miércoles, 26 de abril de 2023

Sobre la naturaleza de la soberanía.

Lo que dijo este ex militar aquí, ver hasta minuto 5:30:


Me hizo reflexionar -pensando en lo que pasa en mi propio país Argentina-, sobre la naturaleza de la soberanía.

La soberanía no es una condición que se tiene o no se tiene a priori. Más bien es una condición que se adquiere o no a posteriori.

¿A posteriori de qué?. Evidentemente, de un proceso de lucha entre una voluntad que mueve una masa en una dirección y otra voluntad que lo hace en la dirección contraria. Esto es de Conducción Política de JDP. Perón decía que es la invariancia de toda lucha, sea política, militar, diplomática, económica, etc. Las luchas son todas iguales en cuanto a que siempre se trata de una voluntad que mueve a una masa contra otra voluntad que mueve a otra masa. La única diferencia cualitativa es la dirección en que se mueven. Esto es lo único que distingue una masa de la otra.

En el marco de la conceptualización que venimos haciendo en este Blog, por ej., potencialmente, existe la voluntad conducida por un liderazgo de conducción que mueve a las masas en dirección al control de las clases populares sobre los resortes y recursos fundamentales, lo cual constituiría un Estado Nacional. Y, en el lado opuesto, otra voluntad que hace lo propio pero en dirección al Imperio, es decir, al control oligárquico sobre los mismos resortes y recursos.

Pero, acá, lo interesante es darse cuenta de que hay dos vías para caer en la falta de soberanía o el “no país” (parafraseando a Amado Boudou).

1) Una primera vía es librar la lucha con las herramientas disponibles -y con las que se puedan crear- y perder, es decir, que nos derrote la voluntad contraria.

2) Y una segunda vía es no librar nunca la lucha, lo que significa que la derrota no es en batalla, sino que es una rendición antes de pelear.

De estas dos maneras se llega a no tener soberanía.

Lo que muestra la historia es que nunca se consiguió la soberanía por la segunda vía. Pero sí se consiguió (algunas veces) por la primera vía.

Los que nos quitan la soberanía lo que quieren es que las cosas sean siempre como la manera 2), es decir, que 2) sea la condición normal en la que los imperialistas dominan porque los dominados no les presentan batalla, no luchan.

¿Y por qué los dominados no luchan?. Por muchas razones, pero la fundamental es que la mayoría de sus dirigentes no se quieren arriesgar a una lucha que es muy difícil, incluso en términos personales. Y las masas no pueden luchar por sí mismas, sin dirigentes, en sentido constructivo. Sí pueden luchar, sin dirigentes o con malos dirigentes, en sentido reactivo, contra algo, pero no a favor de algo, de una causa.

A diferencia del caso de un militar en la guerra, en la política, el “no luchar” de un dirigente no es tan evidente porque es más o menos fácil para él buscar justificativos de toda índole que, en el fondo, solo le sirve para ocultar ante las masas esa defección fundamental. De todos los justificativos habidos y por haber el más miserable es el que se esgrime, sea de modo cínico, canchero o estúpido, diciendo que si se da batalla las consecuencias son terribles.

Librar la batalla, con toda su incertidumbre, al menos contiene la esperanza de un cambio para mejor, si se gana. No librarla nunca solo contiene la certeza de la asfixia progresiva hasta la muerte.

La batalla no hay que librarla ni por el gusto de combatir ni porque el hecho de hacerlo en sí represente alguna solución. Se pueden librar batallas sin causa o por una causa negativa. No conducen a nada.

La batalla hay que librarla porque tenemos un liderazgo importante, aunque no sea de conducción, que es el de CFK y tenemos claro un rumbo que es el que ella marcó en el transcurso de su último mandato entre 2011 y 2015, que solo hay que profundizar y adaptar a las nuevas condiciones mundiales y locales.

