El narcisismo es la excesiva complacencia con el propio yo idealizado que se proyecta frente a los demás. La excesiva autoestima es la contracara del verdadero yo, donde prima la inseguridad y el desprecio a sí mismo. Por eso se proyecta lo contrario del sentimiento profundo del propio ser.
La política (y el periodismo) está lleno de esto. Supongo
como en cualquier actividad, pero, dado el carácter público de esas
actividades, se nota mucho más que en otras.
Por ejemplo, en el mentado “enfrentamiento entre el
kirchnerismo y el albertismo”, gracias a las confidencias de Cristina en su presentación
de hace casi dos meses en el Chaco, es que puede revelarse, recién ahora, que
el primer instinto que tuvo AF al asumir la presidencia, era gobernar de la
manera que él creía que había que haber gobernado durante el primer mandato de
CFK y que motivaron su renuncia al gabinete en julio de 2008.
Si esta interpretación es correcta, hubo un desperdicio de
tiempo descomunal en la gestión, disimulado por el advenimiento de la pandemia
que exigió al gobierno y al Estado ocuparse de la urgencia y las necesidades
apremiantes del momento.
Si la motivación íntima de AF era gobernar solo para poner a
prueba la validez de su disconformidad con los métodos de CFK en 2008, pero con
un desfase de más de 12 años de diferencia, revela que el presidente gestionó
bajo la primacía de su estado emocional y sus necesidades subjetivas (más allá
de la pandemia), subordinando la resolución de los problemas objetivos
(económicos y sociales urgentes).
La manera en que AF, desde el inicio, nombró a todos sus
ministros en general y el tipo de relación que mantuvo en especial con Kulfas y
con Guzmán, revelan la intención de reforzar y respaldar a través de otros esas
características de su personalidad. Prácticamente armó un núcleo inexpugnable autoreferencial
y complaciente.
Las concepciones e ideas económicas de ese núcleo eran
bastante sosas y bobas, más pensadas para sociedades de países del Norte de
Europa que para nuestra propia sociedad, saber: que había que seguir el plan
productivo (de Kulfas) durante 10 años como para que se noten los resultados a
nivel social (más y mejor empleo); que había que exportar más y aumentar las
reservas; que había que sanear la situación financiera de las empresas para que
aumente el empleo; que había que “tranquilizar la economía”.
Es decir, toda una concepción remanida, trillada, que puede
resumirse en lo siguiente: “hay que hacer sacrificios en el presente para,
finalmente, tener los frutos en el futuro”. Esto en consonancia con una idea
que lleva décadas en la Argentina según la cual este país nunca pudo
desarrollarse por estar pendiente de urgencias y de cosas coyunturales todo el tiempo.
Lo menos que puede decirse de este pensamiento es que es
bastante tonto, porque no se puede proponer sacrificio a una sociedad que
padeció el gobierno de Macri y una pandemia que subió la pobreza al 40% de la
población.
Después de los padecimientos de la II guerra mundial, Churchill,
propuso hacer sacrificios al pueblo inglés durante muchos años, lo que le facilitó
las cosas al laborismo que ganó las elecciones. Si los políticos peronistas en
Argentina hicieran eso, se le facilitarían las cosas a Milei, Macri, Pato Bullrich,
etc. O sea que es un suicidio político.
Ideas con las que encausar a la Argentina y a su pueblo.
Ya se dispone de muy poco tiempo para corregir el daño que
hicieron estas concepciones abstractas que, cuando se intentan llevar al
terreno de la realidad, provoca lo que pasa hoy en el país.
Si bien los problemas de desocupación no son graves, sí lo
son la caída del salario real en general y la informalidad laboral, donde la
caída del salario real es alevosa.
Para solucionar eso se requiere de un plan de estabilización
por lo menos de 6 meses, durante los cuales se aumente el salario mínimo a $
100.000.- y haya un aumento de salarios del 40% y se congelen los precios de
los alimentos y las tarifas.
Hay que suspender la remisión de U$S al exterior bajo
cualquier forma y pretexto y poner cupos estrictos.
Con la entrada al Brics, Argentina podría disponer de bienes
que no necesiten pagarse con dólares.
A medida que la guerra en Eurasia se profundiza, hay que ir
nacionalizando los resortes económicos fundamentales, a fin de reunir recursos
para iniciar cuanto antes un plan de infraestructura de transporte de última
tecnología (MAGLEV), construcción de viviendas, escuelas y hospitales en todo
el país, que requerirá en forma directa o indirecta el empleo de 1 millón de
personas.
Es equivocada la concepción de los movimientos sociales
respecto a que la “economía capitalista” ya no puede proveer empleo y que hay
que resignarse a ocuparse solo del “trabajo”.
Cuando los resortes fundamentales están nacionalizados y el
Estado puede direccionar el excedente económico a los rubros que interesan en
función del bienestar general del pueblo, la economía deja de ser “capitalista”
aunque exista la propiedad privada.
Cuando no hay proyectos nuevos y no se hace nada, parece que
la población sobra y no hay empleo. Pero, cuando aparecen los proyectos y el
Estado interviene para que se hagan, la población lejos de sobrar, empieza a
faltar (por ej. China: fin de la prohibición de más de un hijo).
Mitos acerca de la tecnología.
Otra idea equivocada es creer que la innovación tecnológica
genera desocupación. Lo que genera es desocupación manual pero no intelectual o
calificada.
En una sociedad con planificación, a media que se introduce
tecnología (no importada sino desarrollada localmente) en los procesos
productivos, se ahorra trabajo manual que se traslada al sector calificado.
Esto es posible porque hay aumento de la productividad y la
sociedad en su conjunto puede sostener a más población y mejor educada,
pudiendo la jornada laboral reducirse a la mitad.
Al mismo tiempo la sociedad puede aumentar al doble el período
de educación de las personas, pongamos de 20 años, puede pasar a 40 años.
El pasado fue el contexto, pero no determina el futuro. Lo
que determina el futuro es lo que decidimos en el presente en función de ideas
que valgan la pena, como son las que contribuyen a mejorar las condiciones
materiales y espirituales de toda la población presente y la que vendrá.
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