viernes, 12 de septiembre de 2025

El mundo está como en el cuento de E. A. Poe “Un descenso al Maelström”. ¿Cómo hacer comprensible el caos mismo revelando su legalidad subyacente?

Ver el cuento completo acá:

https://info-biblioteca.mincyt.gob.ve/wp-content/uploads/2024/03/Un_descenso_al_Maelstrom-Allan_Poe_Edgar.pdf

Para los que quieran ahorrarse el trabajo de leer el cuento del genio americano recomiendo hacer estas 2 preguntas a la I. A.:

¿De qué se trata el cuento de Poe “un descenso al Maelström”? y ¿cómo hizo el personaje del anciano para sobrevivir en medio de la vorágine?

No me gustan mucho las alusiones artísticas, pero a veces calzan perfectas como grandes metáforas.

Lamentablemente los que no comprendan las leyes del proceso mundial actual, sean individuos, organizaciones, e, incluso, países, van a perecer, no sólo políticamente sino, físicamente también.

La vorágine actual está causada por una plataforma de poder global a predominio angloamericana (que he identificado innumerables veces en este blog), cuyos soportes son individuos-agentes oligárquicos, empeñada en socavar entidades soberanas o potencialmente soberanas personificadas por líderes a los que perciben como enemigos peligrosos que atentan contra el prestigio, poder e influencia de la oligarquía noroccidental transatlántica.

Las causas subyacentes de esta lucha están determinando, en gran parte, los acontecimientos mundiales.

Dichas causas se relacionan con que los saltos cualitativos y cuantitativos en el desarrollo científico-tecnológico de China en los últimos 15 años aproximadamente son de tal magnitud que generan en los países que interactúan con ella expectativas y esperanzas de desarrollo y progreso principalmente en Asia, África y, en menor medida, América Latina.

Muchos pueblos y gobiernos de esos continentes sienten, por primera vez en muchísimos años, la posibilidad y probabilidad de poder mejorar la calidad de vida de cada vez más personas.

Para lograr eso, dichos pueblos y gobiernos, se pliegan cada vez más a asociaciones y entidades multilaterales de cooperación para el desarrollo económico y social, con gran énfasis en la infraestructura y la energía.

Evidentemente, esta perspectiva implica que la producción de bienes y servicios y, por consiguiente, la cantidad de energía per cápita y por flia., deberá aumentar sustancialmente para satisfacer las necesidades materiales y espirituales de los pueblos que quieren mejorar sus condiciones de vida.

Evidentemente, también, tal perspectiva y expectativa de desarrollo implica la organización de un sistema monetario y financiero “verdaderamente internacional” (no global) que esté al servicio de satisfacer esas expectativas de progreso y desarrollo. Como decía JDP hace alrededor de 60 años, se trata ni más ni menos de un “reordenamiento geopolítico” para poder darle cabida.

Todas estas posibilidades son vistas como una amenaza por los soportes de la plataforma de poder mencionada porque conducen a alternativizar las instituciones, organizaciones y sistemas que garantizan y reproducen su hegemonía global. No comprenden el dicho: “una marea alta eleva todos los botes” porque lo único que les interesa no es la “elevación” sino el tamaño relativo de los botes.

Sin embargo, la emergencia de este movimiento redivivo de “no alineados”, ahora bajo la batuta de Rusia y China, y las consecuencias propias de las estrategias de socavamiento puestas en práctica por el partido de la guerra occidental, condujo a un clivaje dentro de las clases oligárquicas occidentales y a la agudización de las contradicciones con las clases populares estadounidenses y europeas, en medio de los recortes al Estado de bienestar, el aumento de la pobreza y la desigualdad, el incremento de los gastos para la remilitarización y una crisis del sistema financiero cada vez más difícil de gestionar debido a la enorme burbuja de derivados financieros y los problemas que plantean la disminución de las tenencias por parte de extranjeros de Bonos del Tesoro de EE.UU. y la creciente deuda pública.

La conjunción de esas potencialidades a nivel mundial, sobre todo las provenientes de Oriente, y esa crisis en Occidente condujo, también, a D. Trump, que es la máxima expresión de las enormes contradicciones existentes dentro del Estado norteamericano, entre las facciones duras del partido de la guerra y los que quieren pararla y entre éstos y las clases populares que quieren mejorar sus condiciones de vida, su trabajo y su salario bajo el liderazgo de Trump conforme a sus promesas de campaña electoral.

En estas condiciones, la facción hegemónica, o sea la plataforma de poder global del partido de la guerra: el complejo militar-industrial-financiero y mediático a predominio británico-estadounidense no tiene garantizado en el frente interno (esta expresión es solo descriptiva) el control 100% de la agencia presidencial y se ve con dificultades, también, en el frente externo (esta expresión es descriptiva), por el declive militar en Ucrania, que fuera uno de los instrumentos principales (existen otros que, en su debido tiempo, podrían convertirse en principales) de la geopolítica angloamericana para socavar a Rusia y el liderazgo de Putin.

Por lo tanto, la facción hegemónica siente que es inestable su hegemonía en ambos frentes. Ante esta situación, genera las llamadas “estrategias de tensión” en diversos escenarios, según los momentos y los movimientos de lo que hacen los que creen son sus enemigos.

Echan mano, hábilmente, por medio de operaciones de inteligencia, de la manipulación de los prejuicios ideológicos y fanatismos de izquierda y de derecha, poniendo unos contra otros y viceversa, lo que contribuye a encubrir sus verdaderas intenciones. Hacen circular por las redes llamados al asesinato de Trump y Musk los cuales parecen ser emitidos por gente de “izquierda”. A su vez, el presidente Trump parece validar esto y vocifera contra la “izquierda”. No se sabe si les sigue el juego a los operadores de inteligencia o si es una convicción suya.

Así, el asesinato de Charlie Kirk, colaborador de Trump por un francotirador a 200 m de distancia, es parte de la violencia política “espontánea” y no una operación de inteligencia planeada.

O el golpe de Estado en Nepal, país que está situado entre China e India (ambos recientemente reconciliados en el 25° Foro de la OCS), con ribetes macabros (intento de prender fuego a la esposa de un ministro) como el Maidan de 2014 en Ucrania, se lo presenta como una manifestación por la libertad de expresión porque el presidente de ese país exigió a las empresas occidentales de redes sociales que registraran su sede en el país.

O el asunto de los drones rusos que supuestamente entraron en el espacio aéreo de Polonia, motivó que este país invocara el art 4 de la OTAN por “amenazas a su seguridad”. Esto es presentado como una agresión rusa a Polonia.

O el bombardeo quirúrgico en Doha la capital de Catar, por parte de Israel, con el objetivo de eliminar a la cúpula negociadora de Hamas.

Estas “estrategias de tensión” suceden en oleadas bastantes sincrónicas y se activan en función de eventos que consideran suficientes como para ser detonantes en cada coyuntura.

A nivel mundial, este proceso es de lucha entre los líderes de entidades soberanas que quieren hacer acto la potencialidad económica, científica y tecnológica existente a fin de mejorar las características sociodemográficas de las poblaciones atrasadas, por un lado, y, por otro lado, las personificaciones de la plataforma de poder oligárquica y todos sus lacayos, que ven en eso un peligro que pone en cuestión su propia hegemonía al creer que hacer acto ese potencial implicará la proliferación de multitud de variables fuera de su control (oligárquico) cuya casi única finalidad exclusiva y unilateral es su propio mantenimiento y reproducción.

Este proceso de “lucha de voluntades” (JDP), una, que mueve una masa en una dirección y, la otra, en la opuesta, es lo que genera la vorágine y es lo que amenaza la supervivencia de la humanidad entera bajo el peligro permanente de una catástrofe nuclear.

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