Es decir que tenemos a la líder (decir “lideresa” me suena ridículo) y tenemos la dirección a grandes rasgos, lo que significa que tenemos una idea positiva de lo que hay que construir. Falta afinar muchas cosas, pero groso modo está. No construimos en contra de alguien o de algo. Construimos a favor del pueblo. Si hay alguien que interpreta eso como en su contra es problema de ese alguien, no nuestro. A favor del pueblo es a favor de todos, incluso de ese alguien, aunque no lo entienda.

Si tenemos que librar la batalla es porque hay otra voluntad (dirigida en el interior desde el exterior) que nos impide la realización de esa idea y tenemos que despejar ese obstáculo para poderla ejecutar. No es que es un fin en sí mismo luchar contra la otra voluntad oligárquica que se disfraza de diferentes maneras. Es que no podemos empezar a ejecutar lo que deseamos si la tenemos cascoteando todo el tiempo.

El resultado de la batalla definirá si la lucha que lleva Cristina despeja el terreno para que podamos ejecutar la idea que deseamos o, si, por el contrario, serán ellos que ejecutarán sus ideas de cómo hacer pedazos la Argentina, mientras se llevan el litio, los hidrocarburos, los agroalimentos y los dólares. Quizás, también, nos metan en otra guerra para debilitar nuestras capacidades estratégicas para que no podamos reaccionar por varias décadas.

Estamos cerca del “centro de gravedad”, del momento y del lugar donde se definirá la historia por muchos años.

Lo que tenemos a favor es a Cristina y la conciencia que ella despertó con su lucha, principalmente durante los últimos 10 años, tanto en el llano como en sus puestos de presidenta, senadora y vicepresidenta.

Otra cosa que tenemos a favor es que la voluntad oligárquica se deteriora cada vez más a nivel global y cada vez le hacen menos caso en todos los continentes, como África, Asia y A. L.

Quizá esto no se perciba a nivel local por una tradición argentina a nivel de la militancia a la que no le interesa ni quiere entender de las cuestiones internacionales y mucho menos de las cuestiones internas de otros países. Por eso la mayoría de los dirigentes ni están informados de los acuerdos entre países que se van produciendo por todas partes, al margen de la influencia de EE.UU. y G.B. Muchos ni siquiera saben que Dilma Rousseff fue designada recientemente al frente del Banco del BRICS.

La “buena letra” que hace el oficialismo argentino como buen alumno de los poderes del mundo Nor Occidental es una rara anomalía dentro del panorama mundial donde hay malos alumnos en algunas o muchas materias como Brasil, México, Colombia, Chile, Bolivia, Nicaragua, El Salvador, etc., y esto solo en A. L. En África los malos alumnos son más del 80 % de los países. En Oriente está lleno de “malos alumnos”, incluso sin contar a China. Hasta Arabia Saudita ahora es un “mal alumno” en su política exterior (!!).

Esto no quiere decir en absoluto que el imperialismo angloamericano que nos oprime son inofensivos. Son muy ofensivos justamente porque su situación estratégica es débil, y las presiones y amenazas a nivel local están muchas veces sobreactuadas porque sienten esa debilidad estratégica a nivel mundial, queriendo asegurar resultados por directivas, órdenes, amenazas, etc., además de lo habitual del soborno, la seducción, etc. Pero últimamente andan con poca paciencia porque nada de lo que pensaron que iba a ocurrir está ocurriendo:

1) Ucrania no está ganando la guerra ni Rusia desgastándose ni arruinando su economía, sino lo contrario.

2) La mayoría de los países que tienen más población no condenaron a Rusia.

3) La campaña de guerra de acción psicológica para que Rusia y Putin sean considerados demonios no da el resultado esperado.

4) Estigmatizar a China por lo de Taiwán tampoco les está dando el resultado que esperaban, a pesar de que la geopolítica angloamericana está predisponiendo a Japón y Australia en su contra, en contra de toda lógica económica y comercial.

5) La crisis de desintegración financiera del sistema financiero y monetario angloamericano sigue su curso.

6) La situación social dentro de EE.UU. es pésima. Es muy probable que vuelva (si no lo eliminan antes) Trump a ser presidente lo cual sería una buena noticia para todos pues fue el único presidente en los últimos 60 años que no inició ninguna guerra y quiso terminar rápido con todas las existentes (Siria, Afganistán) y escenarios de conflicto (Corea del N.). En tal caso el progresismo argentino debe dejar de lado pruritos y prejuicios bastante tontos.

En este contexto, el pueblo de Argentina está padeciendo los éxitos tácticos de las oligarquías que sostienen al imperialismo angloamericano por graves errores del gobierno argentino que datan del inicio de su mandato. Pero, como decía Perón, un éxito táctico al estar en una situación estratégica falsa, carece de sentido. Lo que significa que ni el sistema oligárquico angloamericano va mejorar su situación estratégica esquilmando cada vez más a la Argentina, ni el pueblo argentino va a mejorar sus condiciones de vida, sino que van a empeorar.

Por lo tanto, la situación no tiene salida para ninguno de los bandos, aunque gane la voluntad oligárquica, el saqueo y el desorden y caos que van a provocar no va a resolver la crisis de su sistema a nivel global y solo va a empeorar tremendamente la situación interna en Argentina.

No sé si aún quedan peronistas que entiendan de historia.

Entiendo que JDP era un líder de conducción extraordinario, pero ¿alguien se dio cuenta que confrontó con los ganadores de la II guerra mundial y les ganó?. Braden perdió. Pudo haber sido al revés, y el peronismo no hubiera existido. No fue el oro en el BCRA lo que hizo ganar a Perón. En todo caso, lo que lo hizo ganar fue la idea y la forma de ejecutarla de lo que hacer con ese oro, al servicio del mejoramiento de las condiciones de vida de gran parte de la población, cosa que quiso impedir (pero no pudo) por todos los medios el imperialismo angloamericano de aquel tiempo.

Ahora, para prosperar no hacen falta tener reservas en dólares en el BCRA. Con una moneda propia, con acuerdos con Brasil, México, Bolivia, China y Rusia, podemos empezar a desarrollar la producción de los bienes que necesita la Argentina sin dólares y construir infraestructura. Se pueden emplear a 2 millones de personas así. El respaldo de la moneda va a ser la propia producción y los acuerdos con los países mencionados. Solo hay que ser eficaces en el direccionamiento del crédito público hacia los renglones preestablecidos en un plan quinquenal con vistas a lo que se necesita para que 20 millones de personas salgan de la pobreza. No se necesita especulación, ni ganancias extraordinarias, ni nada de esa clase de vicios. Van a surgir miles y miles de empresarios nuevos que querrán aprovechar las nuevas oportunidades.

Este escenario es perfectamente posible y probable. Solo hace falta que CFK lo pueda experimentar e imaginar en su propia mente y el convencimiento de dos o tres dirigentes que estén a su lado. Luego, se crea la mística y se convoca a la movilización popular en pos de esa causa, con optimismo y esperanza en el futuro.

sábado, 22 de abril de 2023

Amado Boudou es el que mejor entiende la mentalidad necesaria para las políticas concretas de transformación.

 Ver aquí.

 

De una situación asfixiante (pago de la deuda al FMI, "escasez" de dólares, inflación, etc.) se sale produciendo una acción nueva, lógicamente basada en una concepción. Esto significa que por la vía habitual de manipular diversas combinaciones de comandos de la botonera preestablecida lo único que vamos a lograr es graduar la asfixia pero no vamos a poder evitar el resultado final (que es la muerte).

Cuando se produce una acción nueva en un sector, se genera una nueva realidad en todos los sectores, puesto que va a empezar a jugar el elemento nuevo introducido en el panorama habitual y, eso, va a producir un efecto inevitable. Luego, habrá que administrar con la mayor eficacia ese efecto.

Es parecido a lo que sucede en el juego de ajedrez.

