viernes, 30 de agosto de 2024

Sobre la violencia política en el período 1955-1983.

Gracias al querido Artemio que brinda el espacio para que se discutan estas cosas, paso a reproducir los comentarios que hice respecto de este post en su Blog aquí:

Villarruel, ¿hay que encarcelar a todos los Montoneros? – el blog de Artemio López (rambletamble.com.ar)

Aquí van mis comentarios con alguna que otra corrección y agregado:

La cuestión de la conciliación o alianza de clases o lucha de clases es de la problemática marxista que, en los años ’60, era una ideología dominante como clima de época por el prestigio de la revolución cubana en el ’59, el maoismo y la izquierda Francesa en los ’60, etc.

El marxismo, en sus diferentes versiones, era una ideología muy seductora para sectores intelectuales y juveniles de la sociedad argentina.

Pero para el peronismo, entendido desde la perspectiva del líder de conducción, la problemática relevante era otra.

En el poder, la cuestión era el proyecto de integración económica latinoamericana como forma de consolidar las políticas internas de soberanía, independencia y justicia social. Esto era muy distinto a consolidarse por medio de una lucha de clases que imponga la dictadura de la clase obrera sobre la burguesía.

La izquierda peronista de fines de los ’60, concluyó explícita o implícitamente, que el derrocamiento del peronismo en el ’55 se debió a qué no hizo los cambios estructurales internos que le dieran permanencia. Y que el proyecto revolucionario venía a subsanar eso.

Esto simplemente era una asunción ideológica.

La permanencia del régimen cubano, por ej., tuvo mucho que ver, a mi juicio, con la forma en que se incubó, desarrolló y epilogó la crisis de los misiles de 1962, lo que se vinculaba a la decisión de Fidel Castro de recostarse en la URSS.

Para la problemática del peronismo -desde la perspectiva del líder de conducción- la lucha decisiva no era entre clases internas dentro de un país, sino entre pueblos y oligarquías que sostienen a los imperialismos a lo largo de la historia.

El liderazgo de conducción trata de hacer del pueblo, a pesar de todas sus difereciaciones internas y heterogeneidades, un bloque conducible que pueda neutralizar al poder oligárquico que es “supranacional”.

Con la ideología marxista no se puede entender esto. Todas las categorías que usan en lo que al tema concierne son erradas y confusas. No hay “etapas”, ni roles de distintas clases para cada etapa.

El marxismo no identifica ninguna clase “extra nacional”. Solo habla de “internacionalización” del capital inglés, alemán, americano, etc., como si desde secciones nacionales se expandiera.

Toda esta problemática, tal como la plantea el marxismo, es equivocada.

El planteamiento a lo Perón era menos sofisticado ideológicamente pero mucho más agudo y realista.

Hay mucha tela para cortar en esto.

La relevancia de debatir y discutir estas cosas, querido Artemio, no es por un prurito histórico, es porque las personas, sobre todo cuando son jóvenes, tienden a identificarse con “causas” ideológicas, modas, lo “socialmente aceptable” dentro de grandes grupos, etc. a involucrarse emocionalmente en eso, lo que genera pérdida de racionalidad y rigor teórico y conceptual, además de perfilamiento individual.

Se trata de tendencias casi espontáneas en los individuos que, si no se corrigen con el desarrollo de virtudes personales y valores intelectuales y morales, conducen, por lo general, a callejones sin salida.

Esto puede suceder en cualquier época y se torna una cuestión acuciante porque en nuestro país están empezando a germinar o incubar tendencias alarmantes cuyos desarrollos pueden llevar a otra catástrofe desde el punto de vista de los derechos humanos, la economía y la sociedad. Ya no se necesita al Partido Militar para que pueda ocurrir eso. Puede ocurrir por otras vías.

Por eso es tan importante empezar a saldar este debate sobre la “violencia política” en el período 1955-1983. Si se lo encara desde el rigor conceptual y la creatividad intelectual y un espíritu liberado de ataduras emocionales y prejuicios, se puede llegar a conclusiones muy importantes que pueden iluminar el camino que tendrá que recorrer la juventud argentina para lograr la reconstrucción del país y liberarlo en el futuro.

Yo insisto en que ese camino va a ser muy difícil si un sector significativo de la juventud no desarrolla virtudes personales que contrarresten los vicios que hay por doquier, sean vicios personales de la vida privada o vicios políticos como el “sectarismo”.

