Los que se hacen voceros de las ideologías mencionadas en el
título de este post se “horrorizan” o quedan “impactados” con diversas
declaraciones y medidas del de nuevo presidente de EE.UU. D. Trump y/o de
algunos o varios de sus colaboradores.
Cuando uno se pone a ver cómo esos voceros procesan la
información que les llega, se da cuenta enseguida de que la reciben de modo
acrítico, sin contexto, comiéndose a ciegas la carga con la que esa información
parte y su intencionalidad respecto a los efectos que desean provocar cuando
llega a cada lugar. Uno no encuentra el menor esfuerzo por entender el contexto
y, mucho menos, el proceso de mediano y largo plazo que enmarcan los
acontecimientos observados y a sus protagonistas.
En este marco, aparece una foto de Musk estirando el brazo
para saludar de una forma que varios observadores lo relacionan con el saludo
nazi.
Resulta irónico que desde las usinas de donde sale esto no
solo no se dijo nada contra la ceremonia en la que Biden homenajea a quien
fuera, junto con sus padres, colaborador de los nazis en la tarea de quitarle
las propiedades a los judíos perseguidos en Hungría, sino que tampoco se dijo
nada, incluso se lo negó durante muchísimo tiempo o se le quitó importancia, al
entronizamiento de militantes nazis en el aparato de gobierno en Ucrania, luego
del golpe de Estado de 2014. Tampoco se dijo nada de las persecuciones y
matanzas de gitanos y rusos en ese país durante 8 años (entre 2014 y 2022).
Desde esas usinas tampoco se dijo nada en serio contra los
nazis que gobiernan en Israel y la matanza indiscriminada de palestinos con el
apoyo persistente y consistente (armamento) durante más de un año del gobierno
de EE.UU.
Como Musk es visible (a diferencia de los oligarcas que lo
combaten) es fácil tomarlo como blanco. Musk podrá ser un narcisista
patológico, o lo que se quiera, pero interpretar que es nazi a partir de una
imagen exportada por usinas que tienen fines inconfesables, es absolutamente
descabellado.
Hay, lamentablemente, demasiada credulidad entre los
analistas e intelectuales. A un Sr. como Soros no se le puede decir “nazi”
(aunque lo sea) porque sus fundaciones aparecen financiando causas “nobles”.
“¡¿Cómo va a ser nazi ese Sr. tan generoso!?”. Y a Biden no se le puede decir
“nazi” (aunque avaló y colaboró con varios genocidios) porque es del partido
demócrata norteamericano.
Por lo general no se comprende que el nazi-fascismo no es
una identidad política (esto es para los tontos e incautos), es solo una
herramienta en una circunstancia o momento histórico. Esa herramienta es del
sistema oligárquico global que la usa cuando se producen crisis sistémicas que
no pueden ser reconducidas al dominio normal. La finalidad de eso es que no
emerjan de esas crisis Estados Nacionales soberanos en cooperación.
Orquestar la guerra de Ucrania contra Rusia, la futura
contra Irán, la actual contra Palestina o la futura de Taiwán contra China, es
verdaderamente nazi en el sentido expuesto. Querer asesinar a Cristina en
Argentina, a Fico en Eslovaquia o a Trump en EE.UU., eso es verdaderamente nazi
en el sentido expuesto.
Contra todo eso se pronuncian Trump y Musk, pero los nazis
resultan ser ellos, ¡¡¡¡no los otros!!!!
Por lo general cuesta entender que el sistema oligárquico,
su facción hegemónica, usa al neoliberalismo y/o neoconservadurismo y a los
nazis cuando les conviene.
La mayoría no entiende el concepto de “sistema oligárquico”
y si no se entiende eso, no se entiende el concepto real (no el nominal) de
“Imperio”.
Como Musk, desde que se hizo militante de la causa de Trump
(aunque desde hace ya tiempo la facción hegemónica del sistema oligárquico lo
tenía en la mira), aparece seguido en las noticias, es fácil identificarlo,
tomarlo como un símbolo, o un ícono (malvado), etc.
Sé que lo primero que predomina en los individuos son los
sentidos, sea una frase grandilocuente o una imagen. Pero los sentidos suelen
engañar a las personas que confían demasiado en ellos. Se necesitan instancias
de procesamiento de la mente para evitar eso, para no vivir fuera de la
realidad o dentro de una realidad que solo funciona para nosotros y nuestro
sistema de creencias.
Entonces, muchos ven a Musk estirando el brazo, escuchando o leyendo que es “el
hombre más rico del mundo”, inmediatamente eso provoca una reacción emocional
que enseguida e instantáneamente va a confirmar un prejuicio que ya tenemos o
que se encontraba latente.
A medida que esos prejuicios se refuerzan, cada vez más
vivimos fuera de la realidad verdadera y somos presa del juego de
manipulaciones, con lo que nos alejamos cada vez más del mundo real y le
facilitamos las cosas a quién está mucho más alienado que nosotros mismos, como
el presidente de la nación argentina. Entramos en todas y cada una de las
trampas del chiflado, porque la mayoría se deja llevar por las apariencias y no
por la realidad subyacente. Al suceder esto, se refuerza el polo ideológico que
representa el chiflado. Es decir, se está colaborando inconcientemente con
aquello que decimos estar en contra. Y en esto caen, incluso, intelectuales de
nuestro propio espacio que tienen bastante prestigio.
