viernes, 26 de mayo de 2023

“Nunca fui de ellos. … Yo soy del pueblo”: el poder simbólico y emocional del liderazgo.

Algunos analistas e intelectuales -incluso peronistas- a los que les gusta aparecer como “neutrales” y desapasionados, y que presumen de haber alcanzado cierto nivel intelectual que les permite captar matices en su infinita complejidad, viven el día a día en forma “indiscriminada”, indistinta, como si el tiempo solo fuera una sucesión interminable de lo mismo. Algo así como el “eterno retorno”.

Si bien Cristina no es líder de “conducción” (ver JDP), su liderazgo es una suerte de maldición no solo para el establishment sino para los del palo propio. Y ello por diferentes razones.

Parafraseando a un ideólogo muy importante que tuvo el peronismo histórico “CFK es el hecho maldito del país oligárquico”.

Ya dije en una ocasión que, si no fuera por la existencia de Cristina, la realidad hoy sería como la década del ’90 pero en su versión comedia.

Esa década causó estragos en toda una generación de militantes y de dirigentes políticos. Esos estragos fueron económicos, políticos, ideológicos, sociales y culturales. Se aceptaron como normales cosas absolutamente perversas. Se quiso convencer a todos los demás de que lo perverso era en realidad normal.

Sin embargo, Cristina, fue una de las pocas que salió indemne de esa segunda década infame. En estas cosas debe haber como una suerte de “marca de nacimiento” que prefigura el destino de las personas. En algún momento lo denominé “obstinación estratégica”. Si la Argentina todavía tiene esperanza es por ese factor subjetivo que anida en esta mujer.

Esto puede sonar increíblemente exagerado para algunos: que un país todo, formado por millones de personas, dependa de la subjetividad de una sola persona.

Sin embargo, es exagerado para los que no comprenden ni la historia ni el papel de los liderazgos individuales en los cambios históricos.

JDP era muy certero cuando decía que la calidad de las organizaciones depende de la calidad de sus dirigentes. Y, por extensión, la calidad de un pueblo depende de la de su liderazgo. Es que no puede ser de otra manera, porque lo que produce los cambios que conducen a mejorar las condiciones materiales y espirituales de los seres humanos son la capacidad creativa de los líderes, de su tenacidad y capacidad tanto en la concepción como en la ejecución. Y esos atributos o cualidades son de personas, no son de instituciones o instancias impersonales.

Por más consolidada que esté una institución u organización cualquiera sea, su valor residirá en las personas que la conduzcan. Por eso JDP insistía tanto en la formación política, la cultura política y el cultivo de las virtudes personales. Al final de todo, lo que desequilibra la balanza es esto, no la ideología.

Los líderes de conducción logran armar plataformas muy grandes sobre las cuales los individuos y agrupaciones tienen una amplia libertad de movimientos, pero la dirección de la plataforma misma es responsabilidad exclusiva del líder de conducción.

Todo ocurre como si el líder de conducción habitara en dos geometrías distintas, mientras que el resto de las personas solo habitan en una.

En efecto, una geometría es el arriba, abajo, derecha e izquierda de los que están sobre la plataforma. Direcciones que son consideradas en términos absolutos porque no pueden ver la dirección de la plataforma misma. En cambio, para el líder de conducción esa geometría es relativa puesto que él o ella están viendo también las coordenadas sobre la que se mueve la plataforma misma que ha creado, que no son las mismas coordenadas que ven las personas que se mueven sobre ella.

Al líder o a la líder de conducción le interesa que los múltiples movimientos de las personas y agrupaciones sobre la plataforma queden subsumidos en el movimiento general de la plataforma misma, movimiento cuya dirección está orientada por el liderazgo.

No es casualidad que el peso de las palabras en boca de Cristina sea muchísimo mayor que en boca de cualquier otro. No es suerte tampoco (bueno, quizá un poco) ni magia.

Es su “obstinación estratégica” y el coraje de afrontar el pagar el precio necesario (hasta con la propia vida) lo que hace que su palabra pese tanto. Es decir, es la capacidad de concepción y de acción de esa persona lo que hace que sus palabras tengan poder. En última instancia la inmortalidad (quedar en la historia para siempre) se trata de esto.

Si el mundo todavía avanza en algún sentido positivo o si existe todavía la esperanza es por esta clase de personas. No importa donde nazcan o de donde sean.

El liderazgo y la capacidad de conducción son un dato de la naturaleza humana. Está en potencia en el ser humano y no existe ningún poder unilateral económico, militar, psicológico, ideológico o científico que pueda hacer desaparecer esa potencialidad, esa cualidad de la naturaleza humana.

Pueden matar a la persona que lo hace acto, pero no pueden cambiar la naturaleza humana que lo porta en potencia.

Por eso el poder oligárquico nunca es omnímodo. Puede haber épocas en que campea más a sus anchas. Pero siempre está la posibilidad de que surja el liderazgo de conducción que pone en evidencia las limitaciones de ese poder.

Es por eso que el poder oligárquico está cómodo con las masas sin liderazgo y muy incómodo con las que logran darse liderazgo, logrando la transformación de masa en pueblo.

jueves, 18 de mayo de 2023

Cuestión de vida o muerte. ¿Vamos a dejar que experimenten con Argentina?.

Todavía hay mucha gente entre los peronistas y progresistas que no entienden del todo lo que se juega nuestro querido país durante las próximas semanas.

Esta no es una elección más o una campaña electoral más. Lo que está en juego es cómo se reconfigura la Argentina en función de las relaciones que mantenga con el mundo que se está formando. “El futuro ya llegó”, como dice una conocida canción.

Esa reconfiguración va a depender mucho del tipo de gobierno que se tenga y de cómo va a intervenir en el Estado y, éste, cómo va a intervenir en lo económico y lo político, no solo en el plano interno sino, también, en el internacional o mundial.

Es un error que se paga caro experimentar la coyuntura mirando el pasado por un espejo retrovisor. Los acontecimientos del pasado nunca se repiten. Ni la dictadura militar, ni la dolarización, ni el peronismo histórico, ni nada se repite.

Lo que sí se puede “repetir” son los principios en que se basan los pensamientos y las ideas y los procesos históricos a que den lugar. Pero no los acontecimientos.

En las próximas elecciones no hay que enfrentar a neoliberalismo alguno. El neoliberalismo ya no existe.

A ver si queda claro esto. Para entender esto se necesita el pensamiento teórico bien entendido. Sino no se puede comprender.

El “neoliberalismo”, más allá de toda la cháchara académica, es una alternativa de la práctica política oligárquica global. Para entender qué es la oligarquía global o imperial ver mi post del 19 de agosto de 2020 y las proposiciones 1. y 2. a).

Las combinaciones oligárquicas utilizan al neoliberalismo durante su “dominio normal”, o sea cuando, por ej., las recomendaciones del Consenso de Washington se implementan en diversas localidades hasta la crisis. Si la crisis la pueden administrar más o menos bien entonces pueden reconducir al dominio normal. Si no la pueden reconducir, el dominio normal se termina porque la crisis la administran otros actores nuevos porque los que condujeron a la crisis están muy gastados y desacreditados.

Mientras esos actores nuevos no marchen con decisión rumbo a la constitución de un Estado Nacional soberano, la práctica política imperialista puede mantener aún la alternativa “neoliberal” aunque sea como apariencia. Cuando ven el peligro de la consolidación del Estado Nacional soberano, esa alternativa neoliberal lisa y llanamente se termina y empiezan a recurrir a otra cosa.

Me atrevo a afirmar que ni siquiera en las elecciones del 2015 nos enfrentamos a la alternativa neoliberal de Macri. Macri mantuvo esa fachada solo para disimular y engañar a la población para ganar las elecciones. Muchos intelectuales progresistas se comieron ese engaño y hablaron de una “derecha moderna”, democrática, bla, bla, bla.

Ahora ya no necesitan disimular más por la sencilla razón que la alternativa neoliberal ya no existe porque las combinaciones oligárquicas que dominan o pretenden dominar en Argentina y de las cuales dependen los Milei (ex hnos. Koch), Patricia Bullrich y Macri (fondos buitre, fondos de inversión y Bancos angloamericanos, etc.), están recurriendo a la alternativa neofascista.

