jueves, 28 de diciembre de 2023

No se termina de entender del todo quién es el sujeto del cambio de régimen (el objeto ya se sabe, somos nosotros).

Ver acá:


A ver de qué modo explicarlo. A veces siento que doy vueltas y vueltas y me parece insuficiente. Pero no se puede decir esto de una manera que no se diferencie tajantemente de las nociones habituales, sobre todo “progres”.

Atrás de la embestida por el cambio de régimen no está Milei, ni los estudios jurídicos de las grandes empresas locales e internacionales, ni la llamada “derecha argentina”, ni MM, ni Magnetto, ni Roca, ni Eurnekián, etc., etc.

Por más que hayan redactado ellos el DNU, no son el sujeto del cambio de régimen. Esto es lo que hay que entender de una buena vez. El poder NO reside en Argentina. Es un poder global. Es un poder Imperial. ¿Se entiende?. Que haya apariencias de poder no significa que sea el poder.

Se me dirá: “pero son corporaciones multimillonarias de empresarios argentinos”. Yyy?. ¿No se dan cuenta que todas tienen sedes extraterritoriales en paraísos fiscales?. Eso no es solamente una forma unilateral e individual de eludir impuestos. Es una forma de dependencia del sistema financiero global legal o en las sombras. Es una cooptación de los excedentes. Los métodos y esquemas de fuga de capitales que ofrecía el JP Morgan u otros Bancos, descriptas por Hernán Arbizu en su momento, son también formas de cooptación.

La clase dominante en ese sistema global no es MM, Rocca, etc., todos los nombrados más arriba, sino oligarquías a predominio financieras y angloamericanas, que disponen, en forma combinada, de resortes y recursos en órdenes de magnitud incomparables.

Esas oligarquías ejercen una dictadura despótica sobre todas las figuras locales del mundo. Si la ejercen sobre, por ejemplo, el empresariado industrial alemán, a los que obligan a cambiar insumos energéticos baratos por otros mucho más caros, imagínense qué fácil es para ellas ejercerla sobre los “burgueses argentinos”.

¡Entiéndanlo de una vez!. Los burgueses argentinos están bajo un yugo despótico. La única diferencia con el resto del pueblo es que a ellos les permiten (mientras que a todos los demás no) medrar con algunas migajas (que a nosotros nos parecen “gigantescas”) por razones funcionales y de control en la localidad. Son esclavos con guante blanco por conveniencia de los foráneos. Todos los demás somos simplemente esclavos.

Esos burgueses locales (“argentinos”) no pueden correrse de su función ni un milímetro porque serían desbancados por medios legales o ilegales.

Me imagino a un secretario del subgerente de BlackRock escuchando a algún izquierdista o marxista argentino diciendo que MM o algún "burgués nacional" es un “socio” o un “socio menor” de ellos. Se reiría bastante el hombre.

Para la clase dominante que son combinaciones oligárquicas del imperio, somos todos esclavos, con una distinción que es secundaria para ellas. Para nosotros será una distinción “enorme” entre una persona del pueblo y MM o Rocca o el que sea, pero para los oligarcas globales la única importancia que tiene esa distinción es que les facilita la tarea en la localidad. Nada más. No hay “interdependencia”, “sociedad”, “intereses complementarios”, ni nada de eso. Es simplemente una dictadura de carácter privado. Algunos pueden medrar y no serán aplastados y la mayoría restante son aplastados.

Siempre fue así esto. Cuando en febrero de 1946 JDP lanza la consigna “Braden o Perón”, está sintetizando todo ese trasfondo. No dijo un político o empresario argentino o Perón, dijo “Braden o Perón”.

Las oligarquías globales piensan sacar gratis miles de millones de dólares y recursos durante 2024. Bueno, los burgueses locales pueden medrar un poco con eso si facilitan la tarea de saqueo.

¿Es tan difícil de entender?. No es tan difícil. Es fácil.

Los otros que facilitan son los chiflados “políticos”. P. Bullrich (que en su juventud intervino en acciones que condujeron al asesinato de su propio tío) y Milei, que es la personalidad ideal para la manipulación: inestable, fanático y dogmático.

Muchachos y muchachas, esta es la situación.

