miércoles, 20 de noviembre de 2024
viernes, 8 de noviembre de 2024
“NADIE SABE bien cómo entender a Donald Trump.” (Artemio dixit).
Voy a tomar esto como un desafío lanzado por el querido Artemio aquí:
https://rambletamble.com.ar/trump-make-a-pizza-great-again/Y voy a tratar de dar una respuesta.
A mediados del 2015, con el anuncio por parte de Trump de su candidatura a Presidente, se produce automáticamente una ruptura en el funcionamiento del sistema político estadounidense.
La razón de esto fue que Trump, aunque era un empresario más o menos conocido aunque relativamente menor (por la cuantía de su capital) en relación a la élite dominante (con muchísimo más capital y poder), no quiso domesticarse y ponerse al servicio del establishment como lo habían hecho todos los presidentes desde el alevoso asesinato de JFK hasta ese momento.
Es decir que, luego de más de 50 años, aparece alguien que quiere conducir los destinos de EE.UU. sin someterse al establishment.
El mismo día que anunció su candidatura (creo que en junio/2015), a partir de allí comenzó una campaña sistemática de estigmatización, ridiculización, y toda clase de barbaridades sobre su persona. Fue demasiado evidente y grotesco. Pero como dicha campaña se hacía a través de la derecha neoconservadora como de la izquierda progresista, el poder mediático en su contra era abrumador. Ni siquiera Fox News lo apoyaba en aquel entonces.
Y, esa campaña de difamación, no se limitó a EE.UU., ya que desde los más diversos medios en Europa contribuían sistemáticamente a socavarlo desde todos los ángulos.
Sin embargo, en 2016 ganó contra todos los poderes, porque las mayorías populares de los territorios interiores de EE.UU. lo apoyaron a pesar de no ser políticamente correcto ni para los demócratas ni para los mismos republicanos que lo combatieron internamente por medio de las influencias de la flia. Bush relacionada a lo peor del establishment.
Una de las características principales de la emergencia de liderazgos disruptivos es que generan quiebres y realineamientos en todos los partidos tradicionales. Esto es excatamente lo que sucedió con Trump al generar quiebres dentro de los partidos demócrata y republicano.
Lo que me parece curioso de la elección que acaba de ganar ahora es que el mapa electoral resultante es casi el mismo que el de 2016. Y otra curiosidad es que ganó por mucha ventaja con menos votos totales que los que obtuvo en la elección del 2020 que, sin embargo, perdió. Lo que es un importante indicio de que hubo fraude en dos o tres Estados que en aquel momento perdió.
Sin embargo, la representatividad de Trump en términos electorales pegó un salto fuerte en 2020, pasando de 62,5 millones de votos en 2016 a 74,2 millones en 2020 y manteniéndose, hoy, en 73,5 millones de votos. Es decir que la influencia de su liderazgo es sostenida y persistente con la “anomalía” (por fraude?) de haber perdido en 2020.
Semejante liderazgo se explica sencillamente porque los métodos globalistas, tanto internos como externos, neoconservadores o demócratas, no funcionaron a favor de amplias capas de la población de clase media y humilde de EE.UU. Las condiciones de vida de la población se fueron deteriorando a la salida de la crisis de Lehman de 2007/8 y nadie revirtió eso, más allá de los números macro del PBI que pudieron haber mejorado, pero eso no significa casi nada desde el punto de vista del bienestar popular.
Al mismo tiempo, durante los 8 años de Obama, la situación geopolítica se deterioró a pasos notables. Esto fue deliberado porque se apuntaba contra China y Rusia y sus aliados reales o potenciales, en base a los juegos en la caja de arena de los geopolíticos angloamericanos que siguen los viejos esquemas de la geopolítica británica.
Trump se propuso ganar el apoyo popular para romper con esos esquemas internos y externos que están íntimamente ligados. Las guerras geopolíticas dependen del complejo militar-industrial-financiero-mediático, sin el cual no podrían ser libradas. Aquí Trump, al proponer la paz y los acuerdos, se ganó a varios enemigos: Vanguard Group, Black Rock, Bae System, etc., los grandes diarios, Google, antes Tuiteer, los Generales del Pentágono, etc., etc. Su primer gobierno fue un constante lidiar con todo eso.
