No es por los 12 años de gobierno, ni nada del pasado.
Tampoco es por el clima de odio prefabricado, ni por la
radicalización de la derecha, ni la irracionalidad de la oposición, etc., etc..
Es porque la clase dominante en Argentina es una clase
global. Se trata de combinaciones oligárquicas que, descriptivamente, son a
predominio “angloamericanas” (por el origen de sus integrantes), pero, en
rigor, no tienen nacionalidad porque funcionan a modo de un Imperio global.
Esas combinaciones controlan por sí y por testaferros los
servicios públicos, los minerales, el comercio exterior, el sistema monetario y
financiero, grandes porciones de la pampa húmeda y los medios de comunicación.
No solo en Argentina sino en una enorme cantidad de países. Esas combinaciones
controlan lo que denominé en la proposición 1 de mi teoría los “resortes y
recursos fundamentales”.
En Argentina como en muchas localidades del mundo la
dominación de esas combinaciones oligárquicas se ejerce a través de muchos
eslabones locales de mucho menor rango e influencia global, lo cual contribuye
a opacar, ocultar o invertir esa dominación de agentes “supranacionales”.
Los Macri o los Magnetto son “personificaciones de capital”
muy pequeñas comparadas con aquéllas. En una pecera pequeña (como la Argentina)
parecen peces grandes. Pero en la pecera global son muy pequeños. El poder no
reside en ellos mismos (en los peces pequeños) sino que les viene de las
oligarquías globales (en especial angloamericanas) que están muy por arriba de
ellos. Pero esos peces globales gigantes necesitan de los peces más pequeños
para dominar en cada localidad. Todo ocurre como si el dueño del circo no
apareciera nunca, solo se ven los payasos y éstos son de cada localidad. Por
eso los payasos a nivel mundial son de una diversidad enorme, mientras que los
dueños de circos son muy poquitos y bastante uniformes.
Si bien el poder de las combinaciones oligárquicas es muy
grande por los recursos que controlan, están condicionadas por la crisis geopolítica que
ellos mismos crearon en la medida de que sus planes en Eurasia no se están
cumpliendo como ellos pensaban. La firme reacción de Rusia y China contra sus
intentos de doblegar a esos 2 países les está complicando las cosas. La
situación interna en EE.UU. con el posible regreso de D. Trump, a quien no
pueden todavía neutralizar, se les complica terriblemente.
Sumado a eso, la crisis económica, monetaria y financiera
del sector NorOccidental transatlántico y las propuestas de la plutocracia que
allí gobierna no ofrecen más que miseria, hambre, guerras, escasez de energía,
declinación de la población potencial, etc., etc., todo lo cual genera el
rechazo de la mayoría de los países subdesarrollados del mundo tanto de Asia,
como de África y América Latina o Iberoamérica.
Es decir que las oligarquías angloamericanas que son la
verdadera clase dominante en Argentina a través de sus testaferros y asociados
menores locales, no está pasando por un buen momento a nivel mundial. Están muy
“estresadas” y se las agarran con los más débiles, intensificando las presiones
y exigiendo cada vez más sumisión.
En este contexto, la existencia del factor que podríamos
denominar “tozudez Cristina” (porque no se vende ni se rinde), es el principal
obstáculo a la madeja de intereses angloamericanos que quieren intensificar la
colonización de Argentina para succionar la mayor parte de la posible riqueza
minera, petrolera y agroalimentaria que nuestro país pudiera producir en un futuro
no tan alejado, evitando que esa potencialidad se acerque a los intereses
Brics, por ej.
Desde este punto de vista, la existencia de Cristina es
vista como una amenaza a la posibilidad de éxito de esos intereses a predominio
angloamericanos y que si la pudieran remover sería mucho más fácil para ellos.
Así que, un saludo a los autores intelectuales del atentado,
la mayoría de los cuales son asiduos visitantes a la embajada de EE.UU. y a Ted
Cruz.
Ya sabemos a qué atenernos. El anecdotario sobre el autor
material no tiene la menor relevancia e importancia.
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