Se vive un proceso muy trágico que puede tener consecuencias horribles. Hay que tratar de pensar con nuestra propia cabeza. No es útil repetir frases hechas o hacer deducciones de axiomas progres.

Lo esencial (y la verdad, agrego yo) es invisible a los ojos. El poeta tenía mucha razón. Por lo tanto, no queda otra que pensar con la mente y mirar con los ojos de la mente, porque, de lo contrario, vamos a ser engañados continuamente, no solo por el adversario que nos ve como enemigos, sino por nuestros propios compañeros, aunque sea sin intención.

Si queremos salvar a la Argentina, debemos liberarnos del sistema oligárquico imperial que es el sujeto que esclaviza a todos. Nadie puede ser libre en una Nación dominada por ese sistema.

viernes, 22 de diciembre de 2023

En búsqueda del pretexto o gran detonador.

Con la legitimidad de origen que tiene el gobierno no le alcanza para justificar el cambio de régimen. El 55,65% del balotaje no es todo apoyo a las políticas del gobierno, puesto que en una elección de tales características hay un porcentaje muy grande que vota contra el otro candidato, no “a favor de”.

Asimismo, el uso “normal” del aparato represivo contra las manifestaciones opositoras carece de eficacia en el marco de la disconformidad manifiesta de gran parte del país.

Tampoco creo que el gobierno disponga de tiempo para estabilizar la situación económica por los medios “automáticos del mercado”, cuando “cierren los números con la gente afuera”, en la creencia de que, finalmente, valorarán positivamente la estabilidad lograda y no protestarán y se la aguantarán.

Esto, que parecen buenas noticias, puede, sin embargo, presagiar cosas terribles, porque, ante la ineficacia de los medios “normales” para imponer el cambio de régimen y que la sociedad lo acepte, la presión es recurrir a los medios “anormales”, esto es fabricar y/o incentivar sucesos o acontecimientos violentos que justifiquen, ante la “opinión pública”, medidas drásticas institucionales y represivas.

Porque, para imponer el cambio de régimen, deben neutralizar las protestas generalizadas y la oposición de toda clase de organizaciones. Y, si los medios normales no dan resultado, recurrirán a expedientes más extremos: amenazas de bombas, infiltrados en manifestaciones que realizarán atentados, etc., etc.

La dinámica que a ellos les conviene es la que facilita que la violencia se realimente sola, generando divisiones en los sectores populares.

La tarea del movimiento nuestro es no pisar el palito, identificar y reducir a los infiltrados, denunciar sistemáticamente los planes de los servicios que pululan por varios lados. El peligro es muy grande si logran desatar la dinámica que les conviene a ellos.

A mi juicio, la resistencia debe ser pasiva y pacífica. No responder a provocaciones. Mantener la cabeza fría y contener las emociones. Tiene que haber una tarea de inteligencia propia de parte de los sectores mejor organizados del movimiento opositor.

En estos mismos momentos están sobornando a la cúpula de las FF.AA. y lavando la cabeza de muchos en las jerarquías de las fuerzas de seguridad. Hay que apelar al patriotismo bien entendido de los rangos medios y bajos de los integrantes de esas instituciones diciéndoles que el cambio de régimen que se intenta no es en beneficio de la patria ni del pueblo, que se sacrifica a la patria y al pueblo en aras de intereses extranjeros mezquinos e inconfesables. No debemos ser guardianes de esos intereses. Los patriotas como el General retirado Milani deben tener una voz destacada en esto.

No perder nunca de vista que los actores locales -sean políticos, gremialistas, economistas, empresarios, militares o fuerzas de seguridad-, al servicio del cambio de régimen, solo medran con su servilismo a los intereses extranjeros supranacionales. No son sectores dominantes, son sujetos sujetados, sea por debilidad de carácter, codicia, carpetazos, miedo, o lo que fuere.

Queremos, como oposición política, una Argentina soberana en cooperación con otros países soberanos que quieren el desarrollo económico y social de los pueblos porque el desarrollo, como sostenían Papas de antaño, era (y sigue siendo) el “nuevo nombre de la paz”.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Milei y Caputo solo hacen el trabajo sucio para que la Argentina se sacrifique.

Mucha gente politizada todavía no entiende que esos dos personajes son insignificantes para las personificaciones del poder oligárquico supranacional del cual aquellos dependen.

