martes, 14 de diciembre de 2021

Una metáfora acerca de la naturaleza de la situación geopolítica mundial.

Ilustro las tácticas de la geopolítica oligárquica seguidas por el tándem EE.UU. e Inglaterra con la siguiente metáfora.

Supóngase que en la casa de la flía. de su vecino uno de los hijos incendió la habitación de sus padres, echándolos de la casa y subyuga a sus hermanos con quienes Ud. tiene lazos de parentesco político. Pareciéndole una locura lo que ocurrió se pregunta por qué sucedió eso.

Ud. empieza a indagar y descubre que el loco responsable del descalabro no actuó solo sino que tenía apoyo de cierta gente extranjera que vive lejísimos del vecindario y que fue la que lo instigó e incentivó para que hiciera ese desastre. No solo eso sino que les dio justificación, armas y entrenamiento para consolidar la nueva situación.

El loco, al mando aparente de la casa, ante la resistencia de varios de sus propios hnos. y hnas., se prepara (entrenado y armado por la gente extranjera de fuera del vecindario) para incendiar las habitaciones de los hnos. rebeldes con los cuales Ud. tiene lazos de parentesco.

Pero la insidia de la gente de fuera del vecindario que solivianta al loco no se detiene aquí. Aprovechando el control que ejercen sobre un considerable repertorio de recursos humanos y materiales, hacen una campaña de mentiras en todo el barrio, la ciudad, el país y el mundo, diciendo que Ud. es un autoritario y agresivo que quiere invadir la casa de al lado y que eso no se va a tolerar y que van no solo a defender la casa sino a atacar la suya si osa mover un pelo (incluso si lo hace dentro de su propia casa) ante la situación que se desarrolla frente a sus ojos.

Fin de la metáfora.

No sé si se capta que ya la guerra la tienen decidida y solo están buscando el pretexto para justificarla, como fue siempre en la historia. Cuando se escribe la historia oficial se cambia el orden cronológico, poniendo la decisión como consecuencia del pretexto, cuando en realidad fue al revés, el pretexto fue consecuencia de la decisión.

Ya encontraron el escenario y los actores (muchos de los cuales de tradición nazi). Les falta afinar más el pretexto y que Rusia pise el palito en Ucrania.

Estas tácticas de la geopolítica oligárquica se aplicaron en Irak, Siria, Libia, etc. Taiwán ahora mismo, etc. Solo con algunas variantes en los actores y en el libreto. Pero en esencia es siempre lo mismo. Primero la decisión geopolítica (que se reduce a la confrontación con Rusia y China) y, luego, la búsqueda del pretexto que la justifique.

 

sábado, 4 de diciembre de 2021

La política no es lo que pasa sino lo que se hace para que pase (JFK).

 

Es frecuente escuchar en boca de diversos actores del espacio oficialista frases como éstas:

“El principal problema de la Argentina es la escasez de dólares”.

 “Sólo se puede ser audaz cuando hay reservas en el Banco Central”.

 “Hay que aumentar las exportaciones para tener dólares”.

“No da la correlación de fuerzas”.

Etc., etc.

Muchos analistas, militantes, funcionarios o candidatos incorporan estas cosas como frases hechas o axiomas a partir de los cuales elaboran razonamientos o racionalizan.

Como en la política común y corriente influyen mucho las ambiciones personales por los cargos y la figuración, necesitando para eso la validación de los demás (no solo de los electores en épocas de elecciones sino el visto bueno de los que toman decisiones en las “internas” o en las roscas), se facilita mucho que las frases hechas como las señaladas se extiendan y se transformen muchas veces en sentido común. Cómo cada uno reproduce ese sentido común es cuestión ya de personalidad e individualidad de los actores.

Estas son el tipo de cosas que empañan y obturan la creatividad en la política, puesto que es muy difícil que el que participa de la lucha política se gane el cargo o conquiste una posición de poder él solo, con su propia subjetividad, sin necesidad de ser validado por otros. Las excepciones a esta regla son los “líderes de conducción” (ver conceptualización de JDP).

Los peronistas inteligentes deberían pensar en “¿cómo pensaría un líder de conducción?”.

Por ej., tomemos el ejemplo de la mentada “escasez de dólares” o “restricción externa”.

Lo primero que pensaría un líder de conducción es que debe haber un proceso que lleva a eso. No lo toma como un dato a partir del cual hace política o economía, sino que lo toma como el corolario de un proceso en el cual hay que intervenir para que el corolario sea diferente.

¿Por qué se produce la escasez?. ¿Por déficit en balanza comercial, de pagos, fuga, etc.?. ¿Qué cuenta es la que más incide en el déficit o la escasez?. ¿Qué tipo de funcionamiento o proceso económico reflejan esas cuentas?. Esta última es la pregunta que vale, puesto que la respuesta a ella será la verdadera razón que se reflejará en las cuentas.

Si uno tiene un barril relativamente pequeño (la capacidad de la economía argentina) y lo llena bastante, supongamos un 90% (el uso de esa capacidad), puede estar satisfecho con ese nivel. Ahora, si uno tiene un barril lleno de agujeros y hace el mismo esfuerzo por llenarlo que en el caso anterior, obvio que no va a estar satisfecho porque se va a llenar muy poquito puesto que el contenido se va a perder por los agujeros.

Si uno mira el saldo de la balanza comercial de los últimos 20 años se da cuenta de que NO HUBO ESCASEZ de dólares. Lo que ocurrió es que se fueron en giro de divisas, pago de utilidades, fuga de capitales, deudas, etc., etc. Todo ocurre como si nos pagaran por todo lo que exportamos pero, luego, tuviéramos que devolver casi toda la diferencia entre lo que nos pagaron y lo que importamos (saldo positivo de la balanza comercial). Es decir, salieron bienes exportables, entraron dólares y entraron bienes importados y volvieron a salir dólares. El efecto neto de mediano plazo es que salieron bienes exportables, entraron bienes importados y salieron dólares. No sé si alguien se dio cuenta de que esto es casi lo mismo a que no nos hayan pagado por lo que exportamos o a que solo se produjo un intercambio de equivalentes entre lo que exportamos y lo que importamos.

En términos sencillos: exportaciones = a importaciones + salida de capitales. Que es lo mismo que decir que el precio que recibimos por los exportables tiene un número negativo implícito equivalente a la salida de capitales. En cambio, el precio de lo que pagamos por importar no tiene ese descuento.

Y, además, tenemos que agregar a la cuenta todo lo que se evade en forma clandestina e informal: subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, subdeclaración de volúmenes físicos exportados, triangulaciones vía países vecinos, etc., etc.

En este sentido, el compañero Samid, al identificar el problema del saqueo de la Argentina como el problema principal, está rigurosamente en lo cierto. Pero es un tema que está casi absolutamente ausente del debate político. Se ha naturalizado el hecho que el barril que tenemos que llenar esté lleno de agujeros y casi nadie ve una anomalía en eso.

En este contexto, proponer que hay que aumentar las exportaciones para tener divisas, ignorando olímpicamente todo lo precedente, es absolutamente descabellado en el mejor de los casos o cínico en el peor.

Un líder de conducción no se detendría aquí. En caso de abundancia de dólares se preguntaría, también, a qué clase de proceso obedece eso?. Por ejemplo: ¿se agrandó la parte exportable a expensas del achicamiento del mercado interno?, ¿el costo en dólares del trabajo argentino se redujo?, ¿los porcentuales de lo exportado sobre lo producido son adecuados?, etc., etc.

Por ejemplo, el líder de conducción no se alegraría por la cantidad de dólares que ingresaron los últimos dos años en concepto de exportaciones de carne, sino que se fijaría en la pérdida de la ingesta de proteína animal para 20 millones de personas, que es lo que pasa (además de la inflación) cuando se exportan 1.000 millones de Kg. de carne por año. A este tipo de procesos Perón los llamaba “hacer dólares a costa del hambre del pueblo”.

Resulta obvio que la principal tarea de un gobierno nacional-popular o peronista, ante una situación así, es tapar los agujeros del barril y tratar de que lo que producen los argentinos, sea mucho o poco, se pueda poner al servicio de los argentinos, evitando que intereses privados ajenos se lleven gran parte de esa riqueza.

Tapar los agujeros del barril significa concretamente que hay que intervenir en el comercio exterior y en el sistema monetario y financiero.

Se trata de la creación de una empresa de cereales, oleaginosas y carnes que sea del Estado y que compre una parte de la producción local y la comercialice al exterior. Con esto se terminan las retenciones y se puede direccionar la renta proveniente del comercio internacional del país en beneficio no solo de sectores urbanos de la industria y la infraestructura sino también de pequeños y medianos productores agropecuarios.

Este control en el comercio exterior tendría repercusiones en la política monetaria. En efecto, como el ingreso de dólares, en tal escenario, pertenecería a una empresa del Estado, no sería necesario que el BCRA emita pesos y letras contra ingreso de dólares del sector privado, lo que repercutiría positivamente en el manejo del tipo de cambio y el fortalecimiento de la moneda nacional, con lo que el Estado podría direccionar el ahorro nacional de manera más productiva y atendiendo con más facilidad las necesidades sociales.

Tales cambios generarán la reacción de intereses privados oligárquicos de origen angloamericano tomando de blanco al líder de conducción (y a algunos de sus auxiliares) quien deberá tener un temple muy grande para enfrentar tales reacciones. El líder de conducción sabe que deberá pagar un precio muy elevado por liderar tales cambios, pero estará dispuesto a pagarlo en aras de la justicia social, la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.

Dicho esto, el que espera que el riesgo lo asuma otro, ya no tiene pasta para líder de conducción, puesto que éste, en calidad de tal, asume lo que se debe hacer y el precio que pagar.

Los individuos-agentes más lúcidos del establishment oligárquico (por supuesto que no son ni Macri ni Magnetto ni ninguno de los que salen habitualmente en las noticias) le temen a la eventualidad de esta situación porque saben que el líder de conducción, al conquistar los corazones y las mentes de mayorías muy heterogéneas, puede provocar cambios y reformas sociales importantes.

En este sentido, no es que las fuerzas de la oscuridad son demasiado superiores a las de la luz y, por eso, no se puede hacer nada, sino que aquéllas existen por ausencia de éstas, apenas la luz adviene la oscuridad desaparece.

