sábado, 22 de abril de 2023

Amado Boudou es el que mejor entiende la mentalidad necesaria para las políticas concretas de transformación.

 Ver aquí.

 

De una situación asfixiante (pago de la deuda al FMI, "escasez" de dólares, inflación, etc.) se sale produciendo una acción nueva, lógicamente basada en una concepción. Esto significa que por la vía habitual de manipular diversas combinaciones de comandos de la botonera preestablecida lo único que vamos a lograr es graduar la asfixia pero no vamos a poder evitar el resultado final (que es la muerte).

Cuando se produce una acción nueva en un sector, se genera una nueva realidad en todos los sectores, puesto que va a empezar a jugar el elemento nuevo introducido en el panorama habitual y, eso, va a producir un efecto inevitable. Luego, habrá que administrar con la mayor eficacia ese efecto.

Es parecido a lo que sucede en el juego de ajedrez.

En efecto, se puede atribuir valor a las piezas de manera a priori: el peón vale tantos puntos, el caballo tantos otros, etc. Pero en el juego concreto el valor de una pieza en particular estará en relación a la posición que tenga en el tablero respecto a las demás piezas tanto propias como las del adversario. Por ej., si el adversario tiene una torre y el rey y nosotros solo dos peones y el rey, materialmente estamos mucho peor porque una torre vale mucho más que dos peones. Pero, dos peones en la sexta y séptima fila con el rey cerca, contra la torre contraria y su rey más lejos, valen más esos dos peones que la torre puesto que uno de ellos puede coronar y convertirse en dama.

JDP se cansó de explicar que lo importante en la conducción política es ser fuerte solo en el momento y el lugar donde se va a producir la decisión, es decir, donde se va definir el resultado total de la lucha.

Esto Alberto Fernández y la mayoría de sus funcionarios obvio que no lo iban a entender nunca. Ellos solo ven el poder "enorme" que tienen enfrente (el FMI, la embajada de EE.UU., los exportadores, los Bancos, etc., etc.) y no se plantean en absoluto hipótesis dirigidas a golpear donde duela. Nadie, por más poder que tenga puede ser fuerte en todos lados y en todo momento. Sino pregúntenle a la OTAN sobre su experimento en Ucrania.

Los "administradores de la realidad" sin reservas en el BCRA, ahora padecen que Vicentín sea uno de los primeros incumplidores en tiempo y forma en la liquidación de dólares comerciales. Padecen las consecuencias de sus propios actos o inacciones, cuando descartaron en su oportunidad la estatización de esa empresa por miedo a la reacción opositora.

Cuando esos administradores hablan de las restricciones o de que "todos somos buenos cuando hay plata", muestran una actitud bastante repugnante y mezquina porque no solo justifican los pobrísimos resultados de su gestión sino que, al mismo, tiempo, subestiman los resultados que obtuvieron otros administradores bajo una estrategia y una lógica muy diferente a la actual.

Ninguna limitación de la realidad es absoluta, sino relativa, puesto que intervienen no solo imponderables sino la capacidad creativa de los que dirigen, su fuerza de voluntad y tenacidad ante las adversidades.

Cuando uno ve algunas cosas de la historia (no solo de Argentina) en detalle, se da cuenta que los grandes resultados favorables no fueron porque había viento a favor. Uno podría pensar que el plan de San Martín para derrotar a los españoles en Chile era muy fácil con el apoyo de Inglaterra. Pero cruzar la cordillera en 1817 era una cosa terrible. Aún hoy sería terrible. Pudo haber sido un fracaso estrepitoso. Cosa parecida pasó con los comandantes de la guerra de secesión americana. En momentos decisivos tuvieron que tomar decisiones tremendas, que era jugarse el todo por el todo.

Uno si ve la historia a grandes rasgos parece que los resultados se dan naturalmente. pero eso es solo una ilusión óptica. Lo concreto es que hubo personas que quemaron las naves para que se produzca el resultado.

No hay nada garantizado de antemano cuando un conductor se juega por algo. Pero lo que sí es seguro es que, si no se arriesga, el resultado es cada vez peor. Una asfixia en cámara lenta.

Lo que propone Boudou es una intervención del gobierno en el sistema monetario y financiero para hacer circular el excedente de una manera mercadointernista más favorable a los intereses de las clases populares, incluidos los empresarios o futuros empresarios mercadointernistas.

Es obvio que eso no puede ser una medida aislada, porque supone todo un plan de gobierno, de obras públicas, inversiones y subsidios a fin de aumentar la producción que va a ser consumida en el mercado interno.

Esa medida debe ser el corolario de una conceptualización previa acerca de los problemas económicos actuales y de un plan de acción de gobierno, con objetivos concretos y cuantificables.

La inflación actual solo refleja un proceso tendiente a priorizar consumidores extranjeros de la producción argentina y consumidores locales con ingresos parecidos a los internacionales. Obvio que tal proceso beneficia a los sectores más concentrados ligados a los intereses exportadores y su sistema financiero y bancario relacionado y a los acreedores internacionales. Esta es la verdadera puja distributiva.

La forma de relegar el consumo de los argentinos en el mercado interno es con la inflación. Con eso se logra que cada vez haya más saldos exportables medidos en volúmenes físicos per cápita o por flia.

Los sectores internos con ingresos parecidos a los internacionales (una fracción relativamente minoritaria del mercado) pueden validar con su consumo la inflación. El resto que carece de tales ingresos cada vez consume menos. Así quedan más saldos para exportar.

Doy dos ejemplos concretos. Si no hubieran caído los salarios reales a los niveles que cayeron durante los gobiernos de Macri y Alberto Fernández, no se hubieran podido exportar mil millones de kg. de carne ni el equivalente al  25% de la producción de leche cruda. Se hubiera podido exportar menos de la mitad de eso por la simple razón de que los sectores populares asalariados formales e informales hubieran tenido más poder de compra y hubieran consumido mucho más de lo que consumieron.

Pero como eso no ocurrió, porque los ingresos reales de la gran mayoría de la población cayó, todo lo que no consumieron se exportó. A cambio recibimos dólares. Este proceso JDP lo describía con la frase "hacer dólares con el hambre del pueblo".

Así que no hay mucho secreto en estas cosas.

Para mejorar la vida de unas 25 millones de personas o de unas 6 millones de flias. lo que se necesita es una buena conceptualización o apreciación de la situación y una buena forma de ejecución de las medidas correspondientes, bajo la guía de un buen liderazgo, si es posible, de conducción, como lo entendía JDP.

La misma realidad dicta lo que hay que hacer. La realidad cruda no la inventada. Para hacer el shock distributivo que dice Amado hay que asumir que va a haber menos dólares (porque se va a exportar menos), hay que asumir que se puede gobernar con pocas reservas (si se cambia la lógica exportadora, monetaria y financiera especulativa), que al golpe de mercado se lo puede neutralizar con feriado bancario y cambiario durante el tiempo necesario para instrumentar todas las medidas que protejan al pueblo.

Se puede ir a la fuente de los dólares "verdaderos" (los del comercio exterior), si se crean empresas del Estado que comercialicen la producción agropecuaria argentina. los dueños de los dólares van a dejar de ser los exportadores y Bancos privados. Por lo tanto, la política monetaria de esterilización de $ que lleva décadas y décadas, no va a ser más necesaria.

Asimismo, se pueden hacer convenios con China y Rusia para obtener bienes de consumo, intermedios y de capital que no necesiten ser pagados en dólares. China y Rusia no van a tener ningún problema con eso.

Argentina debe dejar de producir bajo los incentivos de una plataforma exportadora y una lógica financiera especuladora que es como darle la cuerda servida que van a usar para asfixiarnos por ahorcamiento.

El liderazgo de conducción debe hacer ruptura con esa lógica y esa plataforma, sentando las bases de una que privilegie la producción, el aumento del trabajo nacional para el mercado interno y la construcción de la infraestructura que sea necesaria.

En Argentina se puede hacer un plan quinquenal en el que se determine con precisión las obras, el financiamiento, los materiales e insumos.

Unidos a Brasil, México y Bolivia y con buenos acuerdos con Rusia y China, podríamos cumplir satisfactoriamente con los objetivos de un plan quinquenal que de trabajo formal a 2 millones de personas, a razón de 400.000 por año.

Eso es posible, va a haber dificultades como en todas las cosas de la vida, pero son preferibles las dificultades respirando bien sin una cuerda en el cogote que las dificultades de estar ahorcado y asfixiado.


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