Durante los próximos tres meses -hasta las elecciones presidenciales en EE.UU.-, el mundo va a ser testigo de conmociones tremendas y de agudizaciones de los conflictos con una intensidad pocas veces vista en la historia de la humanidad. En cierto sentido, lo que pase durante ese lapso de tiempo en ese país, junto con el resultado de las elecciones, determinarán la historia del futuro en todos los países del mundo.
Se trata de esas pocas veces en la
historia en que lo que ocurra, para bien o para mal, condicionará el futuro por
varias décadas. Es una partida que se juega muy pocas veces en la vida de una
sociedad. Podría afirmarse que el destino de la humanidad está en manos del
discernimiento que tenga una parte del pueblo estadounidense.
Se me dirá que esto es una exageración.
Efectivamente, es una exageración como la guerra civil norteamericana, la I y
II guerra mundial o la bomba de Hiroshima y Nagasaki.
No se pueden evitar los mismos resultados si pensamos siempre lo mismo.
Para que se entienda la perspectiva
desde la que hablo, planteo los siguientes interrogantes:
¿Cómo se interpretaría, por aquellos que persisten en usar los conceptos “izquierda” y “derecha”, “progresistas” y “conservadores” y otras categorías por el estilo, que en EE.UU. grupos de personas de origen afroamericano, en el marco de manifestaciones de protesta bastante extendidas, sin oposición alguna, derribaran y/o dañaran estatuas de Lincoln y Martin L. King, y que el presidente de ese país, en la conmemoración del día de su independencia, acusado de apoyar al supremacismo blanco, reivindicara, sin embargo, a esos líderes históricos?. ¿Quién es de izquierda y quién de derecha?. ¿Quién es progresista y quién conservador?.
¿Cómo es que
Boris Johnson en Inglaterra, sindicado como derecha conservadora, haya dicho
que va a promover un programa económico y social para su país al estilo del de
Franklin D. Roosvelt de EE.UU. durante la década del ’30 (“New Deal”) que
promovía la inclusión social de los pobres contra las tendencias depredadoras
de la banca especulativa y las corporaciones?.
¿Se conocen los datos relevantes?. ¿Se
produjo alguna teoría
para entender esto?. ¿Se pueden
entender estas cosas desde posiciones “axiomáticas” o “supuestos teóricos”, sean de “derecha” o “izquierda”?. ¿Qué hacer con las
predilecciones ideológicas e inclinaciones psicológicas a priori de cada uno
ante esos hechos?. ¿Existe algo más empobrecedor que anular, ignorar o reducir
una parte significativa de la realidad solo en aras de mantener vigente y
reproducir automáticamente una y otra vez los mismos resultados?. ¿Hasta dónde se va a llegar con la trituradora de las mentes?. ¿Hasta
cuándo se van a cometer una y otra vez los mismos errores del pasado?. ¿Tan
frágiles son las ideologías en boga (o los individuos que las sostienen) que
solo pueden sobrevivir a costa de sesgar permanentemente la visión de la realidad,
en el mejor de los casos, y, en el peor, hacer desaparecer porciones enteras de la
misma?.
Así como los
peronistas y progresistas informados que adherimos al Frente de Todos hemos roto la
burbuja informativa local de los medios de comunicación hegemónicos (TN, Clarín,
La Nación, etc., etc.) porque sabemos que, dentro de ella, no podemos analizar -y
mucho menos comprender- la política local, me pregunto si hemos logrado lo
mismo respecto a la burbuja informativa global?. Me respondo que no. La mayoría de los analistas e intelectuales siguen presos de la burbuja informativa global. Los más perspicaces y astutos (que son muy poquitos) hacen silencio. Y casi
no hay ningún análisis serio y crítico de la “información” (en realidad de las
opiniones sobre mendrugos de información parcial y tergiversada) proveniente de
las agencias y medios de información internacionales en lo concerniente, por ejemplo,
a la situación interna en EE.UU..
Con el
discurso del análisis político -nacional o internacional- sea el realizado por militantes,
políticos profesionales, periodistas o intelectuales, sucede algo parecido como
con las modas. Nadie quiere quedar fuera de ellas. Cuando se inunda de mensajes
a la “opinión pública” en uno u otro sentido, luego, la inmensa mayoría no
quiere quedar fuera de lo que “todos dicen”, para no ser catalogados como
extraño, raro, etc. En definitiva, casi nadie quiere sentirse un marginal.
Pero lo que
debe importar no es la moda o cómo nos cataloguen, sino desentrañar el
funcionamiento de la realidad de la forma más profunda que se pueda.
Propongo los
siguientes interrogantes e investigación al respecto:
1) ¿Por qué D. Trump es demonizado sistemáticamente por los
grandes medios de comunicación dentro y fuera de su país desde el comienzo
mismo del anuncio de su candidatura a presidente a mediados de 2015?.
2) ¿Por qué tuvo tanta oposición no solo del
partido Demócrata –lo que era esperable- sino dentro de su propio partido
Republicano?.
3) ¿Por qué, luego de ganar las
elecciones, hubo maniobras en el Colegio Electoral, en el bando de sus propios electores, para impedir que asumiera
como presidente?.
4) ¿Por qué es acusado persistentemente,
contra todas las evidencias, el sentido común y la racionalidad elemental, de
formar parte de una colusión con Rusia y ser títere de Putin, otra figura
sistemáticamente demonizada?.
5) ¿Por qué el Depto. de Justicia, a
través del Fiscal especial Mueller, acusó a Trump, contra todas las evidencias,
el sentido común y la racionalidad elemental, hasta el punto de iniciarle
juicio político por el mismo tema?.
6) ¿Por qué exdirectivos del FBI y CIA,
basados en un informe de un espía extranjero (británico), acusaron a Trump persistentemente
por el mismo tema, contra todas las evidencias, el sentido común y la
racionalidad elemental?.
7) ¿Por qué son acusados por el Depto.
de Justicia, contra todas las evidencias, el sentido común y la racionalidad
elemental, funcionarios de su gobierno, hasta el punto de que deben renunciar?.
8) ¿Por qué, cuando uno consulta la casi
totalidad de los medios de comunicación dominantes, no se puede acceder
a lo que textualmente dijo Trump en declaraciones y actos públicos, sin que se
tergiverse lo que efectivamente dijo?.
9) ¿Por qué cuando uno consulta las
fuentes de los órganos oficiales de gobierno en EE.UU. encuentra que lo que
dice Trump difiere sustancialmente con lo que publican la casi totalidad de los
medios de información privados dominantes (hacen refritos de sus dichos, tergiversando lo que dijo y omitiendo sistemáticamente
cuestiones fundamentales)?.
10) ¿Por qué la casi totalidad de los
medios de información dominantes tienen en común la demonización de Rusia,
China y Trump?.
La lucha mundial. Los verdaderos actores, sus intenciones y motivaciones.
Si se indaga lo suficiente, a fin de dar respuesta a estos y otros interrogantes por el estilo, surge que en EE.UU. se expresa, muy elocuentemente, una lucha política mundial por el predominio entre dos voluntades contrapuestas que intentan mover una masa contra otra masa
(ver JDP, Conducción Política, sobre la identidad formal de toda lucha política).
Quién va a prevalecer, todavía no se sabe. Fue una pelea larga -5 años ya desde
el anuncio de la candidatura de Trump- que tuvo muchos rounds y algunos más
habrá de aquí a las elecciones. Me temo que el veredicto de las urnas no será suficiente para legitimar al ganador. Surgirán toda clase de cuestionamientos y planteos, a menos que el ganador aventaje a su rival por una diferencia tan grande, que haría absurdo cualquier cuestionamiento.
Esa lucha mundial no puede comprenderse en clave de “neoconservadurismo” vs.
“progresismo” ni ninguna otra antinomia por el estilo, puesto que atraviesa a
toda la sociedad mundial y a los espacios políticos e ideológicos, manifestándose
en cada localidad con las particularidades que le son propias.
Sostengo que
lo que ocurre en el mundo no es el efecto de la suma o amalgama de lo que ocurre
a nivel de cada país, puesto que existe un Imperio -el cual no es un país o
países- por un lado, y, por otro, las tendencias, en acto o en potencia, en pos
de conformar Estados Nacionales (soberanos) en cooperación y armonía.
La vieja consigna “Pueblo vs. Oligarquía” es mucho más ajustada a la realidad, pero haciendo algunas precisiones indispensables que no se hicieron (lamentablemente) durante la época de su apogeo hasta mediados de la década del ’70 del siglo pasado.
¿Por qué se lucha y por qué es mundial? Intentaré una respuesta a modo de hipótesis.
Conjeturo que una de las fuerzas
subyacentes que impulsan esa lucha son combinaciones oligárquicas globales (de
nacionalidad nominal, no sustancial) que basan su poder en el control que
ejercen sobre resortes y recursos fundamentales. A esto se le podría llamar “Imperio”,
el cual consiste en la estructura global (no nacional) cuyos soportes son esas
combinaciones oligárquicas que “desposeen” al resto de la humanidad del control
de esos resortes y recursos fundamentales.
Podría afirmarse que en EE.UU. se
localiza el núcleo duro de dichas oligarquías globales, por ser el país en el
que se encuentra el poder de disuasión militar más mortífero del planeta, el
llamado “complejo militar-industrial”. Esta frase pertenece a quien fuera
presidente de ese país, el General Eisenhower. Este presidente, al final de su
mandato, le dijo a su sucesor, el presidente electo J. F. Kennedy, que había
que poner límites al poder de dicho complejo. Asimismo, en EE.UU. se localiza Wall Street que es uno de los más grandes centros de transacciones financieras
(especulación) del mundo junto con el de la City de Londres.