Por ej. el sectarismo no es pertenecer a una “secta”, es lo más común y espontáneo que existe. Es tener la tendencia sistemática a encerrase con un grupo de personas afines o amigas porque nos sentimos cómodos con ellas, es una zona de confort. Eso solo ya es sectarismo, “interés de círculo”, si se quiere. Las agrupaciones políticas están llenas de esto. En una UB donde van 15 personas, ya se forma un círculo de 3 o 4. Imagínense a niveles mayores. Se reproduce de abajo para arriba y viceversa.

Si bien estas cosas son inclinaciones naturales de los seres humanos, no deben perturbar el desarrollo del análisis racional. El sectarismo o el interés de círculo se basan en debilidades humanas, se protegen esas debilidades en lugar de superarlas por medio de la consistencia individual y colectiva.

Todas estas cosas hay que diagnosticarlas como problemas políticos porque influyen en la política y su desarrollo. Hay que superarlas para que se recupere el dinamismo y la representatividad de las organizaciones. Porque sino todo funciona en base a los deseos, impulsos o ambiciones de los distintos intereses de círculos o sectarismos. Eso atrae a algunos y genera la apatía y neutralidad o aversión de otros. Todo esto significa dispersión, pérdida de potencial, etc. etc. Desde dentro del pequeño interés de círculo estos déficits no se ven porque las pequeñas ambiciones solo ven a muy corta distancia.

No nos quejemos de una parte del pueblo que posibilitó con su voto el actual gobierno, si un militante político más o menos “formado” no sabe distinguir un aporte valioso del que no lo es o una persona valiosa de la que no lo es. Incluso peor, cuando lo sabe distinguir lo considera una amenaza para los intereses de círculo de que forma parte. Esto se relaciona con déficits en los valores humanos y la capacidad de unir las emociones con la razón, no tanto con valores intelectuales. 

Nuestra generación lo que tiene que hacer desde el punto de vista formativo de los jóvenes, creo yo, no es enseñar historia o dar lecciones, o enseñar ideologías o doctrinas. Lo que tiene que hacer es plantearles problemas a los jóvenes que no presupongan demasiada información previa, y orientarlos a posicionarse de la mejor manera para resolverlos, cosa que se despierte en ellos la curiosidad y el deseo de resolverlos y que tengan que poner en juego tanto elementos intelectuales como emocionales y morales.

No se trata de bajar una línea ideológica desde arriba o de la dirección centralizada, ni un programa ni una doctrina y que se la aprendan y se acostumbren a deducir y a aplicarla por deducción. Esto no sirvió ni a la izquierda peronista ni a la ortodoxia peronista, ya está probado que no sirvió.

Como no supimos, luego de la muerte de Perón y la última dictadura, pararnos ni ante nuestros propios hijos, ni ante los jóvenes que vinieron luego, los dejamos a su suerte, a que cada uno asimile el pasado como pueda. La profunda derrota de los ’70 que desembocó en la peor dictadura de todas, quedó desconectada de las generaciones posteriores, de igual modo que el intento de asesinato de Cristina va quedando desconectado actualmente. Todo lo que no se procesa concientemente, queda en algún lugar y, luego, sale de la peor forma.

Lo primero y principal son las personas, los individuos, el desarrollo de sus valores morales e intelectuales y sus virtudes. Sin esto no sirve de nada producir cuadros super desarrollados. Al contrario, es peor. Perón se había dado cuenta de esto ya a principios de los años ´50, por eso se propuso el plan de abrir escuelas de conducción.

La facultad de “conducir” está en germen o potencialmente en todas las personas, adultos y jóvenes, niños y viejos, mujeres y hombres. Solo que no se encuentra desarrollada, no se la cultiva a lo largo de la vida. Esto era lo que observaba Perón desde los 19 o 20 años, cuando, con el grado de subteniente, empezó a tener jóvenes a sus órdenes.

El desarrollo de esa facultad de conducir es el factor más importante de cualquier revolución o transformación social, mucho más importante que cualquier clase de teoremas, axiomas y postulados de cualquier ideología.

Ese “factor subjetivo” se objetiva por medio de ideologías, doctrinas y formas de ejecución para que se pueda formar lo colectivo. Sin ese factor subjetivo lo colectivo se forma al modo “masas” reactivas, no de “pueblo” a favor de una causa positiva.

miércoles, 28 de agosto de 2024

domingo, 25 de agosto de 2024

Cómo el pensamiento axiomático “libertario” y “progre” contribuyen a la causa del partido de la III guerra mundial por perder de vista los principios comunes.


