Hay dos grandes grupos de causas para que suceda esa invisibilización:
1) La
relacionada a la naturaleza del poder oligárquico.
2) La relacionada a la dificultad que tienen las masas y
sus dirigentes para sustraerse a los efectos ideológicos que 1) produce a nivel
global y que se plasman en cada escenario local.
Respecto de 1) decimos que:
La oligarquía se define, tal como planteamos en las
“proposiciones teóricas fundamentales” (ver post de agosto/2020, al final),
como el efecto que produce la relación de unión de individuos-agentes a los
resortes y recursos fundamentales (RRF, proposición 1 y 2 a). Esa unión da como
resultado a los oligarcas.
Dijimos que esa oligarquía no es monolítica ni uniforme.
Tiene muchos sectores y forma combinaciones. Por eso hablamos de “combinaciones
oligárquicas”. Pero dentro de tal diversidad de oligarcas hay un denominador
común: el control que ejercen sobre resortes y recursos fundamentales (RRF).
El uso que le dan los oligarcas a esos RRF es global, no
se basa en ni está condicionado por una nacionalidad en particular. El RRF está
localizado (por ej., la pampa húmeda y/o el comercio exterior en Argentina),
pero, en manos de los oligarcas que desempeñan funciones en el comercio
exterior de diversos países, cumple una función global. Lo mismo puede decirse
del sistema monetario y financiero, los medios de comunicación, etc.
Es importante entender que la naturaleza del poder que
detentan los oligarcas es global. Esto es independiente de la nacionalidad
nominal de los oligarcas. Los oligarcas son el producto de una fábrica global.
Esta fábrica es el Imperio. Éste es un sistema oligárquico, con una economía,
unas finanzas, un sistema monetario y una ideología oligárquica.
El Imperio puede tener centros geográficos que están en
determinados territorios y esos territorios pueden tener el nombre de países.
Pero estos países (por ej, EE.UU. o Gran Bretaña), no son el Imperio en cuanto
naciones, son Estados colonizados y usados por los oligarcas cuya estructura es
el Imperio.
En este sentido, la historia de la humanidad es la
historia de la lucha de las oligarquías contra los pueblos cuando estos quieren
darse un Estado Nacional. Esto ocurre desde hace más de 2000 años. Los modos de
producción se van transformando, pero el Imperio se conserva bajo una
apariencia distinta, incluso, corriéndose de lugar su centro territorial (por
ej. Roma, Venecia, Países Bajos, Inglaterra, EE.UU.).
Sin embargo, en la historia de la humanidad, el Imperio, no solo es un lugar, es una idea, un
pensamiento y un principio (oligárquico) que da lugar a un modo de organización
y de funcionamiento de la humanidad. Es una forma horrible, pero es la que
existe, la que predomina, salvo raras excepciones.
Por ej., cuando un pueblo tiene éxito y logra,
momentáneamente, construir su Estado Nacional y, así, arrebatarle, también
momentáneamente, los RRF a los oligarcas. Pero éstos, constituidos en sistema
oligárquico, lucharán contra ese pueblo y Estado Nación para doblegarlo tanto
en sus intenciones como en sus realizaciones concretas.
La lucha oligárquica contra los pueblos, es la lucha por
la anulación y/o neutralización de sus líderes, por medio de la difamación y
las denuncias en contra de ellos (acusaciones de corrupción, demonización, etc.,
etc.).
Por lo tanto, el imperialismo es la práctica no de un país
en particular sino de una oligarquía global cuyo poder proviene del control que
ejerce sobre los RRF, llámense City de Londres, Monarquía, Wall Street,
Complejo Militar-Industrial, servicios de inteligencia geopolítica, medios
masivos de comunicación, OTAN, entre otros.
Todo eso constituye redes, cuyo entrelazamiento puede ser
complejo pero con una función muy simple: anular y/o neutralizar cualquier
amenaza potencial que ellos perciban como menoscabo a su poder e influencia.
Esas amenazas, por lo general, la red oligárquica la percibe en los gobiernos
que intentan intervenir en el sentido de crear Estados Nacionales soberanos que
se sustraen a la influencia del sistema oligárquico. Por j., Rusia y China, que
están en la mira desde hace ya bastantes años.
Ahora bien, esas redes tienen múltiples personificaciones,
cada una operando con sus propias motivaciones con cierta relativa autonomía.
Esto tiene como efecto una suerte de “parcelación” de la realidad, cada una con
su propia lógica, lo que dificulta la comprensión de su función global.
Por ej., cuando se habla del “cambio climático”, la “descarbonización”,
el “new deal verde”, la “energía limpia”, etc., eso es una agenda de las redes
oligárquicas en la “parcela” científica.
Otro ejemplo, cuando se demoniza a Trump (EE.UU.), Putin
(Rusia) o Xi o el PC (China), eso es una agenda de las redes oligárquicas en la
“parcela” mediática y geopolítica.
Otro ejemplo, cuando se habla del “orden basado en reglas”
(latiguillo que repiten constantemente voceros diplomáticos y funcionarios
civiles y militares de EE.UU. e Inglaterra), eso es una agenda de las redes
oligárquicas en el sistema de las relaciones internacionales.
En estos ejemplos (hay otros muchos), siempre se trata de
justificar un principio oculto que, obviamente, es inconfesable. Y, esa
justificación, va acompañada de la promoción de causas nobles que, obviamente,
interpelan el lado emocional de las personas.
Esta es la clave del sistema oligárquico para poder
funcionar en el mundo. La interpelación del lado emocional del mundo entero. Lo
hacen a escala masiva puesto que controlan enormes recursos para poder hacerlo,
como son las agencias de comunicación mundiales, las redes sociales, Google,
Amazon, Facebook, Apple, Microsoft, ONGS, etc., etc.
Por ejemplo, ¿quién podría estar en contra del cuidado del
medio ambiente, o de preservar la “biodiversidad”?. Nadie, evidentemente.
Pero, ¿si eso implicara cierre de industrias, pérdida de
puestos de trabajo y aumento de la desocupación y menor producción de
alimentos?. ¿Alguien puede estar a favor de esto?.
Porque si uno quiere preservar las industrias, los puestos
de trabajo, aumentar el empleo y la producción de alimentos, ya tiene que
pensar en cosas muy distintas a las que propone la agenda oligárquica. Tiene
que pensar en cómo la ciencia física debe guiar el crecimiento económico y el
aumento de la población.
Si se asume la agenda oligárquica se es víctima de los
efectos ideológicos que produce el poder oligárquico y eso conduce a que el
país todo sea víctima del poder oligárquico. La discusión que nos proponen es
cuántas industrias hay que cerrar en determinada cantidad de tiempo para
reducir el carbono. Cuando estamos en este nivel, ya estamos perdidos.
Por eso hay que sustraerse a esos efectos ideológicos y
los dirigentes que caigan en eso, van a tener que ser reemplazados porque
atentan, sin darse cuenta, contra la propia gente que dicen representar.
El ser humano puede ser terrible pero también sublime.
Los oligarcas angloamericanos y el sistema que armaron a nivel mundial se comportan todo el tiempo interpelando la parte terrible del ser humano, como si la sublime no existiera. Incluso quieren negar la parte sublime, que es la parte creativa y solidaria, con optimismo y esperanza en el futuro. Esta es la faceta que hizo que la humanidad progresara y aumentara su poder en el planeta.
Los padres, al querer que los hijos vivan bien y tengan
futuro, lo que hacen, sin saberlo concientemente, es querer un futuro para toda
la humanidad.
Así como no se puede detener el crecimiento de un bebé, no
se puede detener el crecimiento de la humanidad. El que pretenda esto se
convierte en un monstruo.
Así como pasamos, hace millones de años, de un pocos
millones de simios a lo que somos ahora (miles de millones), en el futuro
deberemos pasar a cientos de miles de millones. Y si el planeta nos queda
chico, iremos al espacio y buscaremos otros planetas a los que podamos
transformar en función de las necesidades humanas.
Por supuesto, eso no lo vamos a ver nosotros, pero si no
pensamos así desde ahora, el futuro no ocurrirá o, si ocurre, será terrible, un
infierno.
Seguramente, si a uno de los 20 o 30 millones de simios
homínidos que existían hace millones de años le dijéramos que en el futuro íbamos
a ser 7 mil millones, al pobre simio le iba a agarrar un ataque de locura y
hubiera empezado a pensar formas de disminuir el aumento de la población de
simios para proteger sus limitados recursos (caza y recolección).
Ese simio hipotético era el protooligarca de hoy, porque no
tenía en cuenta la capacidad creativa (científica, tecnológica, técnica y
artística) de sus congéneres, que son las facultades potenciales que permiten
que exista el progreso y el aumento de los recursos, en un proceso infinito, si
no se lo detiene por la propia estupidez.
El laberinto oligárquico.
Incluso hay algo peor. Los oligarcas perciben que son las soberanías nacionales las que impulsan la ciencia y la tecnología al servicio de los pueblos. Y, como el Estado Nacional soberano es una agencia que no necesita ni la supervisión ni la injerencia de autoridades globales superiores, ven todo este proceso como una amenaza a sus intereses y al sistema que han creado.
Perciben que no son necesarios en un mundo en el que las
diversas soberanías acuerden entre ellas sobre principios fundamentales del
desarrollo y del bienestar de los pueblos.
Esto refuerza su conducta refractaria al desarrollo
científico y tecnológico al servicio de los pueblos y la persistencia en la
agenda climática y verde como un subterfugio para resolver las amenazas
potenciales que perciben en el mediano y largo plazo.
Es como la lógica de las camarillas. Anteponen sus intereses
ante los del conjunto porque se consideran más necesarios e importantes que los
demás. Generan tal cantidad de problemas que, a la larga, no pueden lidiar con
ellos. Por supuesto le echan la culpa a los demás.
Finalmente, llega un momento que, si no se desbanca a la
camarilla, ésta se hace proclive a “soluciones” catastróficas (guerra nuclear,
por ej.).
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