miércoles, 19 de agosto de 2020

Cuenta regresiva.

Durante los próximos tres meses -hasta las elecciones presidenciales en EE.UU.-, el mundo va a ser testigo de conmociones tremendas y de agudizaciones de los conflictos con una intensidad pocas veces vista en la historia de la humanidad. En cierto sentido, lo que pase durante ese lapso de tiempo en ese país, junto con el resultado de las elecciones, determinarán la historia del futuro en todos los países del mundo.

Se trata de esas pocas veces en la historia en que lo que ocurra, para bien o para mal, condicionará el futuro por varias décadas. Es una partida que se juega muy pocas veces en la vida de una sociedad. Podría afirmarse que el destino de la humanidad está en manos del discernimiento que tenga una parte del pueblo estadounidense.

Se me dirá que esto es una exageración. Efectivamente, es una exageración como la guerra civil norteamericana, la I y II guerra mundial o la bomba de Hiroshima y Nagasaki.

No se pueden evitar los mismos resultados si pensamos siempre lo mismo.

Para que se entienda la perspectiva desde la que hablo, planteo los siguientes interrogantes:

¿Cómo se interpretaría, por aquellos que persisten en usar los conceptos “izquierda” y “derecha”, “progresistas” y “conservadores” y otras categorías por el estilo, que en EE.UU. grupos de personas de origen afroamericano, en el marco de manifestaciones de protesta bastante extendidas, sin oposición alguna, derribaran y/o dañaran estatuas de Lincoln y Martin L. King, y que el presidente de ese país, en la conmemoración del día de su independencia, acusado de apoyar al supremacismo blanco, reivindicara, sin embargo, a esos líderes históricos?. ¿Quién es de izquierda y quién de derecha?. ¿Quién es progresista y quién conservador?.

¿Cómo es que Boris Johnson en Inglaterra, sindicado como derecha conservadora, haya dicho que va a promover un programa económico y social para su país al estilo del de Franklin D. Roosvelt de EE.UU. durante la década del ’30 (“New Deal”) que promovía la inclusión social de los pobres contra las tendencias depredadoras de la banca especulativa y las corporaciones?.

¿Se conocen los datos relevantes?. ¿Se produjo alguna teoría para entender esto?. ¿Se pueden entender estas cosas desde posiciones “axiomáticas” o “supuestos teóricos”, sean de “derecha” o “izquierda”?. ¿Qué hacer con las predilecciones ideológicas e inclinaciones psicológicas a priori de cada uno ante esos hechos?. ¿Existe algo más empobrecedor que anular, ignorar o reducir una parte significativa de la realidad solo en aras de mantener vigente y reproducir automáticamente una y otra vez los mismos resultados?. ¿Hasta dónde se va a llegar con la trituradora de las mentes?. ¿Hasta cuándo se van a cometer una y otra vez los mismos errores del pasado?. ¿Tan frágiles son las ideologías en boga (o los individuos que las sostienen) que solo pueden sobrevivir a costa de sesgar permanentemente la visión de la realidad, en el mejor de los casos, y, en el peor, hacer desaparecer porciones enteras de la misma?.

Así como los peronistas y progresistas informados que adherimos al Frente de Todos hemos roto la burbuja informativa local de los medios de comunicación hegemónicos (TN, Clarín, La Nación, etc., etc.) porque sabemos que, dentro de ella, no podemos analizar -y mucho menos comprender- la política local, me pregunto si hemos logrado lo mismo respecto a la burbuja informativa global?. Me respondo que no. La mayoría de los analistas e intelectuales siguen presos de la burbuja informativa global. Los más perspicaces y astutos (que son muy poquitos) hacen silencio.  Y casi no hay ningún análisis serio y crítico de la “información” (en realidad de las opiniones sobre mendrugos de información parcial y tergiversada) proveniente de las agencias y medios de información internacionales en lo concerniente, por ejemplo, a la situación interna en EE.UU..

Con el discurso del análisis político -nacional o internacional- sea el realizado por militantes, políticos profesionales, periodistas o intelectuales, sucede algo parecido como con las modas. Nadie quiere quedar fuera de ellas. Cuando se inunda de mensajes a la “opinión pública” en uno u otro sentido, luego, la inmensa mayoría no quiere quedar fuera de lo que “todos dicen”, para no ser catalogados como extraño, raro, etc. En definitiva, casi nadie quiere sentirse un marginal.

Pero lo que debe importar no es la moda o cómo nos cataloguen, sino desentrañar el funcionamiento de la realidad de la forma más profunda que se pueda.

Propongo los siguientes interrogantes e investigación al respecto:

1) ¿Por qué D. Trump es demonizado sistemáticamente por los grandes medios de comunicación dentro y fuera de su país desde el comienzo mismo del anuncio de su candidatura a presidente a mediados de 2015?.

2) ¿Por qué tuvo tanta oposición no solo del partido Demócrata –lo que era esperable- sino dentro de su propio partido Republicano?.

3) ¿Por qué, luego de ganar las elecciones, hubo maniobras en el Colegio Electoral, en el bando de sus propios electores, para impedir que asumiera como presidente?.

4) ¿Por qué es acusado persistentemente, contra todas las evidencias, el sentido común y la racionalidad elemental, de formar parte de una colusión con Rusia y ser títere de Putin, otra figura sistemáticamente demonizada?.

5) ¿Por qué el Depto. de Justicia, a través del Fiscal especial Mueller, acusó a Trump, contra todas las evidencias, el sentido común y la racionalidad elemental, hasta el punto de iniciarle juicio político por el mismo tema?.

6) ¿Por qué exdirectivos del FBI y CIA, basados en un informe de un espía extranjero (británico), acusaron a Trump persistentemente por el mismo tema, contra todas las evidencias, el sentido común y la racionalidad elemental?.

7) ¿Por qué son acusados por el Depto. de Justicia, contra todas las evidencias, el sentido común y la racionalidad elemental, funcionarios de su gobierno, hasta el punto de que deben renunciar?.

8) ¿Por qué, cuando uno consulta la casi totalidad de los medios de comunicación dominantes, no se puede acceder a lo que textualmente dijo Trump en declaraciones y actos públicos, sin que se tergiverse lo que efectivamente dijo?.

9) ¿Por qué cuando uno consulta las fuentes de los órganos oficiales de gobierno en EE.UU. encuentra que lo que dice Trump difiere sustancialmente con lo que publican la casi totalidad de los medios de información privados dominantes (hacen refritos de sus dichos, tergiversando lo que dijo y omitiendo sistemáticamente cuestiones fundamentales)?.

10) ¿Por qué la casi totalidad de los medios de información dominantes tienen en común la demonización de Rusia, China y Trump?.

La lucha mundial. Los verdaderos actores, sus intenciones y motivaciones.

Si se indaga lo suficiente, a fin de dar respuesta a estos y otros interrogantes por el estilo, surge que en EE.UU. se expresa, muy elocuentemente, una lucha política mundial por el predominio entre dos voluntades contrapuestas que intentan mover una masa contra otra masa (ver JDP, Conducción Política, sobre la identidad formal de toda lucha política). Quién va a prevalecer, todavía no se sabe. Fue una pelea larga -5 años ya desde el anuncio de la candidatura de Trump- que tuvo muchos rounds y algunos más habrá de aquí a las elecciones. Me temo que el veredicto de las urnas no será suficiente para legitimar al ganador. Surgirán toda clase de cuestionamientos y planteos, a menos que el ganador aventaje a su rival por una diferencia tan grande, que haría absurdo cualquier cuestionamiento.

Esa lucha mundial no puede comprenderse en clave de “neoconservadurismo” vs. “progresismo” ni ninguna otra antinomia por el estilo, puesto que atraviesa a toda la sociedad mundial y a los espacios políticos e ideológicos, manifestándose en cada localidad con las particularidades que le son propias.

Sostengo que lo que ocurre en el mundo no es el efecto de la suma o amalgama de lo que ocurre a nivel de cada país, puesto que existe un Imperio -el cual no es un país o países- por un lado, y, por otro, las tendencias, en acto o en potencia, en pos de conformar Estados Nacionales (soberanos) en cooperación y armonía.

La vieja consigna “Pueblo vs. Oligarquía” es mucho más ajustada a la realidad, pero haciendo algunas precisiones indispensables que no se hicieron (lamentablemente) durante la época de su apogeo hasta mediados de la década del ’70 del siglo pasado.

¿Por qué se lucha y por qué es mundial? Intentaré una respuesta a modo de hipótesis.

Conjeturo que una de las fuerzas subyacentes que impulsan esa lucha son combinaciones oligárquicas globales (de nacionalidad nominal, no sustancial) que basan su poder en el control que ejercen sobre resortes y recursos fundamentales. A esto se le podría llamar “Imperio”, el cual consiste en la estructura global (no nacional) cuyos soportes son esas combinaciones oligárquicas que “desposeen” al resto de la humanidad del control de esos resortes y recursos fundamentales.

Podría afirmarse que en EE.UU. se localiza el núcleo duro de dichas oligarquías globales, por ser el país en el que se encuentra el poder de disuasión militar más mortífero del planeta, el llamado “complejo militar-industrial”. Esta frase pertenece a quien fuera presidente de ese país, el General Eisenhower. Este presidente, al final de su mandato, le dijo a su sucesor, el presidente electo J. F. Kennedy, que había que poner límites al poder de dicho complejo. Asimismo, en EE.UU. se localiza Wall Street que es uno de los más grandes centros de transacciones financieras (especulación) del mundo junto con el de la City de Londres.

En principio, defino a los resortes y recursos fundamentales como las plataformas que permiten direccionar (cuantitativa y cualitativamente) el proceso económico, político, ideológico, científico y tecnológico dentro de las sociedades. Por ejemplo, son resortes y recursos fundamentales el comercio exterior, el sistema bancario, financiero y monetario, los poderes del Estado, los servicios de inteligencia, los aparatos ideológicos con sus medios de emisión masiva de mensajes, los insumos estratégicos (energía), las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, por ej.). La naturaleza de estas plataformas presenta propiedades y efectos distintos a los elementos que las constituyen (capital productivo, financiero, comercial, superestructura política y jurídica del Estado, etc.).

Conjeturo que las propiedades y efectos que producen las redes del sistema imperial son de distinta naturaleza a las propiedades y efectos que producen los “medios de producción” a lo Marx. No se puede entender al mundo con un análisis enfrascado en el nivel que Marx propuso. Hay que hacer articulaciones con otros niveles de análisis donde se involucran interacciones y sistemas, además del “capital” y el “modo de producción”. Haciendo una analogía (no validante) con la física, no se puede entender, por ej., la sustancia agua o la vida, enfrascados en la naturaleza individual de los átomos, sin tener en cuenta los niveles moleculares o celulares caracterizados por combinaciones de átomos, produciendo otras propiedades y efectos, que no se localizan en los átomos considerados en forma aislada.

Considero, en consecuencia, que las clases “oligarquía global” o “pueblo” no pueden detectarse con las herramientas de análisis del marxismo tradicional y sus diferentes versiones, impedimento que les conduce a la ambigüedad y a contemplar la realidad como una amalgama diversa de capitales y medios de producción “enraizados” localmente.

El imperio y las combinaciones oligárquicas que son su soporte son una propiedad sistémica de la realidad mundial que tiene efectos en las distintas dimensiones de la actividad humana (económica, financiera, política, ideológica, diplomática, militar, científica y tecnológica). La autoría de esos efectos por lo general está disfrazada o encubierta por la eficacia propia de la dominación oligárquica, la cual podría revelarse cuando surgen procesos que pueden conducir a la conformación de Estados Nacionales.

Cuando se constituyen liderazgos que dan la cara a esos procesos, encuentran y soportan una oposición feroz que viene del lado oligárquico global. La razón de esto es que los procesos nacionales y populares tienden a la nacionalización de los resortes y recursos fundamentales, dándoles un sentido nacional al servicio de las necesidades del pueblo. Dicha nacionalización supone métodos de administración que las oligarquías globales ven que atentan contra sus objetivos de control, de ahí sus ataques a los líderes y movimientos que representan esa tendencia hacia la conformación de Estados Nacionales soberanos.

Por ejemplo, en Argentina, las retenciones agropecuarias, el proteccionismo comercial, la reindustrialización, la revalorización del papel productivo de las FF.AA., la modificación de la Carta Orgánica del BCRA, el aumento del empleo productivo o la ley de medios, en la época de CFK, o la idea que se baraja actualmente (a partir del caso Vicentín) sobre la creación de una empresa del Estado en el comercio exterior de cereales y oleaginosas, son algunos de los métodos típicos de la dotación del Estado Nacional. Aunque no pocas veces esto queda en intenciones del gobierno que no puede concretar en la medida de lo deseable y necesario, las oligarquías no toleran un gobierno con tales intenciones y orientación.

