Me hizo reflexionar -pensando en lo que pasa en mi propio país Argentina-, sobre la naturaleza de la soberanía.
La soberanía no es una condición que se tiene o no se tiene a priori. Más bien es una condición que se adquiere o no a posteriori.
¿A posteriori de qué?. Evidentemente, de un proceso de lucha entre una voluntad que mueve una masa en una dirección y otra voluntad que lo hace en la dirección contraria. Esto es de Conducción Política de JDP. Perón decía que es la invariancia de toda lucha, sea política, militar, diplomática, económica, etc. Las luchas son todas iguales en cuanto a que siempre se trata de una voluntad que mueve a una masa contra otra voluntad que mueve a otra masa. La única diferencia cualitativa es la dirección en que se mueven. Esto es lo único que distingue una masa de la otra.
En el marco de la conceptualización que venimos haciendo en este Blog, por ej., potencialmente, existe la voluntad conducida por un liderazgo de conducción que mueve a las masas en dirección al control de las clases populares sobre los resortes y recursos fundamentales, lo cual constituiría un Estado Nacional. Y, en el lado opuesto, otra voluntad que hace lo propio pero en dirección al Imperio, es decir, al control oligárquico sobre los mismos resortes y recursos.
Pero, acá, lo interesante es darse cuenta de que hay dos vías para caer en la falta de soberanía o el “no país” (parafraseando a Amado Boudou).
1) Una primera vía es librar la lucha con las herramientas disponibles -y con las que se puedan crear- y perder, es decir, que nos derrote la voluntad contraria.
2) Y una segunda vía es no librar nunca la lucha, lo que significa que la derrota no es en batalla, sino que es una rendición antes de pelear.
De estas dos maneras se llega a no tener soberanía.
Lo que muestra la historia es que nunca se consiguió la soberanía por la segunda vía. Pero sí se consiguió (algunas veces) por la primera vía.
Los que nos quitan la soberanía lo que quieren es que las cosas sean siempre como la manera 2), es decir, que 2) sea la condición normal en la que los imperialistas dominan porque los dominados no les presentan batalla, no luchan.
¿Y por qué los dominados no luchan?. Por muchas razones, pero la fundamental es que la mayoría de sus dirigentes no se quieren arriesgar a una lucha que es muy difícil, incluso en términos personales. Y las masas no pueden luchar por sí mismas, sin dirigentes, en sentido constructivo. Sí pueden luchar, sin dirigentes o con malos dirigentes, en sentido reactivo, contra algo, pero no a favor de algo, de una causa.
A diferencia del caso de un militar en la guerra, en la política, el “no luchar” de un dirigente no es tan evidente porque es más o menos fácil para él buscar justificativos de toda índole que, en el fondo, solo le sirve para ocultar ante las masas esa defección fundamental. De todos los justificativos habidos y por haber el más miserable es el que se esgrime, sea de modo cínico, canchero o estúpido, diciendo que si se da batalla las consecuencias son terribles.
Librar la batalla, con toda su incertidumbre, al menos contiene la esperanza de un cambio para mejor, si se gana. No librarla nunca solo contiene la certeza de la asfixia progresiva hasta la muerte.
La batalla no hay que librarla ni por el gusto de combatir ni porque el hecho de hacerlo en sí represente alguna solución. Se pueden librar batallas sin causa o por una causa negativa. No conducen a nada.
La batalla hay que librarla porque tenemos un liderazgo importante, aunque no sea de conducción, que es el de CFK y tenemos claro un rumbo que es el que ella marcó en el transcurso de su último mandato entre 2011 y 2015, que solo hay que profundizar y adaptar a las nuevas condiciones mundiales y locales.
Es decir que tenemos a la líder (decir “lideresa” me suena ridículo) y tenemos la dirección a grandes rasgos, lo que significa que tenemos una idea positiva de lo que hay que construir. Falta afinar muchas cosas, pero groso modo está. No construimos en contra de alguien o de algo. Construimos a favor del pueblo. Si hay alguien que interpreta eso como en su contra es problema de ese alguien, no nuestro. A favor del pueblo es a favor de todos, incluso de ese alguien, aunque no lo entienda.
Si tenemos que librar la batalla es porque hay otra voluntad (dirigida en el interior desde el exterior) que nos impide la realización de esa idea y tenemos que despejar ese obstáculo para poderla ejecutar. No es que es un fin en sí mismo luchar contra la otra voluntad oligárquica que se disfraza de diferentes maneras. Es que no podemos empezar a ejecutar lo que deseamos si la tenemos cascoteando todo el tiempo.
El resultado de la batalla definirá si la lucha que lleva Cristina despeja el terreno para que podamos ejecutar la idea que deseamos o, si, por el contrario, serán ellos que ejecutarán sus ideas de cómo hacer pedazos la Argentina, mientras se llevan el litio, los hidrocarburos, los agroalimentos y los dólares. Quizás, también, nos metan en otra guerra para debilitar nuestras capacidades estratégicas para que no podamos reaccionar por varias décadas.
Estamos cerca del “centro de gravedad”, del momento y del lugar donde se definirá la historia por muchos años.
Lo que tenemos a favor es a Cristina y la conciencia que ella despertó con su lucha, principalmente durante los últimos 10 años, tanto en el llano como en sus puestos de presidenta, senadora y vicepresidenta.