Ese poder necesita gente con pocas o ninguna cualidad moral o con defectos de carácter para que puedan ser manipulados con facilidad. El "poder" de estas personas es transmitido, no tienen poder propio, más allá de las apariencias.

No importa lo que piensen esos personajes de sí mismos, lo único que les importa es si son funcionales para su manipulación.

Para las facciones que actualmente dominan en el gobierno y parte del Estado en Argentina, Milei y Caputo son pequeños empleados en un lugar distante y "exótico". Los oligarcas financieros supranacionales sienten eso cuando tratan con estos personajes.

También sienten lo mismo respecto a los supuestos "grandes empresarios" argentinos. Los Rocca, Elsztain, Eurnekián, Magnetto, etc., son "empleados" con un poco más de rango, pero nada más. Estos empresarios que parecen "todopoderosos" a los ojos de la mayoría, sienten y viven bajo el dominio despótico de los dictadores globales. Solo tienen la facultad de medrar con los negocios de los oligarcas financieros globales. No pueden sacar ni medio milímetro los pies del plato.

Estos "empresarios argentinos" , bajo el yugo de tales oligarcas globales, no muestran a sus propios subordinados esa faceta: que son también esclavos aunque sea de guante blanco.

Esto contribuye a que se idealice y se mal pondere el poder de los empresarios locales.

Lo que la facción guerrera de las oligarquías angloamericanas necesitan es que Argentina contribuya con su cuota de sacrificio al pago de las guerras que ellos iniciaron e impulsaron y las que harán en el futuro si los dejan.

No es que Argentina necesita dólares. Ellos necesitan dólares, para lo cual iniciarán un gran saqueo. Obvio que también necesitan energía, alimentos, etc., los que intentarán obtenerlos gratis, por supuesto sin que se note mucho.

La realidad es al revés de lo que habitualmente se piensa. Argentina, su pueblo, es un recurso a ser exprimido. No importa cómo disimulen esto las autoridades locales. Eso es cosa de los locales y de su trabajo sucio. Para eso fueron puestos en esa posición.

Cuando se entienda esto se van a poder entender muchas otras cosas.

viernes, 1 de diciembre de 2023

Si se ignora la dinámica y algunas cuestiones teóricas relevantes podemos quedar inermes frente a los acontecimientos que vendrán.

Varias veces señalé, parafraseando a JFK, que “lo que sucede” es lo que se hace para que suceda. Las cosas no pasan solas. No existe tal cosa como el individuo solo que no puede hacer nada frente a acontecimientos y poderes que lo exceden. Eso es una sensación subjetiva. No existe una “mano invisible del mercado” o “leyes del capital” que gobiernan, sí existen manos invisibles y capitales que son cosas concretas y no entelequias.

Los autores de lo que se hace no son voluntades atomizadas, individuales, aisladas o relacionadas mecánicamente, sino que son conjuntos o agregados latentes que pueden manifestarse a través de determinadas figuras individuales.

Lo que sucede en el mundo no es una colección abigarrada de lo que sucede en cada localidad, en cada país. El mundo no es una agregación estadística de Estados o países. El mundo es un todo, es un movimiento que siempre va para algún lugar, cualquiera sea éste. Siempre fue así. Mucho antes del advenimiento del “capitalismo” y la globalización.

Si se ve flotar un corcho sobre el mar y se abstrae el mar, los movimientos del corcho parecerán erráticos, pero en realidad no lo son porque sus movimientos dependen de otros movimientos que no consideramos por haber hecho esa abstracción.

Con las localidades sucede parecido. Si abstraemos el mundo, que no es meramente, como habitualmente se dice, el “contexto” o el “marco”, los acontecimientos en los países nos parecerán erráticos, más o menos incomprensibles.

Ahora bien, esas voluntades a las que nos referíamos arriba siempre están posicionadas en relación, por ejemplo, no solo a los medios de producción (como pensaba Marx) sino también a los resortes y recursos fundamentales, los cuales son combinaciones que conforman plataformas (comerciales, financieras, monetarias, geopolíticas, entre otras). Los que están unidos a los medios de producción son burgueses y los que están separados son obreros. Pero los que están unidos a los resortes y recursos fundamentales son oligarcas y todo el resto que está separado de ellos, sean burgueses y trabajadores, son masas, que son la “materia prima” de las clases populares o el pueblo.

Los oligarcas son los únicos individuos-agentes que pueden producir acciones globales porque controlan los resortes y recursos fundamentales en multitud de escenarios. Los otros que también pueden hacerlo son las masas, pero solo en el caso de que se conviertan en clases populares, es decir, bajo liderazgo de conducción o de conjunto, y que puedan pasar a controlar ellas los resortes y recursos fundamentales. Esto significa que cuando existe un Estado Nacional soberano puede producir acciones globales en cooperación con otros Estados soberanos. Muchas veces insistí en esto porque si no se lo tiene claro, se confunde el Estado Nacional (que es soberano realmente) con el Estado oligárquico (que es soberano nominalmente, no realmente).

Esta es la verdadera dialéctica de lucha. El solo hecho de que haya poseedores de resortes y recursos fundamentales, por un lado, y desposeídos de ellos, por otro, abre la posibilidad de la lucha entre quienes quieran conservar esa posición (oligarquía) y entre quienes quieran cambiar eso (las clases populares o el pueblo). Esto no significa que siempre hay lucha. Solo significa que tal posicionamiento puede dar lugar a la lucha.

No hay que olvidar que la lucha que lleva al cambio de posicionamiento solo se puede ejercer bajo el liderazgo de conducción o de conjunto. Si no está este requisito esa lucha solo será reactiva, sin orientación y sin doctrina, como decía JDP cuando señalaba la distinción entre masa y pueblo. Solo en tal sentido la lucha de voluntades es entre el pueblo y la oligarquía.

Lo que pasa en el mundo. Encuadre teórico.

Pasa que existe un Imperio que ejerce una gravitación excesiva y perjudicial en todos los continentes. No es un país o un grupo de países. EE.UU. o los países que forman la OTAN, por ej., no son países soberanos, son países colonizados por oligarquías a predominio financieras y angloamericanas.

No es que en Alemania, por ej., hay una clase dominante que es soberana en su territorio. No. Hay clases locales que medran (algunas) o se perjudican (otras) con el dominio que ejercen las oligarquías supranacionales. Los problemas energéticos que perjudican a la industria alemana por seguir las sanciones contra Rusia y el apoyo militar a Ucrania, no los decidió el empresariado industrial alemán, los decidió la clase dominante oligárquica que no es el empresariado alemán.

En Inglaterra lo mismo y en EE.UU. también.

El complejo militar-industrial (Raytheon, L. Martin, Bae System, etc.,) es una organización oligárquica privada que usa y subordina al Estado británico o al Estado norteamericano. Los dueños de las empresas que fabrican armas son individuos-agentes de Wall Street y la City de Londres (The Vanguard Group, por ej.). No es que era del Estado y fue privatizado. A fines de los ´50 o comienzo de los ´60 ya Eisenhower advertía a JFK sobre la peligrosidad de esa maquinaria privada que tenía excesiva influencia en el Estado.

Por lo tanto, no es el Estado inglés o estadounidense. El imperialismo es privado, pero está tan compenetrado con el Estado que parece que es algún Estado el que impulsa la guerra. Por eso es frecuente escuchar o leer acerca de EE.UU. como país imperialista, soslayando que no es un país soberano puesto que está dominado por intereses “especiales” u oligárquicos privados. A EE.UU., por más poderoso que sea, le caben las “generales de la ley”.

La única diferencia, en cuanto a esto, entre EE.UU. y Argentina es cuantitativa. Sin embargo, salvando esa distancia, ambos son países dominados por oligarquías supranacionales, las cuales son extranjeras en todos lados.

Es por ello que, no casualmente, cuando se habla tanto de la tan mentada “seguridad nacional” en realidad se encubre a la seguridad oligárquica que es la que se procura cuando sienten o perciben lo que ellos creen que podría ser una amenaza potencial o real.

Como señalé en no pocas ocasiones, el sistema global diseñado y regido por esas oligarquías noroccidentales, a predominio angloamericanas, está en un proceso de crisis de larga data.

La crisis tiene su origen en el sistema monetario y financiero mundial que surgió a fines de los ’60 con la devaluación de la libra esterlina en Inglaterra y a principios de los ´70 con la decisión de Nixon de desacoplar el dólar del oro.