Pero, evidentemente, no hay muchas personas interesadas en indagar en todo ello, en mirar abajo del iceberg. La mayoría se conforma con información que viene demasiado masticada. Si calza con sus prejuicios, entonces bárbaro. Y si no calza, nos callamos.
¿Algún día se darán cuenta los que piensan mal de Trump, por la razón que fuera, que eso favorece mucho a la causa del partido de la guerra, Wall Street y la City de Londres y toda su red global?
Ojalá llegue vivo al cargo para el que fue electo. Hay un pueblo que tiene la esperanza de que se concrete, aunque sea un pequeño porcentaje de la visión de su líder.
Cada vez que se cuestiona a un liderazgo de conjunto o de conducción, sea el que fuera (Xi en China, Putin en Rusia, Cristina en Argentina o Trump en EE.UU.), se le están dificultando las cosas a los pueblos y facilitándoselas a las oligarquías y los imperios.
miércoles, 6 de noviembre de 2024
Ejemplo concreto de lo que dije en el post precedente.
Mirar acá:
https://www.pagina12.com.ar/780762-estados-unidos-donald-trump-vuelve-a-ser-presidenteTomo esto solo como ejemplo de aquello que quiero que se comprenda. No quiero individualizar en el periodista porque éste se hace vocero (uno más y van ....) del sistema axiomático y postulados del progresismo dominante.
Donde hay que enfocar es aquí, no en la persona que es vocera. Más bien la persona es una víctima del discurso dominante y aceptado por sus seguidores, los que también son víctimas, aunque estén lejos de darse cuenta.
El Presidente electo en EE.UU. está jugándose la vida (una vez más, la tercera vez) en esto. Pero se ve que los axiomas, postulados y teoremas del progresismo son irreductibles en esto, no permitiendo ingresar partes enormes de la realidad, porque, si ingresan, se verían obligados a cambiar los axiomas y postulados de base.
Los analistas e intelectuales progresistas deben reflexionar bastante (acerca de sus propias emociones) porque representan un sector importante de la sociedad. El método de las anomalías y paradojas.
Con motivo de las cosas que escuché de algunos analistas, periodistas e intelectuales progres sobre las elecciones en EE.UU., me di cuenta de que el problema es el mismo que embarga al gorilismo antiperonista histórico y actual.
Los recortes de la realidad, los sesgos y prejuicios que tienen son exactamente iguales, aunque no en el contenido.
En efecto, cuando se dice, por ej., que “Trump es un loco, totalitario y
fascista que, con el apoyo de unos multimillonarios va a acabar con la democracia”, eso, en el fondo, está gobernado por
emociones idénticas a las que se decían de Perón: “es un nazi-fascista, tirano,
corrupto” etc.
Generalmente, esas emociones se alimentan de información sesgada y la reproducen casi espontánea e inconcientemente. El problema con esto es que impiden, por prejuicio, un conocimiento más preciso y profundo de la realidad.
Alguien que, sistemáticamente, se alimenta de informaciones sesgadas y mentirosas, no es libre, es prisionero de la necesidad de “satisfacción emocional” que busca inconcientemente al hacerlo.
Esas “necesidades emocionales”, sutilmente, gobiernan las predilecciones ideológicas y los estilos de análisis. Los progresistas suelen ver esto en el adversario, pero no lo pueden ver en sí mismos.
Que un periodista progre adopte como fuente de sus análisis al NYT por “su prestigio” es exactamente lo mismo que un gorila histórico adopte como fuente de sus análisis a la Prensa o La Nación “por su prestigio”. Acá no importa el contenido, lo que importa es la emocionalidad que conduce al alejamiento cada vez mayor de la realidad, vía esos contenidos.