Hace rato que había pensado en estas cosas pero no quería escribirlas en un post. Pero, dada la situación mundial tan grave, se tenga o no conciencia de ella, me pareció que era casi una obligación hacerlo.

Es evidente de un tiempo a esta parte que se están produciendo clivajes en las élites noroccidentales respecto a la guerra en Ucrania y las provocaciones constantes contra Rusia.

Esto se puede advertir en declaraciones públicas de algunas figuras mediáticas mundiales de la élite como, por ej. E. Musk, quien varias veces se ha referido en términos muy negativos respecto a la estrategia de continuar esa guerra. Resulta curiosa la exposición pública de este individuo.

En el ámbito político, son conocidas las posiciones de D. Trump y R. Kennedy (sobrino de JFK) quienes se manifestaron reiteradamente contra la guerra en Ucrania y Rusia. Al primero de los nombrados le costó un disparo a 1 cm de su cabeza que casi lo mata y, al segundo, tuvo que ir por fuera del Partido Demócrata, como independiente, por todas las trabas que le ponían para dejarlo afuera de la boleta a la candidatura presidencial. Recientemente Kennedy renunció a la precandidatura y manifestó su apoyo a Trump en un discurso que debiera ser una pieza de estudio para toda la progresía crédula.

La lógica elemental indicaría que todos los que se oponen a la guerra y abogan por la causa de la paz hagan causa común con todos los gobiernos que estén en la misma.

Pero resulta que no, porque se los ve a Trump y a Musk haciendo elogios al Presidente argentino que está a favor de las guerras tanto en Gaza como en Ucrania y, al mismo tiempo, los ve oponiéndose a los gobiernos de Maduro y Lula que están contra ambas guerras. Es decir, en una parcela de la realidad están en contra de la guerra y, en otra parcela, están en contra de los que están en contra de la guerra y a favor de los que están a favor de la guerra.

Probablemente, Musk esté contra la guerra en el Este de Europa por razones oportunistas basadas en intereses y lo mismo, por las mismas razones y otros intereses, contra los gobiernos de Venezuela y Brasil. Uno puede razonar que, si hay cambio de régimen en Venezuela y Brasil, los gobiernos nuevos que surjan de dichos cambios serán aliados de la OTAN y a favor de las guerras.

Estas son las consecuencias de guiarse por intereses y no por principios comunes. Es uno de los mayores vicios de los seres humanos procurar la satisfacción de lo que perciben son sus intereses inmediatos gobernados por principios unilaterales implícitos o subyacentes, sin consideraciones de principios comunes, lo que lleva a la ruina de los intereses de todos.

JDP tenía absolutamente claro los principios comunes cuando insistía continuamente en aquello de que “nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza”. En el caso que estamos analizando, sería “ningún país puede realizarse en un mundo que no ser realiza”, lo cual está absolutamente claro en la concepción de los líderes como Putin o Xi.

Del lado progre, se ignoran olímpicamente las declaraciones contra la guerra de la “derecha” mundial y se sobredimensionan las aristas de las mismas que desafían los axiomas progres, a saber: “género”, “identidad”, “raza”, etc., sin considerar que, luego de una guerra nuclear, no van a existir los “derechos” de nadie porque no va a haber nadie, no va a existir nadie.

Al mismo tiempo, la progresía es condescendiente con los candidatos progres del partido de la guerra (K. Harris, por ej.) porque hacen declaraciones siguiendo los axiomas y postulados previamente aceptados como “políticamente correctos”.

¿Se dan cuenta cómo, cada uno, siguiendo sus propios axiomas, contribuyen, sin quererlo ni saberlo, a la causa de la guerra mundial nuclear?

La realidad no está parcelada. Ese es el juego del partido de la guerra.

Lo digo a los 4 vientos, y saben los que me leen que no soy progre pero tampoco de derecha ni “nacionalista”: NO EXISTEN RAZAS, NI GÉNERO, NI IDENTIDAD, ni nada de eso.

Existen los seres humanos que tienen todos una “llama” de seres humanos. ¿Alguien reparó por qué se usa la expresión “seres” humanos? Para los animales no se dicen “seres” animales. Para las plantas tampoco se dice “seres” vegetales.

Bueno, se dicen SERES humanos porque es una condición única, no hay otra igual, porque estamos dotados de pensamiento creativo, lo desarrollemos o no. No hay ninguna cualidad especial en las razas, géneros o identidades que no sea esto.

Si hay mujeres pobres, explotadas y sin derechos, hay que reparar eso no porque sean mujeres sino porque son SERES humanos y ningún ser humano debe estar en esa condición. Ninguno. Con los negros, homosexuales, o cualquiera, es lo mismo. Así pensaban M. L. King, Mandela, Gandi, Evita, Perón, y todos los grandes humanistas que no tenían prejuicios de ninguna clase.

Que hay particularidades es obvio, pero eso es una cuestión de políticas y administración de esas políticas, nada tiene que ver con lo conceptual de fondo. No hay nada especial en la naturaleza de una mujer, un hombre, un negro, un blanco, un amarillo, etc., etc., que no sea que son seres humanos que hay que tratarlos en su dignidad en cuanto tales.

Hay que seguir principios, no axiomas y postulados. Porque los principios son veraces y los axiomas y postulados son arbitrarios y no crean nada, solo hay juego deductivo estéril que lleva a callejones sin salida porque suelen ser manipulados por los más astutos y perversos.

Mientras no surjan líderes que sigan principios comunes, la humanidad está cada vez más cerca de la autodestrucción. Y, todas las cosas que importaban hasta ahora van a dejar de importar a los sobrevivientes que queden, si es que quedan.

miércoles, 7 de agosto de 2024

Comprendo el estado de ánimo de Grabois. Un ejemplo de cómo caminar sobre las huellas de JDP.

Ver acá.


Para hacer lo que dice (ver entre 14:10 y 15:05) tenemos magníficos antecedentes que están a nuestra disposición para consultar en cualquier momento. Ese antecedente es JDP.

El problema es que no solo no se lo quiere consultar sino que, también, hay una negación a pensar sobre esas huellas. Es una cosa totalmente absurda desde el punto de vista intelectual. Ese absurdo, a mi entender, se relaciona con dos cuestiones.

1) El aspecto emocional relacionado a una tendencia de la mayoría de los seres humanos a no querer y/o poder lidiar con aspectos desconocidos de la realidad para cuyo conocimiento se necesita poner en juego la subjetividad y creatividad personal.

2) La experiencia traumática de una derrota política y social de una generación entera ligada a un ideologismo axiomático de izquierda (como clima de época) y al cuestionamiento explícito e implícito al liderazgo de conducción de JDP.

En relación a 2), el tener que enfrentarse a la comprensión profunda del pensamiento, discurso y acción de JDP implica necesariamente enfrentarse, también, como repercusión colateral, a las razones profundas que llevaron a una generación de jóvenes a cometer errores políticos, ideológicos y teóricos tan graves.

De las “fuentes” históricas surge reiterada y claramente que en las interpelaciones a JDP por parte de interlocutores del espacio de la juventud de izquierda intentaban persistentemente decodificar sus planteamientos extrayéndolos de la problemática original que les correspondía para reducirlos y resignificarlos en función de la retícula de teoremas, axiomas y postulados de la “izquierda marxista”.

Se pueden dar muchos ejemplos de esto, pero voy a dar solo uno (principios del año 1970) a los efectos de que se tome como modelo.

Cuando se le interroga a Perón por “¿cuál es el (su) programa?”, responde con algún rodeo que es la “liberación” del país, ése es el “programa”. La problemática de Perón, desde el punto de vista del liderazgo de conducción, no admite programas (tipo marxista “de transición”, “nacional democrático”, etc., etc.). Para Perón lo que interesa es el proyecto de liberación y de integración latinoamericana.

Cuando se le insiste por el cambio radical de estructuras, destruyendo a las capitalistas, vía “cambio violento”, Perón responde que depende del punto de partida y del tipo de oposición que se le enfrente. Por ej., si se llega por medios legales y constitucionales, la vía es evolutiva. Si, en el llano, las masas se enfrentan a un poder dictatorial represivo a ultranza, la vía es la guerra revolucionaria integral que puede conducir a la desaparición de las FF.AA. por oponerse al pueblo. Si la dictadura cede y cambia, la vía puede ser la normalización institucional.

Esto está absolutamente claro en Perón, por lo menos para mi. Él parte de lo empírico y analiza y pondera alternativas. No tiene ningún axioma o postulado de programa alguno a priori. A Perón hay que leerlo en forma integral, no por partes. Porque el tiene un pensamiento que es un todo que se va desgranando en diversas partes o segmentos según los interlocutores que tiene. Pero no se pueden desconectar esos segmentos o partes. No se puede decir “uhh ante esta pregunta contesta tal cosa en la pág. tal”, porque no se agota allí, en esa página. Hay que seguir y seguir hasta el extremo de identificarse casi completamente con ese pensamiento, hasta el punto de casi adivinar lo que va a decir en la página siguiente.

No es que Perón decía una cosa u otra según su conveniencia. Pensar esto es casi ridículo. Ser empírico al extremo (propio de un militar que fue oficial de operaciones) y flexible al mismo tiempo son virtudes muy buenas en la conducción tanto militar como política.

Sin embargo, dentro de la problemática “ideologicista” de la izquierda eso era visto como oportunismo, eclecticismo, reformismo, etc. Sus interlocutores de izquierda no entendían cosas elementales de las que Perón decía, solo porque no querían lidiar con eso y porque ya habían adoptado con anterioridad una serie de axiomas y postulados que les daba la certeza revolucionaria.

Perón seguía la tradición (quizá sin saberlo concientemente) de los mejores científicos: nada hay que dar por cierto a priori. Nada es autoevidente. Los problemas no se resuelven adoptando dogmas. No hay manipulaciones deductivas (sean de las ideologías que fueran) que resuelvan problemas importantes. Así como los problemas fundamentales de la física no se pueden resolver en el reino de las matemáticas, los de la revolución y transformación social no se pueden resolver en el reino de las ideologías.

Todo esto estaba muy lejos de la sensibilidad intelectual y afectiva de los jóvenes “formados” de fines de los ‘60 y principios de los ‘70.

Las “fuentes” que revelan la profundidad del pensamiento de JDP siguen allí, a la espera de ideas-hipótesis nuevas bajo cuya luz se revitalice y nos sirva para volver a alumbrar el camino de la liberación.

martes, 6 de agosto de 2024

Consideraciones teóricas frente a una verdadera catástrofe de la humanidad. El Estado Nacional (soberano) no es un nacionalismo.

Lo que está ocurriendo en los últimos 15 años, no se lo puede percibir como “catástrofe” por la sola razón de que está ocurriendo hoy, porque se cotidianiza. Pero, en unas décadas, si queda algún sobreviviente, se va a calificar como catastrófica a esta época.

El hecho de que se repitan las crisis financieras o las guerras geopolíticas no significa repeticiones de acontecimientos sobre un fondo invariable. Muchos creen que “siempre pasa lo mismo”. Que si una vez hubo una primera guerra mundial y una segunda, habrá también una tercera, algún día. No importa lo que ocurra. Algún día va a pasar. Es algo así como, antes de salir de casa, consultar el pronóstico meteorológico que dice “algún día va a llover”. No sirve de mucho eso, no?

Más bien la realidad mundial se parece al agua que está siendo hervida, en forma continua o discontinua, pero siempre a un ritmo de ascenso de temperatura. Si la temperatura sube de 30° a 32, luego baja a 31, luego sube a 32, luego a 33, luego baja a 32 y luego sube a 34, etc., etc., se están repitiendo las subidas y bajadas de temperatura pero eso no significa que siempre pasa lo mismo, porque cada vez se acerca más a un “cambio de fase”, porque, cuando llegue a 100° va a dejar de ser agua líquida para transformarse en vapor.

La humanidad va hacia allí. Hacia un cambio de fase que puede ser muy bueno o muy malo. Depende de los protagonistas de la contienda a nivel mundial.

Uno de los contendientes es el imperialismo angloamericano. Este no es un país. Que sea “angloamericano” solo indica orígenes y desarrollo histórico, nada más que eso. Es teórico y descriptivo decir “imperialismo angloamericano” porque el concepto de “imperialismo” indica una estructura global sin nacionalidad (lo cual es un enunciado teórico). Y la palabra “angloamericano” indica orígenes y desarrollo territorial, lo cual es un enunciado que solo describe.

Ahora bien, ¿por qué, a diferencia de las doctrinas marxistas y sus variantes, el concepto de imperialismo excluye a la nacionalidad?

Porque la relación de unión de los individuos-agentes con los resortes y recursos fundamentales (que son plataformas que están en todas partes) da lugar a las oligarquías. La única manera de que esto no sea así es que las masas separadas de los mismos puedan, a través de liderazgos de conjunto o de conducción, constituir Estados Nacionales que logren controlarlos.

Ello significa que un Estado Nacional es el efecto de la relación de unión de los pueblos, por medio de un liderazgo de conducción, con los resortes y recursos fundamentales. Como cuando ocurre esto las oligarquías son desplazadas, ergo, el imperialismo queda excluido.

Y viceversa (que es la mayor parte del tiempo), cuando no existen liderazgos de conjunto o de conducción y, por lo tanto, no existe el pueblo sino las masas, no existe el Estado Nacional, siendo estos excluidos.

¿Se entiende por qué no tienen nacionalidad real las oligarquías? Porque, al excluir y desposeer a las masas de los recursos y resortes fundamentales, se satisfacen los intereses de esas oligarquías. Al ocurrir esto el comúnmente llamado Estado Nacional es solo de nombre, no es real, porque está colonizado por las oligarquías.

O sea que el dominio oligárquico genera dos fenómenos aparentes: 1) la nacionalidad nominal de los integrantes de las oligarquías y 2) la “soberanía” nominal de los Estados. En rigor, cuando dominan las oligarquías, no existen ninguna de las dos cosas en forma real.

Esto ocurrió siempre. Hace 2.500 años que ocurre. El imperialismo existió siempre, en todos los modos de producción económica, política o ideológica. Hay diferencias de grados y de formas, pero no de naturaleza. Siempre existieron los resortes y recursos fundamentales en sus diferentes modalidades y según cada época histórica. Y siempre existió el control sobre los mismos, también en sus diferentes modalidades y según la época histórica.

Es importante entender que no se trata de que siempre está el ejército del pueblo y el de las oligarquías uno frente al otro. Primero y principal porque, cuando no hay liderazgo de conjunto o de conducción, el pueblo desaparece desde el punto de vista cualitativo, al no haber causa y orientación hacia objetivos. Sigue desde el punto de vista cuantitativo, pero como “masas” desde el punto de vista cualitativo, no como pueblo, el cual requiere liderazgo de conjunto o de conducción y causa y orientación hacia objetivos, los cuales quedan fijados por una ideología y, además, una doctrina como medio de alcanzarlos, cosas que las masas no tienen.

Lo que no pueden abolir las oligarquías es la virtualidad o potencialidad de que se produzca un proceso cualitativo del cual emerja un liderazgo de conjunto o de conducción que pueda transformar a las masas en pueblo y, así, abrir las puertas a las posibilidades de constituir el Estado Nacional real, soberano. Tal proceso siempre está en potencia o latente, por más abyectas que sean las condiciones de dominación impuestas por las oligarquías.|

En el estado actual del mundo, que es consecuencia de un proceso largo que inició a fines de los ‘60 y principios de los ‘70 y que agudizó luego de la caída del comunismo soviético, los atentados terroristas en EE.UU. en 2001 y luego de la crisis financiera de Lehman en 2007/8 y la respuesta que se dio a eso, los Estados Nacionales que existen, a saber Rusia y China, no pueden consolidarse en base al “nacionalismo”, entendido y practicado como en el siglo XX, sino por medio de un creciente proceso de integraciones regionales, continentales y mundiales que dé cabida a las necesidades de cada país y pueblo y la posibilidad de satisfacerlas.

Ante el curso de los acontecimientos de los últimos años, las sociedades rusa y china pudieron darse líderes que cristalizaron en las figuras de Putin y Xi, quienes se dieron cuenta del callejón sin salida a que conducía la administración oligárquica de las crisis monetarias y financieras en Occidente como consecuencia de la especulación desenfrenada y el relegamiento total de las necesidades crecientes de los pueblos en todo el mundo.

Ante eso, como cuestión de supervivencia, Rusia y China optaron por constituir una amistad y cooperación en todos los planos (comercio, infraestructura, energía, ciencia y tecnología, etc., etc.) y, a partir de allí, invitaron a todos los países que quisieran sumarse bajo la premisa de hierro de que no se puede imponer nada a nadie y que la soberanía es una condición indispensable para el desarrollo.

Esta política de Rusia y China tuvo gran éxito porque el 75% de la población humana vive bajo gobiernos que están de acuerdo con ello.