En principio, defino a los resortes y
recursos fundamentales como las plataformas que permiten direccionar
(cuantitativa y cualitativamente) el proceso económico, político, ideológico,
científico y tecnológico dentro de las sociedades. Por ejemplo, son resortes y
recursos fundamentales el comercio exterior, el sistema bancario, financiero y
monetario, los poderes del Estado, los servicios de inteligencia, los aparatos
ideológicos con sus medios de emisión masiva de mensajes, los insumos
estratégicos (energía), las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, por
ej.). La naturaleza de estas plataformas presenta propiedades y efectos
distintos a los elementos que las constituyen (capital productivo, financiero,
comercial, superestructura política y jurídica del Estado, etc.).
Conjeturo
que las propiedades y efectos que producen las redes del sistema imperial son
de distinta naturaleza a las propiedades y efectos que producen los “medios de
producción” a lo Marx. No se puede entender al mundo con un análisis enfrascado
en el nivel que Marx propuso. Hay que hacer articulaciones con otros niveles de
análisis donde se involucran interacciones y sistemas, además del “capital” y
el “modo de producción”. Haciendo una analogía (no validante) con la física, no
se puede entender, por ej., la sustancia agua o la vida, enfrascados en la
naturaleza individual de los átomos, sin tener en cuenta los niveles
moleculares o celulares caracterizados por combinaciones de átomos, produciendo
otras propiedades y efectos, que no se localizan en los átomos considerados en
forma aislada.
Considero,
en consecuencia, que las clases “oligarquía global” o “pueblo” no pueden
detectarse con las herramientas de análisis del marxismo tradicional y sus
diferentes versiones, impedimento que les conduce a la ambigüedad y a
contemplar la realidad como una amalgama diversa de capitales y medios de
producción “enraizados” localmente.
El imperio y
las combinaciones oligárquicas que son su soporte son una propiedad sistémica
de la realidad mundial que tiene efectos en las distintas dimensiones de la
actividad humana (económica, financiera, política, ideológica, diplomática,
militar, científica y tecnológica). La autoría de esos efectos por lo general
está disfrazada o encubierta por la eficacia propia de la dominación
oligárquica, la cual podría revelarse cuando surgen procesos que pueden
conducir a la conformación de Estados Nacionales.
Cuando se
constituyen liderazgos que dan la cara a esos procesos, encuentran y soportan
una oposición feroz que viene del lado oligárquico global. La razón de esto es
que los procesos nacionales y populares tienden a la nacionalización de los
resortes y recursos fundamentales, dándoles un sentido nacional al servicio de
las necesidades del pueblo. Dicha nacionalización supone métodos de
administración que las oligarquías globales ven que atentan contra sus
objetivos de control, de ahí sus ataques a los líderes y movimientos que
representan esa tendencia hacia la conformación de Estados Nacionales
soberanos.
Por ejemplo,
en Argentina, las retenciones agropecuarias, el proteccionismo comercial, la
reindustrialización, la revalorización del papel productivo de las FF.AA., la modificación de la Carta Orgánica del BCRA, el aumento
del empleo productivo o la ley de medios, en la época de CFK, o la idea que se
baraja actualmente (a partir del caso Vicentín) sobre la creación de una empresa
del Estado en el comercio exterior de cereales y oleaginosas, son algunos de
los métodos típicos de la dotación del Estado Nacional. Aunque no pocas veces
esto queda en intenciones del gobierno que no puede concretar en la medida de
lo deseable y necesario, las oligarquías no toleran un gobierno con tales
intenciones y orientación.
La soberanía
no debe entenderse solamente como la autonomía e independencia de un Estado con
respecto a otros Estados, sino, fundamentalmente, respecto a las fuerzas
oligárquicas globales (que son fuerzas de carácter privado), es decir, como la
capacidad que tiene el pueblo de un Estado de neutralizar el control y la
influencia que tienen aquellas fuerzas por sobre el Estado en cuestión.
Cuando
sucede esto, entonces tenemos un Estado Nacional, el cual es capaz de controlar
y regular el comercio exterior, el sistema monetario y financiero, controlar
mejor el poder de su moneda, introducir nuevos actores en los medios de
comunicación, desarrollar acuerdos bilaterales y regionales con otros Estados
que respeten la soberanía de cada uno, etc.; todo ello al servicio del
mejoramiento de las características sociodemográficas de la población. Esto
significa que los resortes y recursos fundamentales dejan de ser parte de un Imperio
al servicio de oligarquías globales y pasan a ser parte del Estado Nacional al
servicio del pueblo local.
Para despejar posibles malentendidos (I). Estructura y dinámica.
Las
hipótesis precedentes definen dos conjuntos: la oligarquía y el pueblo.
1) La oligarquía
se define por el control que ejercen individuos-agentes globales sobre los
resortes y recursos fundamentales en la estructura Imperial. Ese control
implica la desposesión de todos los otros que no lo tienen, los que forman otro
conjunto que podríamos denominar “masas” que incluyen acá obreros, burgueses,
clases medias, campesinos, etc.
2) El pueblo
se define por el control que ejercen individuos-agentes locales sobre los
resortes y recursos fundamentales en la estructura del Estado Nacional. Ese
control implica la desposesión de la oligarquía en una localidad.
Estos dos
conjuntos solo son uniformes internamente en cuanto al criterio utilizado para
diferenciarlos. Esto significa que, en la práctica, no hay una oligarquía
monolítica (por eso se habla de combinaciones) ni un pueblo monolítico.
Por ej., si
uno define el conjunto “mesa” supongamos “como todos los elementos que tengan
una superficie plana de cierto espesor asentada en 4 patas”, eso no significa
que todas tienen que ser de madera o plástico o metal. Pueden ser de distinto
material, pero todas compartir el criterio que las definió como tales. Lo mismo
pasa con las oligarquías.
Por ejemplo, el núcleo duro de las oligarquías globales (a predominio angloamericanas) es bastante homogéneo en el control de Wall Street y la Reserva Federal, la City de Londres, el complejo militar industrial, el Depto. de Justicia y el Congreso, parte del gabinete del Poder Ejecutivo, los aparatos de inteligencia interna y geopolítica y las agencias mundiales de información, incluyendo todas sus ramificaciones en numerosas partes del mundo: Bancos Centrales, empresas trasnacionales en el comercio exterior de los países, embajadas, asesorías clandestinas de servicios de inteligencia, etc.. Ello no impide que pueda haber diferencias y contradicciones entre las oligarquías, las cuales suelen conformar combinaciones para resolverlas. Se combinan bastante bien, por ejemplo, en su objetivo de destruir a D. Trump. Combaten todas y cada una de las intenciones que muestra este presidente en la medida que menoscaben sus objetivos financieros y geopolíticos (proteccionismo comercial, anulación del TTP, reasunción de actividades productivas otrora deslocalizadas en el Sudeste Asiático y China, sacar a EE.UU. de los conflictos en medio Oriente, intento de lograr acuerdos de cooperación con Rusia y China, lo que implica renunciar a la geopolítica oligárquica).
A nivel de
los pueblos hay un panorama mucho más diverso, porque allí hay obreros,
burgueses, campesinos, cuentapropistas, etc., etc. Y en cada país, las
configuraciones son bastante particulares. Pero cuando cada pueblo logra
conformar un Estado Nacional ahí se parece mucho a los otros pueblos que logran
lo mismo, porque pasan a operar bajo los mismos principios y prácticas que
caracterizan la soberanía nacional en todas partes.
Cuando en un
país las “masas” (conjunto desposeído de los resortes y recursos fundamentales)
se transforman en “pueblo”, significa que pueden conformar un Estado Nacional y
reasumir el control de dichos resortes y recursos. Históricamente, en estos
procesos de transformación de “masa” en “pueblo” intervienen liderazgos muy
especiales que facilitan dicha transformación.
Cuando, en
una localidad el pueblo reasume ese control sobre los resortes y recursos
fundamentales, desposee a las oligarquías que lo detentaban.
Pero las
oligarquías siguen existiendo a nivel global a pesar de que uno o algunos
pueblos del mundo la derroten transitoriamente en algunas localidades o países.
Entonces, va a luchar por retomar el control donde lo perdió.
Cabe aclarar
que estoy haciendo una abstracción y generalización para facilitar la
comprensión del planteo teórico. En la práctica nunca sucede que se pierda o se
gane todo el control sobre todo los recursos. Generalmente sucede que se pierde
en unos y se gana en otros, hay matices. No es todo blanco y negro.
Ahora bien,
que se hayan definido esos 2 conjuntos –oligarquía y pueblo- no significa que
la realidad presente en todo tiempo y lugar una lucha entre ambos, como dos
ejércitos puros que siempre coexisten estáticamente y se enfrentan en batalla.
Ello no
puede ser así de simple por dos razones:
La primera
razón es que siempre las 2 voluntades contrapuestas, como sostenía JDP, en este
caso la oligarquía global y los líderes del pueblo, mueven una masa contra la masa del otro
y, en esa lucha, cada uno intenta disminuir la masa que mueve el oponente y
acrecentar la propia.
Por lo
tanto, la realidad es una dinámica donde se mezclan permanentemente las masas,
al cambiar de un bando al otro y viceversa según la capacidad de maniobra de
cada polo y el resultado de las batallas entre las dos voluntades en lucha.
Esta lucha,
sin embargo, es muy asimétrica, puesto que, por ej., la clase popular y sus líderes es local
mientras que la clase oligárquica es global, lo que quiere decir que el aparato
de poder y recursos que posee una minoría oligárquica a nivel imperial se pone
al servicio de conseguir una mayoría cuantitativa en el escenario local donde
quiere mantener el dominio o, en su defecto, debilitar la mayoría de su
oponente nacional-popular.
Pero, a
veces, en alguno de esos escenarios locales, surgen de las filas de los
desposeídos liderazgos que desafían ese poder al intentar usar el gobierno del
Estado local para conformar un Estado Nacional que le pueda sacar el control de
los resortes y recursos fundamentales a esa oligarquía imperial.
Aquí
entramos en la segunda razón. Esa oligarquía imperial, que basa su poder en el
control de los resortes y recursos fundamentales, es una minoría cuantitativa
absoluta respecto a la población mundial desposeída de los mismos. Como es una
minoría muy pequeña, se ve obligada constantemente a operar para mantener el
control en los escenarios locales de su Imperio. Eso es lo que sucede, por ej.,
en EE.UU., donde perdió parte del Ejecutivo a manos de Trump, y opera
constantemente en su gabinete, sobre el Congreso y el Depto. de Justicia, a
través de las agencias de inteligencia locales y extranjeras, medios masivos de
comunicación, etc.
Sin embargo,
mientras el desafío al poder de esa oligarquía imperial no se produzca, el
pueblo no existe (en acto, aunque sí en potencia, como "masa"), puesto que lo definimos como
su capacidad de conformar un Estado Nacional que ponga los resortes y recursos fundamentales
a su servicio. Mientras no tenga esa capacidad, no existe (en acto). Solo
existe el dominio oligárquico global en el Estado local, que será un Estado
oligárquico (dominado por la oligarquía global), no un Estado Nacional
(dominado por el pueblo).
En este
marco teórico que planteo, cuando domina la oligarquía global, no existe una burguesía
nacional más que descriptivamente hablando, ya que las clases sociales solo
pueden ser nacionales cuando funciona un Estado Nacional, sino no pueden serlo.
Por ejemplo,
en el caso de Argentina durante la última experiencia “neoliberal” de Macri. En
los ministerios de hacienda y finanzas en todos y cada uno de los puestos
clave, la mayoría de los funcionarios pertenecían al JP Morgan, HSBC, etc.,
todas instituciones bancarias pertenecientes a la oligarquía global. No estaban
los del Banco Credicoop que fundó Heller, ni los de Grobocopatel, ni los del
grupo Clarín, en esos puestos clave, por dar ejemplos de empresarios locales.
Durante el
lapso que duró esa experiencia, mientras quebraban miles de burgueses locales
(víctimas de las políticas tarifarias, comerciales y financieras de ese
gobierno) se contrajo una deuda fenomenal, cuyo acreedor más importante es el
fondo de inversión más grande del mundo Black Rock. No hace mucho, la Reserva
Federal (RF) de EE.UU. contrató a ese fondo para administrar los bonos del
gobierno. Es uno de los receptores del dinero a tasa 0% emitido por la RF. Con
ese fondo de inversión, cuya cartera de inversiones equivale a varias veces el
PBI argentino, el gobierno argentino tuvo que renegociar la deuda contraída
bajo el gobierno de Macri.
Es claro, a
la luz de este ejemplo, que en el Estado se realizaban los intereses de la
oligarquía global, a través de sus soportes locales, los cuales medran en tanto
juegan en ese papel.
Entonces,
esa lucha entre los pueblos y las oligarquías globalistas, no existe siempre en
acto, porque las “masas” no siempre tienen la capacidad de ser “pueblo”
(diferenciación muy lúcida que hacía JDP), es decir, de darse líderes con una
orientación al Estado Nacional, pero sí existe siempre en potencia, porque
mientras exista la estructura objetiva que hace a unos amos (oligarcas que
controlan los resortes y recursos fundamentales) y a otros esclavos (masas
desposeídas de los resortes y recursos fundamentales), siempre existirá la
posibilidad de que éstos últimos quieran cambiar su destino.
Y la
posibilidad y probabilidad de esos cambios vienen, generalmente, de la mano de
crisis graves que son intrínsecas al dominio normal de la oligarquía imperial.
Las crisis como punto de inflexión. Ruptura del dominio normal oligárquico.
El dominio
normal de la oligarquía global lleva inexorablemente a crisis muy graves. La
causa de las mismas reside en las premisas que adopta la administración de su
sistema para funcionar en el mundo.
El libre
comercio, la libre movilidad de los capitales, la deslocalización productiva
para aprovechar países con mano de obra barata, en el plano económico, por un
lado, y, por otro lado, la doctrina geopolítica, el intervencionismo
(“humanitario”, Tony Blair dixit), los cambios de régimen, generan, como
resultado general, especulación financiera irracional, inestabilidad política,
incertidumbre económica, guerras geopolíticas y crisis financieras.
Estas son las consecuencias a nivel mundial de las
premisas y método oligárquico cuando domina a sus anchas. Pero por
qué la responsabilidad de los que ocasionan estas consecuencias queda más o
menos encubierta?.
La respuesta es que las crisis globales no tienen otra forma de
manifestarse que a través de las diversas localidades (México ’94, Brasil ’97,
Rusia ’98, Argentina 2001, EE.UU. 2007/8, etc.). Esto significa que son crisis
“en” las localidades no “de” las localidades, del mismo modo que las grietas en
una represa son signo de una falla estructural de la represa misma.
Cada escenario local procesa políticamente esas crisis de acuerdo a su
propia historia y las particularidades de su propia conformación social (Argentina
2001, EE.UU. 2007/8, GB, Grecia, España, Italia, etc.). Algunos lo hacen más
rápido, otros más lento.