Ese fue el punto de partida del proceso que está terminando ahora. En su momento, terminar con Bretton Woods tuvo diversos justificativos de los voceros de intereses oligárquicos. Pero, fuera de la cháchara académica justificatoria sean de esos voceros o de otros, eso se hizo para que oligarquías privadas aumenten sustancialmente su influencia en desmedro de algunas potestades relativamente soberanas que todavía conservaban algunos Estados, desde la reconstrucción de posguerra.

Esos cambios, por ejemplo, repercutieron en Argentina 4 o 5 años después, con los “chicago boys” y Martínez de Hoz. Luego se dieron otros cambios y vueltas de tuerca, especialmente a partir del crash bursátil de 1987 en Wall Street que repercutió negativamente hacia el final del gobierno de Alfonsín. Asimismo, con la caída del muro de Berlín, el Consenso de Washington y la desintegración de la URSS, hubo nuevas vueltas de tuerca que, a su vez, repercutieron en la década del ’90 y el plan Cavallo.

Desde hace 50 años que ese sistema monetario y financiero mundial no cumple una función para el desarrollo de los países y de las personas, sino para hacer más sofisticados los juegos especulativos que aumentaron significativamente el poder y elevaron a la cima a varios oligarcas financieros. Por otra parte, a medida que pasaba el tiempo, la concentración y centralización de ese sistema era cada vez mayor, llegando hoy a niveles nunca vistos en la historia.

Las secuencias de las crisis locales desde los ’90 (México ´94; Brasil ´97/8; Rusia ‘98/9; Argentina 2001/2; España 2008; etc., etc.) fueron oleadas de un proceso de crisis sistémico general que se manifestó localmente. Los economistas y diversos analistas se encargaron de racionalizar cada crisis como un asunto local, desconectado del resto del sistema global. Cuando la globalización andaba bien (en apariencia) era fenómena, una maravilla, los gobiernos de los países sujetos a ella eran intachables, una pinturita (“Menem el mejor alumno”, etc., etc.). Cuando empezó a andar mal los gobiernos de los países eran una porquería.

Un sistema que no ayuda a generar excedentes económicos verdaderos sino a especular, necesariamente tiene que empezar en crisis (aunque no se note) y terminar en crisis (cuando se nota más), porque, en cierto punto, a medida que aumenta la población, las necesidades humanas aumentan. La infraestructura, los alimentos, la salud y la educación de las poblaciones humanas de Asia, África y A.L., no se desarrollan con derivados financieros, ni con el carry tarde, ni con compras especulativas de empresas, etc., etc.

Llega un momento en que se produce una disyuntiva en la medida en que las necesidades de la llamada “economía real” son mucho más apremiantes que los papelitos, lo que exige la reorientación del sistema al crédito productivo verdadero y no el reciclaje financiero de papelitos y la deuda.

Pero como esa reorientación o reforma del sistema hacia el crédito productivo requiere actores que son los Estados Nacionales, eso choca con los intereses privados oligárquicos al percibir éstos que perderían control sobre los sistemas monetarios y financieros a favor de los Estados Nacionales.

Es decir que la naturaleza misma de las acciones que se requieren para construir un nuevo sistema monetario y financiero de “crédito real” requiere actores que no son los oligárquicos porque dichas acciones son consubstanciales a la soberanía de los países que saben de las necesidades e intereses de sus respectivos pueblos. Y la satisfacción de esas necesidades no puede depender de prescripciones globales.

En último análisis, se trata de un choque y contradicción entre, por un lado, las “necesidades” oligárquicas de reproducir su dominación a como dé lugar, es decir, subordinando a ese objetico casi todas las cuestiones mundiales relevantes y, por otro lado, las necesidades de la población humana que exigen el desarrollo de la economía y la sociedad.

De lo primero se ocupan los oligarcas y toda una multitud o caterva de lacayos de toda índole, empleados, presidentes, etc., etc., desplegados en gran cantidad de Estados, instituciones, medios, organizaciones, etc. De lo segundo no queda otra que se ocupen los Estados Nacionales soberanos y sus pueblos bajo determinadas cualidades de liderazgo de conducción.

La crisis geopolítica es la contracara de la crisis monetaria y financiera.

La única manera que tienen las clases dominantes en el Imperio, es decir las clases oligárquicas, de enfrentar esa contradicción es con la geopolítica. Esta “ciencia” se usa para justificar el socavamiento y la guerra oculta o con subterfugios a la soberanía potencial y real de los Estados.

Se recubre eso con toda clase de racionalizaciones y justificaciones del tipo “equilibrio de poderes”, “choque de civilizaciones”, “zonas de influencia de las grandes potencias”, etc., etc. El único objetivo de toda esa cháchara es que la perversidad del juego de socavar a las soberanías no se note o pase desapercibido.

Pedirle la verdad a gente como Kissinger (recientemente fallecido) o Huntington es como pedirle a un mago que revele su secreto cuando hace un acto de magia. Nunca lo harán. No creo que existan “geopolíticos” que crean de verdad en lo que dicen o en los libros que escriben. Y si hay, deben estar realmente mal de la mente.

Lo que sí hay es alguna gente bastante crédula que consume eso y presume de saber tales y cuales cosas de “geopolítica”. A veces causan bastante confusión en las propias filas, pero suelen ser inofensivos.

Pero la geopolítica, como herramienta de las clases oligárquicas, es enormemente eficaz (por lo perjudicial). Hay países enteros que desaparecieron o se formaron gracias a los manejos y prestidigitación geopolítica. Se me ocurren ahora Yugoeslavia, Israel, Ucrania. Hay muchos otros a lo largo de la historia. Espero que no ocurra esto con nuestra querida Argentina en el futuro próximo (me refiero a desaparecer).

Entonces, la geopolítica cumple dos funciones: mantiene focos de conflicto y guerra potencial o real permanente e impide, así, que Estados Nacionales soberanos puedan llegar a advenir y desarrollarse, evitando poner en disputa el control de los resortes y recursos fundamentales.

De allí la relevancia de largo plazo del complejo militar-industrial dado que necesitan sostener la “guerra permanente” como modo de gestión global ante lo que perciben como “amenaza” permanente de posibles salidas soberanas al proceso de crisis del sistema monetario y financiero.

La correlación actual de fuerzas.

La situación actual está caracterizada por la profundización de la crisis monetaria, financiera y económica en la región Nor Occidental transatlántica y por la derrota de la OTAN en Ucrania.

Así como inmediatamente después de la retirada de Afganistán a mediados de 2021 apretaron el botón del tablero geopolítico ucraniano en el segundo semestre de ese año, llevando material y armamento para hacer estragos en la región del Donbas de población rusa (no “prorusa”), lo que desembocó en la intervención de Rusia, previo intento de ese país de llegar a un acuerdo con EE.UU. que fue rechazado por éste; luego de la derrota estratégica en la guerra en Ucrania, apretaron el botón geopolítico del cercano Oriente por intermedio de Hamas, lo que desembocó en el genocidio de la población que vive en la franja de Gaza. La intención es involucrar a Irán por medio de provocaciones para desatar una guerra más extendida.

Otro botón geopolítico es Taiwán que probablemente sea apretado en el momento que consideren más oportuno. Lo que desembocará en una guerra contra China. La diplomacia secreta y no tan secreta “de” EE.UU. y GB ya alineó en ese juego a Australia, Japón y Corea del Sur contra China. Intentan, también, involucrar a la India, aprovechando los conflictos históricos entre ambos países.

Por supuesto, China, que es una nación relativamente soberana en cuanto al control del sistema de crédito, la inversión y algunas tecnologías, no entra en el juego y continuamente está invitando a los países de Asia y África que se sumen al proyecto de la Ruta de la Seda, desde hace casi 10 años, haciendo enormes inversiones en la infraestructura económica, y ayudando a varios países africanos a desarrollar la infraestructura básica.

Tanto China como Rusia fomentan la cooperación continuamente y crean entidades de asociación abiertas por toda Eurasia, con ideas concretas y proyectos de financiamiento concretos, contrastando marcadamente con los clubes selectos cerrados de la geopolítica occidental que se diseñan con el exclusivo objetivo de accionar contra determinados países.