Lo mismo sucede con cualquier “fuente” que utilicemos: el FT, Google, los “manuales de geopolítica”, Cristina, etc., etc. Si no educamos las emociones, tratando de hacerlas concientes, nos convertimos en operadores inconcientes de las estructuras dominantes que logran una ventaja al alejarnos de una comprensión mayor de la realidad y de la posibilidad de poder deshacernos de los prejuicios.
La mejor forma de ser más concientes es tratando de ver anomalías o paradojas.
Se dice que Trump es un hombre del establishment. Bien. El establishment controla a los dos partidos: Demócrata y Republicano. ¿Cómo Trump y su movimiento generó rupturas en ambos? Por el lado Demócrata, el sobrino de JFK, Robert Kennedy. Por el lado Republicano, Dick Cheney. Ambos, apoyaron al candidato del partido contrario. La resistencia a Trump en el Partido Republicano data de 2015.
Por otra parte, ¿por qué razón lo querrían matar dos veces? En el primero de los dos atentados, no murió de milagro, ya que una bala le pasó a 2 cm del cráneo, porque giró la cabeza.
La explicación mucho más sencilla es: así como a Cristina la quisieron matar porque representa su liderazgo la impugnación más fuerte a los intereses y planes del establishment, con Trump pasó exactamente igual. Lo mismo con el Law fare. Es exactamente igual. Lo dije en este Blog mucho antes de que sucedieran los hechos.
Se dice que Trump es apoyado por multimillonarios: Musk y Bezos. Bien. Pero lo
empezaron a apoyar con 6 o 7 años de demora, no desde el principio (2015/6)
cuando lanza su candidatura. ¿No será que, por los desastres mundiales que
genera Wall Street (Vanguard, Black Rock, etc., etc.) o sea la facción guerrera
del establishment, se produjo un clivaje dentro de las élites?
Bezos (TWP, Amazon) y Musk (X ex tuitter, Space X) son figuras importantes dentro de la élite, pero no son las hegemónicas. Vanguard y Black Rock son mucho más poderosos. ¿Por qué un magnate como Musk tiene que hacer casi una militancia pública mientras que los hegemónicos permanecen en las penumbras, tras bambalinas? Si no hay reflexión sobre esto, es porque los prejuicios impiden la curiosidad. El prejuicio da una certeza instantánea. La curiosidad lleva a un trabajo de desentrañamiento y desciframiento mucho más difícil.
Dijeron que Trump desconoció los resultados electorales en 2020 alegando la mentira del fraude, que incitó la invasión al Capitolio y que el pueblo lo castigó en aquellas elecciones por gobernar mal en la pandemia.
A la luz de lo que ocurrió ayer, ¿no suena descabellado todo eso?. ¿Por qué un pueblo volvería a quien castigó hace 4 años?
Sería muy raro, por ej. en Argentina que, en 2027, castiguen a Milei volviendo a votar a Alberto. En EE.UU. es la primera vez en la historia, si mal no recuerdo, que un presidente pierde una reelección y luego gana cuatro años después.
Todas estas cosas tienen que hacer reflexionar sobre la validez de muchísimas afirmaciones.
¿Queremos soluciones a los problemas que presenta la realidad? O ¿queremos satisfacer nuestras necesidades e intereses unilaterales? No son compatibles una cosa con la otra.
Si optamos por lo primero, tenemos que resistir a las presiones “sociales” o “ideológicas” por tomar partido, por adoptar axiomas, dogmas o prejuicios. Tenemos que pensar, ser curiosos, indagar, investigar, relacionar información. Lo que pensemos lo tenemos que considerar una hipótesis o idea, nada más, porque así nos obligamos a tratar de confirmarla y, si resulta que no podemos, descartarla.
Si no educamos la mente y el corazón, no podremos encontrar soluciones a los problemas. Es así de simple. Ninguna ideología, sistema argumentativo, axiomas o postulados que elijamos (peronismo, libertarianismo, feminismo, progresismo, marxismo, etc., etc.) va a darnos solución alguna.
La realidad suele ser muy diferente a lo que la mayoría cree de ella. Por eso las sorpresas, enojos, broncas, ira, etc., etc. Al no comprenderse lo subyacente, hay frustración y angustia, sea por lo bueno o por lo malo, porque no se puede distinguir.