En líneas generales, Lula en Brasil, Putin en Rusia, los K en
Argentina, Trump en EE.UU., Boris Johnson en Reino Unido, no pueden entenderse,
de manera desvinculada del modo en que la crisis sistémica global (administrada
por las combinaciones oligárquicas) se manifiesta en secuencia y puntualmente en cada
escenario local.
Es por eso que la realidad política, económica y social mundial no
puede explicarse en forma parcelada. La parcelación es el producto de la
didáctica, no de la estructura de aquello que queremos explicar. Es por ello
que es mejor pensar en términos de singularidades de una totalidad y no de ésta
como resultado de la suma o amalgama de sus partes.
Ahora bien, cuando suceden las crisis, las oligarquías saben que sus
personeros locales quedan desacreditados y, por lo tanto, saben que se
generarán reacciones. Lo que intentarán es combatir esas reacciones en la
medida que supongan el germen de tendencias orientadas a recuperar la
soberanía. En cada lugar, se cristalizará de una manera particular el resultado
de esas luchas. Habrá más o menos componendas y transacciones, o más o menos
rupturas o grietas.
Para
despejar malentendidos (II). ¿Existen los “poderes locales”?.
Ahora bien, es natural interrogarse qué papel juegan, en dicha
disputa, los “poderes locales”? ¿Existen los poderes locales?.
Respuesta: depende.
Siguiendo la lógica de las propuestas teóricas que planteo, un poder
local solo existiría si se conformara un Estado Nacional, en caso contrario no
existiría.
Se podrá decir: y el grupo Clarín?, no es un poder local?. Sí, en
términos descriptivos. Pero, en términos teóricos, solo podría serlo si fuera
parte de un Estado Nacional. Pero no lo es, porque es parte del oligarquismo
global, cumpliendo la función de ser su vocero y de medrar haciendo eso.
Lo mismo se puede decir de otros actores, la famosa “burguesía
nacional”, por ej., la que solo existe siempre en la literatura marxista y afines.
Sin embargo, la burguesía nacional solo puede existir como efecto de un Estado
Nacional. Si no hay soberanía, no hay burguesía nacional. Lo que hay es un
soporte (un burgués con dni nacional) de la estructura oligárquica global, es
decir, un soporte local del Imperio global.
Aquí las personificaciones (Magnetto de Clarín, Grobocopatel, etc.)
son anecdóticas. Cuando funciona un Estado Nacional las funciones de los medios
de comunicación o de la producción de soja son diferentes a cuando no funciona.
Es probable que, en el primer caso, cambien las personificaciones. Pero eso no
significa que hay que luchar por cambiar las personificaciones, hay que luchar
por cambiar al Estado, haciéndolo Nacional, porque es la única agencia que
puede proteger y servir a los intereses del pueblo ante los ataques de las
oligarquías globales. El sujeto del Estado Nacional es el pueblo. Cuando no es
Nacional, el sujeto es la oligarquía global, y las personificaciones son
soportes del Imperio en el escenario local.
El Estado Nacional es un Estado lleno de los intereses del pueblo que
es el sujeto que lo hace su objeto. El Estado oligárquico está vacío de
intereses populares y lleno de intereses oligárquicos globales, por eso es el
objeto del sujeto oligárquico.
La historia de la humanidad no es la historia de la lucha de clases en
torno a la propiedad de los “medios de producción” o los “capitales” a lo Marx.
Es la lucha de los pueblos contra las oligarquías globales en torno al control
de los resortes y recursos fundamentales. Es el Imperialismo vs. Estados
Nacionales (con las salvedades señaladas en malentendidos I).
Despejando
malentendidos (III). ¿Qué
modelo de humanidad?.
Sería lógico preguntarse ¿qué modelo de relaciones de los asuntos
mundiales es una alternativa al modelo oligárquico imperial?. ¿Cómo se gestiona
un mundo libre de la dominación imperial y basado en Estados Nacionales
soberanos?. ¿No existirían peligros de desfasajes nacionalistas y rivalidades
que condujeran a guerras?. ¿Acaso el nazismo y el fascismo no fueron
nacionalismos?.
Aquí, para despejar los supuestos que hay detrás de esas preguntas,
tenemos que enseñar un poco de historia de verdad, cruda, sin eufemismos ni
artificios.
Una nación, para que sea tal, no es suficiente que tenga un nombre, un territorio y gente viviendo allí. Debe tener soberanía, sino no es una nación. Me refiero aquí a
la soberanía real no nominal. La soberanía nominal no es soberanía real.
Recordar que en las definiciones que propuse, un Estado Nacional (o
sea soberano) se caracteriza por su dependencia de los intereses de las clases
populares que lo sostienen y su autonomía e independencia respecto no solamente
a otros Estados sino también y fundamentalmente frente a las oligarquías
globalistas. Si no se cumple tal requisito solo habrá soberanía nominal, no
real, lo que implica exposición a la dominación oligárquica globalista. Un
Estado soberano nominalmente, no controla los resortes y recursos
fundamentales, por lo tanto es oligárquico, no nacional.
Recordar que también sostuve que el Imperio, cuyos soportes son esas
oligarquías globales, no consta de nacionalidades reales (sí nominales), puesto que el Imperio es una
estructura global (no tiene nacionalidad real) que distribuye a los
individuos-agentes mundiales en oligarcas/masas populares según tengan control
o no de los resortes y recursos fundamentales.
También aquí, las personificaciones de los oligarcas y sus
nacionalidades nominales son anecdóticas. Los hay de origen británico, alemán,
francés, holandés, americano, etc. Pero eso no significa que por su origen
nacional trabajen para los “intereses de sus países”. Solo significa que los
oligarcas también tienen una génesis histórica, como cualquier cosa la tiene.
En el mundo actual, y desde hace varias décadas, tienden a predominar
las combinaciones oligárquicas de origen angloamericano, lo que no significa en
absoluto que Inglaterra y EE.UU. predominan en tanto naciones reales (no
nominales), porque si predominaran sus pueblos conformando Estados Nacionales,
esas naciones serían soberanas y buscarían acuerdos con otras naciones
soberanas, no tratarían de sojuzgar a las demás. Son las oligarquías las que
sojuzgan, operando a través de Estados oligárquicos. Esos Estados tienen, en
tal caso, una nacionalidad nominal, no real. Es por eso que, cuando se explican
las guerras mundiales, por ej., hay que dilucidar la madeja de intereses que
dominan por detrás de la nacionalidad nominal.
En esta perspectiva, las guerras mundiales no son consecuencia de
rivalidades “nacionales”, esto es la literatura convencional. Tampoco son
guerras “interimperialistas” como dice la literatura marxista y afines.
Las guerras mundiales son consecuencia de las actividades más o menos
secretas y clandestinas del Imperio y las oligarquías que lo sostienen. Obvio
que tienen que tener tal carácter porque cualquiera que se prestara a esas
actividades no querría ser identificado como responsable de tales fines
inconfesables y atrocidades. Cuando se borran las huellas de tales actividades
(por ej., al escribirse la historia), queda como indicio la huella que deja la
borradura misma. Sugiero para entender estas cuestiones la lectura de un
artículo notable de Putin, publicado recientemente, con motivo del aniversario
de la victoria en la II guerra mundial.
Generalmente, las motivaciones del oligarquismo globalista para
orquestar las guerras son consideraciones de carácter geopolítico: la doctrina
británica de “equilibrio de poderes” es el “marco teórico” de justificación.
Cuando ellos perciben una amenaza potencial, o sea cuando ven que un país se
desarrolla mucho con los métodos del Estado Nacional (proteccionismo económico,
inversión en infraestructura, industrialización) y ese país hace acuerdos con
otros Estados basados en principios parecidos, la geopolítica oligárquica
interviene para meterlo en una guerra que lo debilite. Ejemplos, guerra de la
Triple Alianza contra el Paraguay en el s. XIX, o I guerra mundial contra Alemania a comienzos del s. XX.
También, y en otros casos, las guerras vienen como consecuencia de ayudar a la instalación de regímenes totalitarios (nazismo o fascismo) a fin de prevenir y desviar la conformación de un Estado Nacional como respuesta a la crisis mundial.
Luego del crack financiero de 1929 y la crisis de la década de
1930, la entronización de Hitler en Alemania, luego de que perdiera 2 millones
de votos en la elección de fines de 1932, fue ayudada por la oligarquía financiera
angloamericana (Prescott Bush, Harriman y sus relaciones con Fritz Thyssen
en la década de 1920 en Alemania; Montagu Norman, gobernador Banco de
Inglaterra). Esos manejos de la geopolítica oligárquica llevaron a la II guerra mundial.
Para la misma época, F. D. Roosvelt en EE.UU. se dio cuenta de esos
manejos, y se opuso firmemente a ellos, y por eso fue odiado por esa oligarquía,
pero no por el pueblo que lo eligió en 4 oportunidades en elecciones limpias.
Fue el único presidente de la historia reelecto 3 veces. Luego de lo cual, el
establishment se dio cuenta de lo pernicioso para sus intereses que un líder
nacional y popular durase tanto en el cargo, entonces modificaron la
Constitución y solo permitieron una sola reelección.
Las guerras, entonces, las actúan los países pero las orquestan los
oligarcas. Como las actúan masas de los países contra las masas de otros países es mucho más fácil culparlos, bajo el pretexto de las "rivalidades nacionalistas" no solo de los dirigentes sino de las masas. Los
oligarcas tiran la piedra y esconden la mano detrás de los países.
Propuesta para
sentar las bases de la formalización de las proposiciones teóricas.
RRF: Resortes y Recursos Fundamentales.
MDP o C: Medios de Producción o
Capitales.
I: Imperio o Imperialismo.
E. N.: Estado Nacional.
L.: Localidades o escenarios locales.
ELO: Estado Local Oligárquico.
O.: Oligarquías.
M.: Masas.
P.: Pueblos.
D.O.: Dominación Oligárquica.
D.P.: Dominación Pueblos.
LDC: Líder de Conducción.
- Existencia de RRF definidas como plataformas que permiten direccionar el proceso económico, político, ideológico, científico y tecnológico de las sociedades. Son el producto de combinaciones específicas de MDP o C en las instancias económicas, políticas e ideológicas, generando propiedades y efectos que no se pueden hallar al nivel de análisis de los MDP o C considerados aislada y abstractamente.
- En la estructura global del I. se distribuye a los individuos-agentes mundiales según 2 relaciones sociales respecto a los RRF, de lo que resultan dos clases: a) Si la relación es de unión con los RRF, tenemos a la clase O. b) Si la relación es de separación de los RRF, tenemos a la clase M. Esta es la estructura a partir de la cual se genera la “dialéctica del amo y del esclavo” a nivel mundial.
- Al E. N. lo defino como la agencia, artefacto o entidad soberana del P. para salir y defenderse de 2) y, en la medida de lo posible, realizar sus propios intereses y los principios de bienestar general y justicia social. El E. N. es, en una L. determinada, producto de la dinámica que transforma a la clase M. en P. mediante intervención de un LDC, separando a la O. de los RRF y uniéndolos al P. Esto es la propuesta (histórica, no teórica) de salida de 2), pero todavía no es la propuesta (teórica) de un modelo o sistema de sociedad mundial.
- Cuando prevalece la D. O. la estructura dominante es el I. cuyas L. son ELO. Aquí las M. (burgueses, obreros, campesinos, etc.) son dominadas porque están enajenadas de los RRF que están en manos de la O., por eso ésta es la clase dominante.
- Cuando prevalece la D. P. la estructura dominante es el E. N., dejando de ser ELO, porque el P. es el que tiene ahora el control de los RRF en la L.
- La propuesta teórica de un verdadero modelo o sistema social mundial debe producir principios universales que sean congruentes con los principios de los E. N. Para eso debe regir a nivel mundial una verdadera comunidad de soberanías desde cada una de las cuales se aporte a la solución de los problemas mundiales, encarando los desafíos que tiene ante sí la humanidad entera.
- Si logra regir lo precedente, la naturaleza y función de los E. N. debe necesariamente cambiar, puesto que en un mundo basado en una comunidad de naciones soberanas en lugar de un Imperio, los E. N. ya no deben gastar energías en defenderse de la reacción imperial. La única preocupación de un E. N. en tal escenario mundial (sin oligarquías ni Imperio) será la de generar propuestas de desarrollo para la humanidad hacia la comunidad internacional de soberanías.
2 comentarios:
Como siempre muy pero muy bueno poder leerlo. Saludos Cordiales.
Hola, Florencio, tantos años!.
Como habrás notado, para mi es más difícil transmitir (y que se entienda) este abordaje teórico personal que las cuestiones teóricas en sí mismas.
Tengo la sensación (basada en una mezcla de intuición y razón) que las proposiciones que produje tocan verdades bastante sensibles.
Pero los prejuicios que hay por doquier (independientemente de la ideología política) son tremendos!.
El problema que veo es que la mayoría de la gente hace una elección, toma partido (ideológicamente sobre algún tema) entre los que tiene a mano, sea conscientemente o no, y luego trata de aplicar la lógica, bien o mal.
Pero mi caso es contracorriente al de la mayoría, porque yo no tomé partido primero y después razoné. Más bien mi intuición me llevó a producir un "marco teórico" (en rigor una serie de hipótesis) y, luego, hacer su univocidad, congruencia lógica y referencia empírica.
Voy a donde me lleven esas hipótesis, sin tratar de acomodarlas a lo que veo son los análisis de moda. Es por eso que es muy difícil debatir ideas basadas en hipótesis. Durante mucho tiempo hice intervenciones (con mayor o menor suerte) en los comentarios de blogs ajenos. Para ser justo, en el Blog Jugo de Ladrillo del compañero marxista, se armó un muy buen debate hace unos años. Ahora, presento esas mismas propuestas de aquel debate pero un poquito más refinadas.
La mayoría de las personas (sean de "derecha", "centro" o "izquierda") se siente cómoda consumiendo aquello que coincide de antemano con sus preferencias. Esto es natural que ocurra, nos pasa a todos. Pero eso no debe cercenar nuestra curiosidad. Es bueno sentir un poco de incomodidad con nuestras propias creencias porque sino se convierten en certezas (emocionales y racionales) y eso lleva al fanatismo.
La hiperinformación del mundo actual es como un océano de icebergs y elegís el que más te gusta, pero no tenés permitido ver cómo es la parte sumergida. Tu elección es sumamente parcial y sesgada puesto que la parte sumergida es mucho más grande que la visible que es sobre la que te basaste para hacer tu elección.
Por eso es tan importante que cada uno ponga en juego su creatividad innata porque es ella la que te permite ver con los ojos de la mente lo que no podés ver con los ojos de la cara.
Te mando un abrazo (o codazo, en cuarentena).
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