas de elecciones sino el visto bueno de los que toman decisiones en las “internas” o en las roscas), se facilita mucho que las frases hechas como las señaladas se extiendan y se transformen muchas veces en sentido común. Cómo cada uno reproduce ese sentido común es cuestión ya de personalidad e individualidad de los actores.

Estas son el tipo de cosas que empañan y obturan la creatividad en la política, puesto que es muy difícil que el que participa de la lucha política se gane el cargo o conquiste una posición de poder él solo, con su propia subjetividad, sin necesidad de ser validado por otros. Las excepciones a esta regla son los “líderes de conducción” (ver conceptualización de JDP).

Los peronistas inteligentes deberían pensar en “¿cómo pensaría un líder de conducción?”.

Por ej., tomemos el ejemplo de la mentada “escasez de dólares” o “restricción externa”.

Lo primero que pensaría un líder de conducción es que debe haber un proceso que lleva a eso. No lo toma como un dato a partir del cual hace política o economía, sino que lo toma como el corolario de un proceso en el cual hay que intervenir para que el corolario sea diferente.

¿Por qué se produce la escasez?. ¿Por déficit en balanza comercial, de pagos, fuga, etc.?. ¿Qué cuenta es la que más incide en el déficit o la escasez?. ¿Qué tipo de funcionamiento o proceso económico reflejan esas cuentas?. Esta última es la pregunta que vale, puesto que la respuesta a ella será la verdadera razón que se reflejará en las cuentas.

Si uno tiene un barril relativamente pequeño (la capacidad de la economía argentina) y lo llena bastante, supongamos un 90% (el uso de esa capacidad), puede estar satisfecho con ese nivel. Ahora, si uno tiene un barril lleno de agujeros y hace el mismo esfuerzo por llenarlo que en el caso anterior, obvio que no va a estar satisfecho porque se va a llenar muy poquito puesto que el contenido se va a perder por los agujeros.

Si uno mira el saldo de la balanza comercial de los últimos 20 años se da cuenta de que NO HUBO ESCASEZ de dólares. Lo que ocurrió es que se fueron en giro de divisas, pago de utilidades, fuga de capitales, deudas, etc., etc. Todo ocurre como si nos pagaran por todo lo que exportamos pero, luego, tuviéramos que devolver casi toda la diferencia entre lo que nos pagaron y lo que importamos (saldo positivo de la balanza comercial). Es decir, salieron bienes exportables, entraron dólares y entraron bienes importados y volvieron a salir dólares. El efecto neto de mediano plazo es que salieron bienes exportables, entraron bienes importados y salieron dólares. No sé si alguien se dio cuenta de que esto es casi lo mismo a que no nos hayan pagado por lo que exportamos o a que solo se produjo un intercambio de equivalentes entre lo que exportamos y lo que importamos.

En términos sencillos: exportaciones = a importaciones + salida de capitales. Que es lo mismo que decir que el precio que recibimos por los exportables tiene un número negativo implícito equivalente a la salida de capitales. En cambio, el precio de lo que pagamos por importar no tiene ese descuento.

Y, además, tenemos que agregar a la cuenta todo lo que se evade en forma clandestina e informal: subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, subdeclaración de volúmenes físicos exportados, triangulaciones vía países vecinos, etc., etc.

En este sentido, el compañero Samid, al identificar el problema del saqueo de la Argentina como el problema principal, está rigurosamente en lo cierto. Pero es un tema que está casi absolutamente ausente del debate político. Se ha naturalizado el hecho que el barril que tenemos que llenar esté lleno de agujeros y casi nadie ve una anomalía en eso.

En este contexto, proponer que hay que aumentar las exportaciones para tener divisas, ignorando olímpicamente todo lo precedente, es absolutamente descabellado en el mejor de los casos o cínico en el peor.

Un líder de conducción no se detendría aquí. En caso de abundancia de dólares se preguntaría, también, a qué clase de proceso obedece eso?. Por ejemplo: ¿se agrandó la parte exportable a expensas del achicamiento del mercado interno?, ¿el costo en dólares del trabajo argentino se redujo?, ¿los porcentuales de lo exportado sobre lo producido son adecuados?, etc., etc.

Por ejemplo, el líder de conducción no se alegraría por la cantidad de dólares que ingresaron los últimos dos años en concepto de exportaciones de carne, sino que se fijaría en la pérdida de la ingesta de proteína animal para 20 millones de personas, que es lo que pasa (además de la inflación) cuando se exportan 1.000 millones de Kg. de carne por año. A este tipo de procesos Perón los llamaba “hacer dólares a costa del hambre del pueblo”.

