Para información de los ciudadanos de Occidente, lo que ocurre en Ucrania es una reacción Rusa a una geopolítica sistemática en su contra que, practicada por combinaciones oligárquicas angloamericanas que dominan en EE.UU. e Inglaterra, lleva por lo menos 15 años.
Pocos entienden las implicaciones del acoso geopolítico (en
su aspecto técnico) que padeció y padece Rusia y que se iba a profundizar si no
intervenía en Ucrania.
Ese plan angloamericano contra Rusia consistía (y consiste)
en acercarse lo más posible a sus fronteras con los sistemas antimisiles
modernos (Aegis) que pueden convertirse fácilmente en sistemas misilísticos
ofensivos.
La intención de eso es que al estar tan cerca de Rusia este
país carezca de tiempo suficiente para responder en caso de recibir un primer
ataque nuclear. La ventana de tiempo para responder es muy corta y, en caso de
demora, el país que demora la respuesta es destruido, desmembrado y sus pedazos
sojuzgados.
Los ideólogos angloamericanos creen (o creían) que en el
límite, ante ese rodeo estratégico, Rusia iba a ceder y aceptar un régimen
interno subordinado a los intereses angloamericanos como sucedía en la década
del ’90.
Bueno, eso no ocurrió. Y Putin venía avisando por lo menos
desde su discurso en Munich, Alemania, en 2007, que eso no iba a ocurrir.
Sin embargo, los angloamericanos siguieron con su plan. Y
eso terminó en lo que tenemos hoy.
¿Qué tenemos hoy?
Lejos de la construcción fabricada a nivel global por el
establishment mediático occidental de la imagen “romántica” de la “resistencia
ucraniana” y las súplicas de Zelensky, presidente de un inocente país, frente a
la “barbarie” rusa, la verdad es que la gran mayoría del pueblo ucraniano no
quiere pelear contra Rusia ni quería antes. La prueba de esto es que el
comediante ganó las elecciones por amplia mayoría prometiendo en la campaña
electoral que se iban a cumplir los acuerdos de Minsk (por los cuales se
solucionaba+ el estatus de Lugansk y Donetsk).
Es sabido que, en una reunión cara a cara con los nazis y
los paramilitares (envalentonados por el apoyo angloamericano) amenazaron a
Zelensky con matarlo (“colgarlo de un árbol”). A partir de allí, el comediante
entendió el mensaje y se dio vuelta como una media y avaló toda la línea
rusofóbica y de genocidio contra las repúblicas rusoparlantes.
Otra prueba de que a la mayoría del pueblo ucraniano no le
interesa pelear es el éxodo masivo en Kiev y otras ciudades hacia otros países
europeos. Y los que se quedaron continúan con su vida.
La táctica de los rusos es muy diferente a la utilizada por
las coaliciones angloamericanas cuando bombardearon Belgrado, ocuparon
Afganistán, invadieron y destruyeron Irak, subvirtieron y destruyeron Libia,
intentaron destruir Siria, etc..
En efecto, los rusos no destruyen infraestructura civil adrede,
colaboran con la población local en los lugares que ocupan cuando no media la
oposición nazi paramilitar. Los soldados ucranianos del ejército regular que se
rinden son enviados a sus casas. Evitan entrar en las ciudades grandes y tratan
de neutralizar las tácticas terroristas que utilizan los nazis cuando usan a
los propios civiles (contra su voluntad) como escudo.
Es por esta última razón que casi todo el operativo ruso se
dedicó a destruir materiales e infraestructura de guerra que el régimen
ucraniano y los nazis con el patrocinio angloamericano habían montado para destruir
a las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, y está postergando el enfrentamiento con
los nazis para evitar que mueran civiles inocentes usados como escudo por
ellos.
Todas las noticias que hablan de “fuerzas rusas bombardearon
teatro y hospital”, es pura manipulación emocional, porque ni en el hospital
había enfermeros o médicos o pacientes ni en el teatro actores. Lo que había
eran nazis pertrechados con armas, misiles portátiles, etc., que convirtieron
esos lugares en sus guaridas y centros logísticos. Estos nazis se dan el lujo
de montar plataformas de misiles en las terrazas de los edificios donde todavía
viven civiles y a los cuales no dejan salir. A los que lo intentan los fusilan
por la espalda.
Rusia solo deja pasar el tiempo porque esos nazis, mientras
son idealizados por el sistema mediático occidental, son presa de la
desesperación y el desprestigio acelerado frente a la población civil.
¿Cómo podría ser que una mezcla parecida a la patota de la
dictadura militar del ’76 en Argentina y los oficiales y suboficiales
estaqueadores de soldados conscriptos en Malvinas, que es lo que es la “resistencia”
nazi en Ucrania, pueda representar los intereses legítimos de un pueblo en la
lucha contra el “invasor”?. Esto es absolutamente descabellado, sin embargo
nada es imposible para la construcción mediática occidental.
Más bien la situación se parece, en algunos lugares de
Ucrania (Mariúpol, por ej.) a la toma de rehenes por una manga de facinerosos y
un cuerpo de élite los tiene que rescatar, tratando de eliminar a los
delincuentes sin provocar bajas entre los rehenes.
Mientras Rusia trata de resolver los problemas prácticos prestando
atención a la realidad en el terreno, los angloamericanos se dedican a
convencer al resto del mundo de que la nieve es negra.
Tal es la locura con la que tienen que lidiar, no solo
Rusia, sino también China.
Necesitamos con urgencia un Sócrates moderno.
Él se dedicó en su tiempo, cuando percibió que Atenas
sucumbía en algo parecido a la doctrina británica del “equilibrio de poderes”
(en rigor, geopolítica oligárquica) y entraba en un período de decadencia signada
por la justificación de guerras “permanentes”, a interpelar a sus ciudadanos y
gobernantes, haciéndoles ver el error de concepción y de ejecución en el que
caían una y otra vez.
Esa insistencia de Sócrates fue lo que lo condujo a su asesinato
“judicial”.
Al deshacerse del mejor de los suyos, Atenas se perdió para
siempre. Algo parecido le espera al imperio a predominio angloamericano si
sigue insistiendo en lo mismo.
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