Ese contraste marca la diferencia entre las relaciones internacionales conducidas por países soberanos, como es el caso de China y Rusia, y las relaciones intraglobales entre escenarios geopolíticos manipulados por las redes oligárquicas, como es el caso de EE.UU. y Gran Bretaña.

En conclusión, las oligarquías occidentales están en una situación estratégica complicada debido a la doble crisis del sistema monetario y financiero que ellas presiden y rigen y la del sistema geopolítico global que también presiden y rigen.

Las reacciones soberanas de Rusia y China no son simétricas como esperaban sus contrincantes geopolíticos occidentales, sino que, primero, se coordinaron entre ellas y, luego, al consolidar su unión, sumaron a gran cantidad de países tras un proyecto de desarrollo con objetivos definidos en la economía real.

Tampoco se circunscriben a Eurasia y África porque, al impulsar el BRICS, ambos países pretenden involucrar a América Latina dentro de ese gran movimiento que recuerda al de los países no alineados de la década del ’60 y ’70 pero, ahora, con la fuerza sumada de China y Rusia.

Si uno suma la población de los países de Asia, África y A.L. que simpatizan o tienen gobiernos con grandes coincidencias con estas ideas y procederes, alcanzan a casi 6 mil millones de personas.

Se podría decir que el “núcleo duro” que convalida conciente o inconcientemente las políticas oligárquicas globalistas por medio de los gobiernos visibles en Alemania, Gran Bretaña, Francia, EE.UU., Canadá, Australia, Corea del Sur y Japón, son unos 1.000 millones de personas y otras casi 1.000 millones tienen muchas dudas o desacuerdos con las acciones de esos gobiernos.

Es decir que la diferencia es abrumadora, tanto cuantitativa como cualitativamente. La punta de lanza guerrera de las oligarquías financieras occidentales (The Vanguard Group, Black Rock) y su componente militar (Bae System, Raytheon, etc.) son concientes de esta desventaja estratégica y, de algún modo, querrán achicar esas diferencias.

La peligrosidad del momento.

La peligrosidad reside en que los escenarios locales (como Argentina, por ej.), sea arrastrada, en una “situación estratégica falsa” (JDP), bajo el canto de sirena de “éxitos” tácticos (que no sirven para nada).

Las acciones globales de las oligarquías, casi como acto reflejo, tienden a usar y exprimir países solo para resolver problemas tácticos que ellos tienen, dentro de una situación estratégica muy difícil. No les importa el destino de los pueblos de esos países, sean medio millón o más de ucranianos, decenas de miles de niños palestinos, etc., etc.

Ellos están obsesionados con su guerra geopolítica consistente en manipulaciones constantes, “amigos a la fuerza” y “enemigos ocultos” (JDP). Hay oligarcas que no pueden concebir que Rusia y China tengan éxito. No cabe en su mente. Harán lo imposible para evitarlo, incluso destruirlo todo, si fuera necesario.

Los argentinos y, sobre todo, los intelectuales y politizados, tenemos que tomar conciencia, urgentemente, que nosotros solo somos importantes para nosotros mismos y para los países que quieren desarrollar a sus pueblos. No somos importantes para los patrocinadores globales de Milei al que usan para conseguir sus propios fines. Cuando no les sirva más, si es que el loco no se convierte en monstruo, se lo van a sacar de encima por el procedimiento que mejor les convenga. Tal como sucederá próximamente con Zelensky y Netanyahu.

A ver si se entiende bien la situación.

Nadie va a ayudar a la Argentina. Ya el presidente electo avaló no entrar a los BRICS. Ya se aseguraron que nadie nos ayude. ¿Por qué?. Porque de eso se trata, Argentina (su pueblo) tiene que sacrificarse por intereses ajenos. Si formara parte del BRICS y de sus patrocinadores euroasiáticos podría zafar de ese sacrificio. Así se aseguran de que no zafe.

Todo lo demás es cháchara que solo contribuye a escamotear y ocultar esa realidad fundamental. Si dolariza o no, si estabiliza o no. Si resuelve las Lelics o no, etc., etc. Son como la zanahoria para que el burro siga.