El sistema oligárquico no se basa solo en multimillonarios
sueltos, en personas que tienen mucho dinero. De estas hay mucha gente en todo
el mundo. Gente que tiene mucho dinero hay en todos lados, pero eso no
significa que sean parte de la camarilla o del club selecto que controlan los
resortes y recursos fundamentales.
Los fondos de inversión Vanguard o Black Rock tiene
operadores con mucho menos dinero personal que Musk, pero controlan fondos
muchísimo mayores, invertidos en una red relacionada a resortes y recursos
fundamentales (comerciales, financieros, mediáticos, complejo
militar-industrial, etc., etc.). Esa combinación orquesta las guerras y los
genocidios por todas partes del mundo, son verdaderamente nazis y fascistas en
el sentido expuesto, pero no salen en los medios de comunicación, o rara vez
salen. Se aplica allí lo que decía el empresario Yabrán aquí “sacarme una foto
a mi es como pegarme un tiro en la frente”.
Otro ejemplo: cómo los soportes ideológicos de la
izquierda y el progresismo en general toman las declaraciones de Trump sobre comprar
Canadá y Groenlandia o el canal de Panamá o declarar terroristas a los cárteles
“mexicanos” de la droga.
Las usinas que generan y transmiten estas noticias lo hacen
con la intención de escandalizar a la gente noble y bien pensante de América
Latina. “Qué barbaridad, es un loco, atenta contra la soberanía de esos países”!!!.
Los soportes ideológicos mencionados toman la noticia, así
como viene, sin indagar, sin contexto, porque les sirve para confirmar
espontáneamente sus prejuicios.
¿No se dan cuenta de que la monarquía canadiense o la de
Dinamarca apoyaron históricamente al Reino Unido contra la Argentina en sus
reclamos por la soberanía en Malvinas? ¿Desde cuándo hay que tener pruritos con
esos países?
Ni hablar de la cuestión histórica. En 1812 hubo una guerra
de EE.UU. con Canadá porque, si mal no me acuerdo, había presencia militar
británica allí. En 1814 Inglaterra invadió Washington e incendió la Casa Blanca.
Respecto a lo del Canal de Panamá “en manos de los chinos”.
El canal está controlado, según Infobae, y administrado por una empresa de Hong
Kong que opera en varios países, entre ellos Alemania, Reino Unido y Australia.
China nada tiene que ver con eso, ni Panamá tampoco.
Respecto a lo de los cárteles “mexicanos”. Es sabido desde
hace mucho que el dinero de los cárteles de droga es lavado por “narcotráfico S.
A.”, es decir por el sistema bancario bajo control, en gran parte, británico (HSBC).
Es decir, que está ocurriendo un terremoto en el centro del
sistema oligárquico global, sea por contradicciones internas o por las
políticas “populistas” de Trump, lo que abre oportunidades extraordinarias a
nivel mundial al mismo tiempo que peligros extraordinarios, y todo ese
terremoto no se percibe, no se siente, porque se decodifica todo en forma
espontánea como “derecha”, “ultraderecha”, etc., etc., perdiéndose de vista el
drama histórico que se está jugando y que va a determinar por varias décadas el
destino de los pueblos del mundo.
Se está desafiando, por primera vez en décadas, con todas y cada una de sus contradicciones, desde un país central y desde
las estructuras estatales bajo la influencia de la agencia de la presidencia de
EE.UU. al núcleo de la facción hegemónica oligárquica a predominio
angloamericana con centro en el complejo militar-industrial y mediático, Wall
Street y la City de Londres y todo su proyecto geopolítico.
Los soportes ideológicos de la izquierda y el progresismo argentino
y latinoamericano en general no pueden apreciar todo ello en virtud de que
miran desde axiomas y postulados fijos que dejan afuera del radar gran parte de
los movimientos que suceden.
A esta altura, nos podemos dar cuenta que Milei se monta y
se aprovecha (sin saberlo él) de la superficialidad y falta de enfoque que
caracteriza a las ideologías y modas de análisis de los sectores progresistas.
Milei cree ver en Musk y Trump un poder que le otorgue una cobertura y
protección contra sus opositores y cómo éstos carecen de profundidad y
originalidad para pensar los movimientos mundiales que están ocurriendo, ambos,
Milei y los opositores ideológicos entran en una complementación por oposición
donde todo se reduce a la afirmación de uno y la negación del otro y viceversa,
alejándose ambos, al alimentarse mutuamente, de lo más interesante que tiene la
coyuntura mundial actual.
Casi toda la producción analítica de los sectores progresistas y de izquierda se da casi por acto reflejo, es absolutamente reactiva (a Milei, a Trump, Musk, Bolsonaro, Orban, etc., etc. que creen que está todo dentro de la misma bolsa).
Los esfuerzos por generar hipótesis e ideas activas, casi son una rareza. Mientras esto siga así, el polo ideológico desafiante que representa Milei está a sus anchas, porque se alimenta de lo reactivo que provoca en el contrario.