El líder de conducción no busca la validación de nadie porque ya sabe lo que vale, mientras que la mayoría de los políticos comunes o normales, buscan permanentemente la validación personal, proyectando la imagen ideal de su propio yo más no la real, generando los deslizamientos de sentido habituales en la práctica donde la persona con un cargo político que debería estar al servicio del pueblo, se sirve del cargo al servicio de ella misma. Terminan, de esta forma, trabajando contra aquellos que deberían servir y a favor de quienes deberían haber combatido.

Lo mejor que podrían hacer los políticos normales o comunes es dejar de creer que son más importantes de lo que en realidad son y tratar de ser humildes sin vanagloriarse de ello. Y que, cuando alguien tiene algo novedoso para aportar, hacer silencio, sin cuestionamientos. Y si está dentro de sus posibilidades, apoyarlo.

El motor de la historia, lo que produce los cambios al servicio del mejoramiento del ser humano y la sociedad, es la mente creativa del individuo más su voluntad, tenacidad y capacidad de sobreponerse a las dificultades aparentemente insalvables. Tales mentes son las que ponen en marcha el movimiento de lo colectivo, de lo social, que es el que termina desequilibrando la balanza y permite la consagración del líder.

El lugar de líder de conducción en la Argentina está vacante desde hace 47 años. ¿Alguien se animará a ocuparlo?. La supervivencia del pueblo argentino (o sea de nuestra querida patria) depende de esa persona potencial que se anime.

Esa potencial persona sabe que deberá sacrificar muchas cosas, gran parte de la forma normal de su vida. Pero también sabe que, si tiene éxito, tendrá el cariño y el amor de la gran mayoría del pueblo humilde que lo recordará por la eternidad a través de la historia y la memoria intergeneracional.

sábado, 27 de noviembre de 2021

martes, 2 de noviembre de 2021

No existe una emergencia climática.

La agenda del mentado “cambio climático” o calentamiento global causado por el ser humano y las metas de “descarbonización” como política que se desprende de ella, es una diseñada por intereses oligárquicos globales a predominio angloamericanos. Esa agenda es incompatible con los intereses de los pueblos y de sus Estados Nacionales soberanos ya que el cumplimiento, si se da en la práctica, de esas metas, va a perjudicar el desarrollo económico, la calidad de vida de la población y ocasionará una caída demográfica significativa.

¿Por qué, sin embargo, esa agenda logró introducirse en muchos países a nivel mundial, incluido el nuestro?.

La respuesta es sencilla. La “geopolítica oligárquica”, que cuenta con un amplio y variado repertorio de recursos humanos y materiales, es muy hábil en asustar a la gente, produciendo shocks de todo tipo (políticos, económicos, financieros, terroristas, militares, climáticos, etc.), buscando captar y aprovecharse de la credulidad del público desprevenido, ávido de “buenas o nobles causas”.

Es por esta razón que tal agenda sea tan sensible a la ideología progresista en numerosos países ya que al público afín o simpatizante de ese espacio político e ideológico le resulta cada vez más difícil encontrar causas nobles.

También resulta notable cómo necesidades internas de la profesión de periodista relacionadas tanto al “discurso periodístico” en sí (la presión por llenar huecos o espacios libres) como a las necesidades económicas (lisa y llanamente el financiamiento más o menos opaco para que se hablen de determinados temas), terminan siendo funcionales a dicha agenda y las intenciones de quienes la diseñaron.

Con respecto al mentado “consenso científico” que supuestamente justifica la adopción de la agenda climática y las políticas de “descarbonización” no existe tal. Solo es un latiguillo que se usa para la propaganda.

Para la comunidad científica seria el cambio climático existió siempre, unos 5.000 millones de años antes de la Revolución Industrial. Hubo épocas más cálidas y más frías siempre, a lo largo de la historia del planeta Tierra desde su formación y desarrollo.

El ser humano incide en el clima pero su incidencia no puede cuantificarse con los modelos de computadora que usa el IPCC y es indiscernible de la variabilidad natural del clima. Desde la década del ’80 dichos modelos fueron cambiando y sus simulaciones tienen demasiadas discrepancias con gran cantidad de datos observacionales. En los últimos tiempos se ha admitido que los modelos predictores del clima tienen un sesgo de “sobrecalentamiento” que deriva de los parámetros utilizados, lo que conduce a conclusiones catastróficas acerca de la inminencia de desastres (subida del nivel del mar, por ej.) cuando, lo lógico, basado en la historia de épocas anteriores, ese tipo de cambios se dan en períodos de cientos o miles de años y no en 10, 20 o 30 años.

Por eso alarmar a la población mundial con la “crisis climática” es descabellado desde el punto de vista científico y la lógica y mucho más descabellado es hacer “recomendaciones” (imposiciones) de descarbonización de las actividades humanas esenciales (agricultura, ganadería, industria, energía) para la supervivencia de la especie basados en evidencias tan pobres que ni siquiera logran discernir la variabilidad natural del clima de la influencia propiamente humana.

El clima del planeta Tierra es algo sumamente complejo y dinámico, con miles de variables, donde la humanidad es una más dentro de muchísimas otras. Para comprender mejor esta disciplina se necesitan muchísimas más investigaciones, experimentos tanto en la Tierra como en el espacio, así como en otros planetas cercanos. Tales tareas no pueden ser sustituidas por modelos computacionales basados en una cantidad de parámetros muy limitada y en la evidencia experimental de que el CO2 provoca aumento de temperatura.

Es por ello que la insistencia de muchos científicos del IPCC en el sobredimensionamiento del aumento antropogénico de la temperatura global obedece más a la sociología de la ciencia y del conocimiento que a la estructura interna misma de la ciencia.

Por todo esto, resulta un error estratégico garrafal embarcarse en la economía verde como parece que ha decidido el Presidente de la Nación.

La Argentina es un país con enormes porciones de su territorio casi totalmente despobladas, con una densidad de habitantes bastante baja. Necesitamos que la población crezca y se desarrollen los lugares deshabitados.

La energía eólica, solar o hidrógeno verde, son energías poco intensas y/o costosas, que van a limitar enormemente el futuro y eventual proceso de industrialización y construcción de infraestructura que necesitamos para incluir a cada vez más población a través del trabajo nacional.

La debilidad e intermitencia de dichas fuentes de energía son compatibles con procesos demográficos de estancamiento o disminución, es decir, tienden a mantener una población cada vez menor. Y eso no es del interés estratégico de los argentinos.

https://clintel.org/message-of-clintel-to-national-politicians-and-world-leaders-at-cop26/

viernes, 1 de octubre de 2021

A propósito del anuncio del proyecto de Ley del Ministro J. Domínguez.

Habrá que verlo en detalle para analizarlo. Pero ahora me propongo otra reflexión.

Hace ya varios años planteaba en la blogósfera a economistas de diversas corrientes ideológicas (ortodoxas y heterodoxas) y a varios analistas que había un problema muy serio en la economía argentina -existente desde mucho antes- con el desequilibrio entre, por un lado, la oferta de bienes al exterior, o sea las exportaciones, y, por el otro, la producción, importaciones y el consumo interno. Ilustraba ello con datos de producción, exportaciones, saldos internos, medidos en volúmenes y cantidades físicas totales y per cápita de muchos rubros de la actividad económica.

Sostenía que, por detrás de lo monetario y financiero, se escondían realidades físicas muy elocuentes para el que quisiera ver.

El asunto actual del consumo de carne, su precio, las exportaciones, etc., es emblemático del conjunto de la economía argentina, no solo del sector pecuario.

También señalaba que la medición del PBI era engañosa porque no permitía reflejar las realidades físicas fundamentales y los cambios de fase de las mismas tras las magnitudes monetarias.

La economía Argentina, desde hace aproximadamente poco más de 45 años (probablemente luego del Rodrigazo de 1975), tiene un problema de merma de la producción per cápita y por flia. consumida localmente, que no es suficientemente compensada por las importaciones. Problema agravado por la magnitud cada vez mayor de las exportaciones medidas en volúmenes y como porcentaje de la producción medida en volúmenes. Por supuesto, este problema no se nota en el 30% de la población de ingresos superiores, pero sí se nota en mayor o menor medida en el 70% restante. El comportamiento del PBI ni noticias tiene de esto ni nunca las va a tener por cómo se determinan los procedimientos para la elaboración de su medición.

El análisis riguroso de este problema fue escamoteado (e incluso negado) por una mezcla de cuestiones que tenían que ver con intereses sectoriales, deficiencias analíticas, oportunismo político e ignorancia.

Por el lado de los intereses sectoriales tanto al complejo sojero exportador, como al agroalimentario en general no les interesa en absoluto que la producción argentina sea destinada en una proporción mayor al propio mercado interno del país, por razones obvias o que debieran ser obvias: el 70% de la población argentina tiene ingresos muy alejados de los internacionales que son los que pueden consumir la producción exportable de la Argentina. Sólo un 30% de la población local tiene ingresos semejantes a los internacionales.

Esto no solo tiene que ver con la distribución del ingreso, tiene que ver con el perfil productivo de la Argentina y la naturaleza de su inserción en la globalización desde mediados de la década del ’70 del siglo pasado.

Respecto a las deficiencias analíticas podemos decir que la profesión de economista no provee las herramientas conceptuales o heurísticas necesarias para captar el problema y de cómo funciona una economía física.

Una de las razones de por qué la mayoría de los políticos no entiende esto es que se dejan encandilar por los dólares. Perón ya entendía esto perfectamente en la década del ’50. Lástima que casi ningún "peronista" de ahora lo entiende. Lamentablemente ahora es mucho peor. Los dólares son como una sarna (“con gusto no pica”), pero que sí pica a gran parte de la población argentina que padece las consecuencias indirectas sin saberlo.

Las propuestas “académicas” y del sentido común político y económico imperante que recomiendan el aumento de las exportaciones, sean agropecuarias y/o industriales, porque traen divisas es un círculo vicioso en el que se cae una y otra vez por no captar la esencia del problema.

Lo que sucedería si la Argentina exportara por 100.000 millones de U$S es que la fuga de capitales y el endeudamiento aumentaría. Argentina no es ni puede ser el sudeste asiático de posguerra.

Lo que tiene que hacer Argentina, su Estado y gobierno, en vez de hacer leyes o anuncios grandilocuentes es tapar los agujeros del barril, acumular recursos e invertirlos en la infraestructura e industria mercadointernista. Obvio que para eso tiene que tocar el comercio exterior y el sistema monetario y financiero, sin lo cual no se pueden tapar los agujeros, evitar la fuga, etc., etc.

La única manera de evaluar con certeza si en la economía argentina hay “escasez de dólares” es con los agujeros del barril tapados, de lo contrario siempre hay escasez de dólares. Escuchaba a un dirigente rural hablar de la nula fiscalización física de los bienes exportables agropecuarios que ni siquiera se pesan antes de salir por los puertos privados. Esta es una de las mil maneras de fuga de dólares, existen otras 999.

Argentina necesita empezar a alimentar de verdad a 15 millones de personas y mejorar la alimentación de otros 15 millones. Acá hay un mercado potencial de 30 millones de personas.

Para hacer eso no hace falta ni siquiera aumentar la producción, incluso podría disminuir la producción y aumentar al mismo tiempo el consumo de alimentos de 30 millones de personas, tanto en cantidad como en calidad.

Lo que acabo de enunciar parece un horror pero es lo que sucedía efectivamente cada vez que un gobierno se proponía aumentar el consumo interno y mejorar la alimentación de la población.

Cuando sucede eso el incentivo exportable deja de funcionar y la producción cae, pero la producción es excedentaria en muchísimos rubros agroalimentarios, por lo tanto hay margen para que caiga y, al mismo tiempo, aumente el consumo interno.

Para muchos puede seguir pareciendo un horror lo que acabo de decir pero es la realidad, y es mejor comprenderla que horrorizarse, porque si no la comprendemos no la podemos cambiar para mejor.

Lo ideal sería que a medida que se satisface el mercado interno (real y potencial), la producción y las exportaciones aumenten, pero no es el caso porque, cuando sucede lo primero, el incentivo para exportar disminuye y a eso le sigue una caída de la producción.

Las secuencias temporales donde hay alineación al alza entre producción, consumo interno y exportaciones no son prueba de lo contrario a lo que acabo de decir porque esas secuencias se dan luego de crisis muy graves que deprimen enormemente el consumo interno, luego (o simultáneamente) de las cuales las exportaciones aparecen como la única salida. Pero a poco de andar y recuperarse el consumo interno, vuelven los problemas de siempre (aumento de precios, disminución de los saldos para el mercado interno, etc.). Esto es lo que sucedió en 2005/6, durante el gobierno de NK. Y volvió a suceder en forma agravada ahora, luego de 4 años de jauja con Macri.

Si es verdad que el ministro Domínguez acordó con los exportadores una cuota  del 22 al 24% del total de la producción que es lo que se podría exportar, estaremos en un problema en pocos meses, porque es casi el mismo porcentaje exportado en el año 2005 que llevó a los problemas de precios en 2006, con el agravante que la población es mayor que en aquella época y los niveles de producción a duras penas acompañaron el crecimiento vegetativo de la población.

Nuestros dirigentes y funcionarios debieran saber que una parte del problema nunca puede proveer una solución al mismo.

El derrame no funciona. Exportar y exportar libremente conduce a lo que condujo en 2005/6 (24% del total producido en tn. de res con hueso se exportaron) y a lo que condujo ahora (30% del total producido en tn. de res con hueso se exportaron), porque uno de los problemas que tiene es que el “estómago de las personas no tiene punto óptimo” (JDP). El 30% exportado en un año equivalen a casi 1.000 millones de Kg., lo que pudo haber alimentado a casi 20 millones de personas.

¿Se dan cuenta cuál es el problema?.

Tener un mercado interno en expansión, donde aumente el consumo de unas 15 millones de personas pobres, no depende de políticas que incentiven exportaciones (esto es caer en el círculo vicioso de siempre), sino de políticas diseñadas para la expansión de la producción para el mercado interno y la construcción de infraestructura sanitaria, educativa, energética o de transporte. Eso es lo que va a aumentar el empleo y, con ello, la cantidad de consumidores en el mercado interno. Así se forma el círculo virtuoso.

La capacidad exportadora de la Argentina no debe ser una premisa de su desarrollo (acá está la trampa) sino que debe ser consecuencia de su desarrollo.

viernes, 17 de septiembre de 2021

Así hablaba JDP.

“Hay momentos en la vida de una persona en los que debe tomar resoluciones muy importantes para su propia existencia. … que van a durarle 10 o 15 años, o tal vez todo el resto de su vida. No son frecuentes esos momentos, pero cuando llegan es cuando el centro de gravedad de su vida le exige que se resuelva.”

“Los que llevan a la derrota en las luchas políticas son los grandes errores, aun cuando los aciertos, aunque numerosos, sean pequeños”.

“Es difícil que un conductor, que es un hombre hecho para crear, se someta a la necesidad de esperar la estabilización para no seguir reformando”.

“El conductor debe poseer una gran iniciativa y una gran capacidad de acción. Uno de los defectos que más noto en la conducción es que hay mucha gente que conduce y que no tiene iniciativa; están aferrados a normas fijas. … Los hechos se desencadenan con una violencia y una rapidez tan grandes que a menudo no hay tiempo de concebir o analizar los efectos de una realización adversa. Por eso la iniciativa juega un papel extraordinario. Hay que estar siempre pensando qué se puede hacer de nuevo, qué cosa va a dar resultado…”

“… en la conducción se actúa siempre en una nebulosa hasta el momento de la decisión. … siempre está uno en un tembladeral. El secreto está en saber caminar por ese tembladeral con una orientación y teniendo un objetivo que no le permita perder el camino”.

“Algunos dicen que si bien se ha hecho [mucho], hay un poco de desequilibrio en la economía. Yo pregunto, ¿qué país tiene equilibrada la economía en este momento? ¿Cómo lo hubieran hecho ellos sin desequilibrar la economía?. Quizá ahora tengamos un boliche, pero es por nuestra cuenta, que es muy distinto que trabajar por cuenta de otro. Algunos dicen: `Sí pero no hay dólares` (negritas mías). El que dice eso, no solamente demuestra que es poco perspicaz, que tiene poco ojo clínico, sino que además es un poco animal.”

“Les voy a explicar: Cuando terminó la guerra, más de 14.000 industrias nuevas se habían hecho prósperas durante los 5 años de la contienda, pues no venía ninguna mercadería del extranjero. Si cuando yo me hice cargo del gobierno hubiera abierto la importación, 7.000 hubieran quebrado porque eran ‘industrias antieconómicas’, antieconómicas en los precios o en los costos de producción, pero eminentemente económicas en el aporte de trabajo personal. Pero, ¿cómo podíamos hacer para proteger esas industrias? Había dos maneras: creando barreras aduaneras –cosa antipática y que este mundo librecambista y teórico combate en todas partes-, y, no disponiendo de divisas, creando los permisos de importación para mantener el nivel de los saldos. Entre los dos sistemas ELEGIMOS EL DE NO TENER DÓLARES (mayúsculas mías), porque cuando dijeron los importadores ‘vamos a traer 5.000 heladeras eléctricas’, nosotros contestamos ‘no tenemos dólares’, y las fabricó Siam Di Tella con material y trabajo argentinos. Con el agregado de que los precios nuestros son ahora más baratos que los de importación. Y lo dicho lo hago extensivo para 50.000 productos distintos que ahora se fabrican aquí”.

“Y Uds. preguntarán: ¿Cómo se hacen dólares?.”

“Cuando el gobierno tiene el manejo económico, hace la cantidad de dólares que quiere, SI TIENE SUFICIENTE ESTÓMAGO (mayúsculas mías). Imagínense, le bastaría al que controla el comercio, la producción y la exportación, con preguntar: ¿cuántos pares de botines gastan los argentinos por año?- Digamos, 200 millones? Pues bien, desde el año que viene gastan 100 millones y los pagan el doble y al pueblo le hago el cuento de la materia prima cara. … De esa manera saco 100 millones de botines gratis que los comercializo. Y lo mismo con la ropa y la comida. PERO, ¿A COSTA DE QUÉ CONSIGO ESOS DÓLARES? (mayúsculas mías). A costa de la miseria, el hambre y el dolor de nuestro pueblo.”

“Nosotros hemos fijado una orientación distinta, primero queremos que se satisfaga nuestro pueblo y exportamos solo el remanente. SI NO CONSEGUIMOS DÓLARES, PACIENCIA, HAREMOS EN EL PAÍS LO QUE NO PODEMOS TRAER CON LOS DÓLARES QUE NACEN DE LA MISERIA, DEL HAMBRE Y DEL DOLOR DE NUESTRO PUEBLO” (mayúsculas mías).

“En cambio, hay un grave problema de orden internacional. ¿En qué consiste? Uds. lo saben tan bien como yo. Algunos me suelen decir: ¿por qué no arregla … con los Estados Unidos? Yo les contesto siempre lo mismo: si se tratara de conversar … pero, ¿es que eso lo vamos a arreglar con palabras?

“… el problema de Perón y el problema del gobierno de Perón lo resuelvo en dos minutos: LLAMO A UN EMBAJADOR, LO SIENTO A MI LADO, LE DIGO ‘OKEY’ Y TERMINA EL PROBLEMA. PERÓN PASA A SER EL GOBERNANTE MÁS DEMOCRÁTICO DEL MUNDO Y ESTE PAÍS SE CONVIERTE EN LA DEMOCRACIA MÁS PERFECTA. YA VERÍAMOS TODO EL ORDEN PUBLICITARIO BATIÉNDONOS PALMAS” (mayúsculas mías).

“Pero ¿QUIÉN PAGARÍA ESO, DESPUÉS? EL PUEBLO … ¿Y CREEN UDS. QUE YO PUEDO BUSCAR UNA SOLUCIÓN PARA MI EMBARCANDO A LA REPÚBLICA …? PREFIERO QUE DIGAN QUE SOY UN CANALLA, UN BANDIDO, UN ASALTANTE … PERO SOLUCIONARÉ EL PROBLEMA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA Y NO EL PROBLEMA DE PERÓN …” (mayúsculas mías).

