miércoles, 7 de agosto de 2024

Comprendo el estado de ánimo de Grabois. Un ejemplo de cómo caminar sobre las huellas de JDP.

Ver acá.


Para hacer lo que dice (ver entre 14:10 y 15:05) tenemos magníficos antecedentes que están a nuestra disposición para consultar en cualquier momento. Ese antecedente es JDP.

El problema es que no solo no se lo quiere consultar sino que, también, hay una negación a pensar sobre esas huellas. Es una cosa totalmente absurda desde el punto de vista intelectual. Ese absurdo, a mi entender, se relaciona con dos cuestiones.

1) El aspecto emocional relacionado a una tendencia de la mayoría de los seres humanos a no querer y/o poder lidiar con aspectos desconocidos de la realidad para cuyo conocimiento se necesita poner en juego la subjetividad y creatividad personal.

2) La experiencia traumática de una derrota política y social de una generación entera ligada a un ideologismo axiomático de izquierda (como clima de época) y al cuestionamiento explícito e implícito al liderazgo de conducción de JDP.

En relación a 2), el tener que enfrentarse a la comprensión profunda del pensamiento, discurso y acción de JDP implica necesariamente enfrentarse, también, como repercusión colateral, a las razones profundas que llevaron a una generación de jóvenes a cometer errores políticos, ideológicos y teóricos tan graves.

De las “fuentes” históricas surge reiterada y claramente que en las interpelaciones a JDP por parte de interlocutores del espacio de la juventud de izquierda intentaban persistentemente decodificar sus planteamientos extrayéndolos de la problemática original que les correspondía para reducirlos y resignificarlos en función de la retícula de teoremas, axiomas y postulados de la “izquierda marxista”.

Se pueden dar muchos ejemplos de esto, pero voy a dar solo uno (principios del año 1970) a los efectos de que se tome como modelo.

Cuando se le interroga a Perón por “¿cuál es el (su) programa?”, responde con algún rodeo que es la “liberación” del país, ése es el “programa”. La problemática de Perón, desde el punto de vista del liderazgo de conducción, no admite programas (tipo marxista “de transición”, “nacional democrático”, etc., etc.). Para Perón lo que interesa es el proyecto de liberación y de integración latinoamericana.

Cuando se le insiste por el cambio radical de estructuras, destruyendo a las capitalistas, vía “cambio violento”, Perón responde que depende del punto de partida y del tipo de oposición que se le enfrente. Por ej., si se llega por medios legales y constitucionales, la vía es evolutiva. Si, en el llano, las masas se enfrentan a un poder dictatorial represivo a ultranza, la vía es la guerra revolucionaria integral que puede conducir a la desaparición de las FF.AA. por oponerse al pueblo. Si la dictadura cede y cambia, la vía puede ser la normalización institucional.

Esto está absolutamente claro en Perón, por lo menos para mi. Él parte de lo empírico y analiza y pondera alternativas. No tiene ningún axioma o postulado de programa alguno a priori. A Perón hay que leerlo en forma integral, no por partes. Porque el tiene un pensamiento que es un todo que se va desgranando en diversas partes o segmentos según los interlocutores que tiene. Pero no se pueden desconectar esos segmentos o partes. No se puede decir “uhh ante esta pregunta contesta tal cosa en la pág. tal”, porque no se agota allí, en esa página. Hay que seguir y seguir hasta el extremo de identificarse casi completamente con ese pensamiento, hasta el punto de casi adivinar lo que va a decir en la página siguiente.

No es que Perón decía una cosa u otra según su conveniencia. Pensar esto es casi ridículo. Ser empírico al extremo (propio de un militar que fue oficial de operaciones) y flexible al mismo tiempo son virtudes muy buenas en la conducción tanto militar como política.

Sin embargo, dentro de la problemática “ideologicista” de la izquierda eso era visto como oportunismo, eclecticismo, reformismo, etc. Sus interlocutores de izquierda no entendían cosas elementales de las que Perón decía, solo porque no querían lidiar con eso y porque ya habían adoptado con anterioridad una serie de axiomas y postulados que les daba la certeza revolucionaria.

Perón seguía la tradición (quizá sin saberlo concientemente) de los mejores científicos: nada hay que dar por cierto a priori. Nada es autoevidente. Los problemas no se resuelven adoptando dogmas. No hay manipulaciones deductivas (sean de las ideologías que fueran) que resuelvan problemas importantes. Así como los problemas fundamentales de la física no se pueden resolver en el reino de las matemáticas, los de la revolución y transformación social no se pueden resolver en el reino de las ideologías.

Todo esto estaba muy lejos de la sensibilidad intelectual y afectiva de los jóvenes “formados” de fines de los ‘60 y principios de los ‘70.

Las “fuentes” que revelan la profundidad del pensamiento de JDP siguen allí, a la espera de ideas-hipótesis nuevas bajo cuya luz se revitalice y nos sirva para volver a alumbrar el camino de la liberación.

No hay comentarios: