Una de las pocas cosas o la única cosa verdadera que dijo
Milei en Davos es aquello de que “Occidente está en peligro”. Esto es
sintomático de lo que en realidad pasa a nivel mundial.
Son las oligarquías occidentales que perciben o “sienten”
que el sistema que construyeron a lo largo de más de 55 años está a poco de
sucumbir.
Obvio que ellas racionalizan y no reconocen que el proceso
de crisis que aqueja al sistema en sus formas monetarias, financieras,
comerciales y geopolíticas es intrínseco a las premisas en que dicho sistema
descansa.
En lugar de reconocer esto, le echan la culpa a las “autocracias”
rusa y china que no respetan el “orden basado en reglas” (sic).
La gente sensata del mundo se da cuenta del curso de
colisión que lleva el tren angloamericano. Algunos, los más avanzados, hace
rato que saltaron de ese tren y construyeron otros medios de viajar en otra
dirección. Los menos avanzados, a instancias de los más avanzados, tratan de
organizar una salida más o menos ordenada en la próxima estación, antes de que
sea demasiado tarde. Estas son las preocupaciones que, a nivel mundial, tiene
la gente y los gobiernos sensatos, sean de África, Asia o América Latina.
La gran mayoría del mundo, que cuantifico en torno al 75% de
la población mundial, está dentro del camino de la sensatez. Sin embargo existe
un 25% que, lamentablemente, no. Siendo un poco optimistas, quizá la mitad de
ese 25 % tengan dudas acerca del camino angloamericano.
Lamentablemente, la otra mitad, unas mil millones de
personas están siendo llevadas al desastre con su propio consentimiento. Sería
bueno que este porcentaje se reduzca bastante porque le quitaría aún más margen
de maniobra a las oligarquías angloamericanas y sus lacayos.
Obviamente, esas oligarquías a predominio angloamericanas,
no aceptan esto porque creen que, si sigue ese desarrollo a nivel mundial, su
propio poder e influencia menguarán.
En consecuencia, hacen todo lo posible por provocar
trastornos geopolíticos que impidan (en su creencia) que otros actores crezcan
en influencia si tal dinámica continúa.
Me refiero, cuando digo dinámica, a que tanto Rusia como
China están absolutamente unidas en generar un movimiento mundial internacional
centrado en el desarrollo de los pueblos y las naciones. Hacen esto porque
tienen líderes de conducción que comprenden muy bien el juego occidental
angloamericano y el peligro que ese juego representa para la existencia y la
identidad de sus propias naciones.
Por suerte para el mundo actual, Putin y Xi son personas que
siguen principios superiores de gobierno que no pierden de vista nunca que la
única legitimidad para gobernar es el bienestar del ser humano. Si este no
fuera el caso, quizá el mundo hace rato hubiera sido destruido o autodestruido.
Esta dinámica mundial incide en el pensamiento de los
oligarcas occidentales considerados individualmente o en sus combinaciones o
grupos. Algunos están aterrados no tanto por lo que hacen Rusia y China sino
por la locura de algunos de los propios socios selectos del club oligárquico.
Por ejemplo, a pesar de las tonterías que sobre Milei dice
Elon Musk, éste tiene clara conciencia de la insensatez de la política
occidental de Europa y EE.UU. contra China y Rusia.
Seguramente tienen otra idea distinta a la del Sr. Musk, el
sobreviviente de los hnos. Koch (patrocinador original que a través de sus
fundaciones engendró a Milei), los verdaderos dueños de Black Rock o Vanguard,
etc. No sería extraño, puesto que éstos últimos son los dueños de las empresas
de armas del complejo militar-industrial-financiero.
Esto ha pasado muchas veces en la historia. Cuando se agudiza
una condición crítica se producen clivajes y rupturas a nivel de las élites
donde antes había unión o, por lo menos, posibilidades de gestión del consenso.
El lado negativo de esto es la locura y el salto a la guerra
mundial. Estos son impulsos muy arraigados en el núcleo duro oligárquico y en
el ser humano. Antes de perder, muchos tienen la tentación de arruinar el
juego, lo que se dice comúnmente “patear el tablero”.
Sin embargo, hay veces que liderazgos muy especiales, evitan
lo que para otros es imposible de evitar o encuentran salidas que para otros
son imposibles de encontrar.
Ojalá algo bueno para nuestro país salga de esta interna
oligárquica. Si implosiona o se derrumba el sistema oligárquico por sus propias
contradicciones, quizá nos ahorremos sangre y violencia en nuestro propio país.
Si eso llegase a ocurrir, es posible que algunos de los que
consideramos hoy nuestros enemigos, estén de nuestro lado.
Cuando se cortan los hilos de la marioneta, ésta deberá
buscar su propia identidad.