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A Navarro le molesta que los K jodan con que la que debe gobernar es Cristina aunque ella no sea la presidenta y que le cuestionen cómo va a votar a Massa!
Caballero con un argumento en apariencia institucional plantea que ningún presidente puede actuar por delegación o pedir permiso para tomar decisiones, aunque reconoce que no se puede prescindir de la consulta a Cristina; mientras que Navarro da el ejemplo de la independencia de Néstor, apenas asumió, respecto de Duhalde.
Ari Lijalad se pregunta cuál va a ser la relación de Cristina con Massa en caso de que éste resulte presidente. Y Nico Lantos dice que no toda “derecha” es neoliberal (Massa por ej.) y que la contradicción principal es el proyecto nacional vs. el neoliberalismo de derecha.
Ni en este programa ni en ningún lado se repara en el hecho que la configuración del actual escenario político se debe a la existencia de CFK con su capacidad de concepción y de acción que se basa en el vínculo emocional que mantiene con un tercio o más de la población.
Todos los demás candidatos juntos sea del propio espacio de la UP y de la oposición pueden juntar el 65 % de los votos restantes pero ninguno tiene las capacidades de acción y concepción de Cristina y ese vínculo emocional con esa parte de la población, que es la naturaleza cualitativa del liderazgo.
Es decir que lo de Cristina es cuantitativo + cualitativo, mientras que lo de los demás es solo cuantitativo, carecen de las cualidades de liderazgo.
Cuando Navarro da el ejemplo de lo de Néstor con Duhalde es de naturaleza diferente a lo de Alberto/Cristina o, en un eventual futuro Massa/Cristina, en razón de que ni Néstor, ni Duhalde, ni Alberto ni Massa eran o son líderes con las capacidades cuantitativas y cualitativas de Cristina.
Por lo tanto, los analistas no terminan de comprender la singularidad del escenario actual en el que Cristina no puede ejercer el gobierno mientras sí ejerce el liderazgo de conjunto sin el cual sería imposible la candidatura de Massa, como hubiera sido imposible la candidatura de Alberto en 2019, e, incluso, sería imposible la candidatura de Juan Grabois.
Yo no sé en qué punto esta inconciencia puede tener efectos adversos, en la medida que ni los dirigentes ni los analistas se percatan de que es Cristina la que está inventando las opciones y alternativas y que, sin ella, las mismas no existirían en absoluto.
Que estas opciones y alternativas que Cristina inventa crean problemas, no cabe duda, pero tengo la esperanza que esos problemas son menores a los que resuelve logrando mantener encendida la vela de la esperanza de poder seguir luchando por un futuro mejor para las clases populares.
Cristina no puede apostar solo para que a una facción táctica le vaya bien, porque lo que decide la batalla no es la facción táctica, sino si la estrategia que ella encarna es correcta o no. Ella tiene que crear el escenario donde todas las facciones tácticas puedan luchar en las mejores condiciones que puedan para que la estrategia pueda dar resultado.
Más allá de los argumentos formales y/o de facción lo que al país (sus clases populares) le conviene es que, si la estrategia de Cristina da resultado, la relación entre el futuro presidente y ella debe estar muy bien sintonizada y esto no es desmedro alguno ni para ella ni para el presidente.
No se puede gobernar bien el país si se desconoce el liderazgo de Cristina. El liderazgo es una cuestión cualitativa. No es una dirigente más con algunas cualidades. El liderazgo es mucho más que eso, es la esperanza y las emociones que millones de personas depositan en una sola, la líder. Esto no ocurre con nadie más que con ella.
Hay que meterse en la cabeza esto, sino se va a entender muy poco de lo que ocurre.
Ya se pagó un precio caro en nuestra historia por no entender esto.
En efecto, la campaña de la Tendencia Revolucionaria del “luche y vuelve” en 1972 que le dio un impulso masivo a las organizaciones de la izquierda peronista fue un escenario creado por JDP en el exilio. Sin él, la masividad de esas corrientes de la izquierda peronista no hubiera existido.
A la juventud politizada de aquél tiempo le costaba muchísimo entender el liderazgo de conducción. Con las categorías marxistas no se podía (ni se puede entender eso). Solo se puede entender captando el pensamiento de JDP.
Ningún liderazgo surge nunca desde una facción ideológica. Ni siquiera el de Lenin previo a la Revolución Rusa, quien tenía en contra a casi todos los grandes ideólogos de su propio partido.
Las ideologías no crean nada, solo cristalizan, en el mejor de los casos, la creación de determinados autores.
Un liderazgo de conducción exitoso puede dar lugar a la generación de una ideología, pero la inversa no es cierta. Nunca la ideología puede dar lugar a un liderazgo de conducción.
Teniendo esto en cuenta, CFK no se guía por ideología alguna, solo por grandes principios. Ella no puede gobernar porque está proscripta políticamente pendiente de una resolución técnica del lawfare para formalizarlo “legalmente”.
Ella ve los planes de la “derecha” -en rigor de los títeres de oligarcas supranacionales- que, bien como dice Navarro y como dije yo antes, incluye meternos en una guerra y en escenarios para ser gobernados por neofascistas (muy lejos esto del “neoliberalismo” normal).
Por lo tanto, ella se siente en la obligación de generar los instrumentos y auxiliares para gobernar sin su presencia formal en el poder ejecutivo. Y no puede seguir criterios ideológicos en esto porque eso sería cancelar la posibilidad de poder continuar la lucha en mejores condiciones.
Mientras Cristina viva y se siga dedicando a ejercer el liderazgo no hay chance alguna de que una facción ideológica se imponga al resto. Eso no puede ocurrir porque sería el fin de su liderazgo y de las esperanzas del pueblo de poder seguir luchando para mejorar sus condiciones de existencia.
Cristina está validando al mejor administrador y gestionador que encuentra que es muchísimo mejor que lo que vio en el gobierno de Alberto Fernández. Pero eso no quiere decir que Cristina quiere gobernar con la “derecha” peronista o la “centro derecha”, ni con el "centro" ni la "centro izquierda". En absoluto, ella solo está apostando a que el escenario de lucha pueda seguir existiendo todo lo posible para impedir que las variantes neofascistas apoyadas desde el establishment financiero supranacional puedan cancelar las esperanzas y posibilidades de mejora del pueblo argentino.
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