La soberanía no debe entenderse solamente como la autonomía e independencia de un Estado con respecto a otros Estados, sino, fundamentalmente, respecto a las fuerzas oligárquicas globales (que son fuerzas de carácter privado), es decir, como la capacidad que tiene el pueblo de un Estado de neutralizar el control y la influencia que tienen aquellas fuerzas por sobre el Estado en cuestión.

Cuando sucede esto, entonces tenemos un Estado Nacional, el cual es capaz de controlar y regular el comercio exterior, el sistema monetario y financiero, controlar mejor el poder de su moneda, introducir nuevos actores en los medios de comunicación, desarrollar acuerdos bilaterales y regionales con otros Estados que respeten la soberanía de cada uno, etc.; todo ello al servicio del mejoramiento de las características sociodemográficas de la población. Esto significa que los resortes y recursos fundamentales dejan de ser parte de un Imperio al servicio de oligarquías globales y pasan a ser parte del Estado Nacional al servicio del pueblo local.

Para despejar posibles malentendidos (I). Estructura y dinámica.

Las hipótesis precedentes definen dos conjuntos: la oligarquía y el pueblo.

1) La oligarquía se define por el control que ejercen individuos-agentes globales sobre los resortes y recursos fundamentales en la estructura Imperial. Ese control implica la desposesión de todos los otros que no lo tienen, los que forman otro conjunto que podríamos denominar “masas” que incluyen acá obreros, burgueses, clases medias, campesinos, etc.

2) El pueblo se define por el control que ejercen individuos-agentes locales sobre los resortes y recursos fundamentales en la estructura del Estado Nacional. Ese control implica la desposesión de la oligarquía en una localidad.

Estos dos conjuntos solo son uniformes internamente en cuanto al criterio utilizado para diferenciarlos. Esto significa que, en la práctica, no hay una oligarquía monolítica (por eso se habla de combinaciones) ni un pueblo monolítico.

Por ej., si uno define el conjunto “mesa” supongamos “como todos los elementos que tengan una superficie plana de cierto espesor asentada en 4 patas”, eso no significa que todas tienen que ser de madera o plástico o metal. Pueden ser de distinto material, pero todas compartir el criterio que las definió como tales. Lo mismo pasa con las oligarquías.

Por ejemplo, el núcleo duro de las oligarquías globales (a predominio angloamericanas) es bastante homogéneo en el control de Wall Street y la Reserva Federal, la City de Londres, el complejo militar industrial, el Depto. de Justicia y el Congreso, parte del gabinete del Poder Ejecutivo, los aparatos de inteligencia interna y geopolítica y las agencias mundiales de información, incluyendo todas sus ramificaciones en numerosas partes del mundo: Bancos Centrales, empresas trasnacionales en el comercio exterior de los países, embajadas, asesorías clandestinas de servicios de inteligencia, etc.. Ello no impide que pueda haber diferencias y contradicciones entre las oligarquías, las cuales suelen conformar combinaciones para resolverlas. Se combinan bastante bien, por ejemplo, en su objetivo de destruir a D. Trump. Combaten todas y cada una de las intenciones que muestra este presidente en la medida que menoscaben sus objetivos financieros y geopolíticos (proteccionismo comercial, anulación del TTP, reasunción de actividades productivas otrora deslocalizadas en el Sudeste Asiático y China, sacar a EE.UU. de los conflictos en medio Oriente, intento de lograr acuerdos de cooperación con Rusia y China, lo que implica renunciar a la geopolítica oligárquica).

A nivel de los pueblos hay un panorama mucho más diverso, porque allí hay obreros, burgueses, campesinos, cuentapropistas, etc., etc. Y en cada país, las configuraciones son bastante particulares. Pero cuando cada pueblo logra conformar un Estado Nacional ahí se parece mucho a los otros pueblos que logran lo mismo, porque pasan a operar bajo los mismos principios y prácticas que caracterizan la soberanía nacional en todas partes.

Cuando en un país las “masas” (conjunto desposeído de los resortes y recursos fundamentales) se transforman en “pueblo”, significa que pueden conformar un Estado Nacional y reasumir el control de dichos resortes y recursos. Históricamente, en estos procesos de transformación de “masa” en “pueblo” intervienen liderazgos muy especiales que facilitan dicha transformación.

Cuando, en una localidad el pueblo reasume ese control sobre los resortes y recursos fundamentales, desposee a las oligarquías que lo detentaban.

Pero las oligarquías siguen existiendo a nivel global a pesar de que uno o algunos pueblos del mundo la derroten transitoriamente en algunas localidades o países. Entonces, va a luchar por retomar el control donde lo perdió.

Cabe aclarar que estoy haciendo una abstracción y generalización para facilitar la comprensión del planteo teórico. En la práctica nunca sucede que se pierda o se gane todo el control sobre todo los recursos. Generalmente sucede que se pierde en unos y se gana en otros, hay matices. No es todo blanco y negro.

Ahora bien, que se hayan definido esos 2 conjuntos –oligarquía y pueblo- no significa que la realidad presente en todo tiempo y lugar una lucha entre ambos, como dos ejércitos puros que siempre coexisten estáticamente y se enfrentan en batalla.

Ello no puede ser así de simple por dos razones:

La primera razón es que siempre las 2 voluntades contrapuestas, como sostenía JDP, en este caso la oligarquía global y los líderes del pueblo, mueven una masa contra la masa del otro y, en esa lucha, cada uno intenta disminuir la masa que mueve el oponente y acrecentar la propia.

Por lo tanto, la realidad es una dinámica donde se mezclan permanentemente las masas, al cambiar de un bando al otro y viceversa según la capacidad de maniobra de cada polo y el resultado de las batallas entre las dos voluntades en lucha.

Esta lucha, sin embargo, es muy asimétrica, puesto que, por ej., la clase popular y sus líderes es local mientras que la clase oligárquica es global, lo que quiere decir que el aparato de poder y recursos que posee una minoría oligárquica a nivel imperial se pone al servicio de conseguir una mayoría cuantitativa en el escenario local donde quiere mantener el dominio o, en su defecto, debilitar la mayoría de su oponente nacional-popular.

Pero, a veces, en alguno de esos escenarios locales, surgen de las filas de los desposeídos liderazgos que desafían ese poder al intentar usar el gobierno del Estado local para conformar un Estado Nacional que le pueda sacar el control de los resortes y recursos fundamentales a esa oligarquía imperial.

Aquí entramos en la segunda razón. Esa oligarquía imperial, que basa su poder en el control de los resortes y recursos fundamentales, es una minoría cuantitativa absoluta respecto a la población mundial desposeída de los mismos. Como es una minoría muy pequeña, se ve obligada constantemente a operar para mantener el control en los escenarios locales de su Imperio. Eso es lo que sucede, por ej., en EE.UU., donde perdió parte del Ejecutivo a manos de Trump, y opera constantemente en su gabinete, sobre el Congreso y el Depto. de Justicia, a través de las agencias de inteligencia locales y extranjeras, medios masivos de comunicación, etc.

Sin embargo, mientras el desafío al poder de esa oligarquía imperial no se produzca, el pueblo no existe (en acto, aunque sí en potencia, como "masa"), puesto que lo definimos como su capacidad de conformar un Estado Nacional que ponga los resortes y recursos fundamentales a su servicio. Mientras no tenga esa capacidad, no existe (en acto). Solo existe el dominio oligárquico global en el Estado local, que será un Estado oligárquico (dominado por la oligarquía global), no un Estado Nacional (dominado por el pueblo).

En este marco teórico que planteo, cuando domina la oligarquía global, no existe una burguesía nacional más que descriptivamente hablando, ya que las clases sociales solo pueden ser nacionales cuando funciona un Estado Nacional, sino no pueden serlo.

Por ejemplo, en el caso de Argentina durante la última experiencia “neoliberal” de Macri. En los ministerios de hacienda y finanzas en todos y cada uno de los puestos clave, la mayoría de los funcionarios pertenecían al JP Morgan, HSBC, etc., todas instituciones bancarias pertenecientes a la oligarquía global. No estaban los del Banco Credicoop que fundó Heller, ni los de Grobocopatel, ni los del grupo Clarín, en esos puestos clave, por dar ejemplos de empresarios locales.