Como decía Jesús: “solo la verdad os hará libres”. Pero eso es lo más difícil de conquistar y aceptar.
jueves, 31 de octubre de 2024
Acerca de cómo 2 intelectuales niegan (abstrayéndolo) el factor subjetivo y creativo en la política.
Ver acá entre 5:10 y 20:06.
Este es un viejo problema que parece no cerrarse nunca. Surge y resurge una y otra vez desde, por lo menos, “El manifiesto comunista” de Marx y Engels de 1848. Van 175 años de equívocos.
En el marxismo casi en todas sus variantes, en las corrientes de izquierda en general e, incluso, en algunos sectores identificados con lo nacional-popular, existe la creencia según la cual es la “lucha de clases”, la huelga y/o movilización de masas, las protestas y la militancia activa, la solución misma al problema planteado por las estructuras dominantes.
En otras palabras, no se ve a la parte reactiva de la activación política y social como un síntoma de los problemas que nos plantea la estructura, sino como la solución en desarrollo.
JDP, que no era un intelectual al modo de los dos del video, resolvió eso con mucha más sencillez hace muchísimos años, cuando planteó la diferencia entre la masa reactiva y el pueblo activo. La masa reactiva lucha contra la injusticia (sin rumbo, orientación o liderazgo). El pueblo activo lucha por la construcción de la justicia social, ya con liderazgo.
Los intelectuales del video creen que lo fundamental es lo que sucede en la masa reactiva y, lo demás, o sea, el liderazgo, se dará por añadidura o no.
Y esto lo creen porque no comprenden la dimensión creativa, quizá porque nunca la experimentaron. Creen que todas las posibilidades están dentro de lo visible, de lo conocido. Que no se necesita hacer más que la voluntad de lo ya conocido. Todos los ingredientes están dentro de la ecuación: injusticias > protestas = solución.
Pero, cuando se dan cuenta de que la solución nunca aparece sin un liderazgo, entonces, en ese punto, tienen que borrar con el codo lo que escribieron con la mano y decir que “la solución ya estaba antes del liderazgo”, el movimiento de masas y la lucha ya la preparó.
Y lo que no terminan de entender nunca, los que así piensan, es que la capacidad creativa del liderazgo cambia las cualidades de las masas. Esto sí es lo que entendía perfectamente JDP. Por eso él insistía siempre en que el valor de una organización está dado por la calidad de sus dirigentes.
Sé que es difícil de asumir esto porque implica asumir la incertidumbre de la
emergencia de un liderazgo. Qué se le va a hacer (!?). Es lo que enseña la
historia. Los pueblos avanzan con líderes a la cabeza. Esa incertidumbre hay
que aguantarla, no queda otra. Si no la aguantamos no nos damos lugar a
nosotros mismos para poder reconocer la emergencia del liderazgo cuando ocurra.
Hay muchos, incluso los propios compañeros, que están en un estadío peor a este, no se dan cuenta de los efectos que produce el liderazgo ya existente (!). Es como una manía que tienen varios intelectuales y analistas: tienen que reinscribir todo en lo ya conocido, en lo ya sabido, sino no se sienten tranquilos. Pero esto conduce a no percibir las novedades o confundir las rupturas y las continuidades.
Cristina, al querer asumir la dirección del PJ, está intentando una ruptura. Que se dará o no según el éxito que tenga en darle un contenido y una orientación al partido.
Eso, inmediatamente, es percibido por el establishment como una amenaza a sus intereses y sus planes porque, si Cristina tiene éxito, conduce a un aumento de la conciencia popular en una dirección a un futuro gobierno nacional y popular que reconstruya el Estado y la soberanía del país, todo lo cual es una amenaza para el establishment que lo que quiere es que las luchas sigan atomizadas y desconectadas y que no se forme una idea unívoca a favor de las clases populares para regresar al gobierno.
