viernes, 22 de diciembre de 2023

En búsqueda del pretexto o gran detonador.

Con la legitimidad de origen que tiene el gobierno no le alcanza para justificar el cambio de régimen. El 55,65% del balotaje no es todo apoyo a las políticas del gobierno, puesto que en una elección de tales características hay un porcentaje muy grande que vota contra el otro candidato, no “a favor de”.

Asimismo, el uso “normal” del aparato represivo contra las manifestaciones opositoras carece de eficacia en el marco de la disconformidad manifiesta de gran parte del país.

Tampoco creo que el gobierno disponga de tiempo para estabilizar la situación económica por los medios “automáticos del mercado”, cuando “cierren los números con la gente afuera”, en la creencia de que, finalmente, valorarán positivamente la estabilidad lograda y no protestarán y se la aguantarán.

Esto, que parecen buenas noticias, puede, sin embargo, presagiar cosas terribles, porque, ante la ineficacia de los medios “normales” para imponer el cambio de régimen y que la sociedad lo acepte, la presión es recurrir a los medios “anormales”, esto es fabricar y/o incentivar sucesos o acontecimientos violentos que justifiquen, ante la “opinión pública”, medidas drásticas institucionales y represivas.

Porque, para imponer el cambio de régimen, deben neutralizar las protestas generalizadas y la oposición de toda clase de organizaciones. Y, si los medios normales no dan resultado, recurrirán a expedientes más extremos: amenazas de bombas, infiltrados en manifestaciones que realizarán atentados, etc., etc.

La dinámica que a ellos les conviene es la que facilita que la violencia se realimente sola, generando divisiones en los sectores populares.

La tarea del movimiento nuestro es no pisar el palito, identificar y reducir a los infiltrados, denunciar sistemáticamente los planes de los servicios que pululan por varios lados. El peligro es muy grande si logran desatar la dinámica que les conviene a ellos.

A mi juicio, la resistencia debe ser pasiva y pacífica. No responder a provocaciones. Mantener la cabeza fría y contener las emociones. Tiene que haber una tarea de inteligencia propia de parte de los sectores mejor organizados del movimiento opositor.

En estos mismos momentos están sobornando a la cúpula de las FF.AA. y lavando la cabeza de muchos en las jerarquías de las fuerzas de seguridad. Hay que apelar al patriotismo bien entendido de los rangos medios y bajos de los integrantes de esas instituciones diciéndoles que el cambio de régimen que se intenta no es en beneficio de la patria ni del pueblo, que se sacrifica a la patria y al pueblo en aras de intereses extranjeros mezquinos e inconfesables. No debemos ser guardianes de esos intereses. Los patriotas como el General retirado Milani deben tener una voz destacada en esto.

No perder nunca de vista que los actores locales -sean políticos, gremialistas, economistas, empresarios, militares o fuerzas de seguridad-, al servicio del cambio de régimen, solo medran con su servilismo a los intereses extranjeros supranacionales. No son sectores dominantes, son sujetos sujetados, sea por debilidad de carácter, codicia, carpetazos, miedo, o lo que fuere.

Queremos, como oposición política, una Argentina soberana en cooperación con otros países soberanos que quieren el desarrollo económico y social de los pueblos porque el desarrollo, como sostenían Papas de antaño, era (y sigue siendo) el “nuevo nombre de la paz”.

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