La Argentina está en una situación casi sin salida. En condiciones así las “salidas” son como “fugas hacia adelante”. En condiciones de ese tipo la propia dinámica de los acontecimientos (determinados por el proceso general de desintegración estratégica de las formas conocidas de los sistemas monetarios y financieros y de la geopolítica) va abriendo nuevas bifurcaciones o proliferaciones de alternativas (antes inverosímiles) a medida que esa dinámica se desarrolla. Esos nuevos caminos que se van abriendo pueden ser recorridos como en una vorágine de acción y reacción que lleva a la perdición y la violencia, no solo entre los ciudadanos y el aparato represivo del Estado sino entre los ciudadanos mismos o, incluso, en casos extremos, entre los ejecutores mismos del aparato represivo del Estado.

Hace unos 10 años, en una conversación con mi hna. ella me decía que, gracias a los valores y cultura de años de Kirchnerismo, había cosas que no se podían decir por temor a la mirada reprobatoria de los que podían escuchar.

10 años después estamos como estamos, con gente que va a gobernar la Argentina y que piensa que los militares presos deberían estar libres, que no hubo violaciones a los derechos humanos, etc., etc.

Eso no es que va ocurriendo de a poquito. Lo que va ocurriendo de a poquito es la degradación material y espiritual de las clases populares. A medida que eso sucede, los límites se van corriendo casi sin conciencia de la mayoría. Las barbaridades se cotidianizan y se van tolerando cosas cada vez peores, como por ejemplo un intento de magnicidio.

Esto pasó muchas veces en la historia nuestra y de otros países. Y pasa cuando las sociedades quedan, sin defensa, expuestas a la geopolítica oligárquica.

Así como pasó un intento de magnicidio, una campaña llena de barbaridades del presidente electo, etc., puede pasar cualquier otra cosa. A medida que pasan esas otras cosas, los límites se corren más y más. Todo puede suceder. Estado de sitio, cierre del Congreso, bandas paramilitares o parapoliciales, guerras, etc., etc. No hay límites en el menú. Cada cosa que ocurra generará otra y, a su vez, ésta generará otra.

Así se construyen las tragedias de las personas y de los países.

Esto no es la década del ´90, ni el menemismo, ni la Alianza, ni juntos por el cambio. Tampoco las relaciones entre los países y el sistema global de las oligarquías dominantes son las mismas. El llamado “neoliberalismo” no es el mismo porque se fundió y entró en bancarrota muchas veces. El ejercicio de la dominación oligárquica ya no es el “neoliberalismo normal” debido a que en las actuales condiciones de crisis eso no funciona.

Hay mucha gente que atina a otorgarse a sí misma algo de certidumbre recurriendo a lo conocido, al pasado reciente o más lejano. Otros ni siquiera se atreven a dejar por un segundo los parámetros de análisis “normales”. La normopatía es la negación de la realidad y puede contribuir a justificar sin quererlo las peores aberraciones que puedan ocurrir.

La inconciencia sobre la discontinuidad que está ocurriendo puede conducir a errores muy graves, no solo de apreciación sino de comportamiento y acción.

Sin las madres de plaza de Mayo, el genocidio del proceso militar hubiera pasado como “algo más” entre tantas cosas. Sin Nuremberg el genocidio de los nazis hubiera pasado también como “algo más”. Los que decían “algo habrán hecho” o los judíos que iban despreocupados cuando los llevaban a los campos de concentración, eso responde a una naturaleza humana que sigue estando.

Por eso insisto tanto en que lo dramático y lo trágico de la vida reside no en los acontecimientos que van y vienen sino en el proceso que los determina. Y la mayoría de las personas no son concientes de ese proceso.

Las tragedias que vivió la Argentina (el genocidio de la segunda mitad de los ‘70, el industricidio de la misma época y el de los ´90, la pobreza, la indigencia, etc.) se decidieron en otras latitudes del mundo en el lapso 1968/71, hace más de 50 años. Allí nació el proceso que les dio origen. Pero no nos damos cuenta de esas conexiones porque estamos acostumbrados a analizar y parcelar, analizar y abstraer, unir pedazos en vez de distinguir partes en una unidad.

Para que sobreviva nuestra querida patria se necesitarán índices muy elevados de cultura política (no simple politización) no solo en sus dirigencias sino entre la ciudadanía en general. Mi esperanza es que la elevación de la cultura política general en el pueblo y en parte de su dirigencia ayude a sortear con el menor sufrimiento y daño posible el futuro que vendrá.