jueves, 12 de octubre de 2023

El discurso más significativo de un candidato a Presidente de los EE.UU. de las últimas décadas.

Hablamos de nada más y nada menos que de una persona cuyo padre y cuyo tío fueron asesinados durante los años ’60 del siglo pasado por la camarilla oligárquica de aquellos tiempos que es la misma que gobierna hoy a través de sus herederos y nuevos personeros.

En el video entre 25:15 y 25:40, dice que hay una “creciente ola de descontento que está inundando nuestro país” y que “hay peligro en este descontento, pero también hay promesa. El peligro es que los demagogos lo desvíen hacia el fascismo. O que nuestros gobernantes lo desviarán hacia un enemigo externo para iniciar otra guerra más. …”

Acá el discurso escrito:

https://robertfkennedyjr.substack.com/p/kennedy-independent-presidential-candidate

Como puede observarse R. F. Kennedy Jr. “confirma” de modo práctico lo que vengo sosteniendo de modo teórico.

Si no se inventa, construye o edifica una respuesta a las profundas necesidades y carencias materiales y espirituales de la población, tanto en EE.UU. como en otros escenarios nor occidentales o en A. L. misma, la tendencia a diseñar y/o manipular la insatisfacción latente por parte de figuras oligárquicas supranacionales individuales o combinadas conducirá con bastante facilidad a la constitución de movimientos neofascistas.

Una vez constituidos, tendrán una dinámica local con capacidad de trastornar y repercutir a nivel mundial.

China y Rusia, por medio de sus líderes Xi y Putin, están haciendo esfuerzos extraordinarios para evitar eso. Una mayoría abrumadora de África y Asia lo entiende. Algunos países de A. L. lo entienden.

Dichos líderes tienen clara conciencia de que no se pueden repetir los errores y horrores del colonialismo angloamericano, con su obsesión geopolítica de controlar, encorsetar y dominar.

Xi y Putin saben que la salida de la actual encrucijada de la humanidad es desarrollar a los seres humanos, no importa en qué país estén. Ellos están enfocados, en sus propios países y para todos los que quieran asociarse y cooperar, en producir transformaciones en la economía física, en la infraestructura, industria y agro. Ellos saben que el papel de la ciencia, la tecnología y la técnica es esencial para esa tarea. Y que la soberanía de las naciones en cooperación es esencial para esa tarea.

Leer las intenciones de China y Rusia desde la óptica de las doctrinas geopolíticas angloamericanas (de origen británico) del “equilibrio de poderes”, “choque de civilizaciones”, bla bla bla, es un error garrafal.

Primero porque esas doctrinas son una pavada mayúscula, hechas por gente que fue investida de “autoridad” en la materia. Así muchos tontos les creen.

Las doctrinas geopolíticas angloamericanas son descripciones del comportamiento de naciones con soberanía nominal, es decir, dominados por intereses oligárquicos. Solo que esa dominación es poco visible para la mayoría. Por lo tanto, en la práctica, esas doctrinas geopolíticas son justificaciones de la práctica oligárquica real aunque adopten la apariencia de interacciones entre entidades soberanas e independientes.

Una de las especialidades de la geopolítica oligárquica es generar contradicciones ficticias que se hacen muy reales cuando los actores caen en el juego manipulado. Luego, los que manipulan el juego se dedican a contemplar “desde fuera” cómo los idiotas lo juegan ellos solitos. Luego, se escriben las grandes obras de geopolítica (El choque de civilizaciones, el Soldado y el Estado, etc., etc.) describiendo cómo actúan los idiotas y atribuyéndoles, implícitamente, plena autonomía e independencia.

Las doctrinas geopolíticas de origen británico crean sentido común y contaminan muchas veces análisis de personas del campo nacional y popular que usan vocabulario, en forma automática, que proceden de esas doctrinas, sin darse cuenta del perjuicio que eso causa.

Hacia un análisis real de la “geopolítica oligárquica” y las posibles alternativas.