Si uno lee con atención, más allá de la hojarasca, la elaboración del plenario del partido comunista chino y lo relaciona con las prácticas de las políticas públicas del gobierno chino, se da cuenta que, por primera vez en la historia, se está apostando a que el proceso científico y tecnológico sea cada vez más la fuerza motriz del desarrollo económico, más allá de las doctrinas económicas occidentales, cualesquiera sean.

Es decir que, por primera vez en la historia, tenemos líderes en países muy importantes que están proponiendo y, gran parte de la humanidad aceptando, que todos los pueblos de la humanidad, sin distinción de razas o grado de desarrollo, pueden desarrollarse con base al reconocimiento de tres valores:

1) La soberanía nacional.

2) La cooperación e integración internacional.

3) La investigación y desarrollo de la ciencia y la tecnología como fuerza motriz de la economía y al servicio de todos los pueblos.

Somos testigos y estamos en presencia de la revolución humana más importante de la historia por el alineamiento de estas tres cosas en forma simultánea.

Esto es lo único que puede salvarnos de la catástrofe que se cierne sobre la humanidad debido a las guerras contra Rusia e Irán y, próximamente, contra China.

Hasta que no quede neutralizado 100% el partido de la guerra (la camarilla oligárquica que controla el complejo militar-industrial-financiero-mediático en EE.UU. y en Gran Bretaña), el peligro de desmadre y pérdida de control del proceso mundial es enorme.

jueves, 1 de agosto de 2024

¿Qué pasa en Venezuela (como faceta de lo que pasa en el mundo)?


Probablemente algo muy simple.

La férula imperialista y el cipayismo venezolano al que tiene sometido orquestaron y planearon un golpe de Estado consistente en destruir los datos electrónicos de las actas de votación para, luego, iniciar una movida local, regional e internacional consistente en reclamar que muestren las actas que ellos mismos hicieron desaparecer por medio de un ciberataque, seguramente realizado desde el exterior.

En este impasse en el que las autoridades están intentando recuperar la información perdida, la férula imperialista y sus agentes internos movilizan a las masas haciendo creer que el gobierno oculta algo, cuando lo que en realidad está tratando de hacer es recuperar lo que los golpistas robaron.

El objetivo de la férula imperialista es que, por medio de tal engaño y artilugio, van ganando adeptos y adhesión a nivel local e internacional, al tiempo que crean el escenario para que los agentes infiltrados puedan provocar cualquier clase de violencia a los efectos de generar alguna clase de ruptura o división dentro del dispositivo de poder del gobierno.

La insidia, la irresponsabilidad, la locura a la que pueden llegar los manejos de la férula imperialista no tiene límites. Si tienen que matar a su propia madre para salirse con la suya, lo hacen sin problema.

Todo esto se da en un contexto mundial en el que la férula imperialista obliga a un alineamiento en todos los lugares donde puede, con "amigos a la fuerza" o con cambios de régimen, asesinatos, o lo que sea. Esto lo hacen en todos los continentes.

Esas camarillas imperialistas, controladas en última instancia por oligarcas de distinto pelaje, perciben que su sistema está en decadencia a nivel mundial, creen que Rusia y, sobre todo, China los va a desbancar.

Últimamente se dan cuenta que está fallando y colapsando el recurso geopolítico de Ucrania que usaron como instrumento contra Rusia y cunde la desesperación. Por eso indicaron al comediante Z que hable de paz para ganar tiempo y, si se puede, embaucar a Rusia. Si Z se les desvía o se hace díscolo probablemente lo maten también.

Van a intentar abrir nuevos escenarios de guerra donde sea: contra Irán; en Taiwán o Filipinas, Corea, algunos países de África y alguno en América Latina.

Van a seguir intentando el asesinato de líderes políticos y gobernantes que no se aliñen (Orban, Lula, Fico, Maduro, etc., etc.).

Es siempre el mismo comportamiento el de los imperialismos a lo largo de la historia. Incluso, a veces, en los escenarios en que pierden recurren al asesinato de todos modos, sea por venganza o por prevención. Asesinan para poder ganar y, también, después de perder. Asesinan cada vez que lo consideren necesario.

Este es el mundo en que vivimos, sin artificios, sin disfrazar la realidad, sin formalidades políticamente correctas. Más vale que la política nacional y popular empiece a avivarse y a ver la realidad de este modo crudo.