Otra cosa que tenemos a favor es que la voluntad oligárquica se deteriora cada vez más a nivel global y cada vez le hacen menos caso en todos los continentes, como África, Asia y A. L.
Quizá esto no se perciba a nivel local por una tradición argentina a nivel de la militancia a la que no le interesa ni quiere entender de las cuestiones internacionales y mucho menos de las cuestiones internas de otros países. Por eso la mayoría de los dirigentes ni están informados de los acuerdos entre países que se van produciendo por todas partes, al margen de la influencia de EE.UU. y G.B. Muchos ni siquiera saben que Dilma Rousseff fue designada recientemente al frente del Banco del BRICS.
La “buena letra” que hace el oficialismo argentino como buen alumno de los poderes del mundo Nor Occidental es una rara anomalía dentro del panorama mundial donde hay malos alumnos en algunas o muchas materias como Brasil, México, Colombia, Chile, Bolivia, Nicaragua, El Salvador, etc., y esto solo en A. L. En África los malos alumnos son más del 80 % de los países. En Oriente está lleno de “malos alumnos”, incluso sin contar a China. Hasta Arabia Saudita ahora es un “mal alumno” en su política exterior (!!).
Esto no quiere decir en absoluto que el imperialismo angloamericano que nos oprime son inofensivos. Son muy ofensivos justamente porque su situación estratégica es débil, y las presiones y amenazas a nivel local están muchas veces sobreactuadas porque sienten esa debilidad estratégica a nivel mundial, queriendo asegurar resultados por directivas, órdenes, amenazas, etc., además de lo habitual del soborno, la seducción, etc. Pero últimamente andan con poca paciencia porque nada de lo que pensaron que iba a ocurrir está ocurriendo:
1) Ucrania no está ganando la guerra ni Rusia desgastándose ni arruinando su economía, sino lo contrario.
2) La mayoría de los países que tienen más población no condenaron a Rusia.
3) La campaña de guerra de acción psicológica para que Rusia y Putin sean considerados demonios no da el resultado esperado.
4) Estigmatizar a China por lo de Taiwán tampoco les está dando el resultado que esperaban, a pesar de que la geopolítica angloamericana está predisponiendo a Japón y Australia en su contra, en contra de toda lógica económica y comercial.
5) La crisis de desintegración financiera del sistema financiero y monetario angloamericano sigue su curso.
6) La situación social dentro de EE.UU. es pésima. Es muy probable que vuelva (si no lo eliminan antes) Trump a ser presidente lo cual sería una buena noticia para todos pues fue el único presidente en los últimos 60 años que no inició ninguna guerra y quiso terminar rápido con todas las existentes (Siria, Afganistán) y escenarios de conflicto (Corea del N.). En tal caso el progresismo argentino debe dejar de lado pruritos y prejuicios bastante tontos.
En este contexto, el pueblo de Argentina está padeciendo los éxitos tácticos de las oligarquías que sostienen al imperialismo angloamericano por graves errores del gobierno argentino que datan del inicio de su mandato. Pero, como decía Perón, un éxito táctico al estar en una situación estratégica falsa, carece de sentido. Lo que significa que ni el sistema oligárquico angloamericano va mejorar su situación estratégica esquilmando cada vez más a la Argentina, ni el pueblo argentino va a mejorar sus condiciones de vida, sino que van a empeorar.
Por lo tanto, la situación no tiene salida para ninguno de los bandos, aunque gane la voluntad oligárquica, el saqueo y el desorden y caos que van a provocar no va a resolver la crisis de su sistema a nivel global y solo va a empeorar tremendamente la situación interna en Argentina.
No sé si aún quedan peronistas que entiendan de historia.
Entiendo que JDP era un líder de conducción extraordinario, pero ¿alguien se dio cuenta que confrontó con los ganadores de la II guerra mundial y les ganó?. Braden perdió. Pudo haber sido al revés, y el peronismo no hubiera existido. No fue el oro en el BCRA lo que hizo ganar a Perón. En todo caso, lo que lo hizo ganar fue la idea y la forma de ejecutarla de lo que hacer con ese oro, al servicio del mejoramiento de las condiciones de vida de gran parte de la población, cosa que quiso impedir (pero no pudo) por todos los medios el imperialismo angloamericano de aquel tiempo.
Ahora, para prosperar no hacen falta tener reservas en dólares en el BCRA. Con una moneda propia, con acuerdos con Brasil, México, Bolivia, China y Rusia, podemos empezar a desarrollar la producción de los bienes que necesita la Argentina sin dólares y construir infraestructura. Se pueden emplear a 2 millones de personas así. El respaldo de la moneda va a ser la propia producción y los acuerdos con los países mencionados. Solo hay que ser eficaces en el direccionamiento del crédito público hacia los renglones preestablecidos en un plan quinquenal con vistas a lo que se necesita para que 20 millones de personas salgan de la pobreza. No se necesita especulación, ni ganancias extraordinarias, ni nada de esa clase de vicios. Van a surgir miles y miles de empresarios nuevos que querrán aprovechar las nuevas oportunidades.
Este escenario es perfectamente posible y probable. Solo hace falta que CFK lo pueda experimentar e imaginar en su propia mente y el convencimiento de dos o tres dirigentes que estén a su lado. Luego, se crea la mística y se convoca a la movilización popular en pos de esa causa, con optimismo y esperanza en el futuro.
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