En efecto, se puede atribuir valor a las piezas de manera a priori: el peón vale tantos puntos, el caballo tantos otros, etc. Pero en el juego concreto el valor de una pieza en particular estará en relación a la posición que tenga en el tablero respecto a las demás piezas tanto propias como las del adversario. Por ej., si el adversario tiene una torre y el rey y nosotros solo dos peones y el rey, materialmente estamos mucho peor porque una torre vale mucho más que dos peones. Pero, dos peones en la sexta y séptima fila con el rey cerca, contra la torre contraria y su rey más lejos, valen más esos dos peones que la torre puesto que uno de ellos puede coronar y convertirse en dama.

JDP se cansó de explicar que lo importante en la conducción política es ser fuerte solo en el momento y el lugar donde se va a producir la decisión, es decir, donde se va definir el resultado total de la lucha.

Esto Alberto Fernández y la mayoría de sus funcionarios obvio que no lo iban a entender nunca. Ellos solo ven el poder "enorme" que tienen enfrente (el FMI, la embajada de EE.UU., los exportadores, los Bancos, etc., etc.) y no se plantean en absoluto hipótesis dirigidas a golpear donde duela. Nadie, por más poder que tenga puede ser fuerte en todos lados y en todo momento. Sino pregúntenle a la OTAN sobre su experimento en Ucrania.

Los "administradores de la realidad" sin reservas en el BCRA, ahora padecen que Vicentín sea uno de los primeros incumplidores en tiempo y forma en la liquidación de dólares comerciales. Padecen las consecuencias de sus propios actos o inacciones, cuando descartaron en su oportunidad la estatización de esa empresa por miedo a la reacción opositora.

Cuando esos administradores hablan de las restricciones o de que "todos somos buenos cuando hay plata", muestran una actitud bastante repugnante y mezquina porque no solo justifican los pobrísimos resultados de su gestión sino que, al mismo, tiempo, subestiman los resultados que obtuvieron otros administradores bajo una estrategia y una lógica muy diferente a la actual.

Ninguna limitación de la realidad es absoluta, sino relativa, puesto que intervienen no solo imponderables sino la capacidad creativa de los que dirigen, su fuerza de voluntad y tenacidad ante las adversidades.

Cuando uno ve algunas cosas de la historia (no solo de Argentina) en detalle, se da cuenta que los grandes resultados favorables no fueron porque había viento a favor. Uno podría pensar que el plan de San Martín para derrotar a los españoles en Chile era muy fácil con el apoyo de Inglaterra. Pero cruzar la cordillera en 1817 era una cosa terrible. Aún hoy sería terrible. Pudo haber sido un fracaso estrepitoso. Cosa parecida pasó con los comandantes de la guerra de secesión americana. En momentos decisivos tuvieron que tomar decisiones tremendas, que era jugarse el todo por el todo.

Uno si ve la historia a grandes rasgos parece que los resultados se dan naturalmente. pero eso es solo una ilusión óptica. Lo concreto es que hubo personas que quemaron las naves para que se produzca el resultado.

No hay nada garantizado de antemano cuando un conductor se juega por algo. Pero lo que sí es seguro es que, si no se arriesga, el resultado es cada vez peor. Una asfixia en cámara lenta.

Lo que propone Boudou es una intervención del gobierno en el sistema monetario y financiero para hacer circular el excedente de una manera mercadointernista más favorable a los intereses de las clases populares, incluidos los empresarios o futuros empresarios mercadointernistas.

Es obvio que eso no puede ser una medida aislada, porque supone todo un plan de gobierno, de obras públicas, inversiones y subsidios a fin de aumentar la producción que va a ser consumida en el mercado interno.

Esa medida debe ser el corolario de una conceptualización previa acerca de los problemas económicos actuales y de un plan de acción de gobierno, con objetivos concretos y cuantificables.

La inflación actual solo refleja un proceso tendiente a priorizar consumidores extranjeros de la producción argentina y consumidores locales con ingresos parecidos a los internacionales. Obvio que tal proceso beneficia a los sectores más concentrados ligados a los intereses exportadores y su sistema financiero y bancario relacionado y a los acreedores internacionales. Esta es la verdadera puja distributiva.