Durante el lapso que duró esa experiencia, mientras quebraban miles de burgueses locales (víctimas de las políticas tarifarias, comerciales y financieras de ese gobierno) se contrajo una deuda fenomenal, cuyo acreedor más importante es el fondo de inversión más grande del mundo Black Rock. No hace mucho, la Reserva Federal (RF) de EE.UU. contrató a ese fondo para administrar los bonos del gobierno. Es uno de los receptores del dinero a tasa 0% emitido por la RF. Con ese fondo de inversión, cuya cartera de inversiones equivale a varias veces el PBI argentino, el gobierno argentino tuvo que renegociar la deuda contraída bajo el gobierno de Macri.

Es claro, a la luz de este ejemplo, que en el Estado se realizaban los intereses de la oligarquía global, a través de sus soportes locales, los cuales medran en tanto juegan en ese papel.

Entonces, esa lucha entre los pueblos y las oligarquías globalistas, no existe siempre en acto, porque las “masas” no siempre tienen la capacidad de ser “pueblo” (diferenciación muy lúcida que hacía JDP), es decir, de darse líderes con una orientación al Estado Nacional, pero sí existe siempre en potencia, porque mientras exista la estructura objetiva que hace a unos amos (oligarcas que controlan los resortes y recursos fundamentales) y a otros esclavos (masas desposeídas de los resortes y recursos fundamentales), siempre existirá la posibilidad de que éstos últimos quieran cambiar su destino.

Y la posibilidad y probabilidad de esos cambios vienen, generalmente, de la mano de crisis graves que son intrínsecas al dominio normal de la oligarquía imperial.

Las crisis como punto de inflexión. Ruptura del dominio normal oligárquico.

El dominio normal de la oligarquía global lleva inexorablemente a crisis muy graves. La causa de las mismas reside en las premisas que adopta la administración de su sistema para funcionar en el mundo.

El libre comercio, la libre movilidad de los capitales, la deslocalización productiva para aprovechar países con mano de obra barata, en el plano económico, por un lado, y, por otro lado, la doctrina geopolítica, el intervencionismo (“humanitario”, Tony Blair dixit), los cambios de régimen, generan, como resultado general, especulación financiera irracional, inestabilidad política, incertidumbre económica, guerras geopolíticas y crisis financieras.

Estas son las consecuencias a nivel mundial de las premisas y método oligárquico cuando domina a sus anchas. Pero por qué la responsabilidad de los que ocasionan estas consecuencias queda más o menos encubierta?.

La respuesta es que las crisis globales no tienen otra forma de manifestarse que a través de las diversas localidades (México ’94, Brasil ’97, Rusia ’98, Argentina 2001, EE.UU. 2007/8, etc.). Esto significa que son crisis “en” las localidades no “de” las localidades, del mismo modo que las grietas en una represa son signo de una falla estructural de la represa misma.

Cada escenario local procesa políticamente esas crisis de acuerdo a su propia historia y las particularidades de su propia conformación social (Argentina 2001, EE.UU. 2007/8, GB, Grecia, España, Italia, etc.). Algunos lo hacen más rápido, otros más lento.

En líneas generales, Lula en Brasil, Putin en Rusia, los K en Argentina, Trump en EE.UU., Boris Johnson en Reino Unido, no pueden entenderse, de manera desvinculada del modo en que la crisis sistémica global (administrada por las combinaciones oligárquicas) se manifiesta en secuencia y puntualmente en cada escenario local.

Es por eso que la realidad política, económica y social mundial no puede explicarse en forma parcelada. La parcelación es el producto de la didáctica, no de la estructura de aquello que queremos explicar. Es por ello que es mejor pensar en términos de singularidades de una totalidad y no de ésta como resultado de la suma o amalgama de sus partes.

Ahora bien, cuando suceden las crisis, las oligarquías saben que sus personeros locales quedan desacreditados y, por lo tanto, saben que se generarán reacciones. Lo que intentarán es combatir esas reacciones en la medida que supongan el germen de tendencias orientadas a recuperar la soberanía. En cada lugar, se cristalizará de una manera particular el resultado de esas luchas. Habrá más o menos componendas y transacciones, o más o menos rupturas o grietas.

Para despejar malentendidos (II). ¿Existen los “poderes locales”?.

Ahora bien, es natural interrogarse qué papel juegan, en dicha disputa, los “poderes locales”? ¿Existen los poderes locales?.

Respuesta: depende.

Siguiendo la lógica de las propuestas teóricas que planteo, un poder local solo existiría si se conformara un Estado Nacional, en caso contrario no existiría.