 “… El futuro que nosotros buscamos es la unidad nacional. La hemos pedido en todas las formas y si hasta ahora un sector del pueblo no ha concurrido a esa unidad nacional, ha sido pura y exclusivamente porque hay FUERZAS EXTERNAS QUE LO ALIENTAN Y LO DIRIGEN EN OTRA DIRECCIÓN. Pero nosotros somos muy perseverantes …”


 

martes, 14 de septiembre de 2021

Política reactiva - masa reactiva como efecto de la ausencia de liderazgo de conducción.

Me animaría a decir que más o menos 2/3 del electorado vota en modo reactivo, es decir contra algo. Lo que determina su voto es contra una situación y/o contra determinada figura y/o partido y/o sistema de valores.

Estimo que alrededor de más o menos 3/4 del voto amarillo es contra lo que representa el peronismo y/o populismo sin ninguna otra consideración. Y alrededor de 1/2 del voto celeste es contra lo que representa el gorilismo antiperonista y sus variantes.

Ya tenemos, entre los dos bandos, casi un 45% de los electores que vota reactivo.

Luego tenemos alrededor de un 20% que vota contra la situación que vive, identificando al gobierno como responsable de la situación.

Es decir que solo 1/3 del electorado más o menos vota conforme a lo que cree correcto en forma positiva.

Obvio que esta clasificación no es excluyente. Un voto celeste o amarillo reactivo puede tener elementos o creencias positivas, pero no son las determinantes.

Estas son las características actuales de la masa desde el punto de vista de su comportamiento electoral.

Cuando digo “masa” me refiero rigurosamente a la definición de JDP para quien en el agregado que la conforma predomina el sentimiento contra algo, contra lo que perciben como injusticias. Aquí no juega la causa o la dirección u orientación hacia objetivos. Para esta última situación JDP reservaba el concepto de “pueblo”, que es la masa pero, ahora, con sentido de orientación y objetivo.

Cuando los encuestadores hacen encuestas están interrogando a la masa no al pueblo, puesto que se trata de categorías cualitativamente distintas aunque los individuos sean los mismos en ambas categorías.

Debo aclarar que ni siquiera el 1/3 del electorado que considero vota en forma positiva es pueblo, puesto que, para que lo sea, es necesario que se deje llevar por el liderazgo de conducción. JDP define a éste como la capacidad de mover a sectores muy heterogéneos hacia los mismos objetivos sin necesidad de uniformizar ideológicamente. La doctrina cumple la función de orientar no de uniformizar.

Dicho liderazgo no existe desde la muerte de JDP hace casi medio siglo.

Aunque la figura de CFK, siga siendo el exponente más lúcido de la política argentina, no es suficiente para lograr los efectos que logra el liderazgo de conducción.

Esta situación es independiente del resultado de las elecciones. Por más que en noviembre se logre remontar en todo o en parte el resultado adverso, no cambiará la situación cualitativa que se caracteriza por la ausencia de liderazgo de conducción, masa a predominio reactiva, dirigentes políticos que no pueden más que reflejar las condiciones existentes.

Las condiciones existentes son como laberintos que construyen los propios hombres, no son impuestos (aunque lo vivamos como si lo fueran). Todos, de algún modo, conciente o inconcientemente, en mayor o menor medida, contribuimos a construirlos y perdernos en su interior.

A veces, es necesario dar un paso nunca dado anteriormente, para encontrar las verdaderas soluciones. Eso conlleva cuotas de incertidumbre que hay que saber aguantar (puesto que se sale de lo habitual), pero es preferible eso a la certidumbre del fracaso y la derrota no solo electoral sino política, si es que no nos animamos a hacer algo diferente.

Ese paso que hay que dar no puede ni debe ser consensuado puesto que si así lo fuera, se inscribirá inevitable y automáticamente dentro del marco de restricciones que queremos superar.

La cualidad de los líderes de conducción es dar ese paso y vislumbrar cómo puede quedar configurado el tablero como efecto de haberlo dado y tratar de consolidarse en la nueva realidad así generada. ¿Es una apuesta?. Sí en alguna medida, pero no es al azar porque el líder de conducción confía en su capacidad de transformar a la masa en pueblo. Analiza la realidad no desde afuera, como si él mismo fuera un observador neutral, sino como viéndose a sí mismo en esa realidad con nuevas prácticas para cambiarla.

Por eso hay tan pocos líderes de conducción en la historia, porque hay que tener cualidades personales muy elevadas (sobre todo altas dosis de creatividad) que trascienden las limitaciones de la mayoría de los individuos (narcisismo, obsesiones de control, falta de empatía, etc., etc.).

No podemos seguir dándonos el lujo de racionalizar que no podemos hacer lo que necesitamos hacer (medidas drásticas a favor del bienestar general) porque va a reaccionar el núcleo duro de la oposición y se va a la mierda la economía. Sí, obvio que va a reaccionar. Pero no hay que temer a eso, hay que lidiar con eso, confiando que una vez dado el acontecimiento que será repudiado por la oposición y que pondrá en marcha una campaña de socavamiento del gobierno, al mismo tiempo, los efectos positivos de ese acontecimiento juegan y van realineando el tablero, creando oportunidades para consolidar al gobierno y neutralizar la campaña en contra.

El problema es que la mayoría de los referentes políticos del Frente de Todos no confía en esto. Tiene la certeza de que se perderá el control y caerá el gobierno. Son víctimas de su propio laberinto.

Prefieren la certeza de seguir haciendo lo mismo (que lleva al desastre político y electoral) a enfrentar y aguantar la incertidumbre de hacer algo distinto.

Yo propongo empezar por la estatización de Vicentín. Hay argumentos de sobra, mucho mayores a los que tenía JDP cuando expropió La Prensa.

Si se entiende todo lo precedente, lo que ocurrirá es que habrá problemas con EE.UU. y la embajada. Se moverán todas las piezas de ese establishment para derrocar al gobierno. Se contestará con la enorme corrupción de los que dirigieron la empresa y del juez que entiende en la causa.

Mientras tanto Vicentín estatizada arreglará inmediatamente con los productores, pagando la deuda y subsanando la estafa de los anteriores dueños y, empezará inmediatamente a exportar cereales y oleaginosas. Los dólares que ingresen por esas exportaciones son de propiedad del Estado contra los cuales se emitirán pesos para paliar la emergencia económica y social que vive gran parte de la población argentina.

El uso inmediato de esos recursos va a cambiar el tablero político y a generar nuevos realineamientos apoyados por la población receptora de tales recursos. Y habrá que tratar de consolidarse y enfrentar la campaña de destitución en ese nuevo tablero político que será consecuencia de los efectos sociales que producirá la medida de gobierno. En realidad el establishment sobrerreacciona porque esconde debilidad.

Esto descolocará al establishment porque su campaña solo se circunscribirá al núcleo duro, mientras 2/3 de la población se verán beneficiadas por la medida estatizadora y el uso de los recursos que generará.

Esta medida hay que prepararla desde ahora, independientemente de las elecciones de noviembre.

El establishment local depende del global y éste está pasando por una ruptura interna, lo que nos favorece. La agenda oligárquica global está perdiendo andamiaje en muchos escenarios mundiales.

De ahora hasta las elecciones no hay que hablar de Macri ni de la oposición. Por la naturaleza de la profesión periodística lo reactivo es el 95% de la realidad. En los medios progres hay que reducir eso al 5%. Si los periodistas progres no pueden resistir la tentación, deben ser rectificados por los candidatos del oficialismo.

Hay que dar directivas para los barrios para comunicarle a la gente las medidas que se van a tomar en su beneficio, no como promesa sino como hecho. Si esas medidas se pueden tomar antes de las elecciones mejor.

Creo que en las PASO todos los que no votaron al oficialismo están en su techo. El único que no está en su techo es el oficialismo. Hay margen para mejorar.

Estamos como sociedad y como fuerza política como en las tragedias de Shakespeare: si seguimos pensando y haciendo lo de costumbre vamos al desastre.

Muchos de los referentes principales del Frente de Todos no ven las posibilidades existentes y la potencialidad favorable de la situación por razones emocionales que los llevan a no poder pensar racionalmente escenarios que ven como catastróficos y los descartan de plano, solo porque no pueden sostener su propia incertidumbre subjetiva.

A fin de cuenta todos vamos a morir (literalmente hablando), más tarde o más temprano, de una forma o de otra. ¿No es mejor con probar hacer el bien antes del final?.

 

lunes, 30 de agosto de 2021

Afganistán y otra esperanza.

Deberíamos meditar qué significaban las fórmulas de los revolucionarios americanos: todos los seres humanos tienen derecho a la “búsqueda de la felicidad”; todos somos iguales en esto y merecemos las mismas oportunidades. Y no solamente los de hoy, los del futuro también.

¿Queremos o no que todos los seres humanos (los que ya existen y los que están por venir) en este planeta vivan mejor, con salud, educación y con oportunidades de desarrollar sus potencialidades? Los líderes actuales o futuros de cada nación saben qué necesitan sus poblaciones para vivir mejor. Aquí reside el fundamento de la soberanía. Porque solo podemos acceder a lo universal desde lo local o nacional. Las diversas culturas como las diversas religiones son los distintos caminos para llegar a lo mismo. Por eso los sabios tanto en la ciencia como en la religión siempre fueron universales aunque fuertemente imbuidos de su propia cultura local donde nacieron.

¿Quiénes se oponen a que el mundo y su población mejore?. Los oligarcas globalistas que ni siquiera tienen una nacionalidad real (solo nominal) porque forman parte de un imperio. El bienestar de cada pueblo de cada nación no puede ni debe estar supeditado a los dictados y preceptos globales de las oligarquías y sus auxiliares. ¿Vamos a dejar que los oligarcas nos digan cómo tenemos que vivir en cada nación?. ¿Que el planeta es chico y la población es demasiada y no hay recursos para todos?. ¿Que si los hubiera arruinaríamos el medio ambiente?.

Por favor macanas no. No seamos crédulos. Los que dicen eso tienen intereses ocultos, no confesables públicamente. ¿Cómo se puede confiar en gente así?.

Lo que en realidad pasa es que ellos temen que en un mundo dedicado a mejorar las condiciones de vida de toda la humanidad, ellos van a perder influencia, porque ese no es su negocio. Temen perder su poder, privilegios e impunidad.

Toda la población mundial cabe en la Provincia de Buenos Aires sin tocarse. El planeta es chico?. “Te toman por boludo” parafraseando a un conocido periodista.

¿Qué los recursos se acaban? Sí sin duda, se acaban unos y se aprovechan otros cuando se hace un descubrimiento científico del cual se deriva un invento y otra tecnología que aprovecha nuevos recursos o hace más eficientes los viejos. Todo ser humano nace con boca para alimentarse pero también con cerebro para pensar, no es así?.

Ese cerebro para pensar es como un fórmula 1 de carrera. La sociedad, libre de las influencias oligárquicas, debería organizarse para que haya infraestructura adecuada para que ese fórmula 1 pueda correr. Si lo usamos en la calle de empedrado a 20 km x h lo fundimos.

¿Quién dice que hay un límite al crecimiento?. R.: Los oligarcas, privilegiados e impunes que temen que alguna nación (posiblemente China) utilice su conocimiento científico, tecnológico y técnico al servicio de mejorar a la humanidad entera, siendo que los chinos son una porción significativa de la humanidad.

Todos los integrantes de la humanidad pueden vivir mejor con los recursos que hay hoy. Eso no significa que no haya que seguir apostando a mejorar el conocimiento científico y artístico y a producir nuevo conocimiento porque esa es la verdadera fuente de la riqueza. No la “cantidad de trabajo” ni el dinero.

En este sentido, tanto el neoliberalismo capitalista como el marxismo son absolutamente infantiles desde el punto de vista teórico o conceptual. Es obvio que los “rendimientos decrecientes” o la disminución del valor se relacionan con el desgaste de los procesos físicos que dependen de recursos y tecnología fija. No se relacionan ni con la disminución del “apetito subjetivo” ni con la disminución “objetiva” de horas de trabajo.

Por ejemplo, si la humanidad, haciendo caso al “consenso de la comunidad científica” -en rigor eso es efecto de la intervención oligárquica en la práctica científica-, se embarcara en la inversión creciente en paneles solares, baterías y molinos de viento, eso los ideólogos del capitalismo lo verían como gran avance y crecimiento respetando el medio ambiente y los del marxismo lo verían como desarrollo de las fuerzas productivas y aumento del capital constante y del valor en general.

Pero, lo que realmente ocurriría es que la cantidad total de población humana disminuiría porque la energía obtenida por esos medios no es lo suficientemente densa para mantener actividades productivas necesarias (tanto industriales como agropecuarias). Por lo tanto, la misma lógica imperante en ese camino, definirá lo que es necesario y lo que no lo es, sin importar el efecto que produzca en términos de disminución de la población mundial.

Y esto es independiente de los ideólogos tanto de un lado como de otro, porque se trata de leyes y principios físicos.

Así como no podemos ahorrarnos esfuerzo y trabajo cortando un bife con un palo para comerlo –porque necesitamos un instrumento filoso como el cuchillo- no vamos a poder vivir con energías tan poco densas, como la solar o eólica. En el instrumento del cuchillo la densidad está en el filo y la fuerza está en la mano que lo agarra. Sin ese filo, la fuerza se desperdicia porque no corta. Cuanto más filo, más se concentra la fuerza y más se ahorra.

Con la mejora de las condiciones de vida de la humanidad sucede cosa parecida. Necesitamos cada vez más “intensidad” para que la fuerza sea eficaz y los trabajos que hay que hacer se puedan hacer con menos esfuerzo, lo que no significa que haya más desocupación, puesto que el ahorro en el trabajo manual se compensa con el intelectual y calificado. Para ello hay que aumentar hasta los 35 años el período de educación de las personas e ir orientando los contenidos en la perspectiva antedicha.

EE.UU. tiene una gran responsabilidad. El día que puedan recuperar su soberanía deben reconvertir el complejo militar industrial que, en lugar de estar al servicio de la geopolítica oligárquica occidental (a predominio angloamericana), debería orientarse al mejoramiento de las capacidades productivas al servicio de los seres humanos.

Los cientos de miles de millones de dólares que se consumen en la geopolítica de guerra se deben convertir en crédito para la investigación científica, la producción de maquinaria y la construcción de nueva infraestructura sanitaria, educativa, de transporte y comunicaciones y de energía. De esta manera se podrán construir y diseñar ciudades nuevas con nuevos materiales y se podrá aumentar la exploración espacial (uso de la Luna y Marte, por ej.).

Ese sería un mundo pensado para los próximos 100 años y para albergar con mejor bienestar a unos 15.000 o 20.000 millones de personas. Obvio que con paneles solares y molinos de viento eso no lo vamos a lograr, más bien lo que vamos a lograr es que la población se reduzca de 8.000 millones a  4.000 millones o menos.

Los oligarcas y sus secuaces en los Estados y gobiernos colonizados por ellos prefieren malgastar los recursos en la geopolítica de guerra. Fíjense los lamentos de los ingleses por la retirada de las tropas de EE.UU. de Afganistán. 20 años de desastre continuo allí, protegiendo la producción de opio, manteniendo latente al islamismo fundamentalista creado por ellos mismos. Miles de millones de dólares a la basura en nombre de la “alta” geopolítica y sus juegos.

Se vuelve a verificar por enésima vez (como sostenía Sócrates) que el mal es estúpido porque se vuelve contra sí mismo. Los desastres que produce contribuyen a su propia desaparición. Obvio que las personas que dirigen (formal e informalmente) el complejo militar industrial estadounidense buscarán otros escenarios para sus juegos geopolíticos, condicionando a esos fines el uso de los recursos. Esto no es difícil de prever porque la fábrica de geopolíticos, aunque amparada por los oligarcas, funciona solita.

Pero en EE.UU. está jugando otro factor que no tiene buena prensa: la presión que ejercen (de modo subyacente) más de 75 millones de personas que votaron la reelección de un candidato que consideran fue sacado del cargo por medio del fraude y que está muy pero muy enojados con las “políticas neoliberales globalistas conservadoras y/o progresistas”, tanto de Bush, como de Obama y su continuador actual Biden.

Es en este marco que hay que entender la decisión de Biden de retirarse de Afganistán que no es nada más que ejecutar lo que había decidido su predecesor en el cargo Trump pero al que no le habían hecho caso. De algún modo la presión interna debe ser aliviada, de lo contrario el gobierno de Biden terminaría en una catástrofe política y electoral.

Sin embargo, las fuerzas que impulsan la geopolítica de guerra (complejo militar industrial y servicios de inteligencia geopolítica), la burbuja financiera y economía verde (oligarcas a predominio financiero) siguen vigentes y buscarán encausar las cosas de nuevo, presionando a todos los gobiernos que puedan para que adopten la descarbonización (la que es resistida en India y China más allá de lo discursivo) a cambio de dinero (lo que significa renunciar al desarrollo por dinero oportunista) y buscando escenarios viejos o nuevos para trastornar en función de sus objetivos geopolíticos. Esto lo podremos apreciar en breve.

No olvidemos nunca que el mundo siempre es una singularidad en el que podemos caer de un lado o del otro, lo que no está determinado de antemano.

Es hora de reflexionar e interrogarse. ¿Queremos seguir vivos sobre este planeta?. ¿Para qué?. ¿Cuál es la misión?. ¿Para qué estamos?.

Si la vida nos fue dada por una razón, averigüémosla. Seguramente es una buena razón, mucho mejor, infinitamente mejor que las que estamos acostumbrados a recibir del pensamiento oligárquico y su innumerable cantidad de auxiliares concientes o inconcientes.

miércoles, 28 de julio de 2021

Breve balance político-económico de la historia reciente y qué es una economía saludable.

Voy a tratar de ser lo más breve y directo posible. Los que me hayan leído en la blogósfera durante los últimos 14 o 15 años, quizá ya estén familiarizados con las siguientes conclusiones.

Las fases de inserción globalista: dinámica y crisis.

La década del '90 y Menem-Cavallo tuvieron lo que se consideró en aquéllos tiempos "éxito" porque efectivamente hubo un gran ingreso de capitales desde el mundo global hacia la Argentina al compás de la venta de las joyas de la abuela que fueron las privatizaciones de casi todas las empresas del Estado argentino.

Ese proceso escondió uno más oculto: que, en el mediano plazo, la salida de capitales por todo concepto excedió con creces a la entrada. Esto quiere decir que el balance entre entradas y salidas era ampliamente negativo pero no se notaba demasiado, por lo menos al momento de la entrega de Menem del mando a De la Rúa, aunque los nros. de la deuda externa eran alarmantes para muchos pero no tanto para otros muchos.

Por lo tanto, el modelo de inserción de Argentina en la globalización resultó relativamente "exitoso" porque no colapsó durante el mandato de Menem. Algo parecido ocurrió con Martínez de Hoz, quien se fue antes del colapso.

Evidentemente un modelo basado en la transferencia de capitales al exterior, vía pago de servicios de deuda, seguro de cambio gratuito, remisión de utilidades, etc., etc., y que solo era equilibrado muy parcialmente con el ingreso de capitales (especulativos en su mayoría), tenía que terminar necesariamente mal. Lo que prolongó la vida de ese modelo fueron las privatizaciones, sin las cuales dicho modelo hubiera colapsado durante el mandato de Menem. El colapso de ese modelo de inserción globalista fue con De la Rúa y Cavallo en su regreso.

Lo que hay que comprender aquí es que el modelo globalista tuvo una fase de “éxito” y otra de crisis o crack y que una sigue a la otra como el efecto a la causa. No se pueden disociar la fase de éxito y la de crisis. Son las dos caras de lo mismo. Lo que está mal es el modelo de inserción global en sí mismo independientemente de la fase en que está. No es que el modelo es bueno mientras tenga “éxito” y es malo cuando no lo tiene. Sino que el modelo es malo en sí mismo, tenga o no éxito. Es como decir “hipoteco mi casa y tengo los bolsillos llenos de plata y me dedico a consumir y tengo éxito porque compré una Ferrari”. No hno. no tenés éxito, te vas a quedar sin casa, sin plata y sin auto. 

