jueves, 28 de marzo de 2024

La naturaleza humana del internismo. La solución.

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Como sostenía JDP la política está hecha de seres humanos con todos sus defectos e imperfecciones; a lo que se puede aspirar es a alcanzar la máxima perfección orgánica posible porque la humana es imposible. La perfección orgánica contribuye a que los defectos de los individuos puedan ser gestionados y el lidiar con ellos no destruya la organización.

No existe en la realidad la disociación entre lo racional y lo emocional. Solo por medio de un autoengaño los individuos pueden creer que mantienen separadas ambas dimensiones.

En toda postura racional existe una base emocional, aunque no se note, aunque no sea percibida o autopercibida. El desafío consiste en lograr lo que casi nadie logra, esto es la unión armónica provechosa de las dos; que de la “fusión” de una y de la otra surja un orden superior de pensamiento y afectos.

Uno de los graves problemas de los dirigentes desde la desaparición física de JDP hace casi medio siglo es que no pueden hacer balances de los resultados de sus propias acciones. También puede ocurrir que, algunos, los hagan en la intimidad de su pensamiento, pero si no logran compartir la experiencia y transmitirla a las siguientes generaciones, de nada sirve.

En los últimos 50 años las nuevas generaciones de nuestra sociedad dieron lugar a políticos que se las pasan batallando a ciegas, aceptando las imposiciones del destino. Difícilmente tengan la suficiente claridad y humildad como para darse cuenta de cuáles son las razones de sus éxitos y sus fracasos.

Todo está sometido a discusión todo el tiempo, lo bueno, lo malo y lo regular. Es como la “mesa contra el hambre” del ex presidente Alberto Fernández. Como si el “consenso” entre partes pudiera formar un todo que valga la pena. Lo cual no significa que el antagonismo entre partes pudiera formar un todo. Lo falso de una no implica necesariamente lo verdadero de la otra.

Es difícil aguantar la incertidumbre en condiciones tan adversas. La tentación de encontrar a un culpable de lo que nos pasa es bastante irresistible porque no se pueden dominar las expectativas.

La posición de Navarro es formalmente parecida a la de los jóvenes de la primera mitad de los ’70 que le echaban la culpa a Perón del fracaso de 1973/76. En aquel tiempo era que Perón “tomó partido por la derecha del movimiento”. Ahora es “capricho” de la jefa, etc., etc.

Las personas que así creen tienen enormes dificultades para distinguir entre procesos y acontecimientos, procesos de otros procesos y acontecimientos de otros acontecimientos. Ven continuidades donde hay rupturas, rupturas donde hay continuidades, simetrías donde hay asimetrías y asimetrías donde hay simetrías. La realidad los sobrepasa todo el tiempo, aunque ellos crean que la entienden perfectamente. En definitiva, se dejan llevar por las emociones lo que conduce a malos análisis.

1) CFK eligió a AF en 2019 no porque creyera que iba a ser un excelente presidente sino porque pensaba que era la mejor figura para evitar que Macri reelija. Macri 2019-2023 hubiera sido peor que Milei hoy (no solo peor que AF). La crítica es que se equivocó al elegir a alguien que gobernaba mal.

2) Cuando eligió a alguien que perdió, como Scioli, la crítica es que se equivocó porque eligió a alguien que perdió (en la primera vuelta ganó). Pero los que hacen esta crítica se olvidan de elogiar que en 2019 eligió a alguien que ganó.

Es decir que, en un caso critican que elige a alguien que pierde (Scioli). Y, cuando elije a alguien que gana (AF), está también mal porque no supo gobernar.

Este tipo de cuestionamientos se presentan como incuestionables. Idéntico a los cuestionamientos a Perón por los jóvenes en los ’70.

3) Cuando CFK elige a Massa en 2023, se la critica porque era el ministro de economía, no pudo bajar la inflación y perdió las elecciones (no en la primera vuelta). Junto con esto se critica el internismo que llevó a la caída del ministro Guzmán.

Este último punto es curioso. Por un lado, se descontextualiza absolutamente la situación de mediados de 2022 y, retrospectivamente, se lo recontextualiza atribuyendo exclusivamente al internismo el curso de colisión del experimento AF-Guzmán-Kulfas.

La pésima situación económica y financiera a mediados de 2022 nada tuvo que ver con la interna sino con la concepción y ejecución económica de ese trío. Y esto no es un análisis exclusivamente K. No es que se sobrestimó la peligrosidad de esa situación por razones del internismo, sino que se tomó al internismo como pretexto para no admitir las razones del profundo fracaso económico.

CFK y Massa salvaron al gobierno de AF que hubiera terminado (incluso formalmente) a mediados de ese año si aquellos no hubieran intervenido. Y, en el hipotético caso de que el trío hubiera seguido, la derrota en las elecciones hubiera sido escalofriante. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta.

Ocurre como con el argumento de los antivacunas. “Fulano fue vacunado y murió por la vacuna”. Pero lo que en realidad ocurrió es que a fulano quisieron salvarlo del COVID con la vacuna, pero ya era demasiado tarde porque había contraído la enfermedad con anterioridad.

Si no hubieran intervenido Cristina y Massa, cuánto estaría el dólar, la inflación y cuánto hubiera sacado el candidato de Alberto o Alberto mismo? Alguien pensó en eso? Milei le ganaba no por 10 % sino por 30 % o más.

Los problemas no lo resuelven las partes (del problema).

El pasado se puede cambiar descubriendo cosas en el presente y cambiando el futuro. Cuando se descubre algo, cambia la perspectiva y la visión que se tenía, no solo para el presente y el futuro sino para el pasado también.

Las diferentes partes, expresiones y organizaciones de la sociedad son un reflejo de los problemas existentes, no es que surgieron para resolver los problemas existentes, surgieron ante los problemas existentes.

Esto es análogo a la cuestión de la lucha de clases del marxismo. La lucha de clases no es una solución a los problemas del modo de producción capitalista, al contrario de lo que decían Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. La lucha de clases es un síntoma (reactivo) de la ausencia de solución a los problemas de la estructura.

Las partes difícilmente sean portadoras de la solución ni desde el punto de vista de la concepción ni de la ejecución. Esto es independiente de lo que crean los individuos que son soportes de las distintas organizaciones. Nunca hay que juzgar ni evaluar una realidad según lo que crean los que viven en esa realidad.

Esto ya da una pista de un posicionamiento más fecundo.

En efecto, las soluciones más profundas no provienen de las creencias de las partes, que suelen ser reactivas. Esto significa que las cosas conocidas no nos dan una solución.

Por más convicción que tengan los integrantes de cualquier organización y que quieran imponerla a como dé lugar, eso no garantiza la solución al problema. Porque el problema nunca es de la parte, es del todo.

Para solucionar el problema que supone el todo, es decir, el proceso más o menos complejo, se necesita una práctica y concepción creativa de un sujeto, el líder de conducción en potencia.

Necesariamente, ese potencial líder no expresará a las partes más que en las apariencias, porque la ejecución y concepción del líder va a resignificar a las partes, las cuales no van a ser las mismas.

El empeño de las partes, de cada organización, de profundizar en su propio juego, en la creencia de que la solución de conjunto ocurrirá por hegemonía de una de las partes, solo profundizará la crisis.

Esto significa que empeñarse en salirse con la de uno va a profundizar la crisis. Empeñarse en querer imponer lo que uno quiere va a profundizar la crisis. Porque la estructura de la crisis no responde a lo que quieren las partes o las creencias parciales, éstas alimentan la crisis, aunque no se lo reconozca.

No importa lo que crea uno. Por más que crea que tiene la verdad absoluta. O que crea que sus creencias son las mejores que las de los demás. Eso es parte del problema independientemente de la intensidad de las convicciones.

Lo que tienen que hacer los dirigentes y analistas más lúcidos es “dejar que fluya el agua”, pero vigilarla, sin desentenderse. Hay que dejarle espacio a que los mejores puedan desenvolverse, hay que ayudarlos, sin importar a que eso conduzca a que si prosperan puedan eclipsar al que lo ayudó o a los de la rosca que ya estaba preconcebida.

Lo que tienen que entender la mayoría de los individuos que son referentes y dirigentes, sea en el nivel que sea, es que a los que sienten o perciben como una “amenaza” para sus propios intereses y ambiciones inmediatas, pueden resultar en una bendición para todos en el mediano plazo.

Hay que educar los propios sentimientos, como decía Perón. Si no desarrollamos virtudes personales, los vicios se extienden por todas los niveles de las organizaciones, no importa la bondad y nobleza de sus causas.

Para resolver el problema de todos hay que ser muy virtuoso tanto en lo intelectual, como en lo moral y afectivo.

Sin esas condiciones el problema de fondo no se resuelve, por más buenas que se crean las causas en pos de las cuales van las organizaciones.

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