Se podrá decir: y el grupo Clarín?, no es un poder local?. Sí, en términos descriptivos. Pero, en términos teóricos, solo podría serlo si fuera parte de un Estado Nacional. Pero no lo es, porque es parte del oligarquismo global, cumpliendo la función de ser su vocero y de medrar haciendo eso.

Lo mismo se puede decir de otros actores, la famosa “burguesía nacional”, por ej., la que solo existe siempre en la literatura marxista y afines.

Sin embargo, la burguesía nacional solo puede existir como efecto de un Estado Nacional. Si no hay soberanía, no hay burguesía nacional. Lo que hay es un soporte (un burgués con dni nacional) de la estructura oligárquica global, es decir, un soporte local del Imperio global.

Aquí las personificaciones (Magnetto de Clarín, Grobocopatel, etc.) son anecdóticas. Cuando funciona un Estado Nacional las funciones de los medios de comunicación o de la producción de soja son diferentes a cuando no funciona. Es probable que, en el primer caso, cambien las personificaciones. Pero eso no significa que hay que luchar por cambiar las personificaciones, hay que luchar por cambiar al Estado, haciéndolo Nacional, porque es la única agencia que puede proteger y servir a los intereses del pueblo ante los ataques de las oligarquías globales. El sujeto del Estado Nacional es el pueblo. Cuando no es Nacional, el sujeto es la oligarquía global, y las personificaciones son soportes del Imperio en el escenario local.

El Estado Nacional es un Estado lleno de los intereses del pueblo que es el sujeto que lo hace su objeto. El Estado oligárquico está vacío de intereses populares y lleno de intereses oligárquicos globales, por eso es el objeto del sujeto oligárquico.

La historia de la humanidad no es la historia de la lucha de clases en torno a la propiedad de los “medios de producción” o los “capitales” a lo Marx. Es la lucha de los pueblos contra las oligarquías globales en torno al control de los resortes y recursos fundamentales. Es el Imperialismo vs. Estados Nacionales (con las salvedades señaladas en malentendidos I).

Despejando malentendidos (III). ¿Qué modelo de humanidad?.

Sería lógico preguntarse ¿qué modelo de relaciones de los asuntos mundiales es una alternativa al modelo oligárquico imperial?. ¿Cómo se gestiona un mundo libre de la dominación imperial y basado en Estados Nacionales soberanos?. ¿No existirían peligros de desfasajes nacionalistas y rivalidades que condujeran a guerras?. ¿Acaso el nazismo y el fascismo no fueron nacionalismos?.

Aquí, para despejar los supuestos que hay detrás de esas preguntas, tenemos que enseñar un poco de historia de verdad, cruda, sin eufemismos ni artificios.

Una nación, para que sea tal, no es suficiente que tenga un nombre, un territorio y gente viviendo allí. Debe tener soberanía, sino no es una nación. Me refiero aquí a la soberanía real no nominal. La soberanía nominal no es soberanía real.

Recordar que en las definiciones que propuse, un Estado Nacional (o sea soberano) se caracteriza por su dependencia de los intereses de las clases populares que lo sostienen y su autonomía e independencia respecto no solamente a otros Estados sino también y fundamentalmente frente a las oligarquías globalistas. Si no se cumple tal requisito solo habrá soberanía nominal, no real, lo que implica exposición a la dominación oligárquica globalista. Un Estado soberano nominalmente, no controla los resortes y recursos fundamentales, por lo tanto es oligárquico, no nacional.

Recordar que también sostuve que el Imperio, cuyos soportes son esas oligarquías globales, no consta de nacionalidades reales (sí nominales), puesto que el Imperio es una estructura global (no tiene nacionalidad real) que distribuye a los individuos-agentes mundiales en oligarcas/masas populares según tengan control o no de los resortes y recursos fundamentales.

También aquí, las personificaciones de los oligarcas y sus nacionalidades nominales son anecdóticas. Los hay de origen británico, alemán, francés, holandés, americano, etc. Pero eso no significa que por su origen nacional trabajen para los “intereses de sus países”. Solo significa que los oligarcas también tienen una génesis histórica, como cualquier cosa la tiene.

En el mundo actual, y desde hace varias décadas, tienden a predominar las combinaciones oligárquicas de origen angloamericano, lo que no significa en absoluto que Inglaterra y EE.UU. predominan en tanto naciones reales (no nominales), porque si predominaran sus pueblos conformando Estados Nacionales, esas naciones serían soberanas y buscarían acuerdos con otras naciones soberanas, no tratarían de sojuzgar a las demás. Son las oligarquías las que sojuzgan, operando a través de Estados oligárquicos. Esos Estados tienen, en tal caso, una nacionalidad nominal, no real. Es por eso que, cuando se explican las guerras mundiales, por ej., hay que dilucidar la madeja de intereses que dominan por detrás de la nacionalidad nominal.

En esta perspectiva, las guerras mundiales no son consecuencia de rivalidades “nacionales”, esto es la literatura convencional. Tampoco son guerras “interimperialistas” como dice la literatura marxista y afines.

Las guerras mundiales son consecuencia de las actividades más o menos secretas y clandestinas del Imperio y las oligarquías que lo sostienen. Obvio que tienen que tener tal carácter porque cualquiera que se prestara a esas actividades no querría ser identificado como responsable de tales fines inconfesables y atrocidades. Cuando se borran las huellas de tales actividades (por ej., al escribirse la historia), queda como indicio la huella que deja la borradura misma. Sugiero para entender estas cuestiones la lectura de un artículo notable de Putin, publicado recientemente, con motivo del aniversario de la victoria en la II guerra mundial.

Generalmente, las motivaciones del oligarquismo globalista para orquestar las guerras son consideraciones de carácter geopolítico: la doctrina británica de “equilibrio de poderes” es el “marco teórico” de justificación. Cuando ellos perciben una amenaza potencial, o sea cuando ven que un país se desarrolla mucho con los métodos del Estado Nacional (proteccionismo económico, inversión en infraestructura, industrialización) y ese país hace acuerdos con otros Estados basados en principios parecidos, la geopolítica oligárquica interviene para meterlo en una guerra que lo debilite. Ejemplos, guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay en el s. XIX, o I guerra mundial contra Alemania a comienzos del s. XX.

También, y en otros casos, las guerras vienen como consecuencia de ayudar a la instalación de regímenes totalitarios (nazismo o fascismo) a fin de prevenir y desviar la conformación de un Estado Nacional como respuesta a la crisis mundial.

Luego del crack financiero de 1929 y la crisis de la década de 1930, la entronización de Hitler en Alemania, luego de que perdiera 2 millones de votos en la elección de fines de 1932, fue ayudada por la oligarquía financiera angloamericana (Prescott Bush, Harriman y sus relaciones con Fritz Thyssen en la década de 1920 en Alemania; Montagu Norman, gobernador Banco de Inglaterra). Esos manejos de la geopolítica oligárquica llevaron a la II guerra mundial.

Para la misma época, F. D. Roosvelt en EE.UU. se dio cuenta de esos manejos, y se opuso firmemente a ellos, y por eso fue odiado por esa oligarquía, pero no por el pueblo que lo eligió en 4 oportunidades en elecciones limpias. Fue el único presidente de la historia reelecto 3 veces. Luego de lo cual, el establishment se dio cuenta de lo pernicioso para sus intereses que un líder nacional y popular durase tanto en el cargo, entonces modificaron la Constitución y solo permitieron una sola reelección.

Las guerras, entonces, las actúan los países pero las orquestan los oligarcas. Como las actúan masas de los países contra las masas de otros países es mucho más fácil culparlos, bajo el pretexto de las "rivalidades nacionalistas" no solo de los dirigentes sino de las masas. Los oligarcas tiran la piedra y esconden la mano detrás de los países.

Propuesta para sentar las bases de la formalización de las proposiciones teóricas.

RRF: Resortes y Recursos Fundamentales.

MDP o C: Medios de Producción o Capitales.

I: Imperio o Imperialismo.

E. N.: Estado Nacional.

L.: Localidades o escenarios locales.

ELO: Estado Local Oligárquico.

O.: Oligarquías.

M.: Masas.

P.: Pueblos.

D.O.: Dominación Oligárquica.

D.P.: Dominación Pueblos.

LDC: Líder de Conducción.

  1. Existencia de RRF definidas como plataformas que permiten direccionar el proceso económico, político, ideológico, científico y tecnológico de las sociedades. Son el producto de combinaciones específicas de MDP o C en las instancias económicas, políticas e ideológicas, generando propiedades y efectos que no se pueden hallar al nivel de análisis de los MDP o C considerados aislada y abstractamente.