Entonces, lo máximo que podemos decir es que en el modelo de inserción globalista (llamémosle modelo A) que el compañero Menem decidió avalar tuvimos, una fase de:

1) Euforia (como en el caso del adicto, no éxito, 1991-1997 con bajones en ’94, ’98 y ‘99).

2) La pos euforia, crack y crisis (2000, 2001 y 2002).

Ahora bien, el momento 2) ya es un momento que supone una lógica política distinta, puesto que hay que administrar la crisis que produjo la inserción globalista, mientras se sigue viviendo bajo los efectos de esa inserción.

Aquí se abren 2 posibilidades:

a) se administra con la finalidad de volver a 1);

b) se administran las consecuencias del fracaso de 2 a), aunque esté muy poco claro hacia dónde ir.

A mi entender, la vuelta de Cavallo (con el aval de la Alianza) hacia el final de De la Rúa fue el intento 2 a), el cual fracasó tanto por las resistencias internas como por no comprender los cambios que se estaban dando en el proceso global de crisis, de la que la propia crisis en Argentina era una de las oleadas.

Asimismo, la devaluación de Duhalde-Remes (y del mercado) fue un intento 2 b) que fracasó porque se le hizo pagar a los asalariados la salida de la convertibilidad, lo que generó grandes resistencias internas. 

Esa salida devaluatoria no gozó de mala prensa en su momento por el enorme daño que 1), 2) y 2) a) habían provocado, con lo que el daño mismo de la devaluación fue disimulado y desestimado.

Un estudio que había hecho en aquellas épocas me dio como resultado que la salida devaluatoria por sí misma aumentó la pobreza alrededor de un 12% durante el año 2002, con un ritmo de aumento alto durante el primer cuatrimestre de ese año y, luego, menguando el ritmo el segundo y último cuatrimestre.

Este resultado se dio así porque la vuelta del aumento del empleo (por la reactivación cuando llega Lavagna) no podía contrarrestar el impacto inflacionario sobre las canastas básicas de alimentos, las cuales aumentaron muchísimo más que el promedio inflacionario de aquel año. Por lo tanto, la tesis de los economistas de que el “pasaje a precios” de la devaluación de enero de 2002 fue reducido estaba muy equivocada respecto al comportamiento de precios de las canastas básicas. Había en aquel tiempo un consenso de economistas que negaba los efectos sociales perniciosos de la devaluación misma, atribuyendo todos los males al modelo de la convertibilidad. 

A esta altura de la historia podemos decir sin ningún problema que el plan de Adolfo Rodríguez Saá de dejar morir sola a la convertibilidad mientras circula una nueva moneda era mucho más favorable a los trabajadores y sectores populares porque hubiera evitado los daños que en el poder adquisitivo de los salarios produjo la devaluación. Recordemos que el compañero Duhalde le hizo el vacío al compañero Rodríguez Saá, por lo cual éste tuvo que renunciar.

El fracaso de 2 b) condujo a NK. 

¿Qué realmente ocurrió en los años de NK y el primer mandato de CFK?.

Aquí surge otro momento que también supone una lógica política distinta puesto que habiéndose definido el fracaso del modelo A) 1), 2) y 2 a), hay que definir hacia dónde se quiere ir, no se puede permanecer indefinidamente en 2 b), esto es la administración indefinida de las consecuencias de las fases anteriores. 

Pienso que, a esta altura de la historia, puede decirse que con NK se abrió una transición caracterizada por reparar los daños causados por los momentos anteriores con el aprovechamiento de una particular situación de aumento de precios de los exportables argentinos determinada por el proceso de crisis global, lo que permitió al Estado acumular más renta internacional por vía de retenciones.

La crisis convertible y la salida devaluatoria habían bajado mucho los ingresos medidos en U$S de los asalariados y de la población en general, lo que significaba que los costos en dólares bajaron sustancialmente. Asimismo, el uso de la capacidad instalada en la industria también había bajado sustancialmente. Es decir, había márgenes amplios para aumentar tanto los costos en dólares que estaban superdeprimidos como el uso de la capacidad instalada industrial que estaba funcionando en un nivel bajísimo por la recesión. Esto implicaba que podía reactivarse la economía sin mayores inversiones de capital y aumentar los salarios sin afectar la ganancia de los empresarios porque el salario estaba muy deprimido medido en dólares.

Mientras tanto las importaciones bajaban y la balanza comercial mejoraba y se empezaba a formar, por los factores anteriores más el hecho de la moratoria de la deuda externa (no salían dólares en ese concepto), un superávit fiscal, además del comercial.

Tales factores más la mejora en los precios de los exportables argentinos -commodities que aumentaron su precio por factores de la lógica monetaria y financiera global no controlados por Argentina- coadyuvaron a facilitar esa tarea reparadora y restauradora desde el punto de vista social.

Sin embargo, en aquellos días de Néstor Kirchner y, luego, durante el primer mandato de Cristina, no eran vistas las cosas de esta manera. En efecto, se formó, entre economistas y políticos, una suerte de consenso que desembocó en un dogmatismo que "fetichizaba" el superávit fiscal y comercial y el "tipo de cambio real alto y competitivo" (dólar caro) como pomposamente lo llamaban los economistas "heterodoxos", al que le atribuían todas las bondades habidas y por haber.

Lamentablemente, la antinomia progresista vs. neoliberal o izquierda vs. derecha, se trasladó al debate económico bajo la forma de heterodoxia vs. ortodoxia. Cuando se profundiza en el análisis, generalmente se descubre que esas contradicciones se basan más en lo aparente y superficial que en cosas más profundas.

Mi posición en aquellos tiempos fue bastante crítica a ese tipo de conceptualización puesto que no se debía confundir una tarea de restauración, control de daños y reparación social con la distribución progresiva del ingreso, el crecimiento del mercado interno y el trabajo nacional. Tuve muchas discusiones con economistas ortodoxos y heterodoxos y militantes jóvenes y no tan jóvenes, pero la "grieta" y los fanatismos propios de la dinámica política no contribuía demasiado a que se pudieran clarificar dichas cuestiones.

Mi crítica se centró fundamentalmente en que el llamado "crecimiento económico" que se estaba logrando se basaba en los efectos multiplicadores (a nivel interno) de las exportaciones y, en menor medida, en la renta captada por el Estado (las retenciones al agro) que permitía subsidiar y direccionar recursos a ciertos renglones de infraestructura. Pero eso, a la luz de antecedentes históricos probados, no era lo mismo que redistribución del ingreso, fortaleza del mercado interno y del trabajo nacional.

Este impulso fue efectivo sobre todo durante los años 2003, 2004 y 2005. En 2006 ya se estaban empezando a sentir las limitaciones a medida que los costos salariales medidos en dólares aumentaban y el nivel de actividad económica demandaba más importaciones con el consecuente impacto en la disminución del saldo positivo de la balanza comercial.

Luego del advenimiento de la crisis global de 2007/8, producto de la crisis hipotecaria en EE.UU. ("subprime"), se estaban dando las condiciones para repensar muchas cosas.

Las aguas se dividieron entre los que pensaban, por un lado, que había que recuperar el "círculo virtuoso" de los orígenes, volviendo al superávit comercial y el tipo de cambio real alto y competitivo y las exportaciones y, por otro lado, los que pensaban que reeditar tal secuencia implicaba un nuevo saqueo a los costos de reproducción de los asalariados y el pueblo en general.

No quedaba más remedio que probar otro camino.

Segundo mandato de CFK. Hacia el viraje estratégico de la concepción y de la acción.

Cristina, una vez plebiscitada por el 54% de los votos, empieza a profundizar y ampliar su marco teórico de análisis de la situación mundial y local. Para variar, fue la primera y casi única de la clase política en darse cuenta de las dificultades del proceso global y que no se podía volver a la fase previa sin causar penurias a los trabajadores y perjudicar el proceso de inclusión social.

Más allá de las pifias en la designación de algunos funcionarios, Cristina empezó a darse cuenta que la situación monetaria y financiera mundial era muy frágil y que en Argentina debía empezar a revalorizarse el concepto de soberanía nacional. Se dio cuenta que, de algún modo, había que articular las nociones propias del progresismo con la de la soberanía, puesto que, en el marco de un proceso de crisis global, solo son esperables que vengan problemas de afuera. Aumentando los márgenes de autonomía nacional podía empezarse a encarar algunas de las soluciones a los problemas argentinos.

La tarea de Cristina era muchísimo más difícil tanto en relación a la de su propio primer mandato como a la de su marido que le precedió, puesto que, ahora, ya no se trataba de hacer recircular la riqueza para reparar daños sociales previos. Se trataba de cómo producir riqueza y distribuirla. Acá ya estamos en un nivel cualitativamente superior que requiere capacidades y competencias también bastante superiores.

En esta etapa, Cristina ya era plenamente conciente de que, para consolidar una verdadera "inclusión social", debía empezar a conformar las instituciones de un Estado Nacional (soberano), en el que el sistema monetario y financiero y el comercio exterior debían subordinarse a ese objetivo. De allí la reforma de la Carta Orgánica del BCRA y la preocupación por el seguimiento y control del comercio exterior.

Que ya no alcanzaba con llevar agua de un molino a otro, sino de que se trataba de definir el perfil productivo de la Argentina y de implementar políticas concretas para lograrlo.

Y, más allá de la mayor o menor fortuna a nivel de las realizaciones concretas, una de las cosas fundamentales que deja su legado es el reconocimiento del papel que tiene la ciencia y la tecnología en el desarrollo de la industria y que hay que lograr articulaciones entre esos sectores.

Hacia una noción de "excedente económico saludable".

Hace pocos días se le preguntó al actual presidente de la República Alberto Fernández si el peronismo no se debía un debate sobre cómo generar riqueza, porque sobre cómo distribuirla ya había sobradas muestras de su competencia y capacidad a lo largo de la historia. El Presidente contestó que no, que los peronistas tenían bastante clara esa discusión porque nadie ponía en cuestión el objetivo de la industrialización y de la creación de empleos productivos.

A mi juicio, el Presidente subestimó o no captó la profundidad del planteo de su interlocutor, puesto que en la Argentina pueden lograrse esos objetivos con mecanismos de "redistribución de ingresos" o "reasignación o transferencias de recursos", no necesariamente generando nueva riqueza.