La forma de relegar el consumo de los argentinos en el mercado interno es con la inflación. Con eso se logra que cada vez haya más saldos exportables medidos en volúmenes físicos per cápita o por flia.

Los sectores internos con ingresos parecidos a los internacionales (una fracción relativamente minoritaria del mercado) pueden validar con su consumo la inflación. El resto que carece de tales ingresos cada vez consume menos. Así quedan más saldos para exportar.

Doy dos ejemplos concretos. Si no hubieran caído los salarios reales a los niveles que cayeron durante los gobiernos de Macri y Alberto Fernández, no se hubieran podido exportar mil millones de kg. de carne ni el equivalente al  25% de la producción de leche cruda. Se hubiera podido exportar menos de la mitad de eso por la simple razón de que los sectores populares asalariados formales e informales hubieran tenido más poder de compra y hubieran consumido mucho más de lo que consumieron.

Pero como eso no ocurrió, porque los ingresos reales de la gran mayoría de la población cayó, todo lo que no consumieron se exportó. A cambio recibimos dólares. Este proceso JDP lo describía con la frase "hacer dólares con el hambre del pueblo".

Así que no hay mucho secreto en estas cosas.

Para mejorar la vida de unas 25 millones de personas o de unas 6 millones de flias. lo que se necesita es una buena conceptualización o apreciación de la situación y una buena forma de ejecución de las medidas correspondientes, bajo la guía de un buen liderazgo, si es posible, de conducción, como lo entendía JDP.

La misma realidad dicta lo que hay que hacer. La realidad cruda no la inventada. Para hacer el shock distributivo que dice Amado hay que asumir que va a haber menos dólares (porque se va a exportar menos), hay que asumir que se puede gobernar con pocas reservas (si se cambia la lógica exportadora, monetaria y financiera especulativa), que al golpe de mercado se lo puede neutralizar con feriado bancario y cambiario durante el tiempo necesario para instrumentar todas las medidas que protejan al pueblo.

Se puede ir a la fuente de los dólares "verdaderos" (los del comercio exterior), si se crean empresas del Estado que comercialicen la producción agropecuaria argentina. los dueños de los dólares van a dejar de ser los exportadores y Bancos privados. Por lo tanto, la política monetaria de esterilización de $ que lleva décadas y décadas, no va a ser más necesaria.

Asimismo, se pueden hacer convenios con China y Rusia para obtener bienes de consumo, intermedios y de capital que no necesiten ser pagados en dólares. China y Rusia no van a tener ningún problema con eso.

Argentina debe dejar de producir bajo los incentivos de una plataforma exportadora y una lógica financiera especuladora que es como darle la cuerda servida que van a usar para asfixiarnos por ahorcamiento.

El liderazgo de conducción debe hacer ruptura con esa lógica y esa plataforma, sentando las bases de una que privilegie la producción, el aumento del trabajo nacional para el mercado interno y la construcción de la infraestructura que sea necesaria.

En Argentina se puede hacer un plan quinquenal en el que se determine con precisión las obras, el financiamiento, los materiales e insumos.

Unidos a Brasil, México y Bolivia y con buenos acuerdos con Rusia y China, podríamos cumplir satisfactoriamente con los objetivos de un plan quinquenal que de trabajo formal a 2 millones de personas, a razón de 400.000 por año.

Eso es posible, va a haber dificultades como en todas las cosas de la vida, pero son preferibles las dificultades respirando bien sin una cuerda en el cogote que las dificultades de estar ahorcado y asfixiado.


domingo, 16 de abril de 2023

CFK tiene unos 50 días de tiempo para salvar a la patria (de las garras de la bestia herida que es el Imperio angloamericano).

El 75% de la humanidad tiene gobiernos que ya no solo no creen en las directivas u órdenes provenientes del mundo noroccidental angloamericano sino que se rebelan en su contra.

Casi toda África, gran parte de Asia e Iberoamérica están a favor del desarrollo económico con la ayuda de China y consideran que Rusia se defiende de una trampa geopolítica a 450 Km de su capital Moscú.

A esto se agrega que el sistema monetario y financiero mundial regido por el Occidente angloamericano sigue en un proceso de crisis de desintegración cada vez más avanzada.

El 75% de la humanidad percibe de un modo u otro que los liderazgos de China y Rusia ofrecen una esperanza de desarrollo para los pueblos postergados de todos los continentes, mientras que el polo angloamericano y sus vasallos de Europa continental solo plantean seguir con la geopolítica de guerra, pidiendo contribuciones en armas y hombres a distintos países, los ajustes y el pago de deudas.

Es la esperanza del porvenir vs. la certeza de un infierno.

Argentina, como toda América Latina, está en ese campo de fuerzas, que no consiste, como no pocas veces se cree, en potencias con sus intereses egoístas vs. otras potencias con intereses egoístas.

De lo que se trata es de un Imperio subyacente, cuyos soportes son individuos-agentes que ejercen un control “privado” (no público) sobre resortes y recursos fundamentales, lo que los constituye en oligarcas, que tiene una influencia desmedida en los asuntos mundiales, al servicio de reproducir su dominación (la “renta hegemónica” al decir del presidente Putin).

Una particularidad, en cierta medida ventajosa, de la dominación oligárquica es que se mantiene bastante discreta y no se somete al escrutinio público en ninguna instancia, ya que la ejecución de sus concepciones la hace por una variedad interminable de siervos, lacayos e, incluso, mucha gente que inconcientemente sirve a sus intereses, en montones de países, víctima de su propia credulidad y prejuicios. Políticos, militares, empresarios, servicios de inteligencia, científicos, periodistas, magnicidas, etc., etc., son muchos de sus brazos ejecutores, los que dan la cara, la mayoría de las veces sin saber que son peones de un juego ajeno.

Esas oligarquías conforman redes y combinaciones colonizando las superestructuras en los países más fuertes en Europa Occidental y América del Norte. Los gobiernos de esos países actúan los intereses de las oligarquías dominantes.

Ante esta dominación se produjo una reacción tanto de Rusia como de China, cuyos pueblos supieron darse líderes que vislumbraron el peligro que suponía para sus pueblos el dejarse dominar por el sistema oligárquico occidental. Esa reacción adoptó la forma y el contenido de la soberanía nacional, tratando de ofrecer al mundo alternativas positivas y oportunidades de progreso para todos los pueblos, lo cual exacerbó aún más las prevenciones y la lógica geopolítica de guerra del sistema oligárquico occidental.

Asimismo, dentro de los propios países occidentales “desarrollados” surgieron reacciones a nivel masivo por las consecuencias económicas y sociales perniciosas de las políticas de sus propios gobiernos empeñadas en proseguir la guerra y las sanciones contra Rusia.

Por lo tanto, la Argentina, junto a América Latina, está inmersa en este campo de fuerzas que no es simétrico en absoluto, pues un polo actúa en dirección de los intereses de un Imperio cada vez menos globalista (porque ante su fracaso de colonizar Rusia y China pretende ahora desacoplar al mundo) y el otro polo lo hace en función de los intereses de Estados Nacionales soberanos y de una comunidad de naciones que prioricen el desarrollo de sus propios pueblos admitiendo el derecho de los demás a desarrollarse también. Así como hay una “seguridad indivisible” hay un “desarrollo indivisible”, nadie puede lograr algo a expensas de los demás.

Podría sintetizarse esto diciendo que uno es el principio y pensamiento oligárquico y el otro es el principio y pensamiento nacional o soberano. Son principios totalmente asimétricos.

Por eso no es competente describir esta dialéctica de lucha bajo la categoría uniformizante de las “grandes potencias” que no solo pierde matices sino diferencias de naturaleza evidentes, cayendo en absurdos increíbles al no percibirlas, incluso desde el punto de vista militar.