Todos los problemas que genera este paso de Cristina son absolutamente colaterales y no hacen a la esencia de la cuestión sino a egos, cargos, intereses, etc., etc., todas cosas que el establishment quiere y va a realimentar porque dificultan la tarea esencial que se propone Cristina.
martes, 29 de octubre de 2024
El periodismo político y la “interna cristinista” (II).
Decíamos en el post anterior que la manera en que se entiende (o no entiende) el cortocircuito entre K y CFK no capta la profundidad del asunto. Ahora vamos a completar un poco esto.
En efecto, la cuestión central -que es muy difícil de explicar o hacer entender porque no se ve a simple vista- es que el establishment (local-supranacional) tiene identificado claramente como el enemigo a Cristina y opera contra ella en múltiples planos y simultánea y sucesivamente, incluso dentro de la interna peronista.
Esto último habitualmente, tanto histórica como contemporáneamente, no se lo introduce en la ecuación porque el sentido común, los factores ideológicos y los de intereses, lo excluyen a priori. Todo ocurre como si la “interna” o las contradicciones internas no formaran parte de las intenciones y de los objetivos del establishment.
Los militantes más jóvenes y varios no tan jóvenes, por lo general, se dejan llevar y obnubilar por cuestiones ideológicas y de sentido común, sin poder acceder al proceso subyacente, sin importar aquí si están o no del lado correcto.
Por ejemplo, vayamos a un caso histórico más nítido. A López Rega se lo entiende y se lo entendió exclusivamente como elemento de la interna peronista para perseguir a la izquierda peronista. Y nunca se lo entendió como una pantalla del partido militar para seguir operando, por detrás de ese personaje, en condiciones políticas adversas. Perón había logrado neutralizar a un gobierno del partido militar pero no al partido militar mismo y su poder asociado al establishment angloamericano. Perón mismo era conciente de esto, mientras que la mayoría no.
Las internas y las contradicciones no se dan nunca en un vacío de laboratorio. Para usar la palabra que Artemio usa mucho siempre existe una “sobredeterminación”. No se pueden disociar las contradicciones del proceso que las produce. Pero hay que saber entender bien ese proceso.
Así como en aquellos años se creía que López Rega era el dedo de Perón para combatir a la izquierda ahora se creen cosas formalmente parecidas, aunque con otro contenido. Pero ése es el mundo de las apariencias, de los envases, no del contenido real. Cuando podemos ver a través del envase, nos damos cuenta de un montón de cosas.
Las cosas no cambian por el hecho de que los envases o envoltorios sean distintos según cada época histórica. Realmente cambian cuando los procesos subyacentes lo hacen. El mismo proceso puede adoptar mil caras, lo que no significa que el proceso cambie mil veces. Puede ser exactamente el mismo con mil caras diferentes.
Muchos creen que todo consiste en ambiciones individuales y lineales, ya cantadas de antemano. Por ej., “Kicillof es el mejor candidato para presidente en 2027, es obvio”; “Cristina tiene que apoyar a Kicillof”; “si no lo apoya es una caprichosa, lo va a arruinar, bla, bla, bla”; etc., etc. Estas afirmaciones son producto de emociones, primero, y de percepciones espontáneas, luego.
En el trasfondo hay mucho más. Lo que pasa es que hay que pensar mucho para entender y, generalmente, los intelectuales y analistas o periodistas del mismo palo no se dan el tiempo para eso. Están metidos en una vorágine de la que les resulta muy difícil salir.
Mientras no se entienda que Cristina no es una “dirigente más”, no se va a entender mucho, se va a entender muy poco. No hay diferencias solo cuantitativas entre los dirigentes. Hay diferencias cualitativas. Cristina tiene en común con los demás que es una dirigente pero no tiene en común que es una “líder de conjunto”, que es una categoría superior de dirigente.
En tal carácter, representa la potencialidad de impugnación sistémica del establishment y, esto, el establishment lo tiene absolutamente claro. Lo que no lo tienen claro son muchos compañeros. Ningún dirigente excepto ella representa eso.