Siendo rigurosos, que se abra una fábrica y que contrate trabajadores, por ej., no significa necesariamente que se ha creado riqueza nueva ya que eso puede ser producto de subsidios que direcciona el Estado cuya fuente pueden ser, por ej., las retenciones provenientes del comercio exterior. La riqueza es la misma, lo que sucede es que se aplica a finalidades diferentes.

Por ejemplo, no es lo mismo que ganancias de los exportadores de soja terminen fuera del país o en especulación en el mercado inmobiliario o la construcción de edificios de departamentos para clase media pudiente, en comparación con que una parte de esa renta sea captada por el Estado y éste favorezca el surgimiento de industrias y el aumento del empleo calificado.

Es obvio que es preferible esta última opción, pero eso no hace que la sociedad disponga de más riqueza.

Esta discusión se relaciona con lo que es más eficiente con la riqueza que ya tenemos pero no con cómo se crea riqueza nueva. En muchas ocasiones señalé esto en diversas discusiones en la blogósfera.

Creo que CFK sabe de estas sutilezas, mucho mejor que no pocos economistas. Por eso, en su último mandato de gobierno, prefirió lidiar con los problemas del "estancamiento" y/o el bajo crecimiento pero manteniendo el nivel de consumo de los sectores populares sin afectar. De última, esto es lo que condujo a Cristina a tener que soportar las tremendas presiones que provenían del establishment a medida que éste percibía los riesgos que para ellos implicaba en el mantenimiento de sus tasas de ganancias y, también, condujo a la campaña sucia de satanización en su contra y la de algunos de sus funcionarios.

Al contrario de lo que cree el Presidente AF, los peronistas nos debemos un debate acerca de cómo generar riqueza, qué papel juega en ello la ciencia, la tecnología y la técnica y qué medidas debe adoptar el Estado para articularlas con la empresa industrial.

Si nuestros objetivos son el mejoramiento de las características sociodemográficas de la población, la mejora de sus condiciones materiales y espirituales, el bienestar general y la justicia social, debemos mejorar nuestro conocimiento económico y social.

Pensar en cosas como la diferencia entre inversión monetaria o financiera e "inversión física" o entre excedente económico y "excedente saludable", entre "productividad" y "productividad física".

Claramente debemos proscribir de la definición de excedente económico el que se obtenga saqueando costos de reproducción de las clases sociales (cualesquiera sean). Esto hay que definirlo como "pseudoexcedente".

En contraposición, el "excedente saludable" es el que se obtiene "sin quitar energía al sistema", sin que otro tenga que disminuir sus costos de reproducción.

El aumento de la productividad no es ganar más dinero por unidad de tiempo, ni siquiera producir más por unidad de tiempo y, mucho menos, dejar a la gente sin trabajo. El aumento de la productividad es crear, inventar, hacer descubrimientos que llevan a ahorrar trabajo manual y aumentar el intelectual y calificado. Por supuesto esto tiene que estar planificado por el Estado.

A medida que aumenta el trabajo intelectual, hay que aumentar el período de educación de las personas. Quizá deba aumentar hasta los 30 años, porque la mano de obra calificada va a ser cada vez mayor en comparación con la manual.

Tanto en la humanidad como en la Argentina hay millones de cosas por hacer, mejorar el transporte terrestre (FF.CC. de levitación electromagnética), construir más reactores nucleares, investigar más en fusión, aumentar la exploración espacial, construir infraestructura sanitaria y educativa, mejorar la gestión hídrica, aumentar la producción y la calidad de los alimentos humanos, etc., etc., etc.

Si se encararan todas las cosas que son necesarias de hacer para mejorar la vida de los seres humanos, no alcanzarían los ingenieros, científicos, tecnólogos, técnicos y artistas que ahora existen, se necesitarían muchísimos más.

"Gobernar es poblar" y "crear trabajo" y, para eso, debemos tener ideas de qué hacer, cómo y para qué.

Termino con un dicho que leí, no sé de que autor, lo dijo una vez el que fuera Almirante de la marina de EE.UU. Hyman Rickover:

"Las mentes más grandes discuten ideas, las mentes promedio discuten eventos y las mentes pequeñas discuten personas".

viernes, 2 de julio de 2021

Quién y qué fue JDP.

Perón fue un militar y conductor político (no "político") con una profunda formación clásica y un autodidacta.

Desde muy joven, los temas que le interesaban los seguía y profundizaba, mucho más allá de sus intereses inmediatos. No solo era un gran estudioso sino un notable ejecutor. A los 20 o 21 años de edad, siendo oficial (subteniente) recientemente egresado, representaba obras de teatro junto al personal de suboficiales y soldados.

Tres años antes de eso había dado examen de ingreso para la carrera de ingeniería, pero las circunstancias y sus allegados hicieron que se incline a la carrera militar.

Tres años antes de eso, teniendo él 14 o 15 años, su padre le regaló la colección “Vidas Paralelas” de Plutarco, la cual ejerció una profunda fascinación en la mente del joven.

El profundo interés en ese tipo de temas revela que, aún en aquellas épocas (año 1908), el adolescente tenía algo poco común. El conocimiento que incorporó posteriormente por sus estudios en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra fueron tamizados por esa mente peculiar que ya se perfilaba desde la adolescencia.

Quizá esa peculiaridad estuvo de algún modo predeterminada por las duras condiciones de su niñez que pasó en el Sur, donde tuvo una vida bastante “salvaje” condicionada por la naturaleza y el clima. De niño no tuvo educación formal, su padre lo educaba y le tomaba examen. Recién casi llegando a la pubertad, sus padres decidieron enviarlo a Buenos Aires para que inicie su educación formal.

¿Cómo es posible que esa persona tan peculiar y singular se haya convertido en el líder de uno de los movimientos populares más grandes e importantes de la historia Occidental?.

Creo que eso fue posible porque esa persona tenía un poder de comprensión de la realidad muy elevado y, además, una dosis de creatividad y capacidad de ejecución, también muy elevada. Con esos ingredientes estaba mucho más preparado para transformar esa realidad que comprendía mejor que nadie.

¿Qué es lo que él comprendía y otros no?.

Muy sencillo. Comprendía que, en todas las épocas de la historia, la realidad es mundial, global, y que el cambio para mejorar la vida de los pueblos se produce o se crea al nivel de las singularidades de eso que es mundial o global.

¿Qué significa esto?. Que la estructura de lo global presenta rasgos todos diferentes entre sí, lo que no significa que dicha estructura sea una suma o amalgama de esos rasgos.

Todo es diferente a todo, pero todo está situado por “el todo”. Esto significa que en todas las cosas hay diferencias aunque sean de la misma clase. Pero esas diferencias no existen por sí mismas sino por “el todo” que las permite.

Traduzcamos este vocabulario medio raro y apliquemos esta idea al tema que estamos proponiendo ahora (¿qué comprendía Perón que otros no?).

JDP sabía –por sus profundos estudios de la historia política-militar y por su posterior experiencia como oficial del Estado Mayor- que el proceso mundial era un proceso imperial. Conocía mejor que nadie la práctica política, económica, ideológica y militar del imperialismo. Y que esto era así desde los orígenes de la civilización humana.

También sabía que el imperialismo no consistía meramente en la acción de los Estados de determinados países sino que consistían en una combinación más o menos compleja entre esos Estados e intereses oligárquicos privados que generaba la acción de esos Estados. Durante la década del ’60 del siglo pasado, Perón, a la sazón en el exilio, quiso indicar esta problemática bajo la palabra “sinarquía”.

Él sabía que el funcionamiento de esa estructura impedía el desarrollo material y espiritual de los pueblos y que era necesario liberarse de ella para lograr esto.

Esa liberación se produce siempre al nivel de las localidades (diferenciaciones). Esto significa que no se puede esperar que por un golpe de manos al nivel de la cúpula que rige el Imperio, cambie la situación general a favor de los pueblos.

Si bien “nunca un frasco de tinta tiñó el océano”, el cambio en una localidad podía generar condiciones que repercutieran en otras localidades que la verían como ejemplo. Perón sabía que esta eventualidad era sumamente desagradable para los poderes oligárquicos imperiales.

Ahora bien, ¿cómo concebía Perón ese cambio necesario a nivel de la localidad?.

Lo concebía como una reacción frente a la dominación oligárquica imperial. Esa reacción la concebía y ejecutaba a través de las instituciones de un Estado Nacional (soberano por definición). El propósito de esas instituciones era el mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales del pueblo, lo que la Constitución Nacional llama “bienestar general” y lo que Perón llamaba “justicia social”.

Él decía que el logro de esos objetivos implicaban un equilibrio entre la “felicidad del pueblo” (otro principio Constitucional procedente de la Revolución Americana) y la “grandeza de la Nación”.

Como Perón sabía que todo esto repugnaba a los poderes oligárquicos imperiales, iba a ser combatido por ellos.

Es esta la razón por la que él insistía tanto en la necesidad de comprender el liderazgo de conducción (“arte” de conducir).

Como el enemigo oligárquico y el Imperio es de naturaleza global y el pueblo y el Estado Nacional no lo es, resulta que el poderío oligárquico imperial es muy superior comparado con el de una localidad.

Por eso Perón tenía claro que la suma de voluntades diversas que había que reunir para enfrentar a ese poder era tan elevada que la heterogeneidad resultante solo podía ser direccionada por el liderazgo de conducción.

Había que hacer coincidir dos factores: la mayor cantidad de voluntades posible y una mayor calidad de la dirigencia. Mucha calidad de dirigencia con poca gente fracasa y mucha gente con poca calidad de dirigencia, también fracasa. El liderazgo de Perón lograría la conjunción virtuosa de ambas cosas.

Él llamaba a esto la “transformación de la masa en pueblo”. Desde el punto de vista individual es la misma gente la que integra la masa y el pueblo, pero esa misma gente tiene una cualidad superior cuando es pueblo porque adquiere conciencia de la dirección y de la causa que hay que seguir para mejorar sus condiciones de vida. Mientras que, siendo masa, en la gente predominan las tendencias reactivas, contra todo lo que sienten que son injusticias, pero sin saber qué y cómo se solucionarían esas injusticias.

Pero, Perón también sabía que, para consolidar el Estado Nacional y que dure el tiempo suficiente para lograr los objetivos más arriba señalados, tenía que, de alguna forma, potenciar esa experiencia a nivel regional y, por eso, la integración iberoamericana siempre estuvo entre sus preocupaciones y dedicación. De allí sus intentos por conformar el ABC (la integración de Argentina, Brasil y Chile) y, ya en su vejez, su insistencia en el continentalismo y el universalismo.

sábado, 12 de junio de 2021

Las razones estructurales de la invisibilización de la práctica política oligárquica a nivel global o por qué el Imperio no se ve o se lo confunde con otra cosa.

Hay dos grandes grupos de causas para que suceda esa invisibilización:

1) La relacionada a la naturaleza del poder oligárquico.

2) La relacionada a la dificultad que tienen las masas y sus dirigentes para sustraerse a los efectos ideológicos que 1) produce a nivel global y que se plasman en cada escenario local.

Respecto de 1) decimos que:

La oligarquía se define, tal como planteamos en las “proposiciones teóricas fundamentales” (ver post de agosto/2020, al final), como el efecto que produce la relación de unión de individuos-agentes a los resortes y recursos fundamentales (RRF, proposición 1 y 2 a). Esa unión da como resultado a los oligarcas.

Dijimos que esa oligarquía no es monolítica ni uniforme. Tiene muchos sectores y forma combinaciones. Por eso hablamos de “combinaciones oligárquicas”. Pero dentro de tal diversidad de oligarcas hay un denominador común: el control que ejercen sobre resortes y recursos fundamentales (RRF).

El uso que le dan los oligarcas a esos RRF es global, no se basa en ni está condicionado por una nacionalidad en particular. El RRF está localizado (por ej., la pampa húmeda y/o el comercio exterior en Argentina), pero, en manos de los oligarcas que desempeñan funciones en el comercio exterior de diversos países, cumple una función global. Lo mismo puede decirse del sistema monetario y financiero, los medios de comunicación, etc.

Es importante entender que la naturaleza del poder que detentan los oligarcas es global. Esto es independiente de la nacionalidad nominal de los oligarcas. Los oligarcas son el producto de una fábrica global. Esta fábrica es el Imperio. Éste es un sistema oligárquico, con una economía, unas finanzas, un sistema monetario y una ideología oligárquica.

El Imperio puede tener centros geográficos que están en determinados territorios y esos territorios pueden tener el nombre de países. Pero estos países (por ej, EE.UU. o Gran Bretaña), no son el Imperio en cuanto naciones, son Estados colonizados y usados por los oligarcas cuya estructura es el Imperio.

En este sentido, la historia de la humanidad es la historia de la lucha de las oligarquías contra los pueblos cuando estos quieren darse un Estado Nacional. Esto ocurre desde hace más de 2000 años. Los modos de producción se van transformando, pero el Imperio se conserva bajo una apariencia distinta, incluso, corriéndose de lugar su centro territorial (por ej. Roma, Venecia, Países Bajos, Inglaterra, EE.UU.).

Sin embargo, en la historia de la humanidad, el Imperio,  no solo es un lugar, es una idea, un pensamiento y un principio (oligárquico) que da lugar a un modo de organización y de funcionamiento de la humanidad. Es una forma horrible, pero es la que existe, la que predomina, salvo raras excepciones.

Por ej., cuando un pueblo tiene éxito y logra, momentáneamente, construir su Estado Nacional y, así, arrebatarle, también momentáneamente, los RRF a los oligarcas. Pero éstos, constituidos en sistema oligárquico, lucharán contra ese pueblo y Estado Nación para doblegarlo tanto en sus intenciones como en sus realizaciones concretas.

La lucha oligárquica contra los pueblos, es la lucha por la anulación y/o neutralización de sus líderes, por medio de la difamación y las denuncias en contra de ellos (acusaciones de corrupción, demonización, etc., etc.).

Por lo tanto, el imperialismo es la práctica no de un país en particular sino de una oligarquía global cuyo poder proviene del control que ejerce sobre los RRF, llámense City de Londres, Monarquía, Wall Street, Complejo Militar-Industrial, servicios de inteligencia geopolítica, medios masivos de comunicación, OTAN, entre otros.

Todo eso constituye redes, cuyo entrelazamiento puede ser complejo pero con una función muy simple: anular y/o neutralizar cualquier amenaza potencial que ellos perciban como menoscabo a su poder e influencia. Esas amenazas, por lo general, la red oligárquica la percibe en los gobiernos que intentan intervenir en el sentido de crear Estados Nacionales soberanos que se sustraen a la influencia del sistema oligárquico. Por j., Rusia y China, que están en la mira desde hace ya bastantes años.

Ahora bien, esas redes tienen múltiples personificaciones, cada una operando con sus propias motivaciones con cierta relativa autonomía. Esto tiene como efecto una suerte de “parcelación” de la realidad, cada una con su propia lógica, lo que dificulta la comprensión de su función global.

Por ej., cuando se habla del “cambio climático”, la “descarbonización”, el “new deal verde”, la “energía limpia”, etc., eso es una agenda de las redes oligárquicas en la “parcela” científica.

Otro ejemplo, cuando se demoniza a Trump (EE.UU.), Putin (Rusia) o Xi o el PC (China), eso es una agenda de las redes oligárquicas en la “parcela” mediática y geopolítica.

Otro ejemplo, cuando se habla del “orden basado en reglas” (latiguillo que repiten constantemente voceros diplomáticos y funcionarios civiles y militares de EE.UU. e Inglaterra), eso es una agenda de las redes oligárquicas en el sistema de las relaciones internacionales.

En estos ejemplos (hay otros muchos), siempre se trata de justificar un principio oculto que, obviamente, es inconfesable. Y, esa justificación, va acompañada de la promoción de causas nobles que, obviamente, interpelan el lado emocional de las personas.

Esta es la clave del sistema oligárquico para poder funcionar en el mundo. La interpelación del lado emocional del mundo entero. Lo hacen a escala masiva puesto que controlan enormes recursos para poder hacerlo, como son las agencias de comunicación mundiales, las redes sociales, Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft, ONGS, etc., etc.

Por ejemplo, ¿quién podría estar en contra del cuidado del medio ambiente, o de preservar la “biodiversidad”?. Nadie, evidentemente.

Pero, ¿si eso implicara cierre de industrias, pérdida de puestos de trabajo y aumento de la desocupación y menor producción de alimentos?. ¿Alguien puede estar a favor de esto?.

Porque si uno quiere preservar las industrias, los puestos de trabajo, aumentar el empleo y la producción de alimentos, ya tiene que pensar en cosas muy distintas a las que propone la agenda oligárquica. Tiene que pensar en cómo la ciencia física debe guiar el crecimiento económico y el aumento de la población.

Si se asume la agenda oligárquica se es víctima de los efectos ideológicos que produce el poder oligárquico y eso conduce a que el país todo sea víctima del poder oligárquico. La discusión que nos proponen es cuántas industrias hay que cerrar en determinada cantidad de tiempo para reducir el carbono. Cuando estamos en este nivel, ya estamos perdidos.

Por eso hay que sustraerse a esos efectos ideológicos y los dirigentes que caigan en eso, van a tener que ser reemplazados porque atentan, sin darse cuenta, contra la propia gente que dicen representar.

El ser humano puede ser terrible pero también sublime.

Los oligarcas angloamericanos y el sistema que armaron a nivel mundial se comportan todo el tiempo interpelando la parte terrible del ser humano, como si la sublime no existiera. Incluso quieren negar la parte sublime, que es la parte creativa y solidaria, con optimismo y esperanza en el futuro. Esta es la faceta que hizo que la humanidad progresara y aumentara su poder en el planeta.

Los padres, al querer que los hijos vivan bien y tengan futuro, lo que hacen, sin saberlo concientemente, es querer un futuro para toda la humanidad.

Así como no se puede detener el crecimiento de un bebé, no se puede detener el crecimiento de la humanidad. El que pretenda esto se convierte en un monstruo.

Así como pasamos, hace millones de años, de un pocos millones de simios a lo que somos ahora (miles de millones), en el futuro deberemos pasar a cientos de miles de millones. Y si el planeta nos queda chico, iremos al espacio y buscaremos otros planetas a los que podamos transformar en función de las necesidades humanas.

Por supuesto, eso no lo vamos a ver nosotros, pero si no pensamos así desde ahora, el futuro no ocurrirá o, si ocurre, será terrible, un infierno.

Seguramente, si a uno de los 20 o 30 millones de simios homínidos que existían hace millones de años le dijéramos que en el futuro íbamos a ser 7 mil millones, al pobre simio le iba a agarrar un ataque de locura y hubiera empezado a pensar formas de disminuir el aumento de la población de simios para proteger sus limitados recursos (caza y recolección).

Ese simio hipotético era el protooligarca de hoy, porque no tenía en cuenta la capacidad creativa (científica, tecnológica, técnica y artística) de sus congéneres, que son las facultades potenciales que permiten que exista el progreso y el aumento de los recursos, en un proceso infinito, si no se lo detiene por la propia estupidez.

El laberinto oligárquico.

Incluso hay algo peor. Los oligarcas perciben que son las soberanías nacionales las que impulsan la ciencia y la tecnología al servicio de los pueblos. Y, como el Estado Nacional soberano es una agencia que no necesita ni la supervisión ni la injerencia de autoridades globales superiores, ven todo este proceso como una amenaza a sus intereses y al sistema que han creado.

Perciben que no son necesarios en un mundo en el que las diversas soberanías acuerden entre ellas sobre principios fundamentales del desarrollo y del bienestar de los pueblos.

Esto refuerza su conducta refractaria al desarrollo científico y tecnológico al servicio de los pueblos y la persistencia en la agenda climática y verde como un subterfugio para resolver las amenazas potenciales que perciben en el mediano y largo plazo.

Es como la lógica de las camarillas. Anteponen sus intereses ante los del conjunto porque se consideran más necesarios e importantes que los demás. Generan tal cantidad de problemas que, a la larga, no pueden lidiar con ellos. Por supuesto le echan la culpa a los demás.

Finalmente, llega un momento que, si no se desbanca a la camarilla, ésta se hace proclive a “soluciones” catastróficas (guerra nuclear, por ej.).