Esta lucha la está perdiendo la facción imperial angloamericana debido a que está en una “situación estratégica falsa” (ver JDP) en la que cualquier éxito táctico carece de sentido. Y la están ganando las naciones soberanas de China y Rusia, por la razón contraria: están en una situación estratégica verdadera, la que puede soportar cualquier derrota táctica.

La historia (bien leída) ilustra que, cuando las oligarquías están perdiendo, no porque alguien les esté infligiendo una derrota sino porque su sistema entra en crisis irreversible dentro de las condiciones de su dominio normal, recurren a la estrategia de guerra (sea militar o “lawfare”) para que germinen condiciones para el surgimiento de formas fascistas de gobierno.

Las combinaciones oligárquicas que apuestan a esto (en condiciones de crisis del dominio normal neoliberal conservador o progresista) prefieren asumir el riesgo de perder eventualmente el control de los regímenes fascistas que ellas financian tras bambalinas a que la alternativa a la crisis sea el régimen nacional y popular bajo las formas soberanas del Estado Nacional en comunidad con otros Estados Nacionales soberanos.

Como sostuve acá

https://oti-blog.blogspot.com/2022/09/si-ignoramos-lo-que-hace-la-verdadera.html

Y acá

https://oti-blog.blogspot.com/2022/09/precisando-el-termino-ucranizacion-el.html

La salida fascista va a apelar a la legitimación de las masas e, incluso, a su movilización, lo que hará confundir incluso a muchos intelectuales que verán que partes importantes de las masas pobres se movilizan y creerán que eso tendría un contenido popular y progresista.

Pero nada que ver con esto. El contenido de eso, a pesar de la movilización activada por la política fascista, será legitimar un régimen oligárquico en condiciones de crisis sistémica, con la finalidad de hacer imposible el funcionamiento de la soberanía nacional, aún a costa de guerras.

Por lo tanto, si en las próximas elecciones gana Bullrich o Milei, se corre el riesgo no solo de que empiecen a matar gente dentro del país sino de que inicien una guerra con algún país vecino, preferiblemente que no se pueda defender muy bien, dada la debilidad extrema de las FF.AA. argentinas.

Entiéndase bien, no hace falta que Bullrich o Milei tengan estas intenciones. Teniendo lo que ellos creen “el poder”, solo darán la cara y justificarán las peores cosas imaginables, a medida que aumenten las presiones en ese sentido.

El caos y la guerra en diversos escenarios locales son deseables para las combinaciones oligárquicas que ven eso como expediente para evitar que otros poderes (soberanos) se aprovechen de la crisis del sistema oligárquico. Prefieren en el peor de los casos que se destruya todo antes de que alguien que no sea ellos gane, o que, en el mejor de los casos, como resultado de la guerra y el caos, disminuya el poder relativo de lo que ellas creen son sus enemigos potenciales.

Cristina es la única dirigente que tiene la capacidad de percibir esto con anterioridad y hacer algo para que no ocurra.

La confrontación en las próximas elecciones no puede ser contra un neoliberalismo que no existe, va a tener que ser contra la salida neofascista que intentarán los mismos que antes sostuvieron la alternativa neoliberal.

Si no se toma conciencia de esto y se adoptan estrategias adecuadas durante los próximos 50 días, se van a perder las elecciones y el país mismo, quién sabe por cuántas décadas.

¿Qué hacer?.

La revolución nacional y popular, junto con Brasil y México en A. L. y China y Rusia en Eurasia.

Hacerla antes de que una caricatura terrible de pseudorevolución neofascista nos gane la delantera, incluso con el apoyo de una parte de las masas humildes.

Entiéndase bien, esta vez el caos y la guerra no va a ser por el terrorismo de Estado (aunque puede haber estos ingredientes) como el de la última dictadura entre el ’76 y el ’83 porque no hay FF.AA. Las fuerzas de choque pueden ser pandillas ligadas al narco, los servicios, la policía y a algunos empresarios. Con eso alcanza para empezar la tarea.

La mística la conseguirán con los fanáticos. El caldo de cultivo es la marginalidad y la pobreza.