martes, 23 de enero de 2024

Recuerdos del pasado y el paro con movilización de mañana. Temor por la represión y/o algún atentado y el caos.

Me vienen a la mente algunas imágenes que presencié en Plaza de Mayo e inmediaciones hacia fines de 1988 en ocasión de un paro y movilización de la CGT. Yo era muy joven, apenas veinte y poquitos años. Ya había participado en numerosas manifestaciones desde la última etapa de la dictadura (fines de 1981) cuando tenía 16 años. Pero nunca había visto lo que presencié en ese paro y movilización que fue en setiembre de 1988.

Vi cómo agentes de civil (probablemente de la SIDE de aquel tiempo) e, incluso, uniformados, cometían delitos (rotura de vidrieras, incitación al robo), con el único fin de generar caos y confusión para desprestigiar al movimiento obrero y al peronismo a la sazón opositor al gobierno de Alfonsín.

También vi cómo algún móvil de la TV montaba un espectáculo haciendo fogatas o incendios en la calle o en las veredas y las cámaras filmaban al ras del piso y en primer plano para distorsionar la magnitud del fuego que se mostraba por los canales estatales de TV.

Esto en medio de corridas, gases lacrimógenos arrojados con disimulo desde vehículos policiales, palos, etc., etc. Yo por suerte salí ileso, pero hubo muchos detenidos y heridos.

Esos sucesos me sirvieron para darme cuenta de lo fácil que es desnaturalizar una manifestación de protesta u oposición cuando algún poder estatal o paraestatal se lo propone.

En retrospectiva, veo aquél suceso como producto de la imbecilidad política de algunos personajes del entorno de Alfonsín con influencia en los aparatos de seguridad y en los medios de comunicación que utilizaron “mano de obra desocupada” de la época de la dictadura. Esa misma imbecilidad política llevó, unos meses después, a que militantes ex ERP tomaran el cuartel de la Tablada.

En el contexto político de aquel tiempo Menem, quien venía de una victoria espectacular e inesperada en la interna del peronismo contra Cafiero, era visto como un factor rupturista del statu quo, y el establishment local y global veía con malos ojos una potencial alianza con el “nacionalismo del ejército”, el cual tenía muy mala prensa.

Posiblemente, los años 88/89 fueron los años clave en los que el establishment pudo cortar de cuajo las ideas o “planes” o “proyecto” (medio en el aire) que querían reflotar una “alianza nacionalista” para dar una alternativa posible a la época posterior a Alfonsín. Todo se hizo para disciplinarlo a Menem quien se paseaba por el país como si fuera Facundo Quiroga redivivo.

La imbecilidad política de sectores del alfonsinismo radicó en que se dejaron manipular creyendo que eran ellos los que manipulaban. En otras palabras, sus intereses y ambiciones mezquinas facilitaron que sean cómplices de manipulaciones foráneas.

En los tiempos actuales la única restricción que tiene el establishment para manipular el escenario local argentino es solamente la crisis mundial que los condiciona. Por ahora no hay factores internos organizados que puedan neutralizar sus designios. El 45% de la población que votó en contra, más otro 5% que esté ya arrepentido de votar a favor, no son suficientes para neutralizar al establishment en el marco de un mínimo orden.

Mi temor es que desde organismos de seguridad estatal y paraestatal se hayan estado organizando y planificando atentados para el día de mañana. Estoy haciendo una suposición en base a la lógica política imperante. Ojalá no pasen más que las escaramuzas habituales con las fuerzas del aparato represivo en este tipo de manifestaciones. Ojalá que ni eso pase.

Pero es muy fácil, en la coyuntura actual, desnaturalizar la oposición y las manifestaciones de protesta de los perjudicados por las actuales políticas económicas. Aunque si bien no existen los agentes con experiencia del aparato represivo de la dictadura que siguieron operando bajo el gobierno de Alfonsín, está la ministra de seguridad P. Bullrich, quien ya tiene experiencia, por su desempeño bajo el gobierno de Macri, en lo relacionado con operaciones ilegales o clandestinas o paraestatales. Seguramente aprendió de las tácticas maquiavélicas y siniestras del FBI estadounidense.

No veo otras alternativas del establishment. Si deja que la oposición crezca se puede convertir en alternativa política de salida al actual experimento “libertario”; sino, tienen que seguir a como dé lugar, para lo cual tienen que lograr producir una dinámica de violencia o enrarecimiento de la política a fin de neutralizar a la oposición. 

Quizá si la manifestación del miércoles es muy masiva genere precauciones en el establishment y pongan pausa momentánea en sus planes.

Es un círculo vicioso y la tentación es salir por medio de la violencia. Hay que tener dirigentes muy capacitados para navegar en estas aguas sin hacerle el juego a esa tentación.

Pero siempre hay que tener claro que, si se desata la violencia a partir de mañana o después, siempre es instrumentada e instrumentalizada por intereses foráneos, aunque sea operada por personajes locales u adopten la apariencia de disputas internas.

Los intereses foráneos son siempre los que diseñan el escenario para que los actores nativos se suban a él y actúen.

Hay que dominar bastante las emociones, porque la ira y la bronca son malas consejeras y le hacen el juego a los intereses que nos quieren hundir. Necesitamos dirigentes que sientan profundamente el drama del pueblo pero que, a su vez, tengan la cabeza lo suficientemente fría como para eludir daños innecesarios.

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