Esta alternativa neofascista es la que suelen usar en las grandes crisis mundiales, como la que ocurre desde hace varios años. A medida que se agudiza la crisis monetaria, financiera y geopolítica de las oligarquías a predominio angloamericanas, más a un lado dejan el neoliberalismo y más utilizan el neofascismo.

La razón de esto es que ya no apuestan a volver atrás. El lawfare, la guerra militar y el neofascismo son instrumentos que ellos ven como más convenientes en condiciones de crisis sistémica como para desgastar a los rivales y evitar que eventuales salidas soberanas den resultado. De esta forma evitan que Estados Nacionales soberanos se constituyan en alternativas viables a la crisis y, en el ínterin, esas oligarquías pueden continuar medrando y aprovechándose de la situación.

El debate sobre si dolarización no o sí, si privatización no o sí, etc., no tiene sentido alguno, porque lo único que les importa a ellas es garantizar la continuación del saqueo en condiciones de caos, inestabilidad e, incluso, guerra. Es un juego que ya conocen y lo practican desde hace mucho tiempo.

Si las fuerzas que pivotean alrededor de Cristina más todos los aliados habidos y por haber no ganan las elecciones y el resultante es un gobierno totalmente ajeno, hasta en una guerra con Bolivia o Paraguay nos pueden meter. Hasta resulta preferible que cualquier operación del Ministro de Defensa para modernizar las FF.AA. se postergue para después de las elecciones, no sea cosa que, si se pierden, los elementos de guerra que se adquieran sean usados por el nuevo gobierno resultante contra alguno de nuestros hnos. latinoamericanos.

Este es el estado de cosas, aunque no se crea o les resulte exagerado a mucha gente.

Ya lo dije muchas veces en este blog. Una vez que prende el neofascismo, es muy difícil de erradicar porque interpela emociones de las personas que sobreviven en permanente “insatisfacción” porque los ingresos no les alcanzan. Este es el caldo de cultivo del que surgirá la movilización neofascista financiada por personeros de personeros de los oligarcas.

Cristina y Axel K. deben hacer la campaña nacional. Bien sabe Axel que no sirve de nada reelegir en Provincia si en la Casa Rosada está Milei o P. Bullrich.

No importa que Cristina no sea candidata ni que Axel K. no sea candidato fuera de la Provincia de Bs. As. Ellos tienen que estar en todos los actos de campaña y hablar de las condiciones nacionales en que sería factible que los habitantes de todas las Provincias mejoren económicamente.

Los objetivos del próximo gobierno son defender al país con uñas y dientes de los intentos de depredación que sobre el litio, los hidrocarburos y los agroalimentos querrán hacer las oligarquías financieras angloamericanas; y mejorar sustancialmente las condiciones de vida materiales y espirituales de 20 millones de personas.

Estos son los objetivos. Los medios son muchos y diversos.

Los dólares no se comen ni sirven de ladrillos para construir viviendas. Basta de una vez por todas con esto. La “escasez de dólares” (que no la hay porque las balanzas comerciales de los últimos 20 y pico de años fueron superavitarias) no tiene ya más importancia. Solo tiene importancia para el que no hace nada ni intenta hacerlo para no arriesgarse. Solo tiene importancia para los que viven en ese laberinto. Tratar de arreglar algo con las personas que viven dentro del laberinto (sea de este país o de otros) es absolutamente inútil.

Holaaaaaa: el 75% del mundo quiere desdolarizarse (!!!!). Holaaaaaa. Hay alguien ahí … (?!). ¿Qué nos impide realizar proyectos industriales que generen empleo con esa parte del mundo?. Nada, fuera de la impericia, la cobardía o la mediocridad.

Aunque podría decirse que la crisis de la Argentina es la otra cara de la crisis de liderazgo de “conducción” de Cristina, ella sigue siendo la líder y es el emblema que representa la causa del pueblo y de la patria. Ella va a seguir siendo fiel a la causa por el resto de su vida.