Resulta notable cómo el destino de los seres humanos depende de algunos (muy pocos) seres humanos.
Desde que no está más JDP
las condiciones de vida de una gran parte de los argentinos se deterioraron
muchísimo, salvo los períodos de recuperación de NK y de mejora neta del último
período de CFK.
Sin embargo, en los últimos
50 años, la pobreza estructural se fue agregando por capas sedimentarias como
resultado de cada crisis. Las recuperaciones subsiguientes en los distintos gobiernos
no lograban ni siquiera igualar el nivel de pobreza existente previo a las
crisis del gobierno precedente.
Las generaciones que se
fueron agregando desde que murió JDP, en muchos estratos sociales, vivieron
cada vez peor. Se empobrecieron las clases medias, los asalariados y la pobreza
estructural se agrandó cada vez más a medida que se profundizaba la inserción
del país a la globalización.
Lo mismo ocurrió después de
que lo derrocaron en 1955. Pero, mientras él vivió en el exilio no pudieron –ni
por dictaduras ni por gobiernos pseudoconstitucionales- hacer el cambio de
régimen que hubieran deseado. Pero luego de su muerte en 1974, sí pudieron
hacerlo porque se aprovechó la desaparición de su liderazgo para realizar un
cambio de régimen a gran escala, usando la represión, la dictadura y los
cambios económicos a través de la liberalización de las finanzas, el comercio y
la circulación de capitales.
La sola existencia del liderazgo de JDP, mientras vivió,
estaba impidiendo la consumación de ese proceso de empobrecimiento social y
endeudamiento y descapitalización de la economía que ocurrió, finalmente, a
partir de 1975/76 en adelante.
Mientras él, fiel a su método de encuadrar la problemática
argentina dentro de la evolución de la mundial, veía mejor que nadie los
peligros que representaba para nuestro país y su pueblo, la reacción del “capitalismo
internacional” con sus soportes al interior del país, la mayoría de los dirigentes
de los sectores internos del movimiento estaban enfrascados en disputas y contradicciones
menores aunque sus protagonistas las sintieran como cosas de vida o muerte.
JDP, en todas las ocasiones que podía, señalaba la
importancia que tenía hacer el análisis desde la situación general que
presentaba el panorama mundial hacia la situación particular al interior de la
Argentina. Él desplegaba ese análisis con toda naturalidad. Lástima que los
peronistas que siguieron protagonizando después de su fallecimiento, con el
retorno de la “democracia”, ignoraron casi absolutamente esa metodología. Y, en
el caso de que no la ignoraban, era para justificar la alineación con el imperialismo
anglonorteamericano (?!).
En la actualidad, CFK es la única dirigente que puede
aplicar ese método de análisis (aunque no con la profundidad y originalidad con
la que solía hacerlo JDP) de manera mucho más inteligente de lo que lo hacen
los pocos que se animan a lo mismo.
Comprender los lineamientos básicos del movimiento mundial
es uno de los atributos que debe poseer cualquier líder sea de conjunto o de
conducción. Esto, a pesar de las creencias de algunos compañeros, nada tiene
que ver con la doctrina geopolítica inventada por ideólogos de las oligarquías
que sostienen al imperio.
Perón era absolutamente conciente de que la lucha era de los
pueblos contra los imperialismos en todas las épocas de la historia. Y que la
condición para el éxito en esa lucha era la capacidad del liderazgo de
conducción para aglutinar en una dirección -la soberanía política, la
independencia económica y la justicia social- a la mayor cantidad de voluntades
posibles, respetando sus creencias parciales. Para Perón no hacía falta
uniformidad ideológica o que todos piensen lo mismo o que todos obedezcan sin
pensar.
Perón pensaba, con razón, que, si se podían articular bien
las partes (derecha, izquierda, centro, dialoguistas, confrontacionistas, “apresurados”,
“retardatarios”, etc.) la heterogeneidad, aunque elevada, resultaba muy eficaz
a la hora de “pegar donde duele y cuando duele”.
Los pros y contras de esa heterogeneidad, si era bien
conducida, resultaban preferibles a una uniformidad con menor peso cuantitativo
aunque con más coherencia ideológica.
El liderazgo de Perón no creaba ningún “espacio de confort” permanente
que se identificase con su figura. Nunca necesitó eso. Su tarea permanente era
articular y potenciar los espacios en función de la misión colectiva. En esto,
tenía muy poca comprensión de la mayoría de los dirigentes, sean de la rama
política, sindical o la juventud.
Hasta donde yo sé, Perón fue la primera persona en el mundo
que reflexionó y produjo un cuerpo de conocimiento cuya finalidad era aplicar
por analogía, pero haciendo modificaciones indispensables, los principios de la
conducción militar a la política, señalando similitudes y diferencias.
Eso no lo hizo porque le gustaba teorizar o por “academicismo”,
lo hizo por necesidad, por la misión que se había autoimpuesto: la de conducir
políticamente a las masas de la Argentina como un medio imprescindible para conseguir
el objetivo de liberar al país del imperialismo.
Para él era indispensable crear los auxiliares de la conducción
y transformar a la “masa” en “pueblo”. Sin eso no podía conducir o no podía
tener éxito. Él definía a la “masa” como un colectivo reactivo, que se rebela
ante la injusticia, pero sin dirección y objetivos positivos. El “pueblo” era
ya el colectivo con liderazgo de conducción hacia objetivos positivos.
La cantidad
de perlas más o menos escondidas en las cosas que dijo Perón es increíble. Me
resulta curioso que casi nadie las pueda rescatar y articular con nuestra
situación presente.
Hay una
incomprensión profunda sobre el pensamiento de Perón y/o hay una ignorancia o profunda
falta de interés, quizá porque ese pensamiento no sirve para validar las
ambiciones de personas con pocas virtudes.
Para el que
quiera aprender, Perón nos enseñó que aquello que resuelve los problemas es la
subjetividad creativa de las personas, cuyas virtudes permiten la aplicación
inteligente de las ideas.
No existe
doctrina ni ideología en el mundo que pueda reemplazar a las facultades potencialmente
creativas de los seres humanos ni sus virtudes.
Ni el
marxismo, ni el cristianismo, ni el “libertarismo”, ni el peronismo, sirven para
nada si son profesadas por personas que no ponen en juego sus capacidades y que
tienen muchos vicios personales y pocas virtudes morales e intelectuales.
Mi homenaje,
desde este humilde Blog, a quien más hizo por el bienestar moral y material del
pueblo argentino, porque logró poner en juego sus altas dosis de creatividad y
originalidad personal y su capacidad organizativa al servicio de esa causa nacional.
JDP fue un “fuera
de serie” pero, al mismo tiempo, un producto de la Argentina.
Ganarse la
lealtad y el corazón del pueblo no es algo que se consiga con marketing o “coach”.
Por eso el
pueblo siempre lo quiso a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario