jueves, 25 de agosto de 2022

¿Por qué la proscripción judicial de CFK es exactamente la misma que la de Donald Trump?.

Vamos a hablar con metáforas. Es muy sencillo si se ve desde las proposiciones teóricas que formalicé hace ya dos años (pero que vienen desde mucho antes) y sin prejuicios ideológicos de ninguna clase.

El mundo no es una amalgama de países en los cuales ocurren cosas inconexas o conectadas mecánicamente, como las piezas de un automóvil, por ej..

El mundo es un movimiento, una “marea” que lleva a todos. Lo que nos confunde es que esa marea o movimiento que nos lleva es invisible a la vista común y corriente, uno no lo puede ver en la radio, la TV., las redes o los diarios.

Sucede como con lo que pasa con el planeta Tierra, con los sentidos vemos el suelo siempre fijo y nuestro movimiento en relación a un piso fijo desde que nacemos hasta que nos morimos. Estamos como “confinados” en esa dimensión.

Pero lo que ocurre en realidad, por más que nuestros sentidos no nos lo informen, es que el suelo y todo lo adherido a él se mueve de diversas formas: alrededor de su propio eje, alrededor del Sol, alrededor del centro de la galaxia Vía Láctea, entre otros movimientos más complicados.

Hay fuerzas muy poderosas que están moviéndolo todo (probablemente un agujero negro en el centro de la galaxia) aunque no lo veamos ni sintamos.

Lo mismo ocurre en el campo de las mal llamadas relaciones “internacionales”, que son entre “naciones” solo de nombre, naciones nominales, no reales.

Aquí también vivimos en una suerte de “confinamiento” de las apariencias: lo que pasa en un país atañe exclusivamente a ese país, puesto que cada país tiene su propio gobierno con su jurisdicción.

Incluso, cuando en las relaciones internacionales se producen abusos, lo que espontáneamente creemos es que el abuso lo comete un país con su respectivo gobierno, contra otro país o países con sus respectivos gobiernos.

Como este “sentido común” conducía a toda clase de anomalías y problemas, sea en boca del progresismo, el neoliberalismo, conservadurismo o el marxismo, produje una serie de proposiciones teóricas para indicar que el proceso mundial es un proceso que solo puede existir bajo la modalidad de dos clases de funcionamiento que establecen las interacciones entre el Imperio (sostenido por oligarquías globales, no países) y los Estados Nacionales (sostenido por las clases populares de los países).

El proceso global es la dinámica (cambio) de esas interacciones que, en cuanto tales, no pertenecen a localidad alguna aunque impriman su huella en las localidades. Lo único que puede dar sentido de pertenencia es el Estado Nacional (soberano) que es consecuencia del cambio en el que las clases populares antes dominadas logran la posesión de los resortes y recursos fundamentales, generalmente por medio de la emergencia de alguna clase de liderazgo político que reacciona a la crisis del modelo oligárquico.

La dificultad está en que la acción global se ejerce sin excepción en las localidades, no hay ninguna instancia por fuera de las localidades, por lo que es muy fácil perderse en el anecdotario local. Por eso propuse comprender a las localidades como si fueran una singularidad de lo global.

Cuando uno dice “las olas del mar”, lo que está haciendo es una distinción o particularización (la ola) dentro de lo total (el mar), no está diciendo que el “mar se compone de olas” o que las olas se separan del mar. Las olas se distinguen del mar.

En este marco de análisis, la persecución judicial a Cristina o a Donald obedece estrictamente a la misma lógica de funcionamiento global y representan exactamente los mismos intereses oligárquicos.

Los intereses oligárquicos en sus distintas esferas (económica, política, ideológica, científica, geopolítica) son de carácter global. El “mani pulite” italiano, el “lava jato” brasileño, el “rusiagate” estadounidense contra Trump, el lawfare contra Cristina en Argentina, etc., etc., son todas manifestaciones de la geopolítica oligárquica en distintos escenarios locales.

Las combinaciones oligárquicas siempre actúan por intermedio de una cadena de muchos eslabones: embajadas, asesorías, jueces, fiscales, medios de comunicación, etc. Por eso no se desgastan, con los recursos que tienen y controlan pueden contratar gente que dé la cara en su lugar.

El objetivo de las acciones de estas combinaciones oligárquicas es reproducir su dominación cualesquiera sean las circunstancias.

Si su dominio normal entró en crisis, van a tratar de reconducir al dominio normal. Si no pueden, van a tratar de administrar la crisis.

Si como consecuencia de la crisis, surgen liderazgos orientados a la soberanía nacional, van a tratar de combatir esos liderazgos, por los medios que sean. Antes, el más frecuente era el asesinato y el exilio. Ahora, es la cárcel o la proscripción judicial, que puede conducir al exilio.

Si la reacción soberana es derrotada, y no pueden administrar la crisis resultante, recurren a alternativas fascistoides. Incluso, para evitar reacciones soberanas recurren a eso.

En algunas ocasiones formalicé esta dinámica del siguiente modo, tomando como modelo la experiencia en Argentina:

a) Dominio normal oligárquico. (Por ej., década del ’90).

b) Crisis de a). (año 2000/1).

b.1) Administración de la crisis para reconducir a a). (2000/1).

b.2) Crisis de b.1). (2001/2).

b. 3) Administración de la crisis de b.1) (2002/5).

c) Reacción soberana: se aleja de a) y b). Fase moderada (2006/10). Fase intensa (2011/15).

d) Reacción oligárquica a c). Acá florecen las alternativas “fascistoides” y el lawfare.

Como la clase dominante es la misma a nivel mundial, porque no existen clases dominantes “de” cada país –excepto en el caso de que se logre el Estado Nacional soberano-, existen clases dominantes “en” cada país, esta formalización vale para cualquier lado, porque los elementos que intervienen son invariantes, tanto en EE.UU. (reacción oligárquica contra D. Trump), Rusia (reacción oligárquica contra Putin), China (reacción oligárquica contra Xi), etc., etc..

Mis proposiciones teóricas vienen a echar luz sobre esta invariancia, más allá de la forma en que queda encubierta por las particularidades, cultura, tradiciones, idiosincrasia e ideologías imperantes en cada localidad.

Por eso todo aquel que lucha por la constitución de un Estado Nacional (soberano) en su propio país es un patriota y es verdaderamente progresista, porque sabe que esa lucha lo va a hacer objeto del odio, la venganza y las prevenciones del sistema oligárquico.

Tal sistema se dedica a anular todo aquello que ven como un peligro a su dominación, que no son otra cosa que los líderes populares que toman conciencia del problema nacional y mundial.

No importa de dónde sean los líderes. Pueden ser de EE.UU. incluso. Históricamente se los anuló por medio del asesinato. Ahora prueban con el fraude y la proscripción judicial, aunque tampoco se descarta el asesinato.

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