Las oligarquías angloamericanas se acostumbraron por mucho tiempo a intervenir en diversas localidades del mundo casi exclusivamente con miras a reproducir su propia dominación.

Cualquier cosa nueva que surge u ocurre en cualquier parte, lo ven como una amenaza potencial e, inmediatamente, proceden a su neutralización. Usan para esto diversos medios, ardides, engaños, sobornos, estafas, tergiversaciones, etc., etc. En caso de que no haya el resultado esperado, proceden a la destrucción por medios militares y/o el asesinato. Así fue siempre.

Como no se ocupan casi nunca de resolver los problemas reales de ninguna población (falta de infraestructura, alimentos, atención médica, etc., etc.) sino que operan constantemente para gestionar su propia hegemonía, los problemas reales se van agrandando, agudizando y profundizando. Si en apariencia se ocupan de algún problema real es solo por una conveniencia unilateral.

A ellos no les importa la gente, los pueblos. Obvio que disimulan esto porque sus personeros y agentes quedarían como demasiado cínicos o crueles.

Los oligarcas que forman parte de las combinaciones que dominan en Occidente tienen un pensamiento en el que no cabe la perspectiva del desarrollo de la humanidad. Mientras que los seres humanos nacen y mueren, pero la población aumenta, aunque no al ritmo en que se preveía hace años, las necesidades van aumentando. Cada vez se necesita más energía, más infraestructura, alimentos, etc., etc.

Es obvio que eso requiere una planificación orientada a satisfacer esas necesidades. La Ruta de la Seda de China, los acuerdos con Rusia, los acuerdos con muchos países africanos, etc., todo eso va en esa dirección de satisfacer las necesidades crecientes de las poblaciones.

Los líderes de Rusia y China están enfocados en los problemas reales que derivan de esa falta de desarrollo. No están enfocados en una disputa con las oligarquías occidentales por una cuestión geopolítica de “zonas de influencia” o cosas por el estilo.

Obvio que Rusia y China necesitan cosas, pero se dan cuenta, a diferencia de las oligarquías occidentales, que no pueden ni deben hacerlo sacándoselas a los demás, sino desarrollando a todos. Caso contrario se va derechito a la guerra mundial en la que ya estamos en sus prolegómenos, no porque Rusia y China quieran saquear a otros, sino porque las oligarquías que sostienen al imperio occidental creen que los procederes y concepciones de estos dos países socavan su poder e influencia.

La historia de la humanidad ilustra que los saltos en el progreso material y espiritual son consecuencias del ejercicio de las facultades creativas de los individuos y de cómo los descubrimientos científicos y las aplicaciones tecnológicas que se derivan se incorporan a las sociedades.

También ilustra que las decadencias se deben a lo contrario, es decir, a la obturación de dichas facultades.

Por lo tanto, para resolver los graves problemas sociales por falta de desarrollo, no existe otro remedio que incorporar a las sociedades los avances tecnológicos de los descubrimientos ya realizados y, además, invertir en la investigación y desarrollo para nuevos descubrimientos que realimentarán el proceso.

No queda otra alternativa. Esto es independiente de lo que piensen las facciones oligárquicas dominantes en contra de esta alternativa. Si la humanidad quiere salvarse habrá que lidiar con ellas hasta neutralizarlas y que dejen de obturar la salida.

En Argentina tenemos que derrotar a los personeros concientes o inconcientes de esas oligarquías. No hay alternativa que merezca ser llamada tal. Si esto no ocurre la “alternativa” es el caos, la disolución nacional, el auge de movimientos e ideologías fascistoides repugnantes que, sin embargo, en tales condiciones, serán cotidianizadas y, en muchos casos, justificadas por una parte de la sociedad y de los medios de comunicación.

Las tragedias suceden día a día, sin que muchos se den cuenta. Cuando se dan cuenta ya es tarde. No existe un cartel o anuncio diario a los ciudadanos de que lo que está pasando es una tragedia. La mayoría va a ver la tragedia con el resultado puesto, no antes. La vuelta atrás es muy difícil y dolorosa, en caso de ser posible.

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