La decadencia económica y política de los últimos 9 años se debe no a malas decisiones de ella sino a que ella se fue del gobierno el 9/12/2015 y el rumbo fue cambiado. Si ella hubiera continuado, supongamos, la Argentina no se hubiera endeudado, seríamos parte del Brics, y hubiéramos estado construyendo gran cantidad de infraestructura para mejorar la vida del pueblo, la distribución del ingreso no se hubiera tornado regresiva, etc., etc. La situación del pueblo hoy sería mucho mejor que el desastre actual. ¿A quién le cabe duda de esto?
Se podrá decir que el endeudamiento fue a causa de que Cristina eligió a Scioli y, por eso, Macri ganó y pudo hacer lo que hizo. Les recuerdo que la alternativa a Scioli era Randazzo quien se mostraba más evolucionado ideológicamente que Scioli. Pero Randazzo ya vimos dónde terminó y Scioli también. Lo determinante, entonces, no es si son progres o conservadores o moderados. La ideología es el envoltorio y muchos se engañan por eso. Además, Macri ganó por la mínima diferencia en balotaje porque mintió demasiado con un discurso neoliberal progre que engañó hasta varios intelectuales y analistas progre que hablaban de una “derecha moderna” que iba a durar mucho. ¡Si engaño hasta a los intelectuales imagínense al pueblo llano!
Podríamos hablar de lo de Alberto y Massa, pero me parece que no es de mucha utilidad dar argumentos. El camino del infierno está empedrado de “buenos argumentos”.
Lo importante es entender que la existencia del factor Cristina rompe las equivalencias dentro de la clase política en Argentina. Es ella la que puede juntar la fuerza, construir el dispositivo para enfrentar lo que hay que enfrentar que es una tarea enorme.
Todos los demás, incluido Kicillof, están en otros lugares que no les permite encarar la tarea que se necesita. La suma de ambiciones individuales es un juego de suma cero, no genera nada. La combinación de ambiciones no genera nada. La “ambición” de Cristina no es “llegar a un cargo”. Ya los tuvo, llegó a lo máximo que se podía. Y dos veces. La gran causa de ella es poder generar un poder que no solo sea capaz de enfrentar sino de, llegado el momento, construir (un gobierno eficiente y eficaz al servicio del pueblo).
Solo ella puede pensar esto. No hay otra persona que pueda, con las mismas o mejores capacidades que ella, pensar eso. Cuando ella da el primer paso de su movimiento en tal sentido, obvio que genera problemas y contra acciones o reacciones, porque la realidad era distinta antes de ese paso y movimiento.
Pero el primero que reacciona es el establishment utilizando a figuras internas del peronismo de modo indirecto. Esas figuras se dejan llevar inconcientemente porque están movidos no por una idea sino por una ambición.
Esa es la ventaja que tiene Cristina por sobre todos. Ella se mueve según una idea que surge en su mente y, luego, organiza en función de eso. Es decir que ella no responde a “estímulos exteriores” si no a la concepción y ejecución que ella concibe. Este es un trabajo mucho más difícil que el de los que se mueven solo por ambición. Porque Cristina tiene que lidiar con las realidades estratégicas reales, tras las apariencias. Y va a pagar un precio muy caro por eso. La mayoría no lo paga, ella sí porque está dando la pelea real no la imaginaria.
No es tarde para que Kicillof se dé cuenta de estas cosas. Los problemas de los que fue testigo Kicillof durante el gobierno de Alberto Fernández no lo debe llevar a sacar conclusiones apresuradas.
El problema de fondo es que las gestiones de gobierno que logran transformar aspectos importantes de la realidad se basan en la coincidencia entre la figura del o la líder y la del gobernante. Cuando no ocurre así son muy difíciles las transformaciones porque éstas no se logran por mera gestión o administración, hay que poner en juego todo un liderazgo simbólico y práctico para que ocurran.
Por más que Kicillof se vea Presidente a fines del 2027, haciendo una “proyección normal”, donde no ocurran crisis o discontinuidades, va a tener que lidiar con los mismos problemas de siempre. Y no se puede lidiar con eso en forma exitosa con los métodos habituales de los “dirigentes”. Se necesitan métodos de liderazgo, pero hay que ser líder para recurrir a ellos.