Resulta obvio que la principal tarea de un gobierno nacional-popular o peronista, ante una situación así, es tapar los agujeros del barril y tratar de que lo que producen los argentinos, sea mucho o poco, se pueda poner al servicio de los argentinos, evitando que intereses privados ajenos se lleven gran parte de esa riqueza.

Tapar los agujeros del barril significa concretamente que hay que intervenir en el comercio exterior y en el sistema monetario y financiero.

Se trata de la creación de una empresa de cereales, oleaginosas y carnes que sea del Estado y que compre una parte de la producción local y la comercialice al exterior. Con esto se terminan las retenciones y se puede direccionar la renta proveniente del comercio internacional del país en beneficio no solo de sectores urbanos de la industria y la infraestructura sino también de pequeños y medianos productores agropecuarios.

Este control en el comercio exterior tendría repercusiones en la política monetaria. En efecto, como el ingreso de dólares, en tal escenario, pertenecería a una empresa del Estado, no sería necesario que el BCRA emita pesos y letras contra ingreso de dólares del sector privado, lo que repercutiría positivamente en el manejo del tipo de cambio y el fortalecimiento de la moneda nacional, con lo que el Estado podría direccionar el ahorro nacional de manera más productiva y atendiendo con más facilidad las necesidades sociales.

Tales cambios generarán la reacción de intereses privados oligárquicos de origen angloamericano tomando de blanco al líder de conducción (y a algunos de sus auxiliares) quien deberá tener un temple muy grande para enfrentar tales reacciones. El líder de conducción sabe que deberá pagar un precio muy elevado por liderar tales cambios, pero estará dispuesto a pagarlo en aras de la justicia social, la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.

Dicho esto, el que espera que el riesgo lo asuma otro, ya no tiene pasta para líder de conducción, puesto que éste, en calidad de tal, asume lo que se debe hacer y el precio que pagar.

Los individuos-agentes más lúcidos del establishment oligárquico (por supuesto que no son ni Macri ni Magnetto ni ninguno de los que salen habitualmente en las noticias) le temen a la eventualidad de esta situación porque saben que el líder de conducción, al conquistar los corazones y las mentes de mayorías muy heterogéneas, puede provocar cambios y reformas sociales importantes.

En este sentido, no es que las fuerzas de la oscuridad son demasiado superiores a las de la luz y, por eso, no se puede hacer nada, sino que aquéllas existen por ausencia de éstas, apenas la luz adviene la oscuridad desaparece.

El líder de conducción no busca la validación de nadie porque ya sabe lo que vale, mientras que la mayoría de los políticos comunes o normales, buscan permanentemente la validación personal, proyectando la imagen ideal de su propio yo más no la real, generando los deslizamientos de sentido habituales en la práctica donde la persona con un cargo político que debería estar al servicio del pueblo, se sirve del cargo al servicio de ella misma. Terminan, de esta forma, trabajando contra aquellos que deberían servir y a favor de quienes deberían haber combatido.

Lo mejor que podrían hacer los políticos normales o comunes es dejar de creer que son más importantes de lo que en realidad son y tratar de ser humildes sin vanagloriarse de ello. Y que, cuando alguien tiene algo novedoso para aportar, hacer silencio, sin cuestionamientos. Y si está dentro de sus posibilidades, apoyarlo.

El motor de la historia, lo que produce los cambios al servicio del mejoramiento del ser humano y la sociedad, es la mente creativa del individuo más su voluntad, tenacidad y capacidad de sobreponerse a las dificultades aparentemente insalvables. Tales mentes son las que ponen en marcha el movimiento de lo colectivo, de lo social, que es el que termina desequilibrando la balanza y permite la consagración del líder.

El lugar de líder de conducción en la Argentina está vacante desde hace 47 años. ¿Alguien se animará a ocuparlo?. La supervivencia del pueblo argentino (o sea de nuestra querida patria) depende de esa persona potencial que se anime.

Esa potencial persona sabe que deberá sacrificar muchas cosas, gran parte de la forma normal de su vida. Pero también sabe que, si tiene éxito, tendrá el cariño y el amor de la gran mayoría del pueblo humilde que lo recordará por la eternidad a través de la historia y la memoria intergeneracional.