viernes, 15 de marzo de 2024

Acerca de cómo volver a JDP (II).

Perón pensaba que la doctrina justicialista era un esbozo, una suerte de borrador sobre el cual había que trabajar y desarrollar mucho. Esto tanto en los aspectos doctrinarios como teóricos.

Otra cosa que Perón decía es que si no se desarrollan las “virtudes peronistas” el movimiento peronista iba a ser “lindo al principio, bueno en la mitad y malo al final” (!).

Para Perón el valor de la doctrina depende de las condiciones espirituales de quienes la practican, sin esas condiciones, la doctrina no tiene valor.

Decía Perón que todas las doctrinas sufren deformaciones y, con eso, se diversifican los grupos que las practican. La causa de eso es la falta de unidad de doctrina. Decía que por falta de unidad de doctrina y por malas interpretaciones de la doctrina, nuestro movimiento puede ser disociado y destruido (!),

Como decíamos en el post precedente, Perón concebía a la unidad de concepción no como una imposición sino como producto de una enseñanza que lleve a apreciar y percibir de manera similar y que por intuición los individuos estén inclinados a resolver de la misma manera.

Es decir que Perón está diciendo que: 1) si no se desarrollan virtudes el movimiento se va degradando; 2) si no se enseña y los individuos no aprenden a percibir y a tener esa intuición que los lleve a resolver bien, la unidad de doctrina no ocurre y se abre la puerta a las deformaciones y la autodestrucción del peronismo.

Las deformaciones de la conducción, de los cuadros intermedios y de las masas ocurren porque los vicios no se corrigieron con virtudes.

Dichas virtudes se relacionan con valores intelectuales y espirituales y la educación de los propios sentimientos.

Eso es lo que lleva a comprender que no se debe hacer lo que conviene a uno sino lo que conviene a todos, que no se puede usar una causa noble y subordinarla a ambiciones personales y que el progreso individual es una añadidura del progreso general de todos.

Los que desarrollan esa clase de virtudes se dan cuenta que “organizar no es colocar gente en casilleros sino dar un sentido y un sentimiento similar. De nada sirve la organziación material sin lo espiritual”. La doctrina sirve para hacer la organización espiritual.

Perón define al verbo “predicar” no como sinónimo de decir sino de saber inculcar, hacer comprender y sentir la doctrina.

En estas cosas es donde radica la fundamentación del sistema clasificatorio más o menos explícito que señalé en algunas ocasiones en relación a las diferencias entre liderazgo de conducción, liderazgo de conjunto y dirigencia.

El liderazgo de conducción (JDP) posee una gran cantidad de virtudes personales que permiten el despliegue eficaz de la inteligencia, la creatividad y los afectos. La eficacia se refleja en la capacidad de aglutinar grandes conjuntos heterogéneos.

El liderazgo de conjunto (CFK) posee algunas virtudes personales que consigue eficacia en menor grado, consiguiendo aglutinar conjuntos menos grandes y menos heterogéneos en comparación con el caso anterior.

Y la dirigencia (la inmensa mayoría de los políticos) carece de la mayoría de tales virtudes y, por lo tanto, no consigue mandar sobre el corazón de la gente como en los casos anteriores.

No hay comentarios: