miércoles, 25 de noviembre de 2020

El pensamiento oligárquico.

Así como existe un pensamiento nacional, hay un pensamiento oligárquico (PO) que se le contrapone.

El PO fluye a través de usinas dependientes de los controladores de los resortes y recursos fundamentales (RRF, ver proposición 1 teoría presentada en agosto pasado). Obviamente dicha dependencia es más o menos oscura, disimulada, pero se puede rastrear si uno se toma el trabajo.

Los controladores de los RRF (los oligarcas, ver proposición 2 de la teoría) rara vez manifiestan por sí lo que piensan, lo hacen a través de terceros, como si éstos fueran canales independientes.

La mayoría o, por lo menos, un consenso de oligarcas (O) hacen creer a la opinión pública que el mundo está superpoblado, que el desarrollo económico y el avance científico y tecnológico es pernicioso para el medio ambiente, que se necesita una gobernanza global por encima de los Estados, que el entretenimiento es más importante que la educación, entre otras cosas.

Mi opinión es que todo esto en realidad ellos mismos (los O) no lo creen, solo impulsan esas creencias –a través de terceros- porque contribuyen a facilitar y reproducir su control sobre los RRF.

El PO es como un antídoto contra cualquier posible pretensión de los pueblos (P ver proposición 3 de la teoría) a través de su Estado Nacional soberano.

Los P, cuando están bien conducidos por un liderazgo de conducción, quieren aumentar la población y mejorar sus características sociodemográficas; quieren desarrollo económico productivo y mejorar la distribución del ingreso; quieren avance científico y tecnológico al servicio del desarrollo y del cuidado y recreación del medio ambiente (los P no quieren una ciencia y tecnología mediocre y contraproducente en aras del conservacionismo ecológico); quieren mejoras sustanciales en la educación pública, tanto científica como humanista.

Esos quereres son todos congruentes entre sí, no se pueden contradecir. Por ej., si se adopta energía solar o eólica, eso iría contra la posibilidad de aumentar la población y del desarrollo económico porque esas fuentes de energía no son lo suficientemente densas como para abastecer proyectos productivos necesarios.

El PO es muy hábil en interpelar la parte emocional de la naturaleza humana, pero lo hace en un sentido negativo, escéptico, explotando prejuiciosas creencias de las personas, sus miedos y sus nobles sentimientos. Pero cada punto de la agenda del PO está diseñado para prevenirse contra el Estado Nacional soberano, aunque la opinión pública no se dé cuenta.

Por eso la tarea educativa es importante en el sentido de lograr que las personas sepan más de lo que crean. Hay que aumentar el saber de cierto a expensas de las creencias.

Los educadores tendrán que explorar cómo interpelar la parte emocional de la naturaleza humana promoviendo el optimismo cultural, el conocimiento científico a través de la curiosidad y no en función de agendas ideológicas preconcebidas, enseñando a lidiar con el miedo y la incertidumbre, es decir, tratando de neutralizar el sentido de la interpelación oligárquica.

Mi esperanza es que tiene que haber una forma de educación emocional que potencie la parte racional de las personas y viceversa. Si no la hay, seremos peones de los juegos oligárquicos hasta el fin de los tiempos.

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