Perón fue un militar y conductor político (no "político") con una profunda
formación clásica y un autodidacta.
Desde muy joven, los temas que le interesaban los seguía y profundizaba, mucho más allá de sus intereses inmediatos. No solo era un gran estudioso sino un notable ejecutor. A los 20 o 21 años de edad, siendo oficial (subteniente) recientemente egresado, representaba obras de teatro junto al personal de suboficiales y soldados.
Tres años antes de eso había dado examen de ingreso para la carrera de ingeniería, pero las circunstancias y sus allegados hicieron que se incline a la carrera militar.
Tres años antes de eso, teniendo él 14 o 15 años, su padre le regaló la colección “Vidas Paralelas” de Plutarco, la cual ejerció una profunda fascinación en la mente del joven.
El profundo interés en ese tipo de temas revela que, aún en aquellas épocas (año 1908), el adolescente tenía algo poco común. El conocimiento que incorporó posteriormente por sus estudios en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra fueron tamizados por esa mente peculiar que ya se perfilaba desde la adolescencia.
Quizá esa peculiaridad estuvo de algún modo predeterminada por las duras condiciones de su niñez que pasó en el Sur, donde tuvo una vida bastante “salvaje” condicionada por la naturaleza y el clima. De niño no tuvo educación formal, su padre lo educaba y le tomaba examen. Recién casi llegando a la pubertad, sus padres decidieron enviarlo a Buenos Aires para que inicie su educación formal.
¿Cómo es posible que esa persona tan peculiar y singular se haya convertido en el líder de uno de los movimientos populares más grandes e importantes de la historia Occidental?.
Creo que eso fue posible porque esa persona tenía un poder de comprensión de la realidad muy elevado y, además, una dosis de creatividad y capacidad de ejecución, también muy elevada. Con esos ingredientes estaba mucho más preparado para transformar esa realidad que comprendía mejor que nadie.
¿Qué es lo que él comprendía y otros no?.
Muy sencillo. Comprendía que, en todas las épocas de la historia, la realidad es mundial, global, y que el cambio para mejorar la vida de los pueblos se produce o se crea al nivel de las singularidades de eso que es mundial o global.
¿Qué significa esto?. Que la estructura de lo global presenta rasgos todos diferentes entre sí, lo que no significa que dicha estructura sea una suma o amalgama de esos rasgos.
Todo es diferente a todo, pero todo está situado por “el todo”. Esto significa que en todas las cosas hay diferencias aunque sean de la misma clase. Pero esas diferencias no existen por sí mismas sino por “el todo” que las permite.
Traduzcamos este vocabulario medio raro y apliquemos esta idea al tema que estamos proponiendo ahora (¿qué comprendía Perón que otros no?).
JDP sabía –por sus profundos estudios de la historia política-militar y por su posterior experiencia como oficial del Estado Mayor- que el proceso mundial era un proceso imperial. Conocía mejor que nadie la práctica política, económica, ideológica y militar del imperialismo. Y que esto era así desde los orígenes de la civilización humana.
También sabía que el imperialismo no consistía meramente en la acción de los Estados de determinados países sino que consistían en una combinación más o menos compleja entre esos Estados e intereses oligárquicos privados que generaba la acción de esos Estados. Durante la década del ’60 del siglo pasado, Perón, a la sazón en el exilio, quiso indicar esta problemática bajo la palabra “sinarquía”.
Él sabía que el funcionamiento de esa estructura impedía el desarrollo material y espiritual de los pueblos y que era necesario liberarse de ella para lograr esto.
Esa liberación se produce siempre al nivel de las localidades (diferenciaciones). Esto significa que no se puede esperar que por un golpe de manos al nivel de la cúpula que rige el Imperio, cambie la situación general a favor de los pueblos.
Si bien “nunca un frasco de tinta tiñó el océano”, el cambio en una localidad podía generar condiciones que repercutieran en otras localidades que la verían como ejemplo. Perón sabía que esta eventualidad era sumamente desagradable para los poderes oligárquicos imperiales.
Ahora bien, ¿cómo concebía Perón ese cambio necesario a nivel de la localidad?.
Lo concebía como una reacción frente a la dominación oligárquica imperial. Esa reacción la concebía y ejecutaba a través de las instituciones de un Estado Nacional (soberano por definición). El propósito de esas instituciones era el mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales del pueblo, lo que la Constitución Nacional llama “bienestar general” y lo que Perón llamaba “justicia social”.
Él decía que el logro de esos objetivos implicaban un equilibrio entre la “felicidad del pueblo” (otro principio Constitucional procedente de la Revolución Americana) y la “grandeza de la Nación”.
Como Perón sabía que todo esto repugnaba a los poderes oligárquicos imperiales, iba a ser combatido por ellos.
Es esta la razón por la que él insistía tanto en la necesidad de comprender el liderazgo de conducción (“arte” de conducir).
Como el enemigo oligárquico y el Imperio es de naturaleza global y el pueblo y el Estado Nacional no lo es, resulta que el poderío oligárquico imperial es muy superior comparado con el de una localidad.
Por eso Perón tenía claro que la suma de voluntades diversas que había que reunir para enfrentar a ese poder era tan elevada que la heterogeneidad resultante solo podía ser direccionada por el liderazgo de conducción.
Había que hacer coincidir dos factores: la mayor cantidad de voluntades posible y una mayor calidad de la dirigencia. Mucha calidad de dirigencia con poca gente fracasa y mucha gente con poca calidad de dirigencia, también fracasa. El liderazgo de Perón lograría la conjunción virtuosa de ambas cosas.
Él llamaba a esto la “transformación de la masa en pueblo”. Desde el punto de vista individual es la misma gente la que integra la masa y el pueblo, pero esa misma gente tiene una cualidad superior cuando es pueblo porque adquiere conciencia de la dirección y de la causa que hay que seguir para mejorar sus condiciones de vida. Mientras que, siendo masa, en la gente predominan las tendencias reactivas, contra todo lo que sienten que son injusticias, pero sin saber qué y cómo se solucionarían esas injusticias.
Pero, Perón también sabía que, para consolidar el Estado Nacional y que dure el tiempo suficiente para lograr los objetivos más arriba señalados, tenía que, de alguna forma, potenciar esa experiencia a nivel regional y, por eso, la integración iberoamericana siempre estuvo entre sus preocupaciones y dedicación. De allí sus intentos por conformar el ABC (la integración de Argentina, Brasil y Chile) y, ya en su vejez, su insistencia en el continentalismo y el universalismo.
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