“El equilibrio económico del régimen capitalista … había establecido un encadenamiento entre los diversos países por sus movimientos de intercambio financiero y económico. Con ello se había posibilitado que desde un país central se pudiera succionar la riqueza de los demás … Ello semejaba un sistema de vasos comunicantes que unía a numerosos tanques de un sistema encadenado, de modo que succionando de un tanque, uno podría ir paulatinamente vaciando los otros tanques a él ligados como vasos comunicantes. Ello había permitido y segúia permitiendo que la riqueza de un país pudiera ser explotada a larga distancia, siempre que se pudiera mantener en secreto la existencia de los tubos que unían los tanques … Nosotros previmos que terminada la guerra … los tanques de la mayor parte de los países quedarían en un mínimo nivel y era lógico que, por el principio de que los líquidos buscan su nivel, la riqueza nuestra bajaría también paulatinamente a ocupar el nivel de los demás tanques. La medida tendiente a evitar este fenómeno era colocar una llave que regulase la salida o entrada a nuestro propio tanque, de modo que el nivel de riqueza, de economía y de finanzas del país pudiera estar controlado contra el drenaje permanente y extraordinario que debía producirse”.
(21/10/46, en el Congreso Nacional en ocasión de exponer el primer plan quinquenal)
"¿Y cómo íbamos a arreglar el problema si no teníamos en nuestras manos la palanca que podía mover la economía de la Nación? Observen cuáles son esas palancas: los transportes terrestres, mediante los cuales se fija toda la política económica interna; la importación y la exportación, dos palancas que mueven la política internacional; los transportes de ultramar, que son, en último análisis, los que fijan los precios; y un sistema financiero que permite al gobierno accionar sobre todos los valores financieros del Estado. Los transportes terrestres estaban en manos de consorcios ingleses… La importación era de tres consorcios internacionales, lo mismo que la exportación. La marina mercante correspondía a dos grandes consorcios: uno, americano, y otro, inglés. El Banco Central estaba formado por 2 directores nombrados por el gobierno y 6 por los bancos extranjeros. En su directorio había tres directores que no sabían hablar castellano. Y ellos eran los que manejaban toda la emisión fiduciaria, controlaban los valores de plaza, establecían todo el régimen del crédito y custodiaban el oro de la Nación Argentina. Y nosotros, teniendo más de 100.000 hombres sobre las armas, debíamos tener a 4 extranjeros para que cuidaran la riqueza de la Nación. ¡Y decíamos que la economía argentina era floreciente y magnífica! Señores: de cualquier país del mundo, por poderoso que sea, Uds. me dan esas cinco palancas y yo les regalo todo lo demás, porque a ese país lo manejo yo. Eso era lo